Transformaciones en la formación
del espacio económico mundial
El
29/11/2013, en Quito, capital de Ecuador, tuvo lugar la II reunión de ministros
de Finanzas de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). En
la misma fecha, en Taskent, capital de Uzbekistán, tuvo lugar la reunión de
primeros ministros de los Estados miembros de la Organización de Cooperación de
Shanghai (OCS)
La
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se constituyó el 23 de
febrero de 2010, en Riviera Maya (México), y se estableció como un foro que
agrupa a 33 estados soberanos, y que busca profundizar la integración política,
económica, social y cultural de América Latina y el Caribe. La región comprende
más de veinte millones de kilómetros cuadrados, con una población de unos 600
millones de habitantes.
La
Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) es una organización
intergubernamental fundada en Shanghai el 15 de junio de 2001. Sus países
miembros son China, Rusia, Uzbekistán, Tayikistán, Kirguizistán y Kazajistán y
se estableció para enfrentar conjuntamente los desafíos en materia de seguridad,
garantizar la paz y la estabilidad regionales, promover el desarrollo común y
favorecer los intercambios culturales entre los pueblos. Sus países miembros
abarcan un área total de 30,2 millones de kilómetros cuadrados, con una
población combinada de 1.530 millones de habitantes.
Ambas organizaciones aunque distantes geográficamente, con culturas y
tradiciones políticas diferentes, nacen con una vocación común, avanzar en el
proceso de integración regional para desarrollar de esa manera más eficazmente
sus sinergias políticas y económicas de las que cada país resulte beneficiado de
las mismas.
Estas dos organizaciones, conjuntamente con la organización de los países BRICS
(Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), nacen en el presente siglo y están
tomando relevancia como poderes emergentes que aspiran a jugar un papel
protagónico en la conformación de la economía mundo en el siglo XXI.
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El espacio económico mundo ha
sufrido diversos cambios desde los inicios de las primeras formas capitalistas
de producción, que básicamente se pueden resumir en cinco estadios:
1º. (Siglo XVI)– (1789-1815-1830) Estadio de acumulación capitalista originaria
propiciada por las clases burguesas bajo el dominio de la nobleza de las
potencias absolutistas europeas.
2º. (1789-1815-1830)-(1873). El ascenso del capitalismo al poder político y la
formación de la nación moderna en Europa y gran parte de América.
3º. (1873-1945). La confrontación de las Potencias Europeas por las áreas
geopolíticas de influencia exclusiva, y la formación de la primera desconexión
geopolítica del sistema económico mundial propiciada por Rusia.
4º. (1945-1989). El final del enfrentamiento militar en el Centro del Sistema
Económico Mundial (Europa), la descolonización de la colonias europeas, y las
nuevas áreas de influencia bajo el dominio de EEUU y de la URSS
5º. (1989-siglo XXI). Tras el fin de la URSS y la integración de China en la OMC,
el final de las áreas geopolíticas de desconexión del sistema económico mundial,
y la formación del espacio comercial mundial.
En
estas fases de la formación del espacio
económico mundo invariablemente
ha existido una relación entre un centro económico,
político y militar conformado y dominado por Occidente, y una periferia subordinada
compuesta por el resto de regiones del mundo, bajo el dominio colonial hasta
mediados del siglo XX, y posteriormente, bajo el dominio neocolonial.
Los cambios en la periferia del
sistema económico mundial han determinado históricamente cambios en el centro del
sistema. La debilidad política de las regiones mundiales periféricas favoreció
su colonización, y la fortaleza política a favor de la soberanía propició su
emancipación colonial; a Francia le bastaron una pocos buques de guerra para
colonizar la península de indochina en el siglo XIX, pero a mediados del siglo
XX tuvo que retirarse ante la resistencia política de sus pueblos; al igual que
a Francia, le pasó al imperio
británico y otras potencias
europeas en sus dominios coloniales.
Desde el siglo XVI hasta la mitad del siglo XX, la debilidad política de la periferia alentaba
a las potencias europeas a enfrentarse entre ellas por el control del centro del
sistema económico político mundial, pues su control les aseguraba el dominio
mundial. Tras la devastación que supuso la Segunda Guerra Mundial por controlar
el centro del
sistema, y con el final del dominio colonial tras la emancipación de las
colonias, el centro del
sistema económico mundial puso fin a sus enfrentamientos, uniéndose bajo el
liderazgo de EEUU para controlar económicamente a las naciones periféricas o
países en desarrollo con un reparto de las funciones económicas a escala global,
concentrando la demanda efectiva de
consumo en el centro del
sistema mundial, (formado principalmente por EEUU, Japón y la UE), y una periferia de
países pobres suministradora al centro
económico de materias primas y
mano de obra barata.
En
el presente estadio de formación del espacio
comercial mundial, la crisis económica estructural del modelo de acumulación
neoliberal (1973-2008), iniciada en el 2008 está cambiando la relación entre el Centro y
la Periferia. El G7, que
coordinaba y dictaba la política económica mundial, tras la crisis del 2008 ha
tenido que ceder el timón al G20 compuesto por los países más importantes
desarrollados y en desarrollo, aunque, si bien, esta organización debido a los
diferentes intereses que representa no ha podido establecer hasta ahora una
política coordinada mundial efectiva.
Los cambios más sustanciales en la conformación del espacio
económico mundo se están
produciendo a partir del nacimiento de tres principales modelos de espacio
económico: 1.- el que agrupa a los países y regiones económicamente
emergentes; 2.- el que agrupa a los países desarrollados, y 3.- el espacio que
interconecta ambos espacios.
En
el espacio que agrupa a los países emergentes toma especial importancia la
coordinación de los países BRICS, el impulso de la OCS y la ASEAN +
China en Asia, y la CELAC y MERCOSUR en América Latina. La emergencia de estas
organizaciones está llevando a que en el espacio de los países desarrollados se
esté produciendo una reagrupación de naciones planteándose la UE y EEUU la
implementación de un tratado de libre comercio. En el espacio que interconecta a
los países desarrollados y en desarrollo significativamente destaca la
relevancia adquirida en los últimos años de la APEC (Foro
de Cooperación Económica Asia-Pacífico) y la relación de la UE y EEUU con China.
El centro desarrollado
mantiene la ventaja de poseer el mayor activo científico-técnico
productivo adquirido en un
recorrido de dos siglos desde que se inició la revolución industrial, lo que le
ha permitido dominar el sistema productivo y financiero mundial, mientras que la periferia está
iniciando ese recorrido. No obstante, los cambios que se vienen produciendo en
el centro y
la periferia, a partir de la
crisis del 2008, están sucediendo a ritmos diferentes, mientras que el centro desarrollado
permanece estancado en su crecimiento económico, los países y regiones
emergentes progresan no solamente en el crecimiento de su PIB sino en la
afirmación de su soberanía política y económica para transformar los estándares
neocoloniales de ser suministradores de materias primas y mano de obra barata,
hacia un modelo económico estructurado y autocentrado, es decir, de economías
que les permita disponer de tecnología propia para armonizar el sector agrario,
el industrial y de servicios y desarrollar el consumo interno de sus sociedades.
La
importancia de la fortaleza política de los países
en desarrollo para emprender
estos cambios se manifiesta por una parte, en la afirmación de la soberanía
política frente a la tutela neocolonial de los países
desarrollados, como se esta viendo en Latinoamérica y, por otra parte, en la
necesidad de buscar la integración regional que les permita unir y complementar
los recursos técnicos, productivos, financieros y de mercado en la construcción
de economías fuertes y estructuradas.
No
obstante, las dos regiones en desarrollo más dinámicas a favor de la integración
económica, como es la que conforma en el espacio euroasiático la OCS, la CEI y
la ASEAN, y en América Latina MERCOSUR y la CELAC, debido a sus propios
desequilibrios nacionales internos, no han alcanzado todavía el impulso político
necesario para dotarse de estructuras económicas y financieras regionales que
les permitiría alcanzar un nuevo nivel de integración y dotarles de una mayor
fortaleza económica.
En
el caso de la OCS el proyecto más importante para unir su espacio económico es
la creación de la denominada nueva
ruta de la seda que uniría por
ferrocarril Chongqing-Xinjiang-Europa y por carretera Lianyungang, en el este de
China, y San Petersburgo, en el noroeste de Rusia, uniendo los países
euroasiáticos respectivos, y en fase de estudios estaría promover un banco de
desarrollo de la OCS para proporcionar apoyo financiero a la interconectividad y
la cooperación industrial entre los países miembros de la OCS.
En
el espacio latinoamericano, MERCOSUR representa económicamente la institución
más avanzada en integración regional, mientras que la CELAC es una institución
que le queda aún mucho recorrido para alcanzar una integración económica y
financiera efectiva, aunque la importancia de avanzar en la misma está presente
en su corta andadura. Los representantes financieros de los 33 países que
componen la CELAC se comprometieron en Quito a fortalecer la cooperación entre
bancos centrales, así como las inversiones intra y extra comunitarias, por su
parte, el ministro de finanzas de Ecuador, Fausto Herrera, instó a sus homólogos
de la (CELAC) a crear un organismo financiero para enfrentar las consecuencias
de una posible nueva crisis mundial.
La
debilidad de una arquitectura regional financiera sólida y de un patrón
monetario que les permita un intercambio comercial ajustado al valor real de sus
divisas sigue siendo una carencia que limita la capacidad de integración de las regiones
en desarrollo con voluntad
política integradora. Y esta carencia es lo que permite a los poderes
financieros Occidentales y al dólar estadounidense perpetuar su hegemonía.
Al
igual que los cambios históricos que propiciaron la descolonización no partieron
del centro del
sistema político económico mundial sino desde la rebelión de los pueblos de la periferia,
en la actual etapa de formación
del espacio económico mundial, los cambios deberán basarse en conformar
entidades regionales de los países en desarrollo dotadas de instituciones
financieras que propicien que se llegue a un equilibrio económico entre el centro y
la periferia y
ponga fin a esa secular división geoeconómica mundial.
Si
se alcanza ese nuevo estadio en la formación
del espacio económico mundial se
darán las condiciones para promover una integración mundial en la que se
instaure un patrón monetario mundial unitario y una arquitectura financiera
internacional transparente consensuada entre las naciones, que permita: 1. - un
desarrollo económico mundial inclusivo; 2.- se ponga fin a la desconfianza entre
naciones y con ello a la carrera armamentística actual, y 3.- se inaugure una
nueva etapa basada en la paz, el fomento de la democracia a escala universal y
el desarrollo común en armonía con el medio ambiente
Si
bien, la fortaleza de las regiones en desarrollo sigue siendo todavía
relativamente muy pequeña comparado con el poder que detenta el centro económico
mundial, el camino está trazado, los avances de las regiones que
conforman las naciones en
desarrollo contribuirá en una relación dialéctica a los cambios en el centro del
sistema en favor de una mayor integración mundial.