El desarrollo de China en la
formación de la economía mundo
Durante la
primera quincena del mes de mazo del 2015 se celebraron en China las dos
sesiones anuales de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino y de la
Asamblea Popular Nacional. El objetivo de las sesiones anuales de los dos
organismos institucionales más importantes de China fue sentar las bases en el
último año del 12º plan quinquenal para la construcción de una “sociedad
modestamente acomodada”, con extensión a toda la población de 1300 millones
para la próxima década, basada en la ciencia y en la innovación, priorizando el
consumo interno y el desarrollo del sector servicios para la culminación del
Estado de Bienestar, lo que implicaría doblar el actual PIB llegando a los
14.000$ de renta per cápita. Esta transformación de China le situaría como la
primera economía mundial lo que supone un cambio fundamental en “la formación
de la economía mundo” iniciada en el siglo XVI.
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Durante el
periodo de más de mil años que Europa vivió en la oscura Edad Media (siglos V al
XV) China destacaba por ser una nación sobresaliente en cultura, ciencia y
tecnología. Sin embargo, con el inicio de las primeras formas capitalitas de
producción en el siglo XVI en el centro y norte de Europa y la apertura de las
rutas marítimas desde Europa a las indias orientales y occidentales, comenzaría
la “formación de la economía mundo” interconexionada globalmente y
dirigida por las potencias europeas, mientras China se situaría al margen de
este proceso.
La formación
de la economía mundo durante los
siglos XVI, XVII y XVIII, fue una lucha entre las nuevas clases emergentes
burguesas europeas y la nobleza, y a su vez, una lucha entre los diferentes
imperios europeos por hacerse con el control de la misma. En esta lucha serían
los banqueros y burgueses quienes conseguirían acaparar la mayor parte de la
“acumulación primaria de capital”. Con las revoluciones liberales en el siglo
XIX, el capitalismo desplazaría institucionalmente del poder a la nobleza y el
clero acabando con el Antiguo Régimen estamental. Sus posesiones serían
confiscadas y la tierra como otros bienes quedaría sujeta a las leyes del
mercado. A su vez, desde la “primera revolución industrial”, Europa se
constituiría en el centro científico-técnico, lo que le otorgaría una gran
ventaja en la productividad y en el armamento. Con ese poder Europa dominaría
colonialmente el mundo, siendo Gran Bretaña, tras la derrota de Napoleón, quien
construiría el más importante imperio colonial mundial.
En esos
siglos China siguió anclada en una gloria pasada mientras Occidente transformaba
el mundo. Parte de China pasó a ser colonizada por los imperios europeos, y su
declive traería el final de la dinastía imperial Qing en 1911 y la fundación en
1912 de la Republica China. En la primera mitad del siglo XX China estuvo sumida
en guerras continuas. Los señores feudales de la guerra se disputaban
territorios de China, y su debilidad fue aprovechada por Japón quien comenzaría
la invasión de China en 1931 y la ampliaría a extensos territorios en 1937. La
lucha del Kuomitang y del Partido Comunista contra la ocupación japonesa
terminaría en 1945 con la derrota del imperio de Japón en la Segunda Guerra
Mundial. En la Guerra Civil posterior desatada por el Kuomitang contra el
Partido Comunista, este último saldría vencedor y en 1949 proclamaría en la
parte continental de China la actual Republica Popular China, mientras que el
Kuomitang se refugiaría en Taiwán.
En 1979,
iniciado con Deng Xiaoping el proceso de “reforma y apertura” China tímidamente
comenzó a formar parte de la economía mundial. Las diferencias de China con la
URSS, le llevaría a estrechar relaciones con EEUU. Esta nación constituida tras
la Segunda Guerra Mundial en la primera potencia mundial vería en China un gran
mercado de mano de obra barata y disciplinada para propiciar la deslocalización
de sus empresas manufactureras. Desde 1980 hasta la crisis del 2008 China se
convertiría en el más importante centro manufacturero mundial, sus productos
alimentaban la sociedad de consumo de los países desarrollados, pero a su vez
China se integraba de forma competitiva en la economía mundial. El enorme
crecimiento económico de China y su cultura ahorradora le permitió acumular
ingentes reservas de capital, pasando a convertirse en el principal acreedor de
la actual deuda pública estadounidense.
Tras la
crisis de consumo en los países desarrollados del 2008, la economía China tuvo
que iniciar un cambio necesario en su estructura económica de sustentarse
principalmente en su sector exportador manufacturero a incentivar sus propias
potencialidades internas de desarrollo. En este cambio económico el aumento del
poder adquisitivo de las clases trabajadoras para impulsar el consumo interno,
le obliga a China a competir internacionalmente mejorando su productividad, lo
que supone dar un salto en ciencia e innovación tecnológica, en el diseño
de productos y en la
mejora continua de los procesos productivos, para alcanzar a los países con
mejores estándares de productividad como EEUU, Alemania o Japón. Por otra parte,
los cambios estructurales internos deberán servir para culminar la
transformación de la sociedad rural a la urbana, y la construcción del Estado
del Bienestar, lo que implica el desarrollo de infraestructuras y la ampliación
del sector servicios.
En este
proceso China se enfrenta a la contradicción de que un crecimiento económico
aunque se sitúe en un 7%, a partir del grado desarrollo actual alcanzado en
renta per capita (6.900$), con una población de 1.3000 millones, supone en
cifras absolutas un incremento anual del volumen de consumo de recursos
energéticos y materias primas que pueden tener un gran impacto medioambiental,
por lo que se precisa articular un modelo de crecimiento
integral que contemple todas las
variables del desarrollo manteniendo un equilibrio entre las mismas. El proyecto
de desarrollo de China es de una enorme complejidad. Si se tiene en cuenta que
Occidente ha ido construyendo su desarrollo durante 200 años y China lo está
propiciando desde la década de los ochenta del siglo XX, el objetivo de
construir una sociedad modestamente acomodada con una renta per cápita que
doble la actual por encima de lo 14.000$ para la próxima década, es un desafío
económico sin precedentes.
China, ha
pasado a ser ya el principal actor en la formación
de la economía mundo iniciada en
el siglo XVI, principalmente porque es la nación que además de ser la segunda
economía mundial es la que aporta mayor dinamismo en el crecimiento económico
mundial, el cual puede experimentar un enorme avance con la iniciativa para la
interconectividad de la Zona Económica de la Ruta de la Seda terrestre y
de la Ruta de la Seda Marítima, que servirá como una plataforma para la
cooperación de China con el resto de Asia, Europa y África,
y en la que el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII), propuesto
por China, que quedará formalmente establecido a finales de 2015 con un capital
inicial suscrito de 50.000 millones de dólares USA, tendrá un papel esencial.
Actualmente en la formación de la
economía mundo se producen dos
impulsos diferentes: el liderado por China basado en la cooperación entre
naciones en una relación de ganar-ganar todas las partes, y el liderado por EEUU
basado en su hegemonía indiscutible en función de sus intereses económicos
exclusivos. La iniciativa de China no teme el desarrollo de otras naciones pues
se basa en la paz y la colaboración, mientras que para EEUU las naciones que se
oponen a su hegemonía no deben ser prosperas, pues su fortaleza limita su poder
hegemónico.
La
política occidental liderada por EEUU con las grandes naciones como China y
Rusia es de contención, intentado crear conflictos con las naciones vecinas
instrumentalizando a sus aliados, en el caso de China con Japón y en el de Rusia
con Ucrania. En las naciones rebeldes a su tutela y con un menor peso político
su estrategia es debilitarlas a través de embargos, sanciones económicas,
complots o intervenciones militares, una política seguida también por su aliado
Israel en el Oriente Medio, siendo la región del mundo donde más éxito ha tenido
esta política de devastación tras su diferentes intervenciones directas o
indirectas que han dejado a Afganistán, Irak, Siria y Libia sumidas en el caos,
aunque otras naciones rebeldes asediadas como Irán y Venezuela, están
resistiendo la guerra económica que EEUU tiene planteada contra las mismas.
Esta
política contraria al desarrollo soberano de las naciones tiene que ver con la
resistencia a la perdida de la supremacía económica occidental, pues una vez que
la mayoría de las naciones en desarrollo alcanzarán y sobrepasaran el umbral de
renta de PIB per cápita de 14.000$, Occidente quedaría eclipsado económicamente
y su rectoría de cinco siglos en la formación
de la economía mundo quedaría
relegada.