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Artículos de Opinión
Una
visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la
integración económica mundial y la armonía con el medioambiente
Autor
Javier Colomo Ugarte
Abril 2015
Relaciones internacionales y
enfoque mediático
Todos los grandes medios de
comunicación son grandes medios de difusión de valores sociales, culturales,
políticos y económicos y se crean orientados a conformar la forma de
pensar de las masas de población. En esencia estos medios en el tratamiento de
las noticias relevantes no son sino medios de “formación de opinión política”.
Quienes niegan esta vertiente, tienden a hacer apología de una supuesta
objetividad para hacer más creíble su sesgo informativo, cuando en política la
misma no existe.
La
información que recibimos a través de los medios de comunicación se orienta no
solo a actualizar permanentemente nuestro conocimiento de lo que acontece en el
mundo, sino que estos medios participan en una competencia, a veces leal, otras
desleal, para conformar nuestra opinión sobre los hechos sobre los que nos
informan. No existe el criterio propio en abstracto, nuestro criterio depende de
las referencias que nos unen al mundo real, y a diferencia del mundo del hombre
primitivo donde lo real era captado directamente por los sentidos, en el mundo
actual, la percepción de lo real llega a nuestras mentes mediatizado por las
redes de la información. Solamente podemos conocer el pasado y el presente a
través de estos medios, y esta interposición mediática nos hace vulnerables a la
interpretación de los hechos que implícitamente nos proporcionan quienes nos
ofrecen la información. La comparación de la información que diferentes medios
globales ofrecen es una de las maneras de obtener un criterio contrastado sobre
los hechos de los que nos informan, y la no contrastación nos sume en una visión
unilateral y sesgada del mundo que nos rodea, y limita la capacidad intelectual
de discernimiento.
Cualquier
acontecimiento internacional relevante puede ser presentado de manera diferente,
por ejemplo, en la guerra en Siria, mientras que para los medios occidentales
existe una guerra civil y quienes luchan con las armas en la mano contra el
gobierno de esa nación son rebeldes democráticos, para el gobierno sirio y sus
aliados es una guerra internacional de combatientes terroristas llegados
mayoritariamente de fuera del país. En la guerra de Ucrania, para el gobierno de
Kiev apoyado por los medios occidentales, los violentos sucesos de febrero del
2014 fue una revolución y los alzados en armas en la región del Donbass son
calificados de terroristas que pretenden la secesión de una parte del país,
mientras que para la mayoría de la población del Donbass y de Rusia los sucesos
de febrero del 2014 fueron un golpe de Estado apoyado por Occidente que daría
lugar a una guerra civil al no reconocer los habitantes del Donbass a las nuevas
autoridades. Estos dos ejemplos ilustran las diferencias de enfoque de dos
conflictos que vienen ocupando reiteradamente las páginas de los grandes medios
de comunicación.
El enfoque
mediático global desde la desaparición de la URSS ha venido siendo monopolizado
por los países desarrollados, no solo en cuanto a su visión del Mundo, sino
también en la cantidad de Medios para difundirlo. Los postulados del discurso
sobre el que se tamiza la información-formación se basa fundamentalmente en la
autoarrogada supremacía moral de Occidente liderado por EEUU sobre el resto de
naciones del mundo, que le legitima para imponer sus puntos de vista al resto de
naciones. Desde ese enfoque todas las agresiones militares que principalmente ha
venido realizando EEUU en Irak o Afganistán deben ser consideradas legítimas, y
es natural que sus dirigentes y soldados tengan total impunidad para hacerlo,
mientras que los políticos de las naciones que no se avienen a los dictados
occidentales es legítimo que sean condenados mediáticamente.
El discurso
resulta en si mismo irracional, pero el mismo es sostenible por la masificación
de los medios que repiten el mensaje. Si se toma por ejemplo el enfoque que los
medios occidentales hacen del régimen constitucional de Venezuela, o del régimen
absolutista de Arabia Saudita se muestra tal contradicción. Para estos medios
Venezuela es un país gobernado por políticos malvados y antidemocráticos, sin
embargo Venezuela es la nación que más elecciones ha realizado desde el año 2000
de todo el continente Latinoamericano, con uno de los sistemas de votación
electrónica más transparente del mundo, mientras que Arabia Saudita es
considerada una nación políticamente correcta y la monarquía absolutista
“conservadora”, cuando es un régimen que no ha realizado nunca unas elecciones
para elegir a sus representantes políticos, siendo estos impuestos por designio
de la monarquía.
En este juego de prestidigitación mediática los grandes medios de comunicación
occidentales logran convertir ante su ciudadanía al país constitucional en
despótico y al absolutista en "democrático". La razón para esta burda
tergiversación en el enfoque político mediático de estos dos países petroleros,
no es otra que la monarquía saudita es un aliado fiel y obediente a EEUU,
mientras que el gobierno de Venezuela no admite la tutela estadounidense.
Si todos los
grandes medios de comunicación, sean del signo que sean, son medios de difusión
de valores sociales, culturales, políticos y económicos; más allá de la noticia
en sí, la cuestión no se sitúa entre objetividad o subjetividad, porque siempre
está de por medio la subjetividad del medio que informa, sino que la cuestión se
sitúa en que valores políticos se promocionan.
En los inicios
del siglo XXI, con el desarrollo del potencial económico de los BRICS y su
creciente importancia política internacional, se
está
abriendo paso
el
discurso para la
convivencia internacional basado en: la
supremacía del principio del respeto
entre naciones; la no intromisión en los asuntos internos de otros países, y
la consideración de que cada nación debe elegir su propio sistema político en el
que las transformaciones políticas internas deben realizarse de forma pacífica.
Frente al
principio occidental de la verdad política absoluta universal cuyo máximo
poseedor de la misma es EEUU
y que le legitima para exportarla por la fuerza fuera de sus fronteras,
los países
emergentes niegan que la convivencia mundial se pueda construir sobre verdades
políticas absolutas, sino que las mismas son relativas y los principios comunes
deben ser fruto del consenso y no de la imposición unilateral. La ciudadanía
occidental es educada en una verdad política absoluta en la que se justifica las
agresiones militares a otros países, como fue el caso de Libia, mientras que en
la ciudadanía de los países en desarrollo progresivamente crece la percepción de
que las verdades de unos no pueden ser impuestas a otros.
La confrontación
entre sistemas de diferentes valores en las relaciones internacionales adquiere
mayor relevancia en la medida que los países emergentes y en desarrollo van
ganando posiciones en el escenario económico internacional. No obstante, la
construcción de un mundo multipolar no solamente va a depender de la fuerza que
las naciones emergentes vayan adquiriendo sino que parte fundamental de su
consolidación va a depender de la extensión de un nuevo discurso basado en los
valores de la colaboración internacional que combata a los valores de la
supremacía política y de la dominación.
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Javier Colomo Ugarte
Doctor en Geografía e Historia
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