27/01/2013
NOTICIA.
Concluye en Santiago de Chile la cumbre CELAC -UE
América Latina. El
reto de la superación de la estructura económica neocolonial
El día 27 de enero
finalizó la cumbre celebrada en Santiago de Chile entre la Unión Europea
(UE) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Está
cumbre ha tenido un especial significado político principalmente porque en
palabras del presidente de Uruguay José Mújica, América Latina y el Caribe han
conseguido realizar en bloque su primera reunión internacional “sin su patrón
del Norte” (EEUU), y también porque Cuba recibirá la presidencia pro témpore
de Chile para el 2013, que en palabras de la presidenta de Argentina, Cristina
Fernández, marca "todo un cambio de época". El presidente venezolano,
Hugo Chávez, convaleciente en Cuba, principal impulsor de la CELAC, en una carta
remitida a la cumbre expresó que "es el proyecto de unión política, económica
y social más importante de nuestra historia contemporánea"
La
CELAC se constituye en bloque en base a dos premisas fundamentales: la primera
es la búsqueda del interés común en el comerció recíproco y la integración
regional, y la segunda, porque todos los miembros actúan con una sola voz en el
escenario internacional defendiendo la dignidad de la soberanía de todos sus
miembros, lo que ha supuesto que la condición primera para dar inicio a la
cumbre UE-CELAC haya sido la condena unánime del bloqueo de EEUU a Cuba y la
petición de la derogación de la ley estadounidense Helms-Burton de 1996 por
contravenir los principios de la ONU en materia del libre tránsito marítimo y
comercial; aunque si bien, la UE deberá demostrar más claramente que las
relaciones que pretende establecer con la CELAC son entre iguales poniendo fin a
la posición común de la UE contra Cuba, pues las misma supone una injerencia en
los asuntos internos de ese país al pretender presionar sobre su política
interna, y abriendo un proceso negociador entre Gran Bretaña y Argentina para
poner fin al vestigio colonial de la islas Malvinas.
Los
intentos de la UE en su aproximación a Latinoamérica no están exentos de una
visión neocolonialista, por la que pretendió en está cumbre acordar un tipo de
condiciones de inversión en la región proponiendo un modelo de seguridades
jurídicas supra-soberanas, tal pretensión quedó anulada a iniciativa de
Venezuela, estableciéndose las garantías jurídicas de las inversiones
supeditadas a las legislaciones nacionales.
Algunos
líderes de Europa quedaron descontentos con el resultado de esa parte de la
declaración como España, Francia y Gran Bretaña que han visto expropiadas
empresas de sus países, las cuales, tenían su inversión basada en legislaciones
de antiguos gobiernos neoliberales y apátridas, contraviniendo las mismas el
interés público, como ha sucedido en Argentina, Bolivia y Venezuela.
En la
cumbre las naciones latinoamericanas dejaron también claro que no quieren
cualquier tipo de inversión, sino aquellas que sean dirigidas al sector
productivo, que contribuyan a elevar el empleo y utilizar tecnologías de punta,
así como la transferencia de dichas tecnologías*.
Con
anterioridad a la crisis del 2008 el diseño de la economía mundial concebido por
los países desarrollados se fundamentaba en una estructura neocolonial, por la
que mantenían su supremacía científico-técnica sobre el resto del mundo en
desarrollo, concentrando para sí la mano de obra cualificada, mientras que al
resto de naciones en desarrollo se les vetaba el acceso a esos conocimientos
para convertirlos en suministradores de materias primas, propiciando a su vez la
deslocalización hacia estos países de los procesos productivos que precisaban
mano de obra poco cualificada para la explotación como mano de obra barata. Este
modelo de relaciones económicas establece un tipo de intercambio desigual,
debido a la mayor productividad e innovación de los países desarrollados,
sumiendo en el atraso y la desestructuración económica y social a los países en
desarrollo y haciendo que las plusvalías del comercio desigual redunden en los
países desarrollados. Desde el punto de vista político este modelo se ha venido
manteniendo en Latinoamérica de la mano de oligarquías locales antipatriotas
subordinadas particularmente a EEUU.
No
obstante, Latinoamérica se encuentra en la actualidad en una coyuntura histórica
favorable para superar su dependencia neocolonial. La crisis iniciada en el 2008
que azota sobre todo a los países desarrollados; la importancia que ha adquirido
China en las relaciones económicas con Latinoamérica, y los cambios políticos en
esta región del mundo a favor de políticas basadas en la inclusión social y la dignificación
de la soberanía, está rompiendo la centenaria estructura económica
neocolonial que condenaba a la mayoría de la población a la pobreza en favor del
desmedido modelo consumista Occidental.
Por
ello, el gran desafío en las relaciones de la CELAC con la UE, es establecer
unas relaciones que permitan avanzar en la superación de su estructura económica
neocolonial. La UE constituye en bloque la mayor economía del mundo y las
inversiones en Latinoamérica alcanzan los 385.000 millones de euros (unos
462.000 millones de dólares), pero los países latinoamericanos, deberán
priorizar no tanto el monto de la inversión como la excelencia y las condiciones
de transferencia científico técnica asociadas a las mismas, tanto en el aspecto
económico como medioambiental. Este punto es fundamental para romper el
principal eje sobre el que se sustenta la relación desigual neocolonial de
intercambio de tecnología por materias primas.
Actualmente, la posición privilegiada de Latinoamérica debido a su ascenso
económico; la débil situación de la UE por la crisis, y las excelentes
relaciones con China y Rusia que posibilita elegir entre socios diferentes en un
mundo multipolar, conforma una oportunidad histórica que permite a Latinoamérica
priorizar acuerdos con los países industrializados en su tránsito hacia la
conformación de economías estructuradas, innovadoras y socialmente inclusivas.
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* Tras la finalización de la cumbre CELAC –UE, la CELAC en
sesión posterior en su declaración final señala al respecto:
"Hacemos presente la ausencia de voluntad política por
parte de varias naciones desarrolladas que impidió el logro de acuerdos sobre
recursos financieros nuevos, adicionales y predecibles y sobre mecanismos para
la transferencia efectiva de tecnologías hacia los países en desarrollo".