01/02/2014
NOTICIA.
El 29/01/2014, en la II Cumbre de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) celebrada en La Habana, los
mandatarios de los 33 países que la componen, aprobaron una declaración
en la que se establece a América Latina y el Caribe como zona de paz y
libre de armas nucleares.
Un nuevo discurso para un nuevo mundo
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (CELAC)
creada en 2010-2011, con la misión de impulsar la integración regional y la
promoción del desarrollo sostenible agrupa a 33 naciones* y
unos 600 millones de habitantes y nació por: el impulso de los líderes
integracionistas de América Latina y el Caribe como unión de las
tradiciones libertarias de los fundadores de las naciones
latinoamericanas de constituir a América Latina como un ente político
común; las semejanzas políticas de dependencia económica de los países
desarrollados; los retos pendientes para superar el atraso social con
cientos de millones de personas en la pobreza, y como mecanismo de
emancipación de la tutela política, económica y militar de EEUU que ha
venido manteniendo sobre los países latinoamericanos durantes casi dos
siglos. Siendo uno de los principales promotores de la CELAC el
fallecido presidente de Venezuela Hugo Chávez.
La CELAC en su II cumbre realizada en La
Habana ha dado un paso cualitativo importante como organización política
internacional al aprobar una declaración final en, la cual, los
gobernantes se comprometieron a fortalecer la CELAC como el interlocutor
de Latinoamérica con otras potencias o regiones del mundo, y compromete
e insta a los 33 estados miembros a guiarse por la Declaración firmada
en su comportamiento internacional y en sus relaciones entre sí.
Los principales compromisos se basan en las
siguientes premisas:
- Las 33 naciones que componen la CELAC, a
pesar de su diversidad política e ideológica, se constituyen como un
foro político que quiere tener voz y posiciones
comunes en los asuntos
internacionales.
- Sus posiciones
comunes se basaran en el
compromiso con los propósitos y principios de la Carta de Naciones
Unidas y el derecho internacional.
- Se establece a América Latina y el Caribe
como zona de paz, en
la cual, las diferencias entre las naciones deben resolverse de forma
pacífica, por la vía del diálogo y la negociación, a fin de desterrar
para siempre el uso y la amenaza del uso de la fuerza en la región.
- Se observará el estricto cumplimiento de no
intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de
cualquier otro Estado, observando los principios de soberanía nacional,
la igualdad de derechos y la libre determinación de los pueblos.
- Se fomentará las relaciones de amistad y de
cooperación entre sí y con otras naciones, independientemente de las
diferencias existentes entre sus sistemas políticos, económicos y
sociales o sus niveles de desarrollo.
- Se declara a América Latina y el Caribe zona
libre de armas nucleares, comprometiéndose la CELAC a luchar por el
desarme nuclear general y completo a escala mundial.
- La CELAC apoyará las iniciativas pacíficas
tendentes a acabar con los vestigios coloniales en América Latina como
el dominio Británico sobre las islas Malvinas, la ocupación del
territorio de Guantánamo en Cuba por EEUU, y el apoyo a la
autodeterminación de Puerto Rico bajo dominio de EEUU.
El compromiso con la declaración de La Habana
de los 33 Estados miembros de la CELAC, rompe con los fundamentos
doctrinarios injerencistas de la OEA como fue en su día la exclusión de
Cuba de este organismo. De facto la CELAC ha relegado a la OEA quedando
este organismo como un vestigio anacrónico de la Guerra Fría. La
abrumadora presencia de los mandatarios de los 33 países que componen la
CELAC en La Habana supone
un abierto pronunciamiento contra
la doctrina estadounidense de intromisión contra ese país durante más de
cincuenta años, y la ruptura con el discurso de la autoarrogada
legitimidad de EEUU para entrometerse en los asuntos de otros Estados y,
de la misma manera, supone la deslegitimación de la denominada posición
común de la UE contra Cuba.
El apoyo y afecto que los mandatarios
latinoamericanos han expresado a Cuba ha sido el primer gran acto del
compromiso de respeto
entre naciones con
independencia de su sistema político, y con
el principio de que son los pueblos de cada nación quienes de forma
pacífica tienen que ser los protagonistas de sus propios cambios
políticos.
En este contexto, las declaraciones de Obama
de que EEUU podría flexibilizar sus medidas contra Cuba siempre que
beneficien al pueblo cubano, resulta un cínico sarcasmo, cuando Cuba
lleva más de cincuenta años sometido a un cruel bloqueo económico por
parte de EEUU que ha afectado sobre todo al pueblo cubano. Una medida
ésta, basada en la filosofía de los asedios medievales de derrotar a los
resistentes por falta de suministros.
Y la cumbre de La Habana ha sido un
espaldarazo a los resistentes, con independencia de que los asistentes a
la cumbre puedan estar o no de acuerdo con el sistema de gobierno que
los cubanos se han dado, pero que reconocen en su resistencia el germen
del renacimiento de la dignidad y la soberanía que proclamaron los
fundadores de sus respectivas patrias en toda América Latina frente a la
odiosa tutela de quien todavía se resiste a dejar de actuar como un
patrón sobre ellos: EEUU, que no termina de asumir que la cumbre de la
CELAC de La Habana ha significado la consolidación de los fundamentos de
la agenda del siglo XXI de Latinoamérica y el Caribe.
En ese sentido, el presidente de Venezuela,
Nicolás Maduro, manifestó en la cumbre: “ha llegado el momento de dar
un salto en la dinamización y fortalecimiento de la CELAC”; “hemos
acumulado un patrimonio fundamental y común, ahora se trata de pasar de
la idea a la acción”, para lo que propuso establecer un método de
trabajo y una agenda presidencial permanentes para lograr un
funcionamiento más eficiente y dinámico de la CELAC.
Occidente sigue con el discurso de su cruzada
particular contra los países que no se avienen a sus estándares
políticos liberales. Lejos de entender que
los pueblos avanzan según sus tradiciones y su pasado político,
se erige como rector de pueblos de otras naciones que los estrategas
occidentales consideran que deben tutelar, promoviendo campañas contra
los mismos basadas en un discurso maniqueo de catalogarlos como
regímenes dañinos que precisan ser cambiados desde fuera por la
fuerza, cuando la máxima expresión de la
barbarie es la propia intervención militar foránea directa o indirecta como
se ha visto en este siglo en las guerras de Afganistán, Irak, Libia y
ahora en Siria.
En realidad, con otro rostro, es el viejo
discurso colonial de llevar por la fuerza a los pueblos atrasados la "avanzada"civilización
occidental. Un discurso ahora actualizado que se sustenta en la
tradición supremacista liberal occidental, la ignorancia histórica de
gran parte de su ciudadanía sobre su pasado colonial, y el temor de la
misma de perder su estatus, conscientes de que el desarrollo de toda la
humanidad no es compatible con sus niveles de consumismo, alcanzado
históricamente, en gran medida, debido a la explotación colonial y neocolonial de los países actualmente en desarrollo.
Con estos valores y la formación continua en
los mismos por los grandes medios de comunicación, en Occidente casi
todas la ideologías, bien sean xenófobas o denominadas progresistas, son
injerencistas, en unos casos predominan los valores de la superioridad
occidental, en otros el entendimiento de que son necesarias las
intervenciones militares de la OTAN para propiciar cambios por la fuerza
de regímenes catalogados de "opresores", pero en todos los casos
subyacen los valores de la legitimidad de la cruzada intervencionista
occidental liberal, alimentada por ONGs que se autoerigen
unilateralmente en interpretadoras universales de los derechos humanos y
de medios de comunicación afines que les sirven de altavoces para
justificar las políticas intervencionistas.
El discurso
siempre precede a la acción, el discurso de Occidente conlleva a la
acción de la injerencia, la
desestabilización y la guerra. El discurso que emana de la cumbre de la
CELAC en La Habana, no encaja en la tradición occidental porque conlleva
a la acción basada en el respeto entre naciones,
la no injerencia y la colaboración para enfrentar conjuntamente los
desafíos que tiene la humanidad.
Un discurso el plasmado por la CELAC que
progresivamente va ganando posiciones en los países emergentes y en
desarrollo y del que países como China y Rusia participan en su visión
de las relaciones internacionales, países en los que los miembros de la
CELAC ven una oportunidad de colaboración, cuestión que se plasmó en la
creación de un foro de cooperación entre la CELAC y China.
Resulta paradigmático que el 29/01/2014
simultáneamente a la declaración de la CELAC en La Habana, en otro parte
del mundo y en otro foro se escucharan los mismos principios. En la
reunión del Consejo de Seguridad de la ONU el representante permanente
ruso en Naciones Unidas, Vitaly Churkin, al intervenir en un debate
abierto del órgano de 15 países sobre el Mantenimiento de la Paz y la
Seguridad Internacionales declaraba: “existen cuestiones
irremplazables para garantizar una paz mundial duradera, recogidas en la
Carta de la ONU, como el respeto a la soberanía y la identidad única de
los Estados y el principio de la no interferencia en los asuntos
internos de las naciones soberanas”. “El Consejo de Seguridad
debe tener siempre esto en cuenta, lo que implica actuar en función de
los intereses de la comunidad internacional y no de objetivos
individuales”. “Nadie puede olvidarlo, porque cuestiones como el
cambio de regimenes por agentes foráneos solo consiguen
desestabilización, deterioro de conflictos y expansión del flagelo
terrorista”. "La meta de alcanzar una paz permanente seguirá
siendo un sueño, a menos que superemos conductas hostiles y prioricemos
las soluciones diplomáticas y políticas, para lidiar con los problemas
más agudos".
El discurso político de
paz, respeto entre naciones y desarrollo económico
universal supone
un paso en la conformación de un nuevo mundo en
el que es fundamental pensar en clave de género humano. El presidente de
Uruguay llamó a lo gobernantes presentes en la cumbre de La Habana a
gritarle al mundo sobre la responsabilidad conjunta que hay con la vida
y con toda la humanidad.
"Tenemos que integrarnos por nuestro propio
desarrollo, pero el desarrollo no es solo sumar riquezas y aumentar
consumo, es la lucha por la felicidad humana”. “Si la humanidad
no es capaz de pensar como especie, y si se sigue pensando sólo como
país, y dentro del país, como clase social, pensando sólo en lo nuestro,
la civilización está condenada”. “Hay naciones que se creen muy
fuertes, pero tienen la fortaleza de los escombros, por lo que es
impostergable crear una cultura de pensar por la humanidad toda”.
Naciones que componen la CELAC:
* Antigua y
Barbuda; Argentina; Bahamas; Barbados; Belice; Bolivia; Brasil; Chile;
Colombia; Costa Rica; Cuba; Dominicana; Dominica; Ecuador; El Salvador;
Granada; Guatemala; Guyana; Haití; Honduras; Jamaica; México; Nicaragua;
Panamá; Paraguay; Perú; Santa Lucía; San Cristóbal y Nieves; San Vicente
y las Granadinas; Surinam; Trinidad y Tobago; Uruguay, y Venezuela.