29/05/12
NOTICIA. El
presidente del gobierno de España, Mariano Rajoy, negó que la banca
española tenga en la mira un rescate de la Unión Europea (UE), tras la
petición de Bankia de una inyección de 19.000 millones de euros de
dinero público.
La Banca española
La banca española, es
decir, las entidades financieras con sede en España, con mayoría de
accionistas españoles y con cuentas de resultados en España, se
encuentran en una situación de insolvencia creciente que, en el caso de
Bankia, ya ha devenido en la quiebra técnica, impedida en un última
instancia por la acción del gobierno a través de aportar capital para
hacer frente a los vencimientos impagables con los recursos de la propia
entidad financiera.
El
sector financiero español está dominado en su gestión por miembros de
oligarquías familiares, que han priorizado durante décadas y particularmente en
el periodo 1996-2008 un modelo de crecimiento económico sustentando en el
desarrollo de la segunda residencia y de actividades de ocio basadas en grandes
inversiones con un fuerte valor especulativo, por ejemplo, el valor del suelo,
que productivamente apenas si tenía valor, podía representar ficticiamente hasta
el 50% del valor de un inmueble.
Esta
inflación del valor real, por no sustentarse en el coste de producción,
representó a la postre una ficción de activos que los bancos más comprometidos
con las actividades inmobiliarias incorporaban a sus cuentas de resultados. Tras
la crisis del 2008, con la caída de la demanda efectiva de estos inmuebles, el
valor del suelo pasó a su valor real cercano a cero, y el valor de un inmueble
paso a valer el coste real de producción, o sea, perdió su valor especulativo, y
gran parte de los activos de la banca española se devaluaron fuertemente.
Desde
la crisis del 2008, la banca española ha venido justificando su solvencia al
mantener en sus cuentas de resultados el valor de los activos inmobiliarios
según el supuesto valor especulativo anterior a la crisis del 2008. Las
auditorias realizadas con este criterio otorgaban a la banca española un valor
de solvencia que progresivamente el valor del mercado se ha encargado de
desmentir. De tal manera que el grueso del sector bancario español muy
comprometido con la especulación del suelo ha visto reducir sus activos y, con
ello, el valor de sus avales para su refinanciación, de tal manera, que la
capacidad de recibir préstamos para la refinanciación de los préstamos ya
vencidos se ha convertido en un imposible. Así, progresivamente la banca
española está entrando en una fase donde le resulta muy difícil refinanciarse,
acercándose a una situación en la que puede producirse un estallido de
insolvencias.
La
insolvencia bancaria, en la lógica neoliberal, como en cualquier otra empresa,
debiera resolverse con una declaración de quiebra y la convocatoria de un
concurso de acreedores, donde los acreedores preferentes se harían con los
activos, y el resto quedaría sin cobrar, pero paradójicamente es el propio
gobierno neoliberal del PP que hace ostentación de esta doctrina, quien no
aplica sus propios principios y utiliza el poder político otorgado por la
ciudadanía para hacer frente con recursos públicos a las deudas de las entidades
financieras fallidas.
El caso
de Bankia en España, puede ser la punta de un iceberg de la situación en la que
pueden derivar la mayoría de las entidades financieras de España, no solamente
porque al reducirse el valor real de sus activos les va a resultar cada vez más
difícil refinanciarse, sino porque, debido al estancamiento económico, sus
perspectivas de negocio a futuro del que detraer plusvalías son escasas.
Y si
ya, para el gobierno español, con unos ingresos muy castigados por la disciplina
fiscal impuesta desde Bruselas, le resulta muy costoso hacer frente a las deudas
de Bankia, es imposible que lo pueda hacer si se suceden una cascada de
insolvencias de otros grupos financieros más potentes como el Banco Santander o
el BBVA en las franquicias con cuentas de resultados circunscritas a España.
Las
declaraciones del gobierno español de que las inversiones en Bankia son
recuperables y que son una inversión a futuro, no deja de ser retórica, pues
estas palabras en ningún momento han venido avaladas, por imposibles, con planes
de inversión de futuro de esa entidad de las que se pudieran detraer las
plusvalías que compensasen la inversión.
Para la
UE, el riesgo de la insolvencia de Grecia es comparativamente menor que el que
representa España ante la crisis de su sistema financiero que puede ser un
agujero negro que podría tragarse a las economías más prósperas de la UE, si la
UE no implementa un cortafuegos, que debiera consistir en dejar quebrar a los
bancos insolventes.
El
inicio para una reestructuración de la situación financiera en España sería la
nacionalización de la banca, pero no como tramposamente la presenta el gobierno
del PP avalando, por ejemplo a Bankia, por un valor, que no responde al valor
del mercado sino al que sus gestores dicen que tiene. La nacionalización de la
banca debiera realizarse a partir de permitir la quiebra controlada de los
bancos y que sus activos sean vendidos por los acreedores a su valor real de
mercado en una puja abierta con otros actores financieros, entonces el Gobierno
Español pagaría por Bankia o por otras entidades insolventes un coste muy
inferior al que fijan sus administradores.
Es la
mejor opción, la banca insolvente debe liquidarse, y el gobierno español debe
actuar como un comprador más en puja abierta, y debido al valor estratégico del
sector financiero asegurándose por ley una mayoría de las acciones. Esta es una
solución que tal vez pueda interesar también a los grupos bancarios más
solventes de la UE.
Lo que
está haciendo el gobierno Español, es proteger los intereses familiares de una
oligarquía financiera española, cuestión que no solo no interesa a la ciudadanía
española sino tampoco a Bruselas. Se debe dejar caer, a la tumba que para si
misma ha cavado, a la rapiñosa oligarquía financiera española.