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Autor

Seudónimo: Saint Just

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23/03/2014

NOTICIA. El 22/03/2014 decenas de miles de personas de toda España se reunieron en Madrid para manifestarse contra la política de recortes del gobierno conservador español de Mariano Rajoy bajo el lema Pan, Trabajo y Techo.

NOTICIA. El 23/03/2014 El primer presidente de la democracia española, Adolfo Suárez, murió en Madrid a los 81 años.

 

Del movimiento social al movimiento político y la España pendiente que no pudo ser

 

Del movimiento social al movimiento político

El 22/03/2014 tendría lugar en Madrid una movilización organizada con semanas de antelación con marchas desde diferentes capitales de provincia que agrupó a decenas de miles de personas para denunciar el empobrecimiento de la sociedad española con seis millones de desempleados (26% de la población activa) decenas de miles de desahucios que han dado lugar a numerosos suicidios y miles de millones de recortes en gastos sociales. El lema de la marcha: no al pago de la deuda. Fuera los Gobiernos de la Troika. No más recortes. Pan, Trabajo y Techo” expresaba los objetivos de los manifestantes.

El 23/03/2014, Adolfo Suárez, uno de los principales artífices de la transición en España de la Dictadura Franquista a la vigente constitución promulgada en 1978, de la que fue el primer presidente democrático, murió a la Edad de 81 años. España desde la muerte del dictador Francisco Franco en 1975 hasta la promulgación de la constitución de 1978 estuvo sumida en constantes movilizaciones sociales, con un gran contenido político para alumbrar una constitución democrática.

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No puede existir cambio social sin alternativa política, las demandas al gobierno del PP de Pan, Trabajo y Techo no pueden ser atendidas por este partido como se demuestra en los años que lleva el PP gobernando, ni tampoco lo pueden ser bajo otras formaciones políticas de corte neoliberal en los países mediterráneos sujetos a la dictadura económica alemana, como se ha visto en Francia con el gobierno socialista de Hollande y se vio en España bajo el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero o los distintos gobiernos en Italia, Grecia y Portugal.

El actual movimiento de protesta en España a diferencia del de la transición española, no tiene en mente una alternativa constitucional. La actual constitución de 1978 que fue consensuada con el poder franquista y las fuerzas entonces opositoras en un contexto de guerra fría y de temor a un golpe militar, es ahora un documento que no responde a los cambios que ha venido experimentado la sociedad.

Cataluña no se siente representada en la actual constitución ni tampoco el País Vasco, los movimientos sociales ven que las leyes no protegen a los sectores más vulnerables de la sociedad, sin embargo, todo ello no tiene una traducción en términos de demandar una nueva constitución que permita a vascos y catalanes sentirse representados y a los movimientos sociales demandar cláusulas que garanticen una mayor democracia social. El temor a que el reclamo de una nueva constitución abriría las puertas a una abolición del régimen monárquico une a las principales fuerzas políticas y fácticas de ámbito estatal, como el PP el PSOE, la gran banca y medios de comunicación afines para tapar semejante demanda.

 Y, actualmente, ante la falta de una alternativa constitucional para toda España, las fuerzas centrifugas de los nacionalismos periféricos se imponen a la débil fuerza centrípeta de promover un nuevo pacto constitucional.

 

La España pendiente que no pudo ser

España se encuentra en una encrucijada económica que inevitablemente tiene que devenir en una crisis política. Objetivamente España precisa cambiar radicalmente y acabar con los grupos de poder oligárquicos que la tienen secuestrada centenariamente. Todas las naciones, han tenido a lo largo de la historia sus cambios radicales que las han impulsado hacia etapas de renacimiento. EEUU lo hizo tras la guerra de secesión; Japón en la revolución Meiji; Alemania tras acabar con el nazismo; Francia en la V República, etc., pero España no ha sabido encontrar el camino propio de la modernidad y del progreso intelectual.

El intento de la II República española fue aniquilado por las fuerzas oscuras del fascismo, el despegue económico de Europa Occidental en los años cincuenta y sesenta del siglo XX, le permitió beneficiarse de las remesas de divisas de los españoles emigrados a centro Europa, y de una industria turística basada en la afluencia de turistas europeos. En los años setenta la rebelión de los pueblos de España contra la dictadura franquista abrió una oportunidad para acabar con el poder de las familias oligárquicas españolas, pero no fue así, las posibilidades de que se hubiera producido una ruptura democrática con el régimen fascista perpetuado por Arias Navarro tras la muerte de Franco en 1975, no fue posible. El contexto de la guerra fría hacía temer que una ruptura democrática podría derivar en una posición de neutralidad internacional de España incomoda para EEUU, fiel aliado de la dictadura franquista, por otra parte, el miedo a que el ejército español pudiera desatar de nuevo un cruento golpe militar al igual que lo hiciera contra la II república, condicionó la salida al franquismo, las fuerzas políticas organizadas de la oposición lideradas entonces principalmente por el PCE sucumbieron a un pacto con los poderes franquistas.

Así pues, la constitución de 1978 se aprobó en un contexto de miedo interno y de presión internacional, en ese contexto, la monarquía borbónica designada por Franco como continuidad del Estado de la España más retrógrada fue incluida en la constitución.

Una socialdemocracia sin personalidad, elaborada a toda prisa, durante los convulsos años de 1974-1978, en los servicios de inteligencia de la OTAN, fue la que gobernaría desde 1982 a 1996 y pondría a España a los pies de Alemania y de EEUU. De EEUU por su ingreso en la OTAN, y de Alemania, porque parte de la industria española fue desmantelada y España por designio europeo se convirtió en un país destinado al ocio, las ayudas financieras de la UE no sirvieron para crear un país innovador sino para fomentar infraestructuras adecuadas al modelo de ocio. Solamente el País Vasco se montaría en el tren de la modernidad y de la innovación desarrollando una estructura económica industrial y de servicios, altamente productiva y competitiva.

Los gobiernos del PP de Aznar (1996-2004) y del PSOE de Rodríguez Zapatero (2004-2011) fueron la exaltación del modelo económico especulativo inmobiliario destinado al ocio que, tras la crisis del 2008, se ha hundido sin posibilidad de reeditarlo, incluso su lastre sigue hundiendo progresivamente la economía española en un mar sin fondo.

No obstante, España deberá realizar un cambio profundo de su estructura económica que la sitúe en la innovación, en la renovación intelectual y en la modernidad republicana que acabe con el legado franquista monárquico y los grupos reaccionarios sucesores de aquella época que se han reproducido a través del clientelismo. La crisis iniciada en el año 2008 está creando las condiciones objetivas para ello, si bien, las fuerzas subjetivas políticas y sociales, contenidas por el miedo de la ciudadanía a un caos en la situación económica y por el dominio de una partitocracia aferrada a la anacrónica constitución de 1978, siguen rigiendo los destinos de España.

Ello deberá cambiar, las nuevas generaciones no pueden permanecer impasibles. A pesar de que actualmente carecen de una ideología política transformadora, solo tienen salidas políticas y, por ello, tendrán que plantearse seriamente su futuro en clave política.

Y pensar en ese futuro político, es pensar en la España que nunca ha podido ser, pero que algún día tendrá que transformarse en profundidad. Una España vertebrada territorialmente en base a la figura del pacto entre Estado y nacionalidades periféricas, no tutelada por ninguna potencia, con una constitución republicana donde el jefe del Estado deje de ser hereditario para ser elegido por todos los españoles, lo que contribuiría sin duda, a unir territorialmente a España, con una economía que compagine la propiedad pública con la privada, apostando por un modelo de desarrollo innovador abierto a los mercados emergentes, a través de las cosas que España ya sabe hacer bien, como es la técnica de producción de alimentos o el diseño de energías renovables, la promoción del turismo, y donde también, sin miedos, pueda revisar su historia.

 

Una encrucijada histórica como la que vive ahora España necesita la apuesta por una nueva constitución. Esa percepción política está por desarrollar pero deberá llegar.

 

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