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Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Seudónimo: Saint Just

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(Marzo 2012)

NOTICIA: Cumbre de la UE. Merkel afirma que tras esta cumbre ahora se dispone de dos instrumentos a disposición de la consolidación del eurogrupo: el Pacto Fiscal y el plan de rescate permanente de la eurozona bajo el nombre de Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE).

 

Esperando a la mano invisible

Según afirmaciones de Merkel: “En el futuro solo obtendrá ayuda financiera del MEDE quien se comprometa a cumplir con las especificaciones del pacto fiscal”. No obstante, tras la firma del pacto fiscal el gobierno de España ya anunció que no lo cumplirá y existen dudas de que Bélgica y algún otro país lo hagan. De nuevo, la foto de familia no ha podido encubrir las profundas diferencias de la forma de abordar la crisis económica de la UE.

Para Alemania y Francia, lo primero es evitar el déficit de las economías más débiles de Europa, a saber, Grecia, Portugal y España ya que, en un sistema de moneda única, el déficit de unas naciones necesariamente acaban pagándolo otras. Ese es el problema que preocupa a Alemania, pues los euros que faltan para cubrir el déficit de las economías con déficit más altos solo pueden salir de las economías con menor déficit, es una ley económica de vasos comunicantes cuando se opera con una sola moneda. La igualación del déficit en el 3% del PIB de los países de la eurozona permitiría que los vasos comunicantes estuvieran siempre equilibrados, y ese es el objetivo al que aspira Alemania.

Ante la falta de crecimiento del PIB del que detraer plusvalías fiscales, los Estados ajustan sus presupuestos principalmente por tres vías: la emisión de deuda, sujeta a los intereses especulativos del mercado; el déficit, y los recortes del gasto, y en caso necesario se recurre a una cuarta vía que es la subida de impuestos.

Una emisión de deuda supone tener que dedicar una parte importante de los ingresos fiscales al pago de intereses, si aumentan los gastos del Estado en intereses éste precisa recortar gastos de otras partidas, ya que el pago de los intereses de la deuda siempre es el primero al que hay que hacer frente si se quiere que los acreedores sigan prestando. A la presión del pago de intereses se añade la exigencia del pacto fiscal del euro de recortar el déficit para que unos no terminen pagando los supuestos gastos excesivos de otros. De tal manera que, tanto para el pago de los elevados intereses como de la disminución del déficit solo cabe una receta, recortar los gastos de las administraciones públicas y subir impuestos.

Este perverso ciclo parece que desaparecerá cuando se retomé la senda del crecimiento económico, pues, con crecimiento económico aumentan el número de productos y servicios en el mercado y el número de empleos y, por lo tanto, los ingresos por IVA e Impuesto de Rentas personales, lo que permite a las administraciones públicas implementar presupuestos más generosos.

Pero Alemania para evitar ser quien patrocine el déficit de otros dice que lo primero es cumplir el pacto fiscal de reducir el déficit y una vez alcanzado ese objetivo será el momento de hablar de medidas de estímulo al crecimiento. Una afirmación retórica pues nadie sabe muy bien como hacer que la economía de la UE pueda volver a la senda del crecimiento.

La estructura económica de los respectivos países del eurogrupo determina que unos países, mantengan un cierto crecimiento mientras otros se hunden en la recesión. Mientras que Alemania se beneficia de su potencial tecnológico exportador, los países mediterráneos han visto que uno de los fundamentos de su economía basada en la construcción de viviendas ha quebrado sin posibilidad de recuperación y sin alternativas en el corto plazo de sustituir esa estructura ya improductiva por otra competitiva y exportadora. El resultado está siendo un aumento desaforado del desempleo en estos países.

Aferrados al credo neoliberal, tanto la gran banca privada, como empresarios, y políticos de la UE siguen con medidas económicas defensivas a la espera de que llegará un día que la “mano invisible” equilibrará la economía y se volverá a crecer económicamente. Una falacia, que a falta de alternativas se mantiene y mantendrá nadie sabe por cuanto tiempo.

Instalados en el credo liberal, no pueden imaginar otras soluciones a la crisis económica que no estén dentro de sus dogmas neoliberales. No pueden imaginar que el modelo desarrollista de crecimiento económico sustentado principalmente en la demanda efectiva de los países más ricos del planeta quebró en la crisis del 2008 y, por ello, tampoco pueden imaginar, que es anacrónico seguir pensando que la prosperidad de Occidente pueda seguir basándose en el futuro en someter a sus intereses a los países en desarrollo y que, mantener la OTAN como instrumento de gendarme mundial, es también un anacronismo que solo suscita recelos en un mundo donde debiera primar la cooperación económica con los países emergentes estableciendo para ello medidas recíprocas de confianza económica y política.

Lo peligroso de esa falta de imaginación -como ya se vio en el pasado en las dos grandes crisis económicas del liberalismo económico la de 1873 y la de 1929 y que desembocaron en dos guerras mundiales-, es que el mundo occidental cuando está en crisis se muestra más agresivo con sus oponentes. Afortunadamente el mundo ya no es el mismo, el desarrollo económico sustentado en áreas de influencia exclusivas desapareció y los países emergentes comienzan a liderar un camino de paz y desarrollo en el resto del mundo.

 

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