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Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Seudónimo: Saint Just

Artículos


26/07/12

NOTICIA. La agencia de calificación de riesgo Moody's rebajó las perspectivas para 17 bancos alemanes, una consecuencia de la reducción de las perspectivas para ese país, que pasaron de "estables" a "negativas".

 

El ciclo neoliberal (1973-2008) y la desregulación financiera internacional

El proceso de acumulación de capital liderado por los países desarrollados desde el final de la Segunda Guerra Mundial ha tenido dos fases diferenciadas. La primera comprende el periodo desde la posguerra a la crisis de 1973, y la segunda desde esa fecha hasta la crisis del 2008.

La primera fase, tras la devastación de la guerra, estuvo marcada por las realizaciones del Estado del Bienestar en infraestructuras y servicios en el que el Estado jugó un papel fundamental en la planificación indicativa del desarrollo económico. La escuela económica dominante en ese periodo se fundamentaba en los postulados keynesianos por los que el Estado articulaba una gran parte de la demanda efectiva y el sector privado se beneficiaba de la misma además de tener su propio espacio económico. Las plusvalías que el Estado obtenía de sus propias empresas proporcionaban recursos para que los bancos centrales estatales pudieran orientar las nuevas inversiones. El liberalismo económico se encontraba limitado ante la omnipotencia del Estado, en un sistema que fue denominado como capitalismo monopolista de Estado.

La crisis de 1973 cuestionó este modelo, pues el crecimiento económico, circunscrito a los ámbitos nacionales, en la medida que las grandes realizaciones del Estado se iban completando, precisaba de una transferencia de la renta inversión acumulada por el Estado a la renta consumo para que los ciudadanos tuvieran más poder adquisitivo con el fin de estimular la demanda efectiva. Al principio de la década de los setenta, a esta incipiente crisis del Estado como motor de desarrollo se añadió el abandonó del patrón oro por EEUU en 1971 y la inundación de dólares en el mercado como forma de hacer frente a sus gastos de guerra, que derivó en una fuerte subida de los precios del petróleo por parte de los países productores para mantener el poder adquisitivo real de este producto ante la devaluación del dólar utilizado como divisa de pago. La crisis de 1973 se caracterizó por el estancamiento económico con una fuerte inflación, situación definida como estanflación. Los países en desarrollo que tenían deudas contraídas con los países desarrollados sufrieron una fuerte subida de intereses que estranguló su crecimiento económico, particularmente en Sudamérica.

La salida a la crisis se produciría lentamente. La inflación paso a controlarse retirando dinero del mercado a través de estimular mediante altos intereses las imposiciones en bonos a largo plazo, y congelando las subidas salariales. La solución al crecimiento económico se realizó restaurando los principios liberales, que por ser una segunda reedición de los mismos que habían visto su final en la crisis de 1929, pasó a denominarse, tras la crisis de 1973, conceptualmente como neoliberalismo. La salida a la crisis de 1973 daría inicio al ciclo neoliberal como modelo de crecimiento mundial.

Si el liberalismo en el siglo XIX había demandado la desamortización de la tierra en manos de nobles y de la iglesia para que el capital privado pudiera hacerse con la misma, tras la crisis de 1973 el neoliberalismo pasó a demandar la privatización de la mayoría de las finanzas, empresas y servicios públicos en manos del Estado. Gran Bretaña y EEUU serían los pioneros en aplicar esta doctrina. El desarrollo económico pasó a fundamentarse en la estimulación del consumo privado rebajando impuestos y estimulando el crédito personal, las finanzas públicas se privatizaron y la concentración de las plusvalías del crecimiento económico, revertirían en el sector financiero privado.

Desde entonces los Estados vieron mermadas su capacidad para orientar el crecimiento económico, el mismo pasó a efectuarse de manera anárquica según el criterio del sector financiero privado que concedía préstamos para las actividades productivas y de consumo que consideraba más lucrativas.

El modelo neoliberal estimuló el sistema competencial y las mejoras de la productividad. En este modelo de crecimiento des-regulado, el capitalista y el  financiero en particular por ser quien adelanta el dinero para la producción, no pueden sustraerse a la ley de la caída de la tasa absoluta de ganancia, propiciada porque en el sistema competencial se produce una acción continuada a abaratar los costos por producto a través de la mejora de la productividad, obligando al empresario a producir más productos para mantener la misma tasa de ganancia absoluta. La necesidad de producir más obliga a estimular el consumo, creando mediante la publicidad nuevas necesidades y facilitando el préstamo individual para la obtención de artículos y servicios, que en las sociedades desarrolladas han tenido de forma importante su expresión en la adquisición de automóviles en ciclos de tiempo progresivamente más cortos y en la compra de la doble residencia.

La crisis financiera del 2008 revelada tras el fiasco de la burbuja inmobiliaria, puso de manifiesto que no era posible crecer indefinidamente estimulando el consumo privado por elevación de necesidades subjetivas de una octava parte de la población mundial en ciclos cada vez más cortos para mantener la tasa absoluta de ganancia por encima de las mejoras de la productividad. Los consumidores terminaron financieramente apalancados, el consumo cayó bruscamente y los bancos ante la falta de ingresos no pudieron hacer frente a sus vencimientos entrando en quiebra técnica.

Los planes de rescate con fondos públicos para el sector financiero auspiciados por los gobiernos de los países industrializados se implementaron como forma de salvar al sector financiero pues, sin el mismo, no es posible la funcionalidad económica de ninguna nación, pero también en la consideración de que se estaba ante una crisis cíclica, de tal manera, que se consideraba que la provisión de fondos a los bancos permitiría a éstos sortear la fase bajista del ciclo económico y, pasado un tiempo, de nuevo, el crecimiento consumista de los países desarrollados lideraría el crecimiento económico mundial.

Nada de eso ha sucedido, pues el paso del tiempo esta desvelando que el ciclo de crecimiento consumista en los países desarrollados ha hecho techo, al no ser posible implementar un ciclo de consumo de la magnitud requerida para mantener la tasa de ganancia absoluta por encima de las mejoras de la productividad, lo que lleva a las empresas y entidades financieras a su concentración con la liquidación de las menos competitivas.

Los países más desarrollados siguen enrocados en pensar y actuar como si la presente crisis fuera cíclica, apostando porque la misma remitirá por si misma en unos años, pero la realidad es que el ciclo neoliberal iniciado tras la crisis de 1973 está agotado y ha entrado en una crisis estructural ante la imposibilidad de reeditar un nuevo ciclo consumista que estimule la demanda en un grado equivalente al precedente a la crisis del 2008 para evitar la caída de la tasa absoluta de ganancia por encima de las mejoras de la productividad, lo que supondría volver a un crecimiento del PIB superior al tres o cuatro por ciento de forma prolongada en el tiempo.

Por otra parte, en todo proceso de acumulación de capital no regulado, como ha sido el periodo neoliberal, los grupos de renta altas destinan un porcentaje mayor de renta al ahorro, la concentración creciente de renta en estos grupos determina un crecimiento global de la renta ahorro-inversión en detrimento de la renta global destinada al consumo. **

Desde que se inicio el ciclo neoliberal se ha producido una gran concentración de la renta inversión en pocas manos y, por otra parte, las finanzas se han globalizado sin que existan reglas mundiales para su control, actuando los poseedores de la renta inversión libremente en el mercado mundial aprovechando la facilidad y velocidad de las transacciones que permite en la actualidad el dinero electrónico.

Esta internacionalización financiera ha situado la enorme concentración de la riqueza de la renta inversión en paraísos fiscales o en fondos opacos, de tal manera que a diferencia del periodo del capitalismo de Estado en el que la misma se ubicaba principalmente en el Estado nación y, en caso necesario, el Estado podía actuar sobre la renta inversión gravándola para luego convertirla en renta consumo o demanda efectiva agregada, (tal y como lo especificaría Keynes), actualmente eso no es posible pues la renta inversión se escapa al control de los Estados neoliberales al carecer éstos de competencias sobre la renta inversión globalizada, siendo regidos por el dictado de quienes detentan furtivamente el dinero.

La renta inversión globalizada ante la falta de crecimiento se orienta a obtener intereses especulando con las deudas soberanas, introduciendo una dinámica económica involucionista en los países industrializados, pues, los intereses de la deuda que obtiene actúan como freno a la capacidad adquisitiva de las clases medias y, por lo tanto, al consumo y la inversión en actividades productivas. La banca sin crecimiento económico no puede prestar y el negocio bancario se reduce lo que le obliga a una permanente reestructuración por adelgazamiento y concentración.

La única manera de acabar con este ciclo involucionista sería que los Estados tuvieran el control internacional sobre la vigente renta inversión global para destinarla a crear una demanda efectiva agregada, lo que daría lugar a un ciclo alcista económico, en el cual, los bancos podrían detraer plusvalías del crecimiento y sanear sus cuentas y, los Estados, al haber más productos en el mercado y más actividad económica verían incrementados  sus ingresos por el Impuesto del Valor Añadido, con lo que la deuda soberana podría ser mitigada por los propios ingresos del Estado sin recurrir al continuado endeudamiento y progresivos recortes en el gasto.

Objetivamente la regulación financiera mundial es apremiante, para lo que sería necesario la creación de un organismo de control y transparencia financiera mundial y la implementación de leyes que permitiesen a los Estados, en determinadas circunstancias, repatriar las divisas de las personas o de sociedades nacionales para, mediante políticas impositivas, traducir esa renta inversión en renta consumo.

Pero ante la incapacidad demostrada hasta el momento de los Estados neoliberales para dictar normas de regulación financiera internacional que les devolviera el poder del control financiero, el ciclo involucionista continuará y, a la postre, la ingente renta inversión, cifrada en billones de dólares, depositada en fondos opacos puede convertirse en una gran burbuja sin valor.

 La desregulación financiera internacional le otorga todo el poder a la oligarquía financiera internacional desde el que maneja los resortes del poder político y mediático en los países desarrollados y, al pretender a ultranza defender su control sobre la renta inversión escamoteándola del control de los Estados, está paralizando la economía mundial, habiéndose convertido en la clase social internacional que representa el principal freno al desarrollo económico.

El agotamiento del ciclo neoliberal debiera hacer reflexionar a la ciudadanía occidental que el éxito de unas naciones a costa de otras es un modelo económico decimonónico agotado y que la solución a los problemas de cada nación se encuentran unidos al destino de todas las naciones, que en la colaboración hay más que ganar que en la confrontación y que escasamente existen soluciones nacionales en una economía mundialmente interconectada, lo que debiera llevar a demandar un nuevo orden mundial para alcanzar un modelo económico de integración mundial en beneficio de todo el género humano y no de minoritarios grupos de poder que ambicionan económicamente y militarmente con detentar la hegemonía mundial para asegurar su estatus de dominadores universales.

 

NOTAS:

** Jhon Maynar Keynes, (Capítulo 22 Notas sobre el ciclo económico página 286 en Teoría General de la Ocupación el Interés y el Dinero). Fondo de Cultura Económica, México 1943.

En la teoría keynesiana el exceso relativo de la renta–inversión sobre la renta–consumo será el factor que determinará el fin del ciclo de auge económico.

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Según los datos del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés) -organismo internacional que depende del G-20 y tiene la misión de vigilar el sistema financiero-, el tamaño del sector de intermediación financiera no bancaria, o banca en la sombra, compuesta por los fondos de alto riesgo o hedge funds, las empresas privadas que operan en renta variable y otras compañías de inversión, alcanzó el año 2011 los 67 billones de dólares en todo el mundo, cinco billones más de los que se registraron al comienzo de la crisis en 2007, habiendo este sector eludido hasta ahora las normativas impuestas al sistema bancario. Según las cifras publicadas por este organismo, la intermediación financiera no bancaria creció enormemente antes de la crisis, ya que pasó de suponer 26 billones de dólares de 2002 a 62 billones en 2007. Después del comienzo de la crisis, el desarrollo ha continuado. EE.UU. contaba en 2011 con el mayor sector de intermediación no bancaria (23 billones de dólares, 18 billones de euros), por delante de la zona euro (22 billones de dólares, 17,2 billones de euros) y Reino Unido (9 billones de dólares, 7 billones de euros).

 

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