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Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Seudónimo: Saint Just

Artículos


02/10/2014

NOTICIA. El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió el 01/10/2014 de los riesgos del “crecimiento excesivo” del sistema bancario paralelo o en la sombra “shadow banking”.

NOTICIA. El presidente de Rusia, Vladímir Putin, el 02/10/2014 en el foro de inversiones “Rusia Llama” calificó de “desatinada” la política de sanciones que afecta la labor de empresas occidentales en mercados extranjeros.

 

La economía destructiva

El Fondo Monetario Internacional (FMI) en un informe publicado el 01/10/2014 advirtió de los riesgos del crecimiento extraordinario de las cifras manejadas por el sistema bancario paralelo o en la sombra “shadow banking”, cuyas sumas han llegado a unos 60 billones de dólares, y están muy cerca de los 72,1 billones del Producto Interior Bruto (PIB) mundial en 2013, considerando que ello puede poner en peligro la estabilidad financiera de los grandes países industrializados, en particular Estados Unidos.

El 02/10/2014, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, en una intervención en el foro de inversiones “Rusia Llama” consideró que la política de sanciones occidentales, desde el punto de vista económico, son desatinadas ya que disminuyen la competitividad y, en un mercado tan prometedor como el ruso, dejan vacantes a competidores, a la vez que las mismas violan los principios fundamentales de la Organización Mundial del Comercio, de la economía de mercado y de la competencia, y minan la confianza en las instituciones financieras internacionales.

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Los grandes países industrializados están inmersos en un círculo de sinergias económicas destructivas que paralizan su crecimiento económico y el crecimiento mundial y que responden, en general, a dos impulsos económicos: El aumento del depósito de la renta inversión mundial en la banca en la sombra favorecida por la desregulación financiera internacional, y la política de sanciones económicas y de contención contra terceros países.

 

La banca en la sombra y la desregulación financiera internacional

 

El sistema bancario en la sombra, por no estar sometido a regulaciones, en un ciclo económico alcista como es en la actualidad en algunos países emergentes que tienen una fuerte demanda económica y un sistema bancario muy regulado (como es el caso de China), si actúa dentro de unos límites puede ser coyunturalmente útil para estimular la demanda de bienes y servicios, pero en los países industrializados más importantes en medio de una prolongada situación de estancamiento económico y sin posibilidad de reeditar un nuevo ciclo consumista como el que precedió a la crisis del 2008 está teniendo un efecto pernicioso para su economía.

Su efecto destructivo, viene determinado por la forma de concentración de la renta inversión a escala mundial, pues debido a la desregulación bancaria internacional  ha permitido a los detentadores de capital situar la enorme concentración de la riqueza del ciclo alcista, previo al 2008, en paraísos fiscales o en fondos opacos fuera del control de los Estados. Esta renta inversión globalizada que actuó como motor de crecimiento hasta la crisis del 2008, tras el agotamiento del modelo de crecimiento económico consumista de los países desarrollados ya no puede actuar como estímulo al crecimiento, y su actividad se orienta a obtener intereses especulando con las deudas soberanas.

La deriva económica de rentabilizar la renta inversión especulando con las deudas soberanas está introduciendo una dinámica económica involucionista en los países industrializados, pues, los intereses de la deuda actúan como freno a la capacidad adquisitiva de las clases medias y, por lo tanto, al consumo y a la inversión en actividades productivas.

La concentración de la renta inversión en muy pocas manos impide que sus poseedores puedan estimular el consumo, pues los millonarios del planeta por mucho derroche que hicieran en consumo de lujo no es suficiente para estimular el crecimiento del PIB de ninguna nación. La única manera de traducir la renta inversión en renta consumo sería que los Estados tuvieran el control internacional sobre la renta inversión para poder actuar fiscalmente y destinarla a estimular la demanda efectiva y las actividades productivas lo que propiciaría un ciclo alcista económico, en el cual, los bancos podrían detraer plusvalías del crecimiento y sanear sus cuentas y, los Estados, al haber más productos en el mercado y más actividad económica verían incrementados  sus ingresos por el Impuesto del Valor Añadido, con lo que la deuda soberana podría ser mitigada por los propios ingresos del Estado sin recurrir al continuado endeudamiento y progresivos recortes en el gasto.

Pero ante la incapacidad demostrada hasta el momento del G20, para dictar normas de regulación financiera internacional que devolviera a los Estados el poder del control fiscal financiero, el ciclo involucionista continuará y, a la postre, la ingente renta inversión depositada en fondos opacos puede convertirse en una gran burbuja sin valor ante la imposibilidad de los estados de pagar los intereses de la deuda por contracción del crecimiento.

La desregulación financiera internacional le otorga todo el poder a la oligarquía financiera internacional siendo la que maneja los demás resortes de poder: políticos, financieros y mediáticos en los países desarrollados y, al pretender a ultranza defender su control sobre la renta inversión escamoteándola del control de los Estados, está paralizando la economía mundial, habiéndose convertido en la clase social internacional que representa el principal freno al desarrollo económico, lo cual  genera dos tendencias, por una parte, la pérdida de la iniciativa económica de los países industrializados y, por otra, que la iniciativa en el desarrollo de las fuerzas productivas mundiales la tomen los países emergentes.

 

La política de sanciones económicas y de contención de los países desarrollados contra terceros países

 

La prolongada crisis económica de los países desarrollados y la emergencia de países con capacidad para liderar el crecimiento mundial agrupados principalmente en los BRICS está haciendo temer a los países que han liderado la economía mundial desde la primera revolución industrial que puedan ser progresivamente eclipsados, ello les está llevando a una política de contención política y económica de los países emergentes.

Esta tendencia de crecimiento económico liderado por los países en desarrollo más dinámicos supone el inicio del fin del modelo económico que ha venido rigiendo la economía mundo basado en un centro rector occidental que ha concentrado la riqueza acumulada de dos siglos. El incipiente cambio de este paradigma económico mundial supone también un cambio político, pues la fortaleza económica de los países en desarrollo a la postre es sinónimo de fortaleza política y, por lo tanto, la contención política y económica de las potencias emergentes es el principal objetivo de la clase financiera y política de los países desarrollados, principalmente de Rusia y China pues su estrecha colaboración en el ámbito económico, supone complementar el potencial tecnológico de ambas potencias, la experiencia manufacturera de China y la potencia energética de Rusia.

El acosó a Rusia forma parte de esa política de contención, las sanciones económicas pretenden doblegar a Rusia para que cambie sus aspiraciones de desarrollo soberanista y retorne al papel de dependencia de Occidente de los años noventa bajo el mandato de Boris Yeltsin y de los grandes oligarcas rusos, pero las sanciones están sirviendo para hacer ver a Rusia los puntos vulnerables que le impiden tener una soberanía económica como es principalmente su excesiva dependencia del sistema financiero internacional, y a su vez, están sirviendo para estimular su determinación de implementar medidas que le permitan ser internacionalmente competitivo financieramente.

 

La dinámica económica destructiva viene determinada por la codicia de los sectores financieros y la clase política que les representa y que impiden que se lleve a cabo una regulación financiera internacional que les pudiera despojar de la ingente renta inversión acumulada en la sombra, y por el temor de ser históricamente relegados de su dominio económico mundial por los países emergentes.

Esta política económica destructiva de los países desarrollados debiera impulsar a los países emergentes y los países en desarrollo a ir forjando un mundo paralelo de relaciones económicas a través del intercambio comercial entre sus propias divisas, la coordinación de sus conocimientos tecnológicos, la promoción de instituciones económicas comunes.., lo que puede permitir que, en la medida que esa coordinación económica gane en fortaleza económica lo sea también política, y pueda alumbrar un nuevo orden económico y financiero mundial orientado a fomentar el desarrollo de todas las naciones.

 

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