En su cita anual en Davos (Suiza), el 47º Foro
Económico Mundial (FEM) congregó a 3.000 destacados
miembros de la política mundial, empresarios y científicos. Por primera vez,
este foro ha contado con una nutrida representación de empresarios chinos
encabezada por su presidente Xi Jinping, a quien correspondió pronunciar el
discurso central el día de la inauguración el 17/01/2017.
En su análisis, el presidente chino consideró que la humanidad vive actualmente
en un mundo de contradicciones en el que la globalización económica ha causado
muchos problemas, pero a su vez también está ofreciendo la oportunidad de un
desarrollo mundial inclusivo.
En ese
escenario, urgió a las naciones a contrarrestar los impactos negativos y
asegurar que sus beneficios lleguen a todos los países.
“Por un lado, tenemos un crecimiento material y avances científicos y
tecnológicos y la humanidad ha evolucionado más que nunca, por otro, tenemos
conflictos regionales frecuentes, terrorismo y refugiados, pobreza, desempleo y
una cada vez mayor brecha en los ingresos”. “Esta dualidad ha
profundizado las incertidumbres en el mundo”. Diferenció dos modelos de
globalización, la basada en la desregulación financiera internacional y la
obtención de beneficios a través de la especulación, y que devino en la crisis
financiera mundial, cuyas consecuencias las seguimos padeciendo, y por otra
parte, la globalización que ha traído el crecimiento económico, facilitado la
circulación de bienes y capitales, y promovido los avances tecnológicos e
interacción entre ciudadanos de todo el mundo.
Globalización desregulada en base al interés de élites financieras, o por el
contrario, una globalización que denominó inclusiva,
basada en la paz entre las naciones, orientada a fomentar el desarrollo a través
de la cooperación entre países desarrollados y en desarrollo, compartiendo los
conocimientos, e impulsando la interconectividad de las infraestructuras, el
comercio y las personas, sería la tesitura a la que se enfrenta la humanidad.
Xi Jinping apostaría por este modelo de globalización
inclusivo o de integración económica
mundial en la que China como segunda economía mundial, pretende ser una
oportunidad para el mundo, poniendo como ejemplos: (1).
el proyecto de la denominada Nueva Ruta de la Seda y la fundación del Banco
Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII) que aspira a desarrollar la
interconectividad del espacio euroasiático y la conexión efectiva entre oriente
y occidente, y (2). la interrelación de la
economía china con el resto de naciones, estando previsto que China en los
próximos cinco años importe productos por valor de ocho billones de dólares,
atraiga 600.000 millones de dólares de inversión extranjera, que su inversión en
el exterior alcance los 750.000 millones, y que los turistas chinos realicen más
de 700 millones de visitas al extranjero.
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Tras la crisis financiera del 2008 y con la emergencia de los principales países
en desarrollo en el escenario económico mundial, particularmente de China, la
formación del espacio económico mundo ha entrado en una nueva fase histórica.
Karl Marx (1818-1883) sería el primer intelectual que describiría como la
formación de la economía mundial ha sido el aspecto principal que ha
determinado la marcha de la historia mundial desde el siglo XVI. En el capítulo
XXIV de su obra El Capital, describiría con crudeza la acumulación
originaria de capital de los países de capitalismo emergente a expensas de
la explotación de regiones del mundo. La formación de capital que dio lugar al
funcionamiento capitalista industrial a gran escala precisó de una primera
acumulación originaria, que no se produjo en el taller del artesano sino en
la explotación de las colonias, principalmente a través de las sociedades
mercantiles de los siglos XVI, XVII y XVIII. No obstante, se puede considerar,
que el volumen o masa crítica de desarrollo del capitalismo para dar el salto
cualitativo que le permitió regir indiscutiblemente los destinos económicos del
mundo no se daría hasta la revolución industrial y las revoluciones liberales en
el siglo XIX, afirmándose definitivamente el funcionamiento capitalista de las
diferentes metrópolis que dominaban en régimen colonial amplias regiones
del planeta que por su función subordinada en las relaciones económicas y el
dominio político y militar de las metrópolis, constituirían la
Periferia del Sistema Económico Mundial, hasta su progresiva emancipación
política durante los siglos XVIII, XIX y XX.
Otros intelectuales como
Max Weber (1864-1920) en la obra La ética protestante y el espíritu del
capitalismo; Adam Smith (1723-1790) en La riqueza de las naciones;
Karl Polanyi (1866-1964) en La gran transformación; e
Immanuel Wallerstain (1930) en su amplia obra sobre El Moderno sistema
mundial analizarían este periodo, siendo Wallerstain quien acuñaría el
término de Economía Mundo, para describir este proceso desde el siglo XVI
hasta el siglo XIX.
La formación de la Economía Mundo, o tal vez para ser más exactos
La formación del espacio económico mundial, se ha desenvuelto en cinco
grandes periodos: (1492-1815); (1815-1873); (1873-1945); (1945-1989) y 1989
hasta el siglo XXI, que responden a las diferentes concepciones de organización
del espacio económico mundo.
El primer estadio, se corresponde con la gestación del sistema capitalista, y se
inicia a finales del medievo de forma marginal en las ciudades europeas, y
posteriormente desde el siglo XVI al XVIII, en el ámbito de los Estados
absolutistas europeos, basado en el sistema denominado “Mercantilismo”, en el
que los territorios de ultramar, distribuidos según áreas de influencia
exclusivas de las diferentes metrópolis, contribuían al desarrollo económico de
éstas.
El segundo, comprende el periodo 1815-1873 y corresponde a la formación de las
naciones modernas y al desarrollo de las economías nacionales de los países que
se incorporaban al desarrollo industrial, basado en el “Liberalismo Económico”,
en el que perdió vigencia el sistema de protección comercial entre las
metrópolis y sus áreas geopolíticas de influencia, y se impuso el desarrollo
económico basado en el libre comercio mundial.
El tercero, pertenece al periodo 1873-1945, que se caracterizó por un retorno a
las barreras proteccionistas comerciales entre los países que constituían el
núcleo del desarrollo capitalista mundial, dando lugar al modelo de desarrollo
capitalista imperialista basado en áreas de influencia en régimen colonial
exclusivo, lo que propicio la disputa por el dominio de las mismas para su
expansión económica, periodo en el que tuvo lugar la 1º y 2º Guerra Mundial, y
donde se produce la primera desconexión geopolítica del sistema capitalista
mundial que dio lugar a la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (URSS).
El cuarto, surge tras la Segunda Guerra Mundial (1945) y dura hasta la
desaparición de la URRS (1989), periodo donde se conforman tres realidades
geopolíticas diferentes: La primera formada por el núcleo desarrollado
capitalista, donde se impone la colaboración económica, se establecen acuerdos e
instituciones para el desarrollo económico en el ámbito mundial, que daría lugar
al espacio del primer mundo. Una segunda formada por las desconexiones del
sistema capitalista mundial de los países industrializados denominados de
“socialismo real”, que constituiría el Segundo Mundo, y una tercera, formada por
países marginales en el sistema capitalista mundial como América Latina, pero
principalmente por las colonias o semicolonias que habían constituido hasta
entonces la Periferia del Sistema Económico Mundial, que accederían masivamente
a la independencia en la segunda mitad del siglo XX, poniendo fin al
imperialismo colonial, dando lugar a las nuevas naciones que formarían el
Tercer Mundo.
El quinto y último estadio, tras el final del imperialismo colonial y el
derrumbamiento de la URSS, está protagonizado por la formación del espacio
comercial mundial, el cual tiene como objetivo el final de las fronteras
comerciales nacionales en unas relaciones de libre mercado.
Este estadio tuvo su punto de inflexión más importante con la incorporación de
China como principal economía manufacturera mundial a la Organización Mundial de
Comercio (OMC) en el año 2001, pues supuso por parte de esta nación abandonar
definitivamente el concepto de desconexión del sistema económico capitalista mundial
como forma de construir un espacio económico global alternativo al mundo
capitalista, que había predominado en las naciones de socialismo real
desde la revolución soviética rusa en 1917 hasta el final de la URSS en la
última década del siglo XX. En su alocución en el foro de Davos, Xi Jinping
afirmaría que China también tuvo dudas sobre la globalización y no estaba segura
si unirse o no a la Organización Mundial del Comercio (OMC), hasta que
definitivamente concluyó que la integración en la economía global representaba
una tendencia histórica y finalmente abrazó el vasto mercado global. En el año
2012, Rusia el primer país desconexionado en 1917 del sistema
económico global también se incorporaría a la OMC.
Desde sus inicios el crecimiento de la Economía Mundo se ha concentrado
primero en las metrópolis coloniales y después en las naciones que con más éxito
se incorporaron a la innovación tecnológica y las mejoras de la productividad
técnica, siendo la nación líder indiscutible en este proceso desde la Segunda
Guerra Mundial: EEUU, seguida de Alemania, Japón, Gran Bretaña, Francia e
Italia, naciones que conforman el G7 y que han venido concentrando más de dos
tercios del PIB mundial a pesar de representar solamente el 15% de la población
mundial.
Desde la Segunda Guerra Mundial, el grueso de la demanda efectiva global
se ha concentrado en estas naciones quedando excluida de la misma el resto de la
población mundial, lo que ha llevado a que el crecimiento económico se haya
realizado en base a la elevación de necesidades de consumo de las sociedades
desarrolladas creando y produciendo productos para la satisfacción de las
mismas. La generalización del uso del automóvil dio paso a la reducción del
periodo de renovación de los mismos, y el uso de una primera vivienda al uso de
una doble residencia. Los ciclos de consumo por extensión y elevación de
necesidades se fundamentan en la publicidad para dar a conocer los nuevos
productos y en el crédito destinado a la compra de los mismos. En este proceso
las empresas obtienen beneficios y las entidades financieras acaparan una parte
de los mismos en forma de intereses de los préstamos concedidos tanto al empresario como al
consumidor.
La crisis financiera del 2008 puso fin a este modelo de crecimiento por
imposibilidad de iniciar un ciclo consumista basado principalmente en la
generalización de la segunda residencia. El excesivo volumen de dinero prestado
no podía ser devuelto en el grado necesario por el apalancamiento financiero de
empresas y consumidores y sobrevino la crisis financiera, que se acentuó debido
a la desregulación financiera internacional que permitió a inversionistas
ocultar sus capitales en paraísos fiscales acentuando así la descapitalización
de las entidades financieras.
La crisis fue de tal magnitud que por primera vez en la historia, las
principales entidades financieras occidentales tuvieron que ser rescatadas con
el dinero de los contribuyentes, y los Estados de los países desarrollados para
mantener sus servicios públicos tuvieron que recurrir a un aumento desmesurado
de la deuda soberana.
Las élites políticas y financieras neoliberales interpretaron que la crisis
sería limitada en el tiempo y por ello las medidas para paliar sus efectos como
ha sido principalmente el aumento de las deudas soberanas también, en la
consideración de que una vez retomado el crecimiento económico se produciría un
aumento de los ingresos fiscales y con los mismos se podría reducir el volumen
de la deuda, pero este optimismo neoliberal ha estado
muy lejos de cumplirse. Después de ocho años, la debilidad del crecimiento
económico en las sociedades desarrolladas impide reducir las deudas soberanas,
por el contrario, el servicio de la deuda anual que debe pagarse
preferentemente sobre el resto de gastos del Estado les obliga a reducir gastos
públicos y aumentar impuestos lo que limita a su vez la demanda efectiva
de los consumidores.
Paradójicamente, los principales beneficiarios del endeudamiento de los Estados
son los inversionistas que contribuyeron a la descapitalización financiera en el
año 2008 al poner a buen recaudo sus capitales en paraísos fiscales y que operan
actualmente en el mercado de la deuda prestando a los Estados a través de fondos opacos internacionales.
La incapacidad de los Estados para gravar fiscalmente estos capitales debido a
la desregulación financiera internacional, los ha convertido en un
dinero improductivo por no estar
destinado a fomentar el crecimiento económico sino a la especulación con las
deudas soberanas y que, ante la falta de crecimiento, actúa como factor de
empobrecimiento de las naciones desarrolladas. Un
Estado que precise destinar a pagar el servicio de la deuda un porcentaje
del PIB anual superior al porcentaje de crecimiento del mismo, se está
empobreciendo.
La parálisis económica de los países desarrollados se está produciendo en una
coyuntura en la que los países en desarrollo más importantes como China y la
India, que concentran el 40% de la población mundial, pugnan por un creciente
desarrollo. En el caso de China, que hasta la crisis financiera del 2008 había
basado el crecimiento de su PIB principalmente en la exportación manufacturera a
las sociedades desarrolladas, la prolongada crisis en los países desarrollados
le ha obligado a cambiar a marchas forzadas su modelo de desarrollo,
orientándose a una reforma estructural por el lado de la oferta para
pasar de una economía manufacturera a otra de manufacturas y servicios, a la vez
que impulsa el consumo interno como estimulante de la demanda efectiva,
habiendo representado el sector servicios el 51,6% del PIB en el año 2016,
siendo el sector que más crece con un incremento interanual del 7,8% frente al
6,1 del sector industrial y del 3,3% del sector agrario.
En conjunto el crecimiento económico de China ha sido en el año 2016 del 6,7% de su PIB y
según las previsiones del Banco Mundial será en el 2017 del 6,5% y del 6,3% en
el 2018, un crecimiento que constituye el 40% del crecimiento del 3% del PIB
mundial que le convierte, en la actual situación de ralentización económica de
los países desarrollados, en la nación más dinámica económicamente a pesar de
seguir siendo un país en desarrollo.
Con relación a la productividad, China está muy por debajo de las ratios
de los países desarrollados principalmente de los que como EEUU, Alemania y
Japón cuentan con los mejores estándares de efectividad productiva, para
compensar este déficit China ha venido basando su
competitividad en el mercado
manufacturero global en bajos salarios; sin embargo, en los últimos años China
ha ido acortando diferencias, de tal manera que aun partiendo de cotas de
productividad bajas las mejoras en la misma son relativamente mayores que
sus competidores manufactureros como Japón, Alemania y EEUU, lo que supone, al
partir de salarios más bajos, un incremento diferencial de su
competitividad respecto de estas
naciones, una ventaja que le está permitiendo mantener su alta competitividad
y subir los salarios de su población. Unido a ello China se ha embarcado en el
proyecto de convertirse en una nación innovadora habiendo sido en el año 2016,
junto con EEUU, la nación con mayor número de patentes registradas, lo que le
sitúa en el camino de cumplir su objetivo para el año 2025 de pasar en el
terreno de las manufacturas del fabricado en China al hecho en China.
Esta situación de dinamismo económico de China y de estancamiento relativo de
EEUU en el que la deuda soberana de esta nación bajo el mandato de Barack Obama
se ha incrementado en un 70% habiendo pasado de los 10,9 billones de dólares en
el año 2009 a 18,5 billones en el 2016 superando el PIB de EEUUU, está
produciendo una fuerte convulsión en cuales deben ser los caminos a seguir para
mantenerse como líder indiscutible en el escenario económico mundial. Y de
nuevo, como tras las dos grandes crisis del capitalismo liberal, la de 1873 y la
de 1929, la sombra del proteccionismo resurge como un mecanismo de defensa
frente a los competidores globales.
El modelo económico de una economía mundo
basada en el principio de que unas naciones ganen a costa de que otras pierdan,
y de que unas lideren la economía mundial a costa de que el resto no prospere
para evitar que su auge económico relegue el poder de las naciones dominantes,
es lo que está en cuestión tras la crisis financiera del 2008 y la emergencia de
China y de otras naciones que aspiran a su desarrollo económico soberano.
La crisis económica global no es una crisis limitada a la economía
sino que es una crisis de ideas de cómo tiene que conformarse
la economía mundo. La riqueza de las
naciones ya no está en la confrontación para obtener beneficios unilaterales
de unas a costa de otras sino de que cada una crezca desarrollando sus
potencialidades y contribuyendo al desarrollo económico mundial, este concepto
propuesto por China tiene más posibilidades de abrirse camino en las naciones en
desarrollo que las ideas de excepcionalidad de algunas naciones sobre el resto
cuyo mantenimiento solamente puede llevar a la confrontación.
La integración económica mundial,
tiene que ser el destino final de la conformación de
la economía mundo y las potencias
económicas mundiales tienen la responsabilidad de iniciar el proceso apostando
por desarrollarse contribuyendo a desarrollar el mundo.