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Crítica política sobre noticias de actualidad en el mundo

Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Seudónimo: Saint Just

Artículos


(Marzo 2012)

NOTICIA. Los líderes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica reunidos el 29 de marzo en Nueva Delhi para una cumbre del Grupo BRICS emiten declaración sobre estabilidad, seguridad y prosperidad mundial.

 

Eppur si mouve

En 1992 Francis Fukuyama publicó su libro “El fin de la Historia y el último hombre” (The End of History and the Last Man) en su libro Fukuyama exponía la tesis, que la Historia, como lucha de ideologías había terminado, con un mundo final basado en una democracia liberal que se había impuesto finalmente tras el fin de la Guerra Fría con la desintegración de la URSS.

Desde entonces esta tesis ha venido rigiendo el paradigma intelectual de los pensadores del más amplio espectro político, económico y militar Occidental, y forma parte de la matriz educativa informativa mediática de los países más industrializados.

Pero en ese destino tan evidente apuntado por Occidente, han venido surgiendo algunas dudas en función de las siguientes preguntas: ¿La hegemonía política, económica y militar de los países desarrollados podía resolver la pobreza mundial? ¿La ideología de la desigualdad socioeconómica mundial podía satisfacer a millones de personas condenadas a la desesperanza? ¿El modelo de crecimiento económico basado en el consumismo de los más ricos e ignorando las necesidades básicas de la mayoría de la población del mundo podía mantenerse sin que entrara en una crisis de larga duración?

Eran preguntas sin respuestas en los años noventa del siglo XX, sin que tampoco interesara por el momento en los países ricos encontrarlas, pues era mejor dejar correr el tiempo, y según como evolucionasen los acontecimientos ir actuando en consecuencia. Actuación, que debía ceñirse a asegurar que el actual estado de cosas en el mundo no cambiara, ya que, los países ricos no tenían porque cambiar.

Así, de nuevo en ese “destino manifiesto” los países avanzados industriales regidos por la democracia liberal debían cargar sobre sus espaldas la responsabilidad histórica, como lo hicieron en el pasado, de llevar al resto de países del mundo sobre todo a los más atrasados los valores de la culminación de la historia representados en lo económico en el neoliberalismo como dogma inquebrantable, y la democracia liberal en lo político.

No importaba que esta tesis chocará frontalmente con los principios fundacionales de las Naciones Unidas basados en los principios de la coexistencia pacífica, a saber: el respeto a la soberanía e integridad territorial de cada país; la no agresión; la no injerencia en los asuntos internos de otros Estados; la igualdad en las relaciones entre naciones, y el beneficio mutuo; principios que pretenden hacer de la paz la mejor garantía para que las sociedades de las respectivas naciones sepan encontrar por si mismas en su devenir histórico el camino de la democracia y el desarrollo económico.

Con este bagaje intelectual la nueva cruzada de los países industrializados comenzó a funcionar, se trataba de llevar los valores de la “libertad” en principio a Afganistán con la misión “libertad duradera” y luego a Irak. Las campañas mediáticas occidentales mostraban los aspectos más degradantes de estas sociedades, la discriminación de las mujeres y la represión de los regímenes dictatoriales de esos países, dejando ocultas esas mismas imágenes de países colaboracionistas como Pakistán bajo el mando del dictador Musharraf y Arabia Saudita bajo la retrograda monarquía Saudí. Al cabo de los años, estas dos guerras, han demostrado en el siglo XXI, al igual que otras guerras coloniales en el siglo XIX, la falacia Occidental de la exportación de valores occidentales, como subterfugio para poder destruir militarmente las economías de países incómodos a sus intereses y disponer de sus recursos naturales.

No obstante, ajenos al autoproclamado final de la historia, varios países en desarrollo y Rusia han ido trazando su propio camino.

En Latinoamérica tras las amargas experiencias históricas vividas en la segunda mitad del siglo XX de dictaduras y de exclusión social y económica de amplias masas de población como consecuencia del neoliberalismo y que dio lugar al denominado sector informal, la mayoría de las naciones barrieron democráticamente a los gestores neoliberales y encarcelaron a los dictadores, y un nuevo pensamiento de soberanía y desarrollo inclusivo se ha ido consolidando en esa región del mundo, siendo Brasil por su potencial demográfico, territorial y económico la potencia regional.

Latinoamérica fue la primera en comenzar a demostrar que otro mundo ideológico, político y económico era posible, que la historia no se había acabado, solo había acabado un momento de la historia de un viejo mundo de distribución del planeta en áreas de influencia geopolítica bajo la égida del poder soviético y Occidente.

También Rusia tras la devastadora década de los noventa del siglo XX comenzó a rehacerse, con dudas de si debía estar con los poderosos (el G7), o debía iniciar una colaboración más profunda con los países que emergían política y económicamente alejados de la tutela de EEUU, o bien estableciendo una relación equilibrada de alianzas.

China ajena a las intrigas occidentales ha venido caminando con paso propio, con su entrada en la OMC en el 2001, -auspiciada por los países industrializados para deslocalizar las actividades manufactureras que precisaban mano de obra barata-, supo convertir ese interés usurero de Occidente en una oportunidad para realizar una acumulación primaria de capital que le ha dotado de la mayor reserva de divisas del mundo, y le permite ahora, tras años de sacrificios de los trabajadores chinos, disponer de recursos financieros para promover el objetivo de construir una sociedad modestamente acomodada representada ya en una amplia clase media de cientos de millones de personas.

India, a pesar de ser una sociedad profundamente desestructurada socialmente en castas, goza de amplios sectores de población cualificados dispone de industria propia y sobre todo dispone de una gran masa de población para un potencial crecimiento económico.

Sudáfrica tras el fin del apartheid en los años noventa del siglo XX ha venido constituyéndose como un país emergente, y con capacidad de articular una economía estructurada en agricultura, industria y servicios.

No obstante lo más importante de estos países emergentes, no es solo la fortaleza de sus economías y las perspectivas de crecimiento sino que estas naciones están articulando en sus regiones respectivas el florecimiento económico de los países vecinos. Así Rusia lo hace en el espacio de Asia Central, China e India en El Oriente y Sur de Asia; Sudáfrica en el África austral, y Brasil en el espacio sudamericano.

Para algunos los BRICS parece que tienen poco en común, pues por ejemplo, Brasil y Sudáfrica no comparten fronteras con el resto, pero en un mundo globalizado este aspecto no es el más importante, lo importante es que son los agentes más activos económicamente de un mundo en transformación y que comparten fines comunes como la reforma financiera mundial, el principio de la paz como base del desarrollo, y sobre todo, que disponen de las sinergias para un crecimiento económico inclusivo de sus sociedades, que por estar en los comienzos tiene un largo recorrido en el tiempo para el crecimiento económico.

Los países BRICS representan el 45% de la población mundial, un cuarto de su territorio y un cuarto de su economía con 13,5 billones de dólares. El bloque busca incrementar su comercio de 250.000 millones de dólares a 500.000 millones de dólares para 2015. La presidente de Brasil, Dilma Rousseff, insistió en un artículo de opinión publicado, con motivo de la actual cumbre, en el diario Times of India, que los BRICS están cambiando "el eje de la política internacional". El presidente ruso Dimitri Medvédev ha afirmado también en esta cumbre que el grupo BRICS, “se irá transformando gradualmente en un organismo fuerte e influyente”. China afirma que un BRICS dinámico es una buena noticia para el mundo desarrollado por disponer los BRICS de mercados con gran capacidad de demanda efectiva. El diario sudafricano City Press informaba que el gobierno sudafricano tomará algunas medidas en la Cumbre BRICS para desafiar la supremacía del dólar USA en la estructura financiera mundial, especialmente en el comercio e inversión en los mercados emergentes.

Resulta, pues, que el mundo se mueve, y a pesar de que Occidente sigue todavía con el mayor peso, político, económico y militar del mundo, tras el fracaso del modelo de crecimiento consumista Occidental iniciado en la crisis del 2008, el eje de rotación de la historia se está desplazando hacia los países emergentes. Según datos del FMI, en 2012 los BRICS serán responsables del 56% del crecimiento mundial, cuando el G7 será apenas responsable del 9% del crecimiento; el intercambio comercial entre los países miembros del grupo BRICS pasó de 27.000 millones de dólares en 2002 hasta los 250.000 millones de dólares en 2011.

No obstante, a pesar de los profundos cambios que comienzan a operar en el mundo, los intelectuales occidentales de los grandes medios se han instalado en la estupidez de que la historia les pertenece, de que el mundo solo puede imitarles y subordinarse a sus intereses, pero esa historia ya pasó. La crisis del 2008 marco un antes y un después. La historia del progreso de la humanidad se escribe con las palabras Paz y Desarrollo inclusivo, y no con la guerra y el acoso económico a los países más débiles.

La ciudadanía occidental no llega a percibir los profundos cambios que se están operando en el mundo, su libre pensamiento ha sido secuestrado por los grandes medios de comunicación occidentales, y por ello, incapaz de pensar contra las referencias mediáticas que estos medios les transmiten para su percepción del mundo actual, las masivas protestas que se vienen desatando en Europa contra las medidas impopulares neoliberales de recortar el Estado de Bienestar, no parecen bastar para que surja un nuevo pensamiento que acabe con el paradigma militarista y neoliberal auspiciado por una clase financiera que se resiste a su declive.

Pero está clase poco a poco irá viendo su declive, el préstamo a interés es un adelanto del valor generado por el crecimiento económico, y sino hay crecimiento económico la banca occidental no puede evitar el fatal destino de la quiebra. La especulación con las deudas soberanas (impagables sino hay crecimiento económico), la absorción ante la falta de negocio de unos grupos financieros por otros, o la emisión de dinero sin valor de la FED y del BCE -que tanto daño hace a las monedas de los países emergentes al revalorizarlas artificialmente-, son medidas defensivas que solo sirven para ganar tiempo al creciente deterioro financiero occidental.

La nueva potencia financiera mundial se irá construyendo en los bancos que propician el préstamo para el crecimiento económico, pues, el préstamo a interés redundará en beneficios bancarios por ser parte del crecimiento real y no de la especulación.

Si el grueso de las finanzas mundiales cambia de manos, el mundo cambiará, y todo apunta que estas finanzas estarán en manos de los países emergentes. Según una investigación del mayor banco sudafricano el Standard Bank, al menos 100.000 millones de dólares USA del comercio bilateral entre China y África serán pagados en Renminbi para el 2015, más de la cantidad total del comercio bilateral en 2010. El presidente ruso Dimitri Medvédev aseguró en la reunión del Grupo BRICS que esta asociación contribuirá a un crecimiento sostenible de la economía global y a la creación de un sistema más representativo de monedas internacionales de reserva. El cambio financiero llevará su tiempo, pero cambiará de manos y, con ello, a pesar de los grandes y graves desafíos económicos y medioambientales, se puede abrir un nuevo periodo de esperanza de la historia de la humanidad. La historia no ha terminado sino que ahora más que nunca está cambiando el curso de los tiempos.

 

 

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