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Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Seudónimo: Saint Just

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18/05/2012

NOTICIA. La cumbre del G-8, convocada en la residencia presidencial de Camp David (Maryland), tendrá una extensión el mismo fin de semana en Chicago, a donde se trasladarán los jefes de Estado y de Gobierno para participar en la conferencia anual de la OTAN

 

G8. Cumbres sin rumbo

Las reuniones del G8 o G7+Rusia, desde que se inició la crisis del 2008, es una cumbre que cada vez tiene menos relevancia en la marcha de los asuntos mundiales. En el pasado era una cumbre que tenía un carácter propio por reunir a los países que representaban la locomotora económica mundial. Actualmente las reuniones se realizan como preparación de otras cumbres, es decir, para una puesta en común de estrategias previas a otros eventos de mayor relevancia. Así, las últimas cumbres del G8 se han realizado previamente a las cumbres del G20 y, en este caso, previa a la cumbre de la OTAN.

Las diferencias, entre los miembros del G8 pertenecientes a la OTAN (G7), se han acentuado en estos años de crisis económica tanto en las políticas a implementar para hacer frente a la misma, como en la estrategia de la OTAN respecto a Afganistán, y en las aportaciones económicas que tiene que realizar cada país al mantenimiento de la organización.

En la cumbre del G8, solamente se podrán establecer consensos en asuntos de menor relevancia, pero difícilmente en los asuntos trascendentales como son: la forma en la que se debe avanzar para hacer frente la crisis económica, y, sin lugar a dudas, en el tema espinoso con Rusia sobre el sistema de defensa antimisiles que la OTAN tiene previsto instalar en la frontera occidental de Rusia.

Bajo la presidencia de Sarkozy y Merkel ambos mandatarios decidieron uncir su política exterior al mandato de EEUU y acataron las exigencias de EEUU en el apoyo que debían prestar a la invasión de Afganistán. Ahora la retirada de la OTAN de Afganistán será objeto de polémica pues el nuevo presidente francés Hollande prevé retirar las tropas antes de la fecha propuesta por la OTAN.

El aumento de los gastos de la OTAN, requerido por la cúpula militar de los países europeos, justificadas según su criterio, por las carencias logísticas que se manifestaron en la agresión militar de la OTAN a Libia, donde EEUU tuvo que coordinar la logística, es seguro que tendrá resistencias ante las dificultades económicas que arrostran los países de la UE.

No obstante, a pesar de estas diferencias, lo que parece claro, es que en ningún momento estará en cuestión la razón de ser de la OTAN, ni el papel hegemónico mundial que aspiran a seguir detentado EEUU y sus principales aliados europeos.

La OTAN es una alianza militar heredada de la Guerra Fría, que una vez desaparecido el Pacto de Varsovia, no tenía ninguna razón de ser, pero la OTAN continuó porque tras el vacío geomilitar dejado por la URSS, los miembros más agresivos de la OTAN pensaron que la misma podría servir para someter, de nuevo, colonialmente a los países que no se subordinasen a sus intereses. Las guerras de la OTAN en los Balcanes, Afganistán, Irak y Libia, han sido y son actuaciones que la caracterizan como una organización agresiva y no defensiva y su continuidad solo puede traer dolor y sufrimiento a la humanidad sin nada que lo justifique; ni siquiera sirve para alcanzar sus objetivos de dominio, pues, en ninguna guerra en las que ha participado han tenido éxito en relación con los objetivos propuestos; ni en Afganistán e Irak se ha conseguido la subordinación de esos países, ni la intervención en Libia sirvió para proteger civiles, más bien al contrario, la OTAN tiene en su haber cientos de victimas civiles en esa guerra. Las guerras de Irak, Afganistán y Libia, solo han dejado muertos y destrucción, y tras la retirada de EEUU y la OTAN solo han quedado y quedarán países arrasados por las bombas en el que tardarán años o quizás décadas en reconstruir sus economías.

La OTAN durará mientras los ciudadanos de los países que la componen no decidan poner fin a la misma y propiciar un sistema de defensa respetuoso con la soberanía de las naciones, pero en ese aspecto la OTAN es sólida, desafortunadamente en Occidente apenas si se oyen voces que cuestionen la existencia de la OTAN, ni sus ataques mortíferos sobre países militarmente débiles, ni el derroche en armamento para mantener la quimera de que tal vez podrán dominar el mundo militarmente.

En los asuntos económicos, ahora se plantea entre Francia, Alemania y EEUU la cuestión sobre si se debe aplicar la austeridad fiscal o propiciar el crecimiento económico, pero ésta que parece tan importante cuestión, solo son palabras vacías de contenido. En lo relativo al crecimiento después de cuatro años de crisis económica nadie ha dado con la fórmula para hacerlo y, en lo relativo al ajuste fiscal, lo que si es evidente que Alemania sabe que sino se cumple el pacto fiscal, a la postre, bajo el sistema monetario común del euro, deberá ser Alemania quien tenga que hacer frente a los déficit de los demás países, lo que le podría arrastrar a un pozo deficitario del que está ahora libre. O dicho de otra manera, la permanencia de Alemania en el euro solo se puede entender si se cumple el ajuste fiscal, pues sino se cumple tendría que ser Alemania la tendría que abandonar el Euro pues no podría hacer frente a los déficit del resto de países. Esa es la espada de Damocles que pesa sobre Francia y el resto de países del eurogrupo y, tal vez, Hollande ya habrá sido advertido de sus consecuencias. Una retirada alemana del euro es la desaparición segura del euro.

Empobrecer los países más deficitarios de la UE para salvar a Alemania y con ello el euro, es también la receta de los grupos bancarios más potentes de la UE que saben que los procesos de fusión bancaria, en los que están ahora inmersos, son más propicios bajo una misma moneda. Por ello, la cuestión de: ajuste fiscal sí; o, ajuste fiscal no; no es un problema de recetas económicas, como se plantean algunos académicos, sino de intereses y de supervivencia económica, por una parte, de Alemania, y por otra, de los grupos bancarios más fuertes del eurogrupo.

Alemania y los países más aferrados a la doctrina neoliberal como España insisten que el crecimiento vendrá -sin decir como- una vez realizado el ajuste fiscal en la UE, pero ¿cuándo acabará el ajuste fiscal? cada ajuste fiscal anual produce una caída de los ingresos de las administraciones públicas de las naciones más deficitarias del eurogrupo, lo que obligará en el siguiente año a realizar otro ajuste fiscal, y así, el número de personas que vayan quedando excluidas del sistema económico progresivamente será mayor. Esa experiencia, aunque en otro contexto ya la vivieron los países Latinoamericanos en las tres últimas décadas del siglo pasado.

Las inercias económicas y las contradicciones entre naciones están determinando la marcha de la economía de la UE, y solo le queda, como un barco sin rumbo, seguir un camino determinado por los acontecimientos; por otra parte, la ciudadanía de la UE sigue anclada a sus intereses nacionales alejada, por lo menos por el momento, de alumbrar un nuevo pensamiento europeista adecuado al cambio de época.

La UE y los países más desarrollados precisan aun de un largo recorrido para adecuarse a los nuevos tiempos de un mundo en transformación, donde, en la medida que las fuerzas emergentes en el resto del mundo vayan ganando fuerza, se irá comprobando que seguir aferrándose a un pasado imperial cuyo exponente es la OTAN, y seguir con el esquema del desarrollo económico a costa de pretender tutelar los países en desarrollo ya no tiene futuro. El mundo necesita confianza y paz entre las naciones para establecer unas relaciones de colaboración beneficiosas para todos y abordar los graves problemas medioambientales y de recursos planetarios, pero Occidente sigue con la venda imperial en los ojos y dando palos de ciego.

 

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