09/07/2012
NOTICIA. La
ministra de Inclusión Económica y Social (MIES) de Ecuador, Dora Soliz,
destacó los éxitos de la Revolución Ciudadana en Ecuador.
La emergencia
histórica del espíritu de la democracia
Dora Soliz
manifestó, en la VIII Conferencia
Internacional de Contabilidad, Auditoría y Finanzas, en la Habana, que
el Ecuador de hoy ha vivido un proceso de casi seis años de Revolución
Ciudadana, que se inició en el 2007, con avances globales que miran a
superar las condiciones de desigualdad y exclusión históricas
fundamentadas en la nueva Constitución promulgada en el 2008, la cual,
tiene un fuerte enfoque de derechos y ha sido el marco de profundas
reformas del Estado orientados a la equidad social, a la protección
asistencial de la población y a la construcción de un sistema económico
y financiero inclusivo.
La ministra dijo que la
pobreza a nivel nacional se redujo en 9 por ciento y la pobreza rural en 10 por
ciento, las condiciones de vida de los más pobres mejoraron de manera
importante, luego de que la pobreza en los afroecuatorianos cayó en 13 puntos
porcentuales y en las mujeres en cuatro puntos. La inversión en educación se
incrementó en 300 por ciento, con un récord de asistencia y escolarización de
los niños a las escuelas, especialmente en la población indígena y
afroecuatoriana.
Ecuador, al igual que otros
países latinoamericanos, como Brasil, Bolivia o Venezuela están avanzando, desde
posiciones muy atrasadas, notablemente en el desarrollo económico inclusivo,
política que sitúa a la mayoría de la población en el centro de los programas de
gobierno.
América Latina, como se puso
de manifiesto, en el Foro
de Sao Paulo, que finalizó sus sesiones en Caracas el pasado siete de
julio, está viviendo un proceso genuino de interpretación e implementación de la
democracia. Este desarrollo conceptual y político de la democracia entendida
como un espacio de soberanía, respeto entre naciones, libertades políticas
ciudadanas y de poder efectivo de la economía por parte de la “res pública”,
la sitúa en el estadio más avanzado de desarrollo de la democracia que haya
existido en la historia de la humanidad.
A lo largo de la historia, la
democracia ha ido evolucionando. La democracia, no es un estadio concluido sino
que su profundización o retroceso ha venido determinado por acontecimientos
históricos y por la percepción que de la misma ha ido teniendo la sociedad en
diferentes ámbitos y épocas históricas.
En su origen la democracia
griega era concebida exclusivamente para ser ejercida por una minoritaria
aristocracia de varones. La mayoría de la sociedad, mujeres y esclavos, no
participaban de la misma, pero los beneficiarios de esta democracia tenían la
percepción de vivir en una democracia plena. En las sociedades de la antigüedad,
la aceptación de la existencia de diferentes dioses en los que creer contribuía
a la tolerancia religiosa. Con posterioridad, las religiones monoteístas,
particularmente el cristianismo y el Islam, introdujeron el concepto de la verdad
única, que daría lugar a la intolerancia y la confrontación recíproca por
imponer unos a otros su verdad
única. El ascenso al poder político de estas religiones derivó durante
siglos en guerras de religión dirigidas por los interpretadores de la verdad
única, papas en el cristianismo e imanes en el Islam, y por los ejecutores
de la misma, reyes y califas, tratando de imponer por la fuerza su verdad
única al resto. También dentro de
estas dos grandes religiones monoteístas se produjeron diferencias de
interpretación de la verdad única,
dando lugar a guerras sectarias de religión como fueron las acaecidas en Europa
en los siglos XVI y XVII entre protestantes y católicos.
La democracia como expresión
del poder popular, que reyes y poderes religiosos del Antiguo Régimen la
rechazaban de plano, no afloraría de forma revolucionaria y radical hasta la
independencia del dominio Británico de las trece colonias (EEUU) el cuatro de
julio de 1776, y la revolución francesa de 1789. El nuevo pensamiento ilustrado
aportó las bases conceptuales de la democracia, fundamentadas en la soberanía de
la nación, la república como
forma de gobierno, el derecho inalienable a la propiedad
privada, el sufragio universal,
la separación de los poderes
ejecutivo, legislativo y judicial, y en el caso de la revolución francesa
tendría también su expresión en la Declaración
de 1789 de los derechos del Hombre y del ciudadano
Las nuevas ideas de la
democracia, a pesar de la escasa importancia geopolítica que en 1776 tenía EEUU,
tuvieron un amplió eco en todas las Américas y gran parte de Europa, y
contribuiría a la emergencia de los movimientos de independencia en América
Latina y, con un paréntesis de quince años -tras la derrota de Napoleón en 1815
por la Santa Alianza que dio lugar a la restauración del Antiguo Régimen- la
nuevas ideas de la democracia se extenderían desde los años treinta de ese siglo
por todo Europa dando lugar a continuadas revoluciones liberales.
No obstante, la instauración
de la democracia liberal, surgida del pensamiento Ilustrado, dejaría muchas
lagunas por cubrir, las mujeres estaban excluidas del sufragio universal, así
como la minorías étnicas como los afroamericanos en EEUU. En determinados
países, los reyes siguieron detentado la jefatura del Estado y la interpretación
abusiva del derecho a la propiedad privada concentraba la misma en manos de
sectores sociales minoritarios, dejando en la miseria a gran parte de la
población.
En ese periodo, la percepción
social de la democracia se identificaba, pues, con el sufragio universal, pero
se consideraba natural que las mujeres y grupos étnicos no tuvieran derecho de
voto. La tradición secular de la jefatura del Estado de los reyes se veía
compatible con que este cargo no fuera de libre de elección. La exaltación de la
propiedad privada estaba por encima de los perjuicios que la concentración de la
riqueza podía ocasionar a la mayoría de la población, y en la mentalidad de esa
época también era razonable ser demócrata, y apoyar las invasiones coloniales.
Estas contradicciones que
presentaba la práctica social de la democracia, respecto al ideal de que la
misma debiera servir para que todas las personas fueran iguales ante la ley y
para mejorar la calidad de vida de la ciudadanía, llevó a que surgieran
distintos movimientos políticos que le dieron una interpretación diferente al
ejercicio de la democracia. Entre las mujeres surgió el movimiento sufragista
que comenzaría a abrirse paso a principios del siglo XX; la abolición de la
esclavitud en los países americanos se extendió como forma de perfección de la
democracia, y la lucha por la soberanía en los territorios coloniales, se inició
en África y Asia como la idea central de la democracia, como lo fuera en el
pasado en las trece colonias y otros regiones de América.
Pero la democracia, no
resolvía los problemas de los profundos desequilibrios sociales que el abusivo
derecho a la propiedad privada generaba, y cuando este principio era socialmente
cuestionado en las urnas, su resultados eran aplastados brutalmente por la
fuerza de las armas como ocurrió en la Comuna
de París en 1871. Ello,
llevó a los movimientos socialistas a fundamentar la base principal de la
democracia en la socialización de los medios de producción para que la economía
sirviera a las mayorías sociales y no a los grupos de poder que detentaban la
propiedad de los mismos.
El socialismo se dividiría en
dos corrientes, la protagonizada por Kautsky y la de Lenin, la primera mantenía
el sufragio universal como la base para la transformación paulatina del Estado
Burgués, la segunda corriente, basada en la experiencia decimonónica de que los
poderes militares del Estado no respetaban los resultados del sufragio universal
si éste cuestionaba la propiedad privada, proponían la destrucción del poder
militar del Estado liberal y la estatalización de los medios de producción. En
la primera corriente los derechos civiles y el sufragio universal debían formar
parte consustancial de las transformaciones sociales, ideario que daría lugar a
la socialdemocracia, mientras que en la segunda, estos derechos debían ser
restringidos reprimiendo las manifestaciones favorables a la propiedad privada.
Esta última corriente tendría su implantación política durante la Primera Guerra
Mundial en Rusia.
La crisis económica de 1929,
cuestionaría en Europa la democracia liberal y los beneficios de la propiedad
privada como forma de gestionar la economía, y una fuerte corriente totalitaria
derechista accedió al poder de los Estados; por vía electoral como fue el
nazismo en Alemania, o por la fuerza de las armas como fue el fascismo en
España. El nazismo y el fascismo, tenían en sus fundamentos la conservación de
la propiedad privada pero dándole relevancia al Estado en la gestión de los
asuntos económicos y reprimiendo cualquier tipo de libertad ciudadana.
Tras la derrota del nazismo y
el fascismo en la Segunda Guerra Mundial por las fuerzas de la democracia
liberal, liderada por EEUU, en alianza con las fuerzas socialistas de la URSS,
se proclamaron dos textos universales que fueron los pilares de los derechos de
las personas y de las naciones. En la Carta
de las Naciones Unidas (1945), se
establece la soberanía de las naciones como ámbito y base para el ejercicio de
la democracia, y en la Declaración
Universal de los Derechos humanos (ONU
1948) se establecen los
derechos de las personas, que singularmente se dividen en dos apartados muy
diferenciados, los concernientes a los derechos civiles, artículos 1 al 21, y en
el segundo apartado los derechos sociales, artículos 22 al 30.
La percepción de la
democracia al término de la Segunda Guerra Mundial, se manifestaba de manera
desigual en los tres espacios geopolíticos que se dividió el mundo.
En el primer Mundo, compuesto
por EEUU y los imperios coloniales europeos, la democracia se basó en el
sufragio universal al que se había incluido el sufragio universal femenino,
aunque los derechos civiles de las minorías étnicas, como la afroamericana en
EEUU, no se reconocerían hasta los años setenta del siglo XX. Estas democracias
continuaban ejerciendo un poder dictatorial y militar en las colonias, de tal
manera que ser demócrata, invasor colonial y negador de los derechos de las
minorías era percibida de forma natural por los demócratas occidentales de esa
época.
El Segundo Mundo estaba
formado por los países socialistas industrializados, agrupados en la URSS, en
este ámbito, los fundamentos originales de la democracia socialista entendida
como la libre elección con pluralismo político en comunidades de base nunca
llegaron a aplicarse, siendo la burocracia del partido único quien regiría el
Estado; los éxitos sociales de mejora de la vida de la población se estancaron a
la vez que el Estado soviético se convirtió en un imperio que sometía por la
fuerza a los países de Europa del Este, mientras que la represión interna de los
GULAG se ocultaba a la mayoría de la población. La percepción de la democracia
en Rusia era escasa, pues Rusia había pasado del Antiguo Régimen totalitario
Zarista al totalitarismo soviético.
Por último estaba el Tercer
Mundo, en el que, por una parte, en los territorios colonizados en Asia y África
la percepción de la democracia se asociaba exclusivamente a la soberanía de la
nación y la expulsión de los invasores coloniales, aunque una vez alcanzada la
misma, las mayorías sociales arraigadas a las formas tradicionales de dominio de
regímenes absolutistas, aceptaron la dirigencia elitista de los nuevos
mandatarios sin llegar a percibir la democracia como un conjunto de derechos
individuales y sociales, lo que dio lugar en muchos casos a gobiernos despóticos
de los grupos armados que habían liderado la lucha por la independencia.
Dentro de este espacio
geopolítico, Latinoamérica, fue diferente. EEUU ejerció su influencia de la mano
de oligarquías nacionales, impidiendo que las libertades civiles y el sufragio
universal sirvieran para cuestionar la propiedad privada y transformar la
economía de estos países en beneficio de la mayoría de la población, cuando esto
ocurría, las fuerzas militares se imponían a través de un golpe de Estado,
implantando sanguinarias dictaduras, como pasó en Chile con el gobierno de
Salvador Allende. La percepción en sectores de la población de que el sufragio
universal no servía para introducir cambios sociales comenzó a cuestionarse (lo
mismo que pasó tras la comuna de París en 1871), y un movimiento guerrillero,
que ya había tenido éxito con la toma del poder en Cuba, se extendió por América
Latina como forma de acabar con el poder militar de las oligarquías dominantes y
el respaldo que EEUU les otorgaba.
El espacio soviético
colapsaría a finales del siglo XX, en el mismo incidieron varios factores, entre
los que caben destacar: 1º, la formación de grupos económicos de poder que
pretendían reformar el Estado para que se les reconociera su nuevo estatus
económico y que se privatizaran las propiedades del Estado (al igual que lo
exigió la burguesía del siglo XIX en las desamortizaciones de las inmensas
propiedades de la tierra de la Iglesia y los nobles); 2º, el deterioro de los
servicios sociales que el Estado había abandonando al dar prioridad a la carrera
armamentística como consecuencia de la Guerra Fría, en detrimento del desarrollo
de una industria de consumo, con lo que su industria quedó, respecto de la
occidental, productivamente anclada en el pasado, y 3º, por la creciente
percepción en la sociedad de los países de la URSS de instaurar procedimientos
de transparencia democrática y el sufragio universal.
China, tuvo su primer
contacto con la democracia en la revolución de 1911, tras el fin de la dinastía
imperial Qing (1644-1911) y la instauración de la Primera República de China
bajo el liderazgo del Doctor Sun Yan Sent. La percepción de la democracia se
fundamentaba en recuperar la soberanía nacional de importantes partes del
territorio Chino sometidas a los imperios coloniales europeos y modernizar la
nación sacándola del régimen feudal heredado de la dinastía Qing. Tras la
invasión de China iniciada por Japón en 1931, estos retos se hicieron más
notorios. El Kuomitang y el PCCh se unirían para expulsar a los japoneses, y al
término de la Segunda Guerra Mundial, tras la derrota de Japón; el Kuomitang y
el PCCh protagonizaron una guerra civil que terminaría en 1949, año en el que se
proclamaría la actual República Popular de China. En los primeros años de la
república, la percepción de la democracia en China estuvo vinculada con aciertos
y errores a la modernización del país, apoyada por la URSS, pero en los inicios
de los años sesenta, las pretensiones de la URSS de tutelar a China desembocó en
un enfrentamiento abierto entre estas dos potencias en la forma que debían
entenderse las relaciones entre naciones y la construcción del poder popular
socialista, cuestión que daría lugar en China a la Revolución Cultural
(1966-1976), la misma, fue una lucha civil en la que participaron cientos de
millones de personas en amplias movilizaciones de masas y enfrentamientos
armados entre quienes pretendían un ideal de democracia socialista, basado en
comunas populares en oposición a la que consideraban la degradación burocrática
e imperialista de la URSS, y quienes veían en la Revolución Cultural una fuente
de atraso de China que la encerraba en una ilusión izquierdista. La ruptura de
China con la URSS se plasmaría con el establecimiento de relaciones de China con
EEUU en los años setenta y, tras el ascenso de Deng Xiao Ping al liderazgo del
PCCh, se pondría fin a la oscura etapa de la revolución cultural. China continuó
con su política de modernización económica y abrió un proceso de reforma y
apertura política para ir transitando progresivamente de un sistema feudal de
tradiciones absolutistas hacía una democracia cuyos perfiles finales están por
definir.
En este recorrido histórico
de la humanidad, sujeto a grandes crisis económicas y políticas, se aprecia como
la emergencia del espíritu o percepción de la democracia, avanza; si bien, lo
hace con avances y retrocesos debido a la lucha de intereses y la fuerza con la
que a veces emergen las tradiciones totalitarias del pasado como han sido el
fascismo o el totalitarismo en sus diversas facetas.
Pero en todo proceso
histórico hay acontecimientos que marcan el inicio de una nueva era en la forma
de entender la democracia. La independencia de EEUU abrió la etapa que pondría
fin al Antiguo Régimen y daría paso a la soberanía de las naciones, aunque luego
esta nación devino en el horror de la utilización de armas atómicas contra
Japón, la exportación de cruentas guerras como la de Vietnam o Irak y el flagelo
de los golpes de Estado en Latinoamérica y la cárceles secretas de la CIA. La
revolución rusa abrió una esperanza, en la creencia que la democracia social
además de la política era posible, aunque luego devino en el horror de un
sistema totalitario plagado de GULAG.
La crisis civilizatoria
mundial que toma relevancia en el siglo XXI, tras la crisis económica iniciada
en el 2008, al igual que en otras crisis civilizatorias del pasado, también va a
poner a prueba el espíritu emergente de la democracia.
Si tuviéramos que imaginar
una democracia universal, está tendría que fundamentarse en poner al conjunto
del género humano como sujeto central de la democracia por encima de los
intereses de minorías sociales o naciones. Esta democracia debiera poder
representar las particularidades de cada nación pero también debiera hacer
prevalecer los derechos civiles y el sufragio universal de todo el género humano
en la marcha de los asuntos políticos, económicos, sociales y culturales. Esta
democracia sería la plenitud de la emergencia histórica del espíritu de la
democracia.
En ese objetivo, al igual que
en el pasado hubo hechos y naciones que marcaron la marcha de la humanidad,
ahora también hay hechos y naciones que marcan esa impronta y, por el contrario,
también están quienes que se autoproclaman como los paladines de la democracia y
en realidad se están mostrando como regímenes vacíos dominados por los intereses
de grupos de presión económicos.
Entre los que marcan el
ejemplo a seguir están algunos países latinoamericanos como Brasil, que
partiendo de profundos desequilibrios socioeconómicos construye una democracia
respetuosa con los derechos civiles y al servicio de las necesidades sociales de
la población. Un ejemplo, que trasciende fronteras particularmente hacia todo
Latinoamérica y el África Austral. La percepción de la democracia en Sudamérica
ha surgido del combate a dictaduras neoliberales y de la necesidad de que la
democracia no solo debe ser política sino también social, en resumen, no debe
quedarse en los 21 primeros artículos de la Declaración de los Derechos Humanos
sino que los 21 primeros artículos deben servir para cumplimentar los 30 de esta
declaración.
Tras la crisis iniciada en el
2008, entre los que marcan la vaciedad de la democracia están los países de la
UE o EEUU donde las opciones de los electores se sitúan en un plano donde no
pueden decidir sobre la marcha de los asuntos económicos, pues, los mismos están
secuestrados en manos privadas, sin que constitucionalmente un elector vote al
partido que vote pueda modificar ese principio. Las finanzas occidentales que
son las que rigen la orientación y la marcha de la economía de los países
industrializados están sustraídas del control democrático. La percepción de la
democracia de occidente no solo carece de sentido social, sino que desprecia la
soberanía de las naciones. Un auto proclamado demócrata como el presidente
francés Hollande, no tiene ningún reparo en manifestar que es necesario invadir
Siria, o el presidente de EEUU ve normal bombardear civiles en Afganistán y
mantener un campo de concentración como el de Guantánamo.
Rusia, en base a las
experiencias del pasado esta madurando su percepción de la democracia, la misma
sigue basándose principalmente en el valor de la soberanía y progresivamente,
con altibajos, los derechos civiles se abren paso. Su percepción en las
relaciones democráticas internacionales es de respeto entre naciones, y el
entendimiento de la economía es, en la mayoría de la ciudadanía, que debe servir
a la mayoría de la sociedad, a diferencia de la última década del siglo XX que
estuvo al servicio de minorías privilegiadas
En los países árabes, si bien
es el mundo donde más atrasado está el espíritu de la democracia, se está
abriendo un nuevo capitulo en el entendimiento de la misma, no solamente como
soberanía de la nación, sino en base a reglas constitucionales que la rijan,
acabando para ello, con la saga de familias autoritarias que han venido
gobernando. No obstante, en el mundo árabe siguen latentes, la lucha de quienes
quieren asomarse a los procedimientos democráticos y de quienes únicamente
quieren cambiar dictaduras de un signo por otro, como es el fundamentalismo
sunnita patrocinado por las monarquías absolutistas árabes. Egipto tiene por
delante un largo recorrido político en el que su acierto en la
institucionalización de procedimientos democráticos en conjunción con un
desarrollo económico inclusivo puede generar nuevas sinergias democráticas para
liderar el renacer islámico, aislando a las retrogradas y feudales monarquías
árabes.
En China, la percepción de la
democracia, es estricta con su soberanía, fruto de la amarga experiencia de
haber pasado de ser la nación más brillante de la humanidad a ser humillada en
el reciente pasado por el colonialismo Occidental y japonés. En las relaciones
internacionales mantiene una sólida concepción democrática basada en los cinco
principios de la coexistencia pacífica, y que le está permitiendo ganarse la
confianza política y económica de la mayoría de los países en desarrollo,
particularmente en el África Austral y Latinoamérica. En el plano interno su
proceso de reforma y apertura tiende a ajustarse a la percepción que la mayoría
de la población va adquiriendo de los derechos democráticos. Pero China tarde o
temprano tendrá que abordar un tema fundamental y es la reconciliación política
con el Kuomitang gobernante de Taiwán. Aunque en el terreno económico y social
la parte continental de China y Taiwán están avanzando en la confianza mutua, la
reconciliación con el Kuomitang debiera permitir que este partido, que no es
solo taiwanes sino que es un partido político con vocación de ámbito chino,
pueda comenzar a desarrollar su actividad política en la parte continental de
China. Si bien, la forma de hacerlo debiera ser fruto de un consenso político
entre ambos partidos, el inicio de la actividad política legal del Kuomitang en
China continental abriría las puertas al desarrollo pleno de la democracia en
China.
La emergencia del espíritu de
la democracia como valor político y social, resumida en el cumplimiento integro
de la Declaración de los Derechos Humanos de 1948 y de la Carta fundacional de
las Naciones Unidas, es una necesidad de la mayoría de la humanidad, y por ello,
seguirá avanzando, ahora el peligro principal viene de quienes no quieren perder
su estatus mundial frente al ascenso de los países en desarrollo, y para ello
levantan en sus latifundios mediáticos la bandera de la democracia para
combatirla halla donde no les interesa, promoviendo guerras, complot y golpes de
Estado, particularmente contra los gobiernos progresistas de América Latina,
pues temen que sus éxitos democráticos y sociales sirvan de ejemplo a otros
países del mundo.