08/04/2013
NOTICIA.
Con el lema “Asia en busca de desarrollo para todos: reestructuración,
responsabilidad y cooperación”, se reunió el foro de Bao en el balneario de igual nombre ubicado en la provincia sureña
China de Hainan
Las viejas y las nuevas relaciones
internacionales
El foro de Bao es un organismo no
gubernamental y sin fines de lucro fundado en 2001 con la intención de
promover la integración económica y la unión de los países asiáticos en
sus objetivos de desarrollo.
En el foro, celebrado entre los días 6 y
8 de abril participaron varios jefes de Estado y de gobierno de Asia y
otras regiones del mundo y 1.477 representantes de 43 países y
regiones.
En el discurso de apertura del foro a cargo
del presidente de China Xi Jinping, éste reflexionó sobre el creciente
papel de Asia en la marcha de la economía mundial señalando que el
comercio dentro de Asia ha aumentado de 800.000 millones a tres billones
de dólares desde el comienzo del nuevo siglo, y su comercio con otras
regiones lo ha hecho de 1,5 billones a 4,8 billones de dólares.
Xi Jinping en su alocución hizo un llamamiento
a la cooperación internacional para resolver los problemas globales
“La humanidad solamente tiene una tierra, y
es el hogar de todos los países. Como miembros de la misma aldea global,
es necesario promover un sentido de comunidad de destino común, que es
la base misma del desarrollo sostenible, y sirve a los intereses
fundamentales a largo plazo de todos los pueblos del mundo”.
También pidió la reforma gradual de los las
instituciones financieras internacionales y de gobernanza global, “eliminando
la desconfianza y el recelo entre naciones con el respeto al derecho de
cada país a elegir de manera independiente su sistema social y senda de
desarrollo, convirtiendo la diversidad del mundo en dinamismo y fuerza
motriz para el desarrollo”.
"Debemos abandonar la mentalidad anticuada
y dar rienda suelta a todo el potencial para el desarrollo". “Nada
en el mundo permanece inmutable, y las personas sabias cambian a medida
que el tiempo y las circunstancias cambian. Ha llegado el momento de
abrir con audacia nuevos caminos a fin de crear una fuente inagotable de
energía que impulse el desarrollo común"
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Las relaciones
internacionales se han
ido conformando en la historia contemporánea en función de las
transformaciones que ha ido experimentando la economía
mundo.
En el siglo XIX, con la formación de los
Estados Nación liberales y los imperios coloniales europeos las relaciones
internacionales se
basaban en la disputa de estos imperios por las áreas de influencia
colonial que tenían su principal confrontación en la lucha por la
rectoría del Centro del Sistema Mundial, pues su control aseguraba el
control de las colonias adscritas al imperio respectivo.
En esta etapa, las
relaciones internacionales estuvieron
marcadas, en los inicios del siglo XX, por la lucha entre el imperio
francés, británico y alemán y la emergencia de Japón en Asia Oriental y
EEUU en las Américas.
Tras la gran crisis económica europea de 1873,
se impusieron las tendencias proteccionistas, el reparto colonial de
África en 1880 entre las principales potencias europeas no frenó la
disputa por las áreas de influencia exclusiva que derivaría en la
Primera Guerra Mundial de Alemania contra el resto de imperios europeos.
La derrota alemana en esa guerra, no cambió la
naturaleza de las
relaciones internacionales. Tras el tratado de Versalles que dejaba
a Alemania como nación subordinada de Francia y Gran Bretaña, la pugna
interimperialista continuaría. La crisis de 1929 volvería a acentuar las
luchas interimperialistas y llevaría a Alemania a promover la guerra
para conseguir el dominio de Europa, y a Japón a invadir China con el
fin dominar el Oriente asiático.
Con la derrota de las fuerzas del eje en 1945,
los dos principales ganadores de la contienda EEUU y la URSS conformaron
la nueva geopolítica mundial, basada en nuevas áreas de influencia
respectivas.
No obstante, al término de la Segunda Guerra
Mundial, la transformación más importante del espacio
geopolítico mundo vendría
de la mano del movimiento descolonizador que daría lugar al actual
entramado final de naciones que conforman la ONU. El movimiento
descolonizador tuvo su importancia por la recuperación de la soberanía
de las naciones colonizadas, principalmente de China e India por ser las
mayores del mundo, pero singularmente la tuvo porque marcó un antes y un
después en la historia contemporánea, por constituir la superación del
modelo colonial de la economía
mundo que había regido
desde sus inicios en el siglo XVI.
Las nuevas áreas de influencia establecidas
por EEUU y la URSS se basarían en un modelo de dominio, con dos centros
rectores: Rusia y EEUU, y una serie de naciones subordinadas a los
mismos.
Las naciones emancipadas del dominio colonial
en unos casos se incluirían en estas nuevas áreas de influencia y, en
otros, se mantendrían al margen de las mismas como fueron China y la
India.
En este periodo que duraría desde 1945 hasta
la desaparición del bloque soviético en 1991, las
relaciones internacionales estuvieron
determinadas por el enfrentamiento permanente entre EEUU y la URSS en la
denominada Guerra Fría, en la que los contendientes no llegaban a
confrontar directamente pero si lo hacían principalmente en los países
en desarrollo por mantenerlos o incorporarlos a sus respectivas áreas de
influencia, en el caso de la URSS promoviendo la desconexión del sistema
“capitalista” mundial, y en el caso de EEUU a través de extender el
modelo de dominio neocolonial que venía ejerciendo desde el siglo XIX en
América latina.
Tras el final de URSS y de la Guerra Fría, las
relaciones internacionales pasaron
a estar controladas por un solo centro rector mundial: EEUU. En los años
noventa del siglo XX, Rusia y China los dos países que mantenían su
política independiente en el Consejo de Seguridad de la ONU, no tenían la fuerza internacional ni los lazos con otras
naciones para oponerse al dictado de las nuevas relaciones
internacionales lideradas por EEUU, pero tampoco lo pretendieron, y no
fue por su relativa debilidad respecto de EEUU, sino porque
ideológicamente y conceptualmente habían llegado a la conclusión que el
apego a los cinco
principios de la coexistencia pacífica y
el cumplimiento de la legislación internacional era la mejor manera de
superar la guerra en las relaciones internacionales, tal vez, porque
fueron los dos países del mundo que más sufrieron la guerra de agresión
durante el siglo XX con decenas de millones de muertos y la devastación
de sus países, en el caso de Rusia por Alemania, y en el de China por
Japón.
En los inicios del siglo XX, tras el vacío
dejado por la URSS en la relaciones internacionales, EEUU se lanzó a un
dominio efectivo del mundo, priorizando la región del Oriente Medio como
centro de operaciones. No obstante, los estrategas de EEUU no llegaron a
comprender que el mundo había cambiado. Las derrotas en Afganistán e
Irak, así lo atestiguaron. La victoria pírrica de la destrucción de las
infraestructuras y de la economía en Irak, acabó con la potencia de una
nación que se rebelaba al dominio de Israel en la región, pero ello solo
contribuyó a que las naciones no subordinadas a EEUU recelasen más de su
dominio mundial.
En la primera década del presente siglo se
demostraba que la hegemonía militar y económica de EEUU en el mundo no
le aseguraba que las naciones obligadamente debían subordinarse, sino que su prepotencia les alejaba de su tutela, como
aconteció en Sudamérica en la primera década del siglo XXI, donde la
mayoría de las naciones optaron por diversificar sus intercambios
comerciales con otras potencias emergentes como China y Rusia, lo que
cuestionaba el modelo neocolonial, por el que las economías de las
naciones en desarrollo estaban abocadas a ser necesariamente
dependientes de los países desarrollados al concentrar éstos, con un 20%
de la población mundial, el 80% de la demanda económica efectiva
mundial.
Esta quiebra del modelo neocolonial es lo que
está transformando la economía
mundo hacia un nuevo tipo
de relaciones políticas y económicas internacionales en las que los
países en desarrollo aspiran a la prosperidad igual que los países
desarrollados.
Objetivamente las actuales relaciones
económicas internacionales, dominadas por Occidente, se han convertido
en un lastre para el desarrollo de las fuerzas productivas mundiales, y
subjetivamente, cada vez más, se percibe por las naciones en desarrollo
que deben ser removidas. En ese contexto hay que situar las palabras de
Xi Jinping:
"Debemos abandonar la mentalidad anticuada
y dar rienda suelta a todo el potencial para el desarrollo". “Nada
en el mundo permanece inmutable, y las personas sabias cambian a medida
que el tiempo y las circunstancias cambian. Ha llegado el momento de
abrir con audacia nuevos caminos a fin de crear una fuente inagotable de
energía que impulse el desarrollo común"
Los países en desarrollo apuestan por superar
el modelo neocolonial y contra ello de nada vale la fuerza de las armas,
tal vez con las mismas se puede rendir a un país, pero no a la mayoría
de la humanidad que habita en los países en desarrollo. La fuerza de las
armas como recurso de EEUU en las
relaciones internacionales solo
conduce a la desconfianza de los países en desarrollo hacia EEUU y no a
su subordinación, pues, en un mundo multipolar, cada vez menos naciones
temen ser proscritas por EEUU.
Los estrategas de EEUU viven en una etapa de
desconcierto en esta nueva etapa de la economía
mundo, que les lleva a dar palos de ciego en todas las direcciones,
instigando complots en América Latina, alimentando las tensiones a
través de países interpuestos en el Oriente Medio y el Oriente Asiático
en un fútil intento en esta región por desestabilizar a China, con actos
irresponsables como ha sido la reciente exhibición de los bombarderos B2 en las
maniobras militares con Corea del Sur, que ha desatado la también
irresponsable paranoia militar del régimen de Corea del Norte.
Las fuerzas transformadoras de la
Economía Mundo lideradas
por los países emergentes grandes, medianos y pequeños son los que
demandan unas nuevas relaciones internacionales donde se ponga fin “a
la desconfianza y el recelo entre naciones con el respeto al derecho de
cada país a elegir de manera independiente su sistema social y senda de
desarrollo, convirtiendo la diversidad del mundo en dinamismo y fuerza
motriz para el desarrollo”; “promoviendo un sentido de comunidad
de destino común, que es la base misma del desarrollo sostenible, y
sirve a los intereses fundamentales a largo plazo de todos los pueblos
del mundo”.