23/04/2014
NOTICIA.
El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, en
declaraciones realizadas el 23/04/2014 acusó a Estados Unidos de dirigir
las acciones de las autoridades ucranianas, entre ellas la reanudación
de la operación contra los sublevados en el sureste del país.
NOTICIA.
El 23/04/2014, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en su
visita a Japón aseguro que las islas en disputa territorial con China
están protegidas por un tratado de defensa bilateral entre Japón y EEUU.
La
polarización del mundo multipolar
La
crisis de Ucrania ha desvelado la política de acoso de EEUU a Rusia y,
en el extremo oriente, el apoyo mostrado por Obama a Japón por la
disputa que este país mantiene con China por la soberanía de las islas
Diaoyu ha desvelado también las verdaderas intenciones de EEUU de
pretender contener a China.
Las
declaraciones de ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguei
Lavrov, manifiestan lo que ya era evidente desde el golpe de Estado en
Kiev el 22/02/2014: el gobierno de Ucrania está bajo la dirección de
EEUU. Si la visita del director de la CIA, John Brennan, a Kiev se
realizó de forma reservada y coincidió con la puesta en marcha del
operativo militar contra los sublevados al gobierno de Kiev en el este
de Ucrania, la visita oficial del vicepresidente de EEUU Joe Biden a los
gobernantes en Kiev para
coordinar la política que deben seguir y, tras la
cual, se ha pasado a la reanudación de la ofensiva contra los disidentes
de cultura rusa de las regiones del este de Ucrania, supone un abierto
desafío de EEUU a Rusia.
Por su
parte, el apoyo de Obama a Japón en su disputa territorial con China,
tras la compra y nacionalización unilateral en el 2012 por parte de
Japón de las islas Diaoyu, cuando en el pasado EEUU había manifestado
que se mantendría neutral en ese asunto, y el silencio sobre la
provocativa visita el 22/04/2014 de más de cien legisladores japoneses
al polémico santuario Yasukuni donde se honra a 14 criminales de guerra
de clase A de la Segunda Guerra Mundial, sentenciados
en los juicios de Tokio a
pena de muerte o prisión por genocidio, deja claro que EEUU está
dispuesto a ignorar la historia de pasado fascista de Japón, lo mismo
que en Ucrania al aliarse con los fascistas del Maidan. Al parecer, para
la contención de China y Rusia a EEUU no le importa ya mancillar su
honroso pasado de lucha contra el fascismo.
La
prudencia diplomática con la que EEUU se había movido hasta ahora en su
acoso contra Rusia, y en su relaciones con China, ha pasado a una nueva
fase en la que EEUU apuesta por
la polarización inequívoca contra la emergencia del mundo multipolar
utilizando a países terceros como Ucrania y Japón en su estrategia
geopolítica.
La
emergencia de China y su creciente influencia económica en Latinoamérica
y África, la alianza estratégica de Rusia y China en el espacio
euroasiático y la de los países BRICS en general como articuladores de
sus propios espacios económicos limítrofes, pone de manifiesto que el
paso del tiempo juega en contra de la influencia mundial que EEUU ha
venido detentando desde el final de la Segunda Guerra Mundial, una
tendencia que lentamente está acabando con un modelo de desarrollo
económico mundial basado en la pobreza de la mayoría de la humanidad
para que los países desarrollados pudieran disponer ilimitadamente de
los recursos del planeta.
Occidente desde la revolución industrial ha venido operando para que sus
metrópolis ganasen a costa de que perdiesen los pueblos tecnológicamente
atrasados, y esa
cultura imperial de siglos de dominación colonial y neocolonial le lleva
a considerar y a presentar propagandísticamente la emergencia de las
grandes potencias en desarrollo bajo su mismo esquema, pero no es el
caso de China ni de Rusia ni de los países que sufrieron la barbarie
fascista y de la colonización y el atraso de la neocolonización como los
países de América Latina.
El
peligro para
Occidente que pueden presentar los países BRICS y otras potencias
emergentes regionales no tiene nada que ver con una supuesta disputa por
áreas de influencia, sino porque el desarrollo de los países emergentes
cambia el paradigma mundial de que unos pocos países desarrollados
liderados por EEUU controlen la mayoría de las instituciones
internacionales, como el FMI y el Banco Mundial y puedan cuestionar la
hegemonía del dólar.
Si
tomamos el ejemplo de China como el país emergente económicamente más dinámico, no sigue ni va
a seguir el guión occidental. China sufrió la experiencia histórica del
colonialismo con el imperialismo británico y japonés, y, su desarrollo
está unido al desarrollo de los demás países en desarrollo en la
denominada relación Sur-Sur de ganar todos. China invierte en
infraestructuras en estos países, pues sin infraestructuras no puede
haber desarrollo, mientras que Occidente sigue sembrando entre su
ciudadanía la ilusión del desarrollo a través de ONGs, algo ridículo.
China separa la política de las relaciones comerciales, mientras que
Occidente sigue con la tradición neocolonial de controlar políticamente
a los países en desarrollo. En esta diferente relación China resulta un
socio fiable para los países en desarrollo, mientras que Occidente es
visto como un socio con deseos coloniales, y la relación comercial con
los países desarrollados se fundamenta en que concentran la mayor parte
de la demanda económica
efectiva mundial, pero lo que parece evidente es que los países en
desarrollo, en igualdad de condiciones, prefieren antes a China que a
Occidente, sólo eso explica el desplazamiento comercial de EEUU por
China en América Latina en muy pocos años, cuestión que la CEPAL en sus
informes lo ve como un cambio muy positivo. Si bien China necesita
materias primas para su desarrollo, su PIB per cápita es en la
actualidad de 6000 dólares, muy por debajo de la media de la OCDE y seis
veces menor que el de Alemania. La cuestión es ¿por qué China y otros
países en desarrollo no tienen derecho a aspirar a un PIB per cápita
como el de Alemania? pero el problema para las aspiraciones hegemónicas
de EEUU es que si China alcanzara esa renta per cápita el PIB de China
sería tres veces superior al de EEUU con lo que todo el sistema
económico, financiero y energético mundial cambiaría. Occidente lleva
200 años de ventaja a China en la industrialización, pero China en 30
años ha reducido en gran parte esa ventaja.
Estos
cambios acelerados en la conformación económica mundial, está llevando a
EEUU y otros países desarrollados, a la polarización y el acoso contra
quienes pueden mermar su influencia, en lugar de promover la
colaboración para conformar un mundo sin hegemonías destinado al
desarrollo de toda la humanidad.
Los
países emergentes que aspiran a un mundo fraternal de relaciones
nacionales entre iguales, con un
destino compartido que ponga al conjunto de la humanidad y la
sostenibilidad medioambiental como objetivo principal, no
buscan ni pretenden la polarización,
pero las acciones irresponsables de quienes no quieren abdicar de su
hegemonía puede forzar a los países emergentes a una mayor coordinación
de sus políticas económicas, financieras, energéticas y defensivas.
Comienzan a verse pasos concretos, Brasil se erige en el buque insignia
de la regulación de Internet a escala mundial; Rusia y China avanzan en
la utilización de sus divisas en el intercambio comercial en sustitución
del dólar estadounidense, China y la CELAC apuestan por mecanismos de
colaboración, y los BRICS avanzan en la creación de un banco de
desarrollo que puede tener un capital inicial de 60.000 millones de
dólares.
La
polarización de los países desarrollados, inevitablemente conlleva,
aunque no lo deseen, a la polarización de las potencias emergentes, y su
fortaleza, por representar a la mayoría de la humanidad, es la que puede
alumbrar la esperanza de un mundo sin hegemonías y de paz duradera.