02/08/2014
NOTICIA.
El 01/08/2014 el presiente ruso Vladímir Putin durante la inauguración
de un monumento en Moscú a las victimas de la Primera Guerra Mundial
resaltó que esa tragedia “nos recuerda a qué conduce la agresión y el
egoísmo, el exceso de ambición de los jefes de Estado y las élites
políticas, que prevalecen sobre el sentido común”.
El asalto a la
razón:
El otro aspecto nuevo en la defensa activa de la razón por la ciudadanía
es el movimiento por la Paz. También este aspecto debemos considerarlo
aquí exclusivamente desde el punto de vista de nuestro problema: el
aniquilamiento o la restauración de la razón. No cabe duda de que
también hoy, como en su día bajo Hitler, la preparación de la guerra
constituye la gran fuerza social encaminada a destruir la razón, y, en
la actualidad, su campo de batalla ideológico es la Guerra Fría. Ésta
significa la difusión de una actitud de embotado fatalismo, de pánico,
de miedo paralizador en la gente del mundo.
Georg Lukács:
El asalto a la razón. Budapest 1953. Edición: Fondo de
cultura económica. Buenos aires. Pág. 353.
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En la
historia contemporánea el siglo XVIII constituyó el siglo de las luces o
de la ilustración. Los ilustrados dieron
un impulso a la razón como categoría suprema por
la que el género humano podía poner fin a la historia oscurantista que
le había precedido.
Había llegado para la humanidad el momento de su periplo
histórico, en el que como género, podía aspirar a lograr la
felicidad social en la Tierra porque
el hombre era perfectible y por lo mismo susceptible de alcanzar la
libertad y la justicia social.
No
obstante, la defensa de los intereses creados de las clases sociales que
emergieron con el ascenso del capitalismo al poder político propiciaron
una corriente de pensamiento que
combatiría a la razón como base de la convivencia humana y
sostendría el privilegio de que unas pocas naciones, ciertas clases
sociales privilegiadas, y en algunos casos, la raza blanca o aria,
deberían ser las rectoras de las sociedades, ello era la fuente teórica
de quienes justificaban los intereses materiales de unos pocos a través
de enaltecer el imperialismo y la guerra para su expansión colonial.
En esa carrera, los imperios europeos se disputaron ese liderazgo, dando
lugar a encarnizadas guerras entre las potencias europeas a la vez que
se rendía por la fuerza de las armas a los pueblos colonizados.
El mundo
en los siglos XIX y XX, auspiciado por diferentes variantes del
pensamiento irracional que justificaba la agresión militar de unas
naciones contra otras, tuvo tres grandes confrontaciones. La protagonizada por
Francia bajo el liderazgo de Napoleón (1802-1815) y tras un periodo de
paz entre potencias que duraría cien años, la Primera Guerra Mundial
(1914-1918) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
En esas
tres grandes confrontaciones de la historia contemporánea, Rusia fue el
eje central de la agresión de las potencias europeas, Francia con
Napoleón invadiría Rusia hasta Moscú; Alemania el 01/08/1914 declararía
la guerra a Rusia dando lugar al inicio de la Primera Guerra Mundial, y
en la Segunda Guerra Mundial el 22 de junio de 1941 Alemania invadiría
Rusia llegando en su ofensiva a las puertas de Moscú. En las tres
Guerras, Rusia desempeñaría un papel principal en la derrota de los
agresores, y en las tres también fue quien más victimas civiles y
militares sufrió.
Después
de la Segunda Guerra Mundial el
asalto a la razón vendría
de la mano de quienes justificaban tanto en el espacio soviético como en
el Occidental la Guerra Fría. Rusia tras su victoria sobre la Alemania
Nazi, pretendió restaurar incluso ampliar el Imperio Zarista,
manteniendo bajo su ocupación a los países del este europeo. Si bien en
la primera Guerra Mundial Lenin promovió la Paz de Brest-Litovsk firmando
un tratado de paz el 3 de marzo de 1918, en el que Rusia renunciaba a
Finlandia, Polonia, Estonia, Livonia, Curlandia, Lituania, Ucrania y
Besarabia, en 1945 Rusia con Stalin, debiera haberse retirado a las
fronteras rusas, pero no lo hizo.
Rusia
tras el desplome de la Unión Soviética y la profunda crisis que se sumió
en los años noventa, con el comienzo del siglo XXI comenzó a situarse de
nuevo como una potencia en el mundo. Progresivamente ha ido recuperando
su fortaleza política económica y militar, pero el amargo destino al que
le arrastró la persistencia de lo dirigentes soviéticos de mantener la irracionalidad
imperialista,
le ha llevado, al igual que Alemania, a una profunda
introspección, desterrando ya para siempre la irracionalidad del
pensamiento imperialista.
Pero,
ahora que Rusia transita por el camino de la paz y del respeto entre
naciones y la defensa a ultranza de la legalidad internacional, de
nuevo, se ha convertido en el centro de los ataques de las potencias
instaladas en el pensamiento
irracional que les
otorga el derecho para injerir o invadir países, como lo hace EEUU al
catalogarse a si mismo como nación
excepcional para regir
los destinos del mundo, o de Israel aferrado a la ideología
sionista de supremacía
como pueblo.
Y,
actualmente ante la agresión
mediática y de sanciones que sufre Rusia, y de la impunidad con la que
Israel asesina en Gaza, vuelve el temor de entrar en una nueva Guerra
Fría.
Se le
acusa por parte de Occidente a Rusia de todo lo malo que acontece en
Ucrania, cuando Ucrania no es Rusia, y la responsabilidad de lo que
acontece concierne a los ucranianos. En el caso del fatídico derribo del
avión de pasajeros de Malaysia Airlines (MH17), sin esperar a las
investigaciones en curso, los políticos y medios occidentales ya ha
señalado a Rusia como culpable, subiéndose incluso en el carro de la
irracionalidad y la frivolidad política el propio presidente de EEUU, al
afirmar sin tener todavía pruebas que detrás del derribo del avión está
Rusia, cuando, con independencia de las conclusiones que ofrezcan los
investigadores, es el gobierno de Ucrania quien tenía la competencia
sobre las torres de control de los vuelos que transitaban por Ucrania y
es, por ello, responsable de permitir que un avión de pasajeros
sobrevolase una zona de guerra, cuando su obligación era haber desviado
su itinerario fuera del espacio aéreo del conflicto.
En el
caso de la incursión de Israel en Gaza la justificación de la
irracionalidad del asesinato de civiles es un asalto
a la razón sin límites.
Hasta los propios medios de comunicación instalados en la irracionalidad
discursiva de la justificación de la excepcionalidad estadounidense,
no pueden menos que criticar la barbarie sionista, ideología de quienes
con su actuación criminal pervierten la tradición humanista del judaísmo
que tantos judíos defienden frente al sionismo.
En la
actualidad, el asalto a la
razón está cobrando una
nueva dimensión, no solo por los hechos que convulsionan la paz del
mundo sino por las justificaciones ideológicas, retóricas y mediáticas
que los amparan.
Y,
aunque la razón crítica no puede acabar por si misma con la sinrazón de
las injerencias y de las guerras de agresión, la lucha de la ciudadanía
por la razón de la paz y del respeto entre naciones conserva su
importancia histórico-universal.
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El
párrafo con el que Georg Lukács termina su obra El
asalto a la razón, es una proclama a favor de la restauración
de la razón que cobra
ahora plena vigencia.
Las
ciudadanía combatiendo por la razón de la paz en la calle, proclaman su
derecho a influir activamente en la suerte del mundo. Y ya no
renunciarán nunca a ese derecho, al derecho a servirse de la razón en su
propio interés y en interés de la humanidad, al derecho a vivir en un
mundo racionalmente gobernado y no en medio del caos de la locura de la
guerra.