18/10/2014
NOTICIA. El
15/10/2014, el Secretario de Defensa de los Estados Unidos Chuck Hagel
en su intervención en la conferencia anual de la Asociación del Ejército
de los Estados Unidos, afirmó que Washington debe hacer frente a Rusia y
su moderno y competente Ejército.
NOTICIA. El
16/10/2014, en la inauguración de la cumbre del foro Asia-Europa (ASEM,
por sus siglas en inglés) en Milán, el ministro de Asuntos Exteriores de
Rusia Serguéi Lavrov, manifestó su preocupación por la falta de una
cultura de búsqueda de compromisos que puedan ser la base para un
trabajo en equipo eficaz.
Geoestrategia de la dominación y geoestrategia de la colaboración
El
15/10/2014, el Secretario de Defensa de los Estados Unidos Chuck Hagel
en su intervención en la conferencia anual de la Asociación del Ejército
de los Estados Unidos, señalo los desafíos militares que tiene EEUU,
entre los que situó a Rusia, y el despliegue actual de las fuerzas
terrestres estadounidenses en el mundo para afrontarlos.
“Si
bien ya no hay 150.000 soldados estadounidenses participando en guerras
terrestres en Irak y Afganistán, un número casi idéntico de ellos
todavía están desplegados en unos 150 destinos de todo el mundo. Esto
incluye a los 80.000 soldados presentes en el área de Comando del
Pacífico de Estados Unidos y cerca de 20.000 soldados en Corea del Sur
listos para "luchar esta misma noche". "También hay 40.000
soldados bajo el Comando Central; 28.000 soldados en Europa y varios
millares en África y América del Sur, a algunos de los cuales visité en
Colombia la semana pasada".
----------
En la
historia contemporánea, bajo la premisa del dominio
global el
concepto de geoestrategia ha
formado parte de las potencias que aspiraban a ser el centro
rector de la economía
mundo fundamentándose en
tres pilares: el dominio
económico basado
en un centro rector y una
periferia subordinada; la hegemonía
cultural basada
en valores civilizatorios supremacistas (políticos,
culturales o religiosos) y, en última instancia, el poder
militar para
someter mediante la amenaza, las sanciones o la guerra a los países o
sectores sociales rebeldes a la tutela de la potencia rectora.
Desde la
Primera Revolución Industrial hasta la Segunda Guerra Mundial los centros de
poder mundial se ubicaron en Europa en una relación colonial con
el resto del mundo basado en áreas de influencia según imperios. La
disputa entre potencias por erigirse en centro
único rector
mundial desembocaría en dos Guerras Mundiales.
Tras la
Segunda Guerra Mundial los centros de
poder mundial pasaron a localizarse en EEUU y Rusia. En la posguerra, el
vacío de poder dejado por el desplazamiento de los antiguos
imperios europeos favoreció la emancipación de los territorios sometidos
colonialmente y su proclamación como naciones soberanas. Los nuevos
países se alinearían en tres corrientes, los situados bajo la órbita
soviética, los alineados con EEUU y los que se mantuvieron relativamente
neutrales.
El modelo
civilizatorio de confrontación por controlar el mundo desde un Centro
Rector no cambiaría y
daría lugar a una prolongada Guerra Fría entre Rusia y EEUU. Rusia lo
haría a través de: promover la desconexión del
sistema capitalista mundial creando un área de influencia económica
basada en la estatalización de la economía; su proyección política y
cultural con la propagación de los postulados del socialismo soviético
en la que Rusia tenía su centro rector;
el desarrollo de su poder militar de forma global con la presencia
militar en los países bajo su tutela. Por su parte, EEUU lo haría con:
1. la subordinación de los países en desarrollo a ser suministradores de
materias primas y de mano de obra barata;
2. su proyección política y
cultural erigiéndose en defensor mundial de la democracia liberal, y
3. desarrollando también su poder militar de forma global y con la
presencia militar en los países bajo su influencia.
Si bien,
durante la Guerra Fría no llegó a producirse una confrontación militar
directa entre Rusia y EEUU, la rivalidad entre ambas potencias se
manifestaría apoyando a las partes enfrentadas en la Guerra de Corea
(1950-1953); la Guerra de Vietnam (1965-1975), y la guerra de Afganistán
(1978-1992), a su vez, en las respectivas áreas de influencia de ambas
potencias también se produjeron cambios importantes. En el área de
influencia soviética el cambio más importante sería la ruptura chino
soviética que situaría a China fuera de la influencia de Rusia, y en
segundo lugar, el surgimiento de un movimiento político en los países
del este europeo contrario a su dependencia de Rusia. En el área de
influencia estadounidense los cambios más relevantes se producirían en
Latinoamérica donde EEUU para frenar los avances de los movimientos de
izquierda tuvo que apoyar a siniestras dictaduras, conformándose en todo
Latinoamérica un movimiento social y político contrario al dominio
estadounidense que apoyado en oligarquías apátridas mantuvieron en el
subdesarrollo a la mayoría de la población.
En la
última década del siglo XX, con el desplome de
la Unión Soviética
desapareció uno de los dos centros rectores
mundiales, y los países del Este Europeo que dependían del Centro Ruso
optaron rápidamente por la desvinculación de Rusia y, Alemania, dividida
por la Guerra Fría, pudo reunificarse. La concepción geoestratégica basada
en la premisa del
dominio global quedó
solamente en manos de una potencia: EEUU, que pasó a reformular la misma
para ampliar sus postulados de subordinación al resto del mundo,
incluida Rusia.
El
impulso de EEUU en el desarrollo de una geoestrategia para
el dominio global se basaría en reforzar el modelo de su supremacía
económica, cultural y militar mundial. En el ámbito económico a través
de promover un ciclo consumista
centrado en los países desarrollados cuyos beneficiarios eran las
grandes corporaciones financieras occidentales, relegando a los países
en desarrollo a permanecer como suministradores de materias primas y
mano de obra barata; en el ámbito cultural, destacando su
excepcionalidad política y económica mundial como justificación para
invadir o desestabilizar países que no se avenían a su tutela, y en el
plano militar extendiendo su presencia en los países del este europeo a
través de la ampliación de la OTAN, y en
el Oriente Medio desestabilizando la región para controlar los centros
productores de combustibles fósiles, lo que le llevaría a invadir
Afganistán e Irak y acosar a Irán con sanciones económicas, política que
en la actualidad persiste contra Siria.
No
obstante, la pretensión estadounidense de erigirse en el rector
indiscutible mundial entró en colisión con el soberanismo de otras
potencias que renacían con vigor tras la Guerra Fría, principalmente
China y Rusia, y en América Latina con los movimientos de izquierda. En
el caso de China, la fuerza de la soberanía nacional que se había
fraguado contra la invasión japonesa no podía ser rendida por las
ambiciones estadounidenses; en el caso de Rusia, el estado de postración
que como nación había caído en los años noventa traería un auge de las
fuerzas soberanistas rusas que se impondrían a las oligarquías apátridas
uncidas a los intereses de EEUU; paralelamente en Latinoamérica
cobrarían fuerza los movimientos soberanistas de izquierda y, en el
Oriente Medio, se consolidaría el eje de resistencia formado por Irán,
Siria y Líbano.
Estas
fuerzas políticas emergentes que se fraguaron latentemente en la última
década del siglo XX, que comenzaron a manifestar su poder político y
económico en la primera década del siglo XXI, tomaron un auge inesperado
tras la crisis económica global del ciclo neoliberal
(1973-2008). La paralización económica de los países desarrollados a
pesar de incidir negativamente en los países en desarrollo ha
constituido un revulsivo para su transformación económica,
principalmente en China, que se encuentra inmersa en un cambio de su
modelo económico básicamente manufacturero y exportador, a otro
complementado con la promoción del consumo interno y el impulso para la
transformación definitiva de la sociedad rural a urbana, lo que supone
una modernización estructural de calidad de toda su economía.
No
obstante, ni el ascenso de China ni su progresiva alianza con el resto
de los BRICS supone que ninguna de estas potencias pueda ni quiera
reeditar el viejo modelo de crear un nuevo centro rector de dominación
mundial. El
último vestigio civilizatorio de esta tradición es EEUU y
su fuerza sigue rigiendo todavía los destinos del mundo, y esta potencia
no puede evitar ser presa de su propia naturaleza imperialista que marca
su destino, lo que le lleva de manera continua a persistir en su geoestrategia
global de dominación económica,
cultural y militar mundial.
La
geoestrategia de la dominación se justifica en la necesidad de tener un
oponente y, EEUU, no tiene ya oponente y debe recurrir a inventarse
enemigos globales para justificar ante sus ciudadanía y la de los países
con gobiernos bajo su influencia, de que está luchando contra las
ambiciones de otras potencias, lo que le impulsa a promover un poderoso
aparato de propaganda reviviendo falazmente en los medios de
comunicación, en el cine y en la cultura el esquema civilizatorio de
confrontación entre potencias que, si bien en el siglo XX dio lugar a
dos cruentas guerras mundiales y al periodo de la Guerra Fría,
actualmente no existe.
Pero el
hecho de que ya ninguna de las potencias más importantes del mundo, como
son China y Rusia, no puedan ni pretendan constituir un nuevo centro
rector mundial no implica
que hayan renunciado a una geoestrategia
global. El mundo se ha vuelto tan interconectado que toda potencia
tiene la responsabilidad de tener una visión global que por oposición a
la geoestrategia de
la dominación global
desde un centro rector, solamente puede basarse en una geoestrategia de
destino compartido y de colaboración entre naciones,
y es en ella en la que se sitúan los BRICS y los países en desarrollo
que aspiran a un desarrollo económico soberanista.
La geoestrategia de
la colaboración está en construcción y por ello precisa ampliar su
bagaje intelectual, mediático, cultural y artístico a nivel mundial. Si
bien, la respuesta a los graves problemas que atenazan a la humanidad
de subdesarrollo, guerras y deterioro medioambiental, actúan a favor
del avance de las naciones que apuestan por la geoestrategia de
colaboración.
A
diferencia, la geoestrategia de
la dominación cuenta con el pasado histórico y la tradición intelectual
de haber sido la que ha guiado los destinos de la humanidad en los
últimos siglos, y ello, pesa de forma importante en la percepción de
gobernantes, analistas internacionales y políticos, principalmente de
los países más industrializados que temen la posible pérdida de su
estatus mundial, lo que les induce a resistirse a los cambios y a
considerar la geoestrategia de la
colaboración entre naciones como la emergencia de otro poder de
dominación mundial.
El pasado
de las potencias que fueron imperios no puede cambiarse y acentúa la
percepción negativa que unas naciones puedan tener de otras como, por
ejemplo, es el caso del enfoque que las élites
políticas y oligárquicas de algunos países del Este europeo hacen de su
pasado bajo la URSS, y lo siguen extrapolando a Rusia, cuando los hechos
muestran que Rusia ha superado ese periodo de su historia para
proyectarse en un mundo multipolar. Y paradójicamente, estas élites han
pasado a añorar las cadenas que cercenan la soberanía de sus países,
pero esta vez bajo la tutela estadounidense. De manera diferente, en
Latinoamérica, la percepción de opresión por parte de EEUU está llevando
a que las naciones que la componen se hayan embarcado en hacer de la
dignificación de su soberanía su principal seña de identidad, y a
situarse en la geoestrategia de
la colaboración entre naciones.
El valor
de la soberanía de las naciones es el mayor escollo político para el
avance de la geoestrategia
de la dominación, y por ello, las naciones que hacen de la soberanía
su principal valor político son las más acosadas por EEUU. La retórica
estadounidense sobre la democracia es una falsedad pues no existe
democracia sin soberanía, la soberanía de la nación es lo primero,
porque cuando la soberanía está mediatizada por un centro
rector de dominación
foráneo es una soberanía tutelada y el poder democrático del pueblo no
puede ejercerse libremente.
Fundamentos de la geoestrategia de la dominación y
de la geoestrategia de la colaboración |
Geoestrategia de la dominación |
|
Geoestrategia de la
colaboración |
ECONOMÍA
- Centro rector
financiero mundial.
- Concentración de
la riqueza en el centro rector; periferia económica subordinada
(neocolonialismo)
- Relaciones de
dominación basada en el principio de que los países ricos ganen. |
ECONOMÍA
-Instituciones
financieras mundiales compartidas.
- Desarrollo de las
naciones en base al criterio de destino común compartido.
- Relaciones de
igualdad basada en el principio de ganar todos. |
CULTURA
- Supremacía
política mundial de las naciones ricas.
- Exportación de la
ideología supremacista basada en
supuestos valores civilizatorios
superiores.
- Justificación del
excepcionalismo del centro rector mundial para intervenir e
injerir en otras naciones vulnerando su soberanía.
-Centro mediático
mundial; promoción en los medios audiovisuales de la cultura de la
violencia y de la supremacía política occidental |
CULTURA
- Respeto entre
naciones, a sus sistemas políticos y a su propia evolución
pacífica.
- Relaciones entre
naciones basadas en la no injerencia y el beneficio mutuo.
- Promoción de la
paz entre naciones, el respeto a su soberanía y de la paz como
base para alcanzar el desarrollo y la democracia.
- Promoción en los
medios audiovisuales de la cultura de la soberanía, la paz y el
desarrollo compartido. |
DEFENSA
- Doctrina militar
ofensiva.
- Distribución
mundial de las fuerzas militares terrestres.
- Servicios de
inteligencia destinados a la desestabilización de naciones. |
DEFENSA
- Doctrina militar
defensiva.
- Fuerzas militares
terrestres dentro de las fronteras nacionales.
- Servicios de
inteligencia para la defensa nacional. |