01/01/2016
NOTICIA.
Las celebraciones del inicio del año 2016 se realizaron bajo la amenaza
de atentados terroristas jihadistas
NOTICIA.
El 31/12/2015, el presidente chino, Xi Jinping, en su discurso de Año
Nuevo, anunció un mayor compromiso de China en los asuntos
internacionales.
NOTICIA.
El 31/12/2015, el presidente ruso, Vladímir Putin, emitió el decreto
sobre la nueva estrategia de seguridad nacional de Rusia.
Tendencias del movimiento histórico
Los
celebraciones del inicio del año 2016 se han visto enturbiadas por las
amenazas terroristas atribuidas al Estado Islámico (EI) detectadas por
los servicios de seguridad en varias ciudades occidentales. Nueva York,
en EEUU; Bruselas en Bélgica, y Munich en Alemania han sido las ciudades
donde las amenazas han sido más reales, aunque el efecto de la amenaza
terrorista, tras los recientes atentados de París y el derribo del avión
de pasajeros ruso sobre la península de Sinaí, se ha proyectado a
numerosas capitales del mundo que se han visto obligadas a tomar medidas
especiales de seguridad.
La
inestabilidad política que se irradia globalmente desde el Próximo y
Medio Oriente hacia la región rusa del Cáucaso y centro
de Asia ha llevado a Rusia a tomar una acción decida para combatir al
Estado Islámico en Siria y adoptar una política de seguridad más proactiva tanto fuera como dentro de sus fronteras. De igual manera,
China aprobó recientemente su primera ley
antiterrorista en la que
se prevé la posibilidad de que China pueda participar, al igual que lo
hace Rusia, conforme al derecho internacional con fuerzas militares
fuera de sus fronteras. La mayor implicación de China en los asuntos
internacionales fue una parte importante del discurso de fin de año del
presidente chino, Xi Jinping.
Ambos
países manifestaron su voluntad de unir esfuerzos y los presidentes
respectivos anunciaron su esperanza de que la comunidad internacional
pueda trabajar conjuntamente por la paz, con un espíritu de cooperación.
En su alocución de fin de año, el presidente Chino Xi Jinping
manifestaría: "Transformemos el antagonismo en cooperación, la
hostilidad en amistad y forjemos juntos una comunidad de destino
compartido para toda la humanidad".
En el
decreto sobre la nueva estrategia de seguridad nacional de Rusia, se
señala la cooperación como
una meta a lograr: el gobierno ruso aboga por un "fortalecimiento de
la cooperación mutuamente beneficiosa con la Unión Europea" y una
"colaboración de pleno valor con EEUU en base a intereses comunes,
incluso en el ámbito económico", definiendo en el mismo decreto la
prioridad nacional de Rusia en "afianzar el estatus de una potencia
mundial líder, cuya actividad se dirige a mantener la estabilidad
estratégica y relaciones de socios mutuamente beneficiosas en
condiciones de un mundo policéntrico”.
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El movimiento
histórico se puede
definir como una serie de acontecimientos militares, políticos,
económicos, tecnológicos o culturales relevantes en el devenir de la
humanidad, de tal manera que los estadios geopolíticos alcanzados
difícilmente son reversibles.
En el siglo XIX, el final
del Antiguo Régimen en Europa con el triunfo de las revoluciones
liberales, y la generalización de la revolución industrial, supuso un
punto de inflexión histórico que marcó definitivamente la separación de
la Edad Moderna de la Edad Contemporánea; las rivalidades imperiales de
las potencias europeas que llevaron a las dos guerras mundiales en la
primera mitad del siglo XX tuvieron su punto final tras la Segunda
Guerra Mundial, dando lugar a un nuevo orden mundial que descansaba
básicamente sobre las dos potencias triunfadoras: EEUU y la URSS. La
segunda mitad del siglo XX alumbró la formación de nuevas naciones
surgidas tras los procesos de descolonización, principalmente en África
y Asia, conformando el actual mosaico de naciones que constituyen la
ONU. La desaparición de la URSS en la última década del siglo XX, cambió
de facto el orden de posguerra, dando lugar a la formación de un mundo
con el predominio casi hegemónico de una sola potencia: EEUU.
El periodo entre la caída
del muro de Berlín y la crisis financiera internacional del 2008,
marcaría el periodo de esplendor de EEUU. La política económica
neoliberal basada en el consumismo de una quinta parte de la humanidad
se demostró en ese periodo como la más efectiva para el desarrollo de
las fuerzas productivas mundiales. La debilidad geopolítica de China y
Rusia, inclinadas en ese periodo a una política de apaciguamiento con
EEUU, daría lugar a una agresiva doctrina geopolítica estadounidense
para dominar el Próximo y Medio Oriente, con la pretensión de establecer
su dominio en Afganistán, Irak, Siria e Irán.
Sin embargo, tras años de
guerra en Irak y Afganistán, EEUU no consiguió someter a esas naciones,
lo que supuso un fracaso respecto de las expectativas que dieron lugar a
las ocupaciones que apuntaban en última instancia contra Irán, ello y la
crisis financiera del 2008 situarían a EEUU en un momento de debilidad
relativa, ante el riesgo de empantanarse militarmente en el Medio
Oriente sin resultados positivos, y con la incertidumbre de la salida a
la profunda recesión del 2008.
A su
vez, tanto China como Rusia, fueron reafirmándose como potencias
soberanas, y abandonando la política internacional seguidista de EEUU.
China mantuvo un crecimiento económico medio alto, a la vez que ambas
potencias desarrollaban su capacidad militar disuasiva con la
modernización de sus ejércitos, hasta situarse en la actualidad como dos
potencias mundiales con una fortaleza incuestionable; pero EEUU y las
potencias de la OTAN se resisten a aceptar una realidad diferente a la
que se conformó en los años noventa del pasado siglo tras la caída del
muro de Berlín, y su interés
es revertir cualquier nueva situación geopolítica que cuestione ese
estatus.
Para los
grandes medios de comunicación y dirigentes políticos de las naciones de
la OTAN, el mundo parece no haber cambiado, y su mensaje es que el
triunfo histórico alcanzado por Occidente tras la desaparición de la
URSS sigue intacto y vigente, creando la
ilusión de que si el imperio soviético pudo ser derrumbado, ahora
también se puede hacer retornar a Rusia y China a su estatus de la
década de los noventa del final del siglo XX.
Se
pretende también hacer prevalecer la ficción de que las guerras de
agresión y los apoyos a los cambios violentos de regímenes tanto en el
Oriente Medio, Norte de África y Ucrania, trajeron avances políticos;
cuando el resultado ha sido el aumento de la inseguridad y la barbarie
en esas regiones del mundo; donde había tolerancia entre las diferentes
creencias como en zonas de Siria, Irak y Libia, ahora hay persecución y
martirio principalmente de cristianos, donde había paz ahora hay guerra
como en Siria, Irak, Libia y Ucrania, y donde había inicios de
prosperidad ahora hay devastación,
que
provoca el desplazamiento de cientos de miles de refugiados hacia los
países europeos.
Pero una
cosa es la realidad mediática occidental y otra diferente la realidad
del momento histórico.
China
con un crecimiento alrededor del 7% de su PIB, sigue contribuyendo al
crecimiento del PIB de la economía mundial con más de un 30%. Los
avances tecnológicos rusos en el campo de las armas ofensivas y
defensivas y del armamento disuasivo nuclear están superando
cualitativamente a las de EEUU.
China
como potencia económica, y Rusia militarmente, han iniciado una seria
apuesta por la conformación de un mundo
multipolar que vendría a
equivaler en la actualidad a que ninguna decisión importante sobre la paz
y la guerra tanto a nivel
global como regional puede tomarse sin contar con ellos, como así se ha
demostrado en el 2015, con el acuerdo sobre el programa nuclear iraní, y
con la aprobación por el CSNU de la resolución 2254 sobre la hoja de
ruta para resolver el conflicto sirio y hacer frente al Estado Islámico.
Y, Esa
nueva realidad global, se erige ya como un paso histórico de difícil
retroceso, lo que supone desde la perspectiva del movimiento
histórico un nuevo
estadio geopolítico bastante consolidado.
Las
política de colaboración ente
naciones propuesta por los países emergentes no encaja en la tradición
Occidental acostumbrado a subordinar a otros países a sus intereses, y
ello ha venido conformando, dos tendencias en el mundo: 1. Occidente
escorado hacía la confrontación y la defensa de su hegemonía; 2. los
Países emergentes a favor de instaurar una paz duradera que les permita
promover su desarrollo y avanzar en la integración económica regional y
mundial.
En la
actualidad, la política de confrontación ya ha quedado demostrada que no
permite a las potencias occidentales avanzar en su hegemonía, sino que
por el contrario solo es causa
de desestabilización, la cual está siendo
aprovechada por un tercera fuerza como es el Estado Islámico para
expandir su influencia.
En lo
que respecta a China y Rusia, mientras persista la política de
confrontación contra esas naciones por EEUU, éstas se verán obligadas a
desarrollar un política defensiva y de mayor colaboración para aumentar
su fortaleza en el escenario internacional hasta que se imponga
históricamente la evidencia de que es necesario “Transformar el
antagonismo en cooperación".
El año
2015, ha sido un año turbulento en el que la políticas de confrontación
de Occidente principalmente contra Rusia con el régimen de sanciones,
han tenido su reverso en el acuerdo del grupo 5+1 con Irán para poner
fin al contencioso sobre el desarrollo de la energía nuclear en ese país
y levantar las sanciones que pesaban sobre el mismo. Los desafíos
globales como el Cambio Climático terminaron con un acuerdo de las
naciones del mundo para combatirlo.
El año
2016 debería ser un año de impulso a las políticas de colaboración entre
las grandes potencias, pues ello contribuirá a fortalecer un escenario
de paz y consenso que permita avanzar en la lucha contra el terrorismo
global, y a las naciones avanzar en su aspiración de paz y desarrollo.