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Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Seudónimo: Saint Just

Artículos


14/03/2017

NOTICIA. El 14/03/2017, culminaron las sesiones anuales de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino y de la Asamblea Popular Nacional.

 

Los caminos de la confrontación

Las sesiones de las dos instancias políticas más importantes de China, consultiva y legislativa, que se celebran una vez al año con una duración de dos semanas, se han realizado en medio de las incertidumbres creadas en el panorama internacional tras el anuncio de la nueva administración republicana de EEUU de adoptar una política comercial proteccionista y de contención política y económica de China.

De manera diferente, la orientación política emanada de las dos asambleas nacionales de China ha sido continuar con su proceso de reforma y apertura para trabajar con la comunidad internacional en base a la cooperación y el beneficio mutuo.

La orientación geopolítica mundial parece delimitarse claramente entre la política de la confrontación buscada principalmente por EEUU, y la política de la colaboración con el propósito de construir una comunidad internacional de futuro compartido que tenga como núcleo buscar la paz y la prosperidad para el conjunto de la humanidad.

Los geoestrategas occidentales, en los que predomina la mentalidad decimonónica darvinista del éxito del más fuerte, juzgan la relación entre naciones bajo ese enfoque y, por ello, no cabe en su concepción civilizatoria, que pueda ser genuina la intención de China de pretender un futuro de paz y prosperidad compartido por todas las naciones del mundo, considerando que China está formulando estrategias para destronar a EEUU y dictar un nuevo orden mundial mientras se produce un traspaso del poder de Occidente a Oriente.

La consideración Occidental de que la confrontación es lo que le ha permitido alcanzar su estatus predominante económico y militar global, se sustenta en el resultado victorioso de su lucha con la URSS, y en la supremacía alcanzada sobre el resto de naciones en el terreno científico, técnico, económico y militar.

El propósito de china de alcanzar una comunidad de futuro compartido no entra en los planes de Occidente. Para la mentalidad occidental el escenario mundial sigue dividiéndose en dos mundos, el mundo libre, y el resto de naciones. El mundo libre, liderado por EEUU, es el de la libertad y los derechos humanos y el que encarna la parte de la civilización más avanzada de la humanidad. El otro mundo es considerado dominado por gobiernos totalitarios y corruptos, que no hacen nada por sus pueblos ni por cambiar las costumbres atrasadas de los mismos.

Desde esos postulados, se entiende que los avances en los países en desarrollo no pueden venir de la mano de sus gobiernos sino que deben realizarse a través de Organizaciones no Gubernamentales (ONG) principalmente occidentales. Dentro de ese concepto, la USAID es el proyecto estadounidense más extendido entre los países en desarrollo.

Algunas ONGs occidentales, con el apoyo de los grandes medios de comunicación, han pasado a ser entre la ciudadanía la máxima autoridad en las denuncias contra los gobiernos de los países que no se alinean con las políticas de los países desarrollados, con informes siempre negativos en derechos humanos, lo cual alimenta el sesgo de excepcionalidad occidental para exportar al mundo “no libre” los supuestos valores universales occidentales, y justifica la injerencia y las intervenciones militares cuando se realizan bajo la supuesta “noble causa” de derrocar regímenes dictatoriales, como se hizo en Afganistán, Irak y Libia.

Bajo ese punto de vista, el destino de la humanidad debe ser que el mundo esté dirigido desde las metrópolis occidentales; en las naciones que no aceptan esta premisa se persigue sin descanso subvertir los gobiernos “rebeldes” por gobiernos tutelados, el campo de la colaboración está restringido al ámbito de las relaciones económicas, pero según los casos, las mismas también pueden ser instrumentalizadas mediante sanciones o bloqueos como elemento de presión política.

En el periodo de la Guerra Fría, el destino de la humanidad se fraguaba en base a dos proyectos globales, el liberal y el socialista, pero con el fin de la URSS no existe ninguna potencia que cuestione el mundo liberal, sin embargo, Occidente ha persistido en su objetivo de regir el mundo bajo patrones liberales desde la nación que se convirtió al final del siglo XX en la primera potencia mundial: EEUU.

Tal objetivo ha requerido de un despliegue militar global. EEUU tiene un presupuesto militar de 560.000 millones de dólares, que es nueve veces superior al de Rusia y cuatro veces superior al de China, aunque paradójicamente su capacidad defensiva no resulta más eficaz que la que tienen Rusia y China. Ello es debido al concepto de dominio global que le obliga a tener cientos de bases militares fuera de sus fronteras y un despliegue de flotas armadas en todos los océanos del mundo, mientras que Rusia y China limitan sus gastos militares casi exclusivamente a la protección de sus fronteras terrestres y marítimas.

Sin embargo, el proyecto de dominio neoliberal mundial que pretendió en el presente siglo cambiar el mundo a través de la confrontación solo ha dejado tras de sí caos en las naciones que ha intervenido más activamente. Sus intervenciones en Afganistán, Irak, Libia, Siria y Ucrania, bajo la bandera de la exportación de los derechos humanos, contra denostados regímenes por la prensa occidental, ha devenido en una enorme catástrofe humanitaria que suman cientos de miles de muertos, millones de refugiados y países devastados.

Estas experiencias debieran ser suficientes para demostrar que los caminos de la confrontación se han convertido en caminos sin salida que en ningún caso sirven al propósito de buscar la paz y la prosperidad para el conjunto de la humanidad; pero todavía es muy pronto para que las sociedades occidentales saquen esas conclusiones. El pensamiento político occidental tanto en los partidos de derecha como de izquierda siguen anclados en el concepto neocolonial del excepcionalismo occidental que antepone, el derecho a las injerencias en otros países, al respeto de la soberanía de las naciones; en el siglo XIX lo fue bajo la bandera de la exportación de la civilización occidental y actualmente bajo la bandera de exportación de la democracia liberal, lo que obliga a las naciones consideradas rivales principalmente a China y Rusia a aumentar sus potencialidades defensivas.

Hay un recorrido que la humanidad inevitablemente va a tener que transitar, entre quienes siguen aferrados al camino de la confrontación bajo la premisa de una rectoría mundial desde las metrópolis occidentales, y quienes trabajan por construir un camino de destino común compartido basado en el respeto entre naciones. Este segundo camino tiene más posibilidades de abrirse paso principalmente entre los principales países emergentes y países en desarrollo quienes deberán ir forjando un frente común de personas y naciones en base a esa premisa, y en la medida que esta opción cobre fuerza, el camino de la confrontación se debilitará.

El destino de la humanidad solo puede ser el del de un destino común compartido o no lo será.

 

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