01/11/2017
NOTICIA. El 7 de noviembre del 2017 se cumple el centenario de la
Revolución Rusa.
Cien años después. El legado de la
Revolución Rusa
El 7/11/2017 en el calendario gregoriano occidental se
cumple el centenario de la Revolución de Octubre (25 de octubre según el
calendario juliano en vigor en la Rusia de 1917). Cien años después, los ecos de
la Revolución de Octubre parecen olvidados en el tiempo, sin embargo,
desde esa fecha la historia no solo de Rusia sino de toda la humanidad ha estado
profundamente marcada por su legado.
La historia contemporánea universal ha tenido tres
grandes hitos o precedentes sobre los que han descansado las transformaciones
políticas más importantes del mundo contemporáneo: 1. la Revolución por la
Independencia de las trece colonias británicas americanas que dio lugar el
cuatro de julio de 1776 a la primera nación moderna, Los Estados Unidos de
América; 2. la Revolución Francesa de 1789 que abolió el Estado de
Antiguo Régimen basado en la soberanía absoluta del Rey sustituyéndolo por
la soberanía popular, y 3. la Revolución Rusa de 1917 que estableció la
paz con Alemania, y abolió la propiedad de la burguesía dándole el poder de
gestión económica al pueblo a través de los consejos o Soviets de obreros y
campesinos.
La revolución de EEUU, marcaría la impronta de la
independencia a lo largo del siglo XIX a todas las naciones del continente
americano. La revolución francesa fraguó los ideales que desencadenarían también
en el siglo XIX, la ola de revoluciones liberales en toda Europa. La revolución
rusa de Octubre abriría en la primera mitad del siglo XX un proceso de
movimientos obreros y populares por la conquista de un Estado al servicio de los
derechos económicos y sociales de las clases trabajadoras.
Los movimientos políticos liberales hicieron de la "Libertad"
su bandera, y los movimientos obreros lo hicieron de la Justicia social.
Los Liberales y Socialistas competirían entre si por el poder político en las
respectivas naciones. En este proceso el movimiento socialista se dividiría en
la consideración de como alcanzar el poder del Estado, dando lugar al movimiento
socialdemócrata y el movimiento comunista. Mientras la
socialdemocracia consideraba que el poder político del Estado para llevar a cabo
las transformaciones económicas y sociales, debía alcanzarse exclusivamente por
vía electoral, para el movimiento comunista tal cuestión era insuficiente porque
el poder armado del Estado servía a los intereses de los grandes propietarios y,
por ello, se precisaba sustituir las fuerzas armadas y de funcionarios del viejo
Estado por otras de carácter revolucionario.
Esa visión es lo que impulsaría al partido Bolchevique
liderado por Lenin a la toma del Estado por la fuerza de las armas en un momento
histórico crucial para Rusia. En 1917 tras tres años de participación de Rusia
en la Primera Guerra Mundial el país se encontraba militar y económicamente
agotado y el descontento de la población con la monarquía Zarista de Nicolás II
y del gobierno provisional mayoritario en la Duma (parlamento) partidario
de continuar la guerra contra Alemania iba en aumento. El eje central del
programa de los bolcheviques era alcanzar la paz y para llevar a afecto ese
propósito se precisaba poner fin a la participación de Rusia en la Primera
Guerra Mundial firmando la paz con Alemania. El 25 de octubre (calendario
juliano) de 1917 los bolcheviques a través del Comité Militar Revolucionario de
Petrogrado llevarían a cabo el derrocamiento del gobierno provisional y una vez
tomado el poder unos meses más tarde, en marzo de 1918, firmarían la paz con
Alemania en el
Tratado de Brest-Litovsk.
Con posterioridad, las tesis de Lenin de que el poder
político utilizado para la expropiación de las grandes propiedades habría que
defenderlo con la fuerza de las armas se cumplirían. Los grandes oligarcas y
terratenientes rusos con el apoyo de las grandes potencias del momento formarían
un ejército e iniciarían la guerra contra los bolcheviques, lo que llevaría a
una guerra civil en toda Rusia entre la facción "roja" (bolchevique) y "blanca"
(antibolcheviques), al término de la misma los bolcheviques salieron
victoriosos. De esta manera, la Revolución rusa abrió el camino para la creación
de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1922.
El triunfo de la revolución soviética, como la hiciera la
francesa de 1789, acabó con el Antiguo Régimen feudal encarnado en Rusia en la
figura del Zar Nicolás II, y se comprometió con un programa de industrialización
forzada que cambio radicalmente el modo de vida de los Mujiks (campesinos)
siendo redimidos de su condición de siervos sujetos a la tierra de los
terratenientes que a pesar de
la abolición formal de la condición de siervos en 1861 por el Zar Alejandro
II, seguían de echo en las mismas condiciones. La forma autoritaria de llevar
adelante la industrialización crearía tensiones en el seno de
la revolución Rusa.
La disidencia política fue elevada bajo a Stalin a la categoría de traición,
siendo perseguidas, ejecutadas y encarceladas cientos de miles de personas. La
dictadura del proletariado, entendida por Lenin como la represión
selectiva contra quienes querían subvertir el poder de los soviets, fue
transformada en un régimen dictatorial brutal bajo Stalin.
Rusia ya había tenido en otros momentos de su historia
dirigentes autoritarios, y en la Rusia profunda existía cierta admiración por
los dirigentes fuertes e inflexibles bien para defender la patria como en
Alejandro Nevski (1220-1263), o para luchar contra los intereses de los
boyardos (terratenientes) en
Iván el Terrible
(1547-1584). Ambos personajes serían ensalzados en dos
películas del prestigioso director de cine ruso
Serguéi Eisenstein
(1898-1948), en 1938 la primera y en 1940 la segunda, en
un momento crucial para Rusia ante el auge y la amenaza de la Alemania nazi.
Esta Rusia profunda unida en defensa de la patria bajo la
dirección de líderes fuertes, ha sido una constante de la formación del alma
rusa, y es la que se convirtió en el arma más poderosa y temible frente a la
invasión nazi en la Segunda Guerra Mundial. La lucha sin piedad contra el
invasor rememoraba a Alejandro Nevski en su lucha contra los caballeros
teutones, y la dirección de la misma bajo el implacable liderazgo de Stalin,
evocaba la fortaleza de Iván el Terrible. La Gran Guerra Patria en defensa de
Rusia llevada a cabo bajo ese espíritu de lucha fue la tumba del nazismo.
Después de la formación de la URSS en 1922, la influencia de
la revolución rusa acrecentó el movimiento comunista internacional. Se formarían
partidos comunistas en la mayoría de las naciones existentes en la primera mitad
del siglo XX. La influencia comunista ya no solo preocupaba a las oligarquías
locales sino que se planteó a los poderes fácticos económicos del capitalismo
global como un desafío mundial a sus intereses.
La crisis económica de 1929, dejaría a las democracias
liberales en Europa enormemente debilitadas, pues se demostraba que las mismas
eran incapaces de solucionar las consecuencias sociales de la crisis económica,
como el desempleo y la precariedad alimentaria. En respuesta a esa debilidad,
los partidos comunistas ganaban en popularidad, pero en el extremo opuesto un
gran rival les disputaría su influencia: el fascismo, en el cual los poderes
fácticos financieros y militares de las potencias del eje: Alemania; Italia y
Japón, verían un aliado.
En 1936, en España tras el triunfo del Frente Popular, se
viviría una situación en la que, confirmando las tesis de Lenin, la victoria en
la urnas no resultó suficiente para que el Estado llevase adelante las reformas
prometidas de redistribución de la riqueza. El programa del Frente Popular
tendría su contestación en la sublevación armada contra la II República al mando
del General Franco apoyada por los grandes terratenientes y el poder de la
Iglesia Católica, desencadenándose una cruenta guerra civil durante tres años,
sin embargo, en España, a diferencia de Rusia, la contrarrevolución franquista
sería la que ganaría la guerra e impondría con posterioridad una dictadura de
corte fascista. El fascismo desde sus inicios pretendió acabar con las
democracias liberales y con la URSS lo que llevaría a la Segunda Guerra Mundial,
pero la alianza de comunistas y liberales permitió su derrota en 1945, excepto
en España que perduraría en forma de dictadura presidida por el General Franco
durante cuarenta años.
El triunfo de la URSS frente al fascismo, el auge del
movimiento comunista en Asia y la importancia de los partidos comunistas en
Francia e Italia, haría de nuevo considerar a los poderes financieros y
militares occidentales, al movimiento comunista como un reto global a la propia
existencia del capitalismo, lo cual daría lugar a la Guerra Fría que tuvo su
inicio más dramático en la guerra de Corea (1951-1953).
Durante la Guerra Fría la confrontación entre comunismo y
liberalismo sería el eje de la política mundial. En Asia tuvo su máxima
expresión en la guerra de Vietnam desatada por EEUU contra ese país. En Europa
la fortaleza de los partidos comunistas fue limitada por las concesiones de los
poderes económicos liberales a las clases trabajadoras con la creación del
Estado del Bienestar, en ese contexto los partidos socialdemócratas fueron
desplazando a los partidos comunistas hasta quedar estos reducidos a pequeños
grupos políticos. En América Latina, el recurso a
golpes de Estado militares
para impedir cualquier cambio
político mediante el voto
popular, fue predominante en ese
periodo, siendo uno de los más cruentos el llevado a cabo en Chile en 1973; en
contraposición, la tesis de la toma del poder por la fuerza
de las armas daría lugar a un movimiento guerrillero, que tendría éxito en Cuba
en 1959 y en Nicaragua en 1979.
En Rusia, tras el triunfo soviético sobre el nazismo, el
liderazgo de Stalin no se cuestionaba y así fue hasta su muerte en 1953. Lo
nuevos dirigentes del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) que le
sucederían se encontrarían inmersos ya en la Guerra Fría.
La globalidad del enfrentamiento con las potencias
liberales llevaría a entender a los dirigentes soviéticos que la propia
supervivencia de la URSS estaba estrechamente ligada a la exportación de la
revolución soviética a otros países del mundo, pero la forma en la que
entendieron la extensión de la revolución, sería la que les llevaría a apartarse
de los valores internacionalistas de entendimiento y respeto entre naciones en
pie de igualdad, y el sesgo de la vieja Rusia imperial volvería de nuevo a
instalarse en el Kremlin.
Después de la Segunda Guerra Mundial, los países del Este
de Europa ocupados por el ejército soviético debieran haber recobrado su
soberanía plena y el ejército soviético retirado de los mismos, pero no fue así.
Las naciones bajo su influencia pasaron a ser tuteladas, y la exportación de la
revolución se convertiría en un instrumento para su expansión imperial en
áreas de influencia dirigidas desde Moscú. Con los nuevos dirigentes
comunistas, la URSS se transformaría en el Imperio Soviético que aspiraba a la
hegemonía mundial dirigida desde Moscú.
En los países bajo la influencia de Moscú comenzarían a
surgir movimientos políticos que irían protagonizando una oposición creciente a
la tutela soviética, que era sistemáticamente reprimida por las autoridades
soviéticas. En 1968 los tanques del Pacto de Varsovia tomarían Praga, capital de
la antigua Checoslovaquia para acallar las protestas, pero sin lugar a dudas el
mayor golpe que sufriría la URSS debido a sus ambiciones imperialistas sería la
pérdida de confianza de las autoridades Chinas con Moscú.
La ayuda que la URSS prestaría a China tras la proclamación
de la República Popular China en 1949, terminaría convirtiéndose en una peaje
para lograr la subordinación política de los revolucionarios chinos a los
dirigentes soviéticos quienes aspiraban a dirigir a China como un área de
influencia desde el Kremlin. Los dirigentes chinos muy celosos de su Soberanía
rechazarían esa tutela, reflejada en la frase de Mao Zedong: China no
expulsó al león por la puerta, (refiriéndose a los japoneses) para dejar que
entre el tigre por la ventana (refiriéndose a Rusia).
Las diferencias entre ambas naciones iniciadas a finales de
los años cincuenta durarían hasta el final de la URSS en 1991. En ese periodo
Rusia y China llegaron a enfrentarse en una guerra fronteriza en 1969. Fueron
estas diferencias las que propiciarían un acercamiento entre China y EEUU. En
1972 el presidente estadounidense Richard Nixon visitaría China, y en 1979 se
restablecerían las relaciones diplomáticas entre ambas naciones.
Dentro de la URSS, comenzarían a gestarse también cambios
profundos. El modelo estatal de gestión de la economía que había servido
eficazmente para la planificación de las necesidades básicas como educación,
vivienda y sanidad, no tenía la capacidad para planificar la diversidad de la
demanda que unos ingresos medios permiten, pues mientras unos, por ejemplo,
pueden estar interesados en utilizarlos para viajar, otros pueden hacerlo en
adquirir diferentes objetos de consumo.
Esta contradicción estructural económica de una economía
estatalizada solamente era posible resolverla con la introducción de la
economía de mercado en los sectores económicos orientados al consumo
los cuales se desarrollan en función de la diversidad de la demanda, pero
no fue así, y como alternativa surgió una economía sumergida de productos de
consumo controlada por mafias y funcionarios que fueron enriqueciéndose en la
sombra y que aspiraban a que sus negocios fueran legales, lo cual cuestionaba la
legalidad soviética de estatalización de todas las actividades económicas.
En las relaciones internacionales, la política imperialista
de la URSS era insostenible política y económicamente como se vería en la guerra
de Afganistán (1978-1992), pero sobre todo estaba creando más enemigos que
amigos en el denominado "espacio socialista"; en el que al distanciamiento de
China se sumaría una creciente hostilidad de los países del este de Europa bajo
la regencia del pacto de Varsovia.
La falta de imaginación y talento político de los
dirigentes del PCUS para adecuar desde su ideario marxista la práctica política,
iría sumiendo a la URSS en un caos de contradicciones. Esa falta de iniciativa
política para abandonar en política exterior sus ambiciones hegemónicas, que se
debía haber realizado ya en los años de posguerra permitiendo la
autodeterminación de los países del Este de Europa y favoreciendo la
reunificación de Alemania, y en política interior propiciando la apertura a una
economía mixta socialista y de mercado, llegaría tarde y mal. Mijaíl Gorbachov
el último secretario del PCUS, sería el último eslabón de la incompetencia
política de los dirigentes de un partido que abandonaron progresivamente los
valores de la revolución de octubre de igualdad entre las naciones y respeto a
sus políticas internas para adentrarse en la creación de un imperio a través de
la extensión de áreas de influencia regidas desde Moscú.
Vladímir Putin, actual presidente de Rusia, llegaría a
afirmar que la desaparición de la URSS fue una de las mayores tragedias del
siglo XX, aunque la tragedia no fue tanto su desaparición sino la forma en la
que se produjo, en la que los oligarcas apátridas enriquecidos bajo la URSS
terminaron imponiendo su agenda liberal, sumiendo a Rusia en los años noventa en
una debilidad nacional e internacional extrema, cometiéndose en la apresurada
transición política errores tan notables como el no haber firmado con la OTAN,
un tratado sobre los límites de su expansión hacia el este, y ante la carencia
del mismo, en la actualidad, la OTAN se sitúa en las fronteras de Rusia.
Afortunadamente, Rusia en la última década a vuelto a
resurgir de sus cenizas. El pueblo ruso, de nuevo, ha sabido escoger a los
dirigentes adecuados para situar a Rusia como una potencia mundial. Vladímir
Putin encarna la sabiduría de lo que se debió hacer y no se hizo bajo la URSS,
poner fin a la política imperial de áreas de influencia adhiriéndose al
principio de respeto entre naciones y la defensa de la legalidad internacional,
e internamente promover una economía basada en el control estatal de los
principales recursos económicos y la introducción de la economía mercado en el
resto de actividades económicas. Paradójicamente, se puede afirmar que Rusia en
la actualidad, desde postulados ideológicos diferentes, está mas cerca de los
valores de la revolución de octubre de buscar la paz entre naciones y la
prosperidad ciudadana, que lo estuvieron sus dirigentes desde la muerte de
Lenin.
Este cambio le ha permitido a Rusia restablecer las
relaciones con China de forma preferente, y ampliar sus relaciones en Oriente
Medio y América Latina, aunque tendrá que seguir sufriendo durante un periodo
histórico las consecuencias de la nefasta política de la URSS en los países del
Este Europa, que terminó con un alto grado de desconfianza hacia Moscú y de lo
cual se aprovecha la OTAN para instrumentalizar estas naciones en contra de
Rusia.
En este periplo de cien años, la otra gran nación que la
revolución de Octubre marcó su devenir histórico ha sido China. En la primera
mitad del siglo XX, el marxismo prendería en las mentes políticas más brillantes
de China como la guía teórica e ideológica para la acción política y militar. El
23 de julio de 1921 en Shangai se fundaría en su Primer Congreso el Partido
Comunista de China (PCCh). Mao Zedong, quien posteriormente se convertiría en su
líder carismático, asistiría al mismo a la edad de 27 años, en el que expresó
su convicción de que "el marxismo salvará a China".
Para los comunistas chinos el Pensamiento Mao Zedong como
versión del marxismo aplicado a las características de China, representaba la
guía teórica más importante en la interpretación de las transformaciones
sociales. El pensamiento Mao Zedong se fundamenta en la definición y análisis de
la contradicción principal entre el objetivo político histórico a
alcanzar y la situación real social y política del momento que se vive.
Durante el periodo de la invasión japonesa de China, la
contradicción principal se situaba "entre el objetivo de la recuperación de
la soberanía de China y la lucha contra el invasor". Desde esa consideración Mao
Zedong abogaría por la alianza con su enemigo interno en China, el Kuomintang,
en un frente común contra los invasores japoneses. La alianza, con diversos
desencuentros, terminaría formándose, y los comunistas Chinos en alianza con el
Kuomintang expulsarían a los invasores japoneses de China.
Después de la derrota de Japón en la Segunda Guerra
Mundial, el PCCh abogaría por una reconciliación con el Kuomintang respetando la
influencia de ambos partidos para el establecimiento de una nueva república, sin
embargo, el Kuomintang dirigido por Chiang Kai-shek desataría una guerra contra
el PCCh. En ese momento la contradicción principal pasó a situarse entre
"el objetivo de la toma del poder revolucionario y la contrarrevolución". Tras
la victoria del PCCh con la derrota del Kuomintang, el PCCh integrado en el
Frente Unido con otros pequeños partidos no comunistas, proclamaría en 1949
la actual República Popular de China.
Cuando los comunistas chinos tomaron el poder un 90% de
la
población era rural bajo un régimen feudal, en ese momento la contradicción
principal se situó "entre el objetivo de la socialización de la tierra y la
liquidación del feudalismo". Los grandes terratenientes fueron expropiados y se
crearon comunas de gestión de la tierra.
Sin embargo, a finales de los años cincuenta, culminado el
proceso de socialización de la tierra, los gobernantes chinos se enfrentarían al
reto de la industrialización, en principio la contradicción principal se
situaba "entre el atraso existente en materia industrial y el objetivo de
alcanzar progresivamente la misma", pero al igual que sucediera en los primeros
años de la URSS este objetivo se toparía con que los funcionarios experimentados
pertenecían al viejo aparato del Estado del régimen anterior.
El desarrollo de una industrialización centralizada se
presentaba como la opción más efectiva, sin embargo la dirección del PCCh no
quería dejar en manos de la misma a los funcionarios no comprometidos con la
revolución. En esa tesitura, dirigidos por Mao Zedong los comunistas chinos en
1959 desarrollarían la estrategia del Gran Salto Adelante, en la que se
pretendía una industrialización descentralizada en la comunas populares, dejando
de lado al viejo aparato del Estado. Esta visión entre industrialización
descentralizada y centralizada que implicaba contar con los funcionarios del
Antiguo Régimen llevaría a profundas diferencias en el seno del PCCh y abriría
también profundas diferencias con los comunistas soviéticos quienes se negaron a
participar en ese proyecto.
Los objetivos planteados en el Gran Salto
Adelante no se cumplieron,
principalmente porque la fabricación de acero en pequeños hornos artesanos
resultó inviable. El fracaso del Gran Salto Adelante cuestionaría el liderazgo
de Mao Zedong siendo apartado del poder político y nombrado como nuevo
presidente de la República Popular Liu Shaoqi, y como secretario general del
Partido, Deng Xiaoping. Mao Zedong seguiría como presidente del partido y como
presidente de la Comisión Militar Central y mantendría profundas diferencias con
el nuevo gobierno en la forma de acometer la industrialización.
Mao Zedong había renunciado al modelo de industrialización
descentralizada, pero no estaba de acuerdo en que la industrialización
centralizada se realizase con los funcionarios del Viejo Régimen y bajo la
tutela de los asesores de Moscú. Esto le llevaría desde el punto de vista
teórico a definir que la contradicción principal no se situaba "entre
atraso e industrialización", sino que el núcleo de la misma se situaba en
quién lideraba la industrialización, si eran las viejas clases de
funcionarios o eran unos nuevos funcionarios revolucionarios que debieran surgir
una vez removidos los viejos de sus puestos, lo cual, durante un periodo previo
a la tarea de acometer la industrialización, situaba la contradicción
principal "en la lucha de clases y entre lo nuevo y lo viejo".
Mao desde su cargo de presidente de la Comisión Militar
volvería a la presidencia de la nación e iniciaría apoyado en las jóvenes
generaciones la Revolución Cultural (1966-1976) para remover de sus
puestos a todos los viejos funcionarios del Antiguo Régimen, y a todos aquellos
miembros del partido que no estuvieran de acuerdo conque la contradicción
principal durante un periodo de tiempo era la lucha de clases, una
decisión que afectó al propio Deng Xiaoping quién fue destinado a realizar
trabajos manuales.
Las máxima formulada por Mao Zedong: "de qué sirve la
industrialización si la misma restaura a las viejas clases reaccionarias en el
poder", era una forma de ilustrar la contradicción principal durante
el periodo de la Revolución Cultural.
Sin embargo, la Revolución Cultural sumiría a China
en un caos social con movilizaciones de millones de personas en contra de las
viejas clases sociales, cuyos miembros a pesar de ser profesionales cualificados
eran destinados a trabajos manuales en zonas rurales apartadas. La avanzada edad
de Mao Zedong le haría perder el control de los acontecimientos, y de facto
China durante los últimos años de la revolución cultural estuvo regida por la
sectaria y dogmática
banda de los cuatro.
A la muerte de Mao Zedong en 1976, Deng Xiaoping iniciaría
un movimiento político dentro del PCCh para remover a la banda de los cuatro de
sus puestos. En 1979 Deng Xiaoping se convertiría en el líder del PCCh, y en
1982, inauguraría el XII Congreso del PCCh con el discurso "Abrir en toda la
línea nuevas perspectivas para la modernización", en el mismo definiría la
idea de construir el socialismo con características chinas, situando
la contradicción principal "entre el atraso industrial y el desarrollo de
las fuerzas productivas". El congreso realizó un balance negativo del caos que
supuso la "revolución cultural", pero aunque ello fue así, la etapa de la
industrialización pospuesta durante más de una década por la prioridad dada a la
lucha de clases, se iniciaría de nuevo, pero esta vez al frente de la
administración del Estado ya no estaban los funcionarios del Antiguo Régimen
sino funcionarios comprometidos con la causa revolucionaria.
Deng Xiaoping sería el principal impulsor de las políticas
para la resolución de la contradicción principal "entre atraso y
desarrollo", combinando la economía planificada del Estado con la introducción
de la economía de mercado en los sectores económicos de bienes y servicios. La
frase atribuida a Deng Xiaoping, "no importa que el gato sea rojo o negro,
sino lo importante es que cace ratones" expresaba la disposición de las
autoridades chinas de incluir todas las formas de producción que impulsasen el
desarrollo económico.
Desde los inicios de la década de los ochenta hasta la
crisis económica del 2008, el PIB de China crecería a un promedio del 10% anual,
convirtiéndose China en la denominada "fábrica del mundo de productos
manufacturados". Este crecimiento económico permitió sacar de la pobreza a más
de 500 millones de chinos, sin embargo, el desequilibrio en los ingresos también
aumentó.
En el XVIII congreso del PCCh, celebrado en el año 2012, se
perfilarían las políticas para alcanzar
en el 2020 la meta de
la construcción de
una "sociedad modestamente acomodada", lo que supondría alcanzar una renta per
cápita en torno a los 12.000$. Sin embargo, China se enfrentaría a un reto
económico fundamental denominado como "la trampa de los ingresos medios",
de la que muy pocos países en vías de desarrollo han salido. La misma se genera
en economías dependientes tecnológicamente de los países desarrollados, lo que
impide avanzar en las mejoras de la productividad técnica, quedando estos
países atrapados en una competitividad global basada en salarios medios o bajos.
Este desafío, lo abordarían los dirigentes chinos dando
inicio a un cambio radical de su modelo productivo apostando por la
innovación tecnológica propia, la cual ha tenido importantes progresos, y está
suponiendo que China mejore su productividad técnica y, con ello, que los
salarios puedan crecer sin afectar a la competitividad global. La innovación
orientada a la modernización del aparato productivo y a la creación de nuevos e
innovadores productos en materia de consumo e infraestructuras, cobró un fuerte
impulso desde el XVIII congreso del PCCh bajo el liderazgo de su secretario y
presidente de la nación Xi Jinping.
Los comunistas chinos, con la convicción de que se han
situado en la vía correcta para superar la trampa de los ingresos medios
proyectando a China en el camino de la innovación, celebraron recientemente su
XIX congreso con el propósito de iniciar una nueva etapa histórica para China.
Los objetivos centenarios de alcanzar una sociedad modestamente acomodada
para el centenario de la fundación del PCCh en el 2021, tiene su objetivo más
importante en la erradicación total de la pobreza en China, en la que se
encuentran todavía sumidos más de 40 millones de campesinos de regiones remotas.
Con relación al centenario de la fundación de la República Popular de China en
el 2049, cuyo objetivo es la formación de una sociedad socialista avanzada, se
definieron dos etapas: una comprendida entre el 2021 y el 2035, con el objetivo
de consolidar la sociedad modestamente acomodada y constituirse en una
potencia mundial en innovación tecnológica, y una segunda etapa entre el 2035 y
el 2049 para convertir a China en un país "próspero, fuerte, democrático,
culturalmente y tecnológicamente avanzado y armonioso con la naturaleza ".
Este cambio cualitativo de la nueva etapa que deberá
recorrer la sociedad china, llevaría al PCCh en su XIX congreso a un cambio de
la contradicción principal que había permanecido en vigor durante 35 años
"entre atraso y desarrollo de las fuerzas productivas", por una nueva
contradicción principal que sitúa a China "entre la creciente demanda del
pueblo de una vida mejor y el desarrollo desequilibrado e insuficiente" y que
constituirá la base sobre la que se desarrollarán las políticas y las
estrategias a largo plazo de la nación, para su resolución.
El mérito teórico de haber situado a China en esta nueva
senda del desarrollo ha sido atribuida por el PCCh principalmente a su
Secretario General Xi Jinping, que ha tenido su reconocimiento expreso en una
enmienda de los estatutos del PCCh
en la que se afirma: "en consonancia del
desarrollo de los tiempos y basándose en la combinación de la teoría y la
práctica, los comunistas chinos, con el camarada Xi Jinping como su exponente
principal, han dado forma al pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con
peculiaridades chinas de la nueva época". "Representando los últimos
logros de la sinización del marxismo, la guía de acción para alcanzar la gran
revitalización de la nación china".
En política exterior, según lo acordado en el XIX congreso,
China seguirá guiándose como hasta ahora por los cinco principios de la
coexistencia pacífica, basados en el respeto entre naciones; en ningún momento
pretenderá la hegemonía bien sea regional o global; abogará por nuevos esfuerzos
para el progreso de todo el género humano en una economía global abierta en
comercio e inversión, y se esforzará por ser una fuerza positiva en el
mantenimiento de las reglas internacionales.
Si se mira desde una perspectiva histórica, esta concepción
de las relaciones entre naciones, es nítidamente opuesta a la que siguió la URSS
después de la Segunda Guerra Mundial basada en pretender la hegemonía a través
de extender sus áreas de influencia geopolítica regidas desde Moscú, y es muy
similar a la política pacifista proclamada por los bolcheviques en la revolución
de Octubre que traería la paz con Alemania y el fin de la Primera Guerra
Mundial, y en la actualidad, es claramente opuesta a la que práctica EEUU y los
países de la OTAN de intromisión en los asuntos internos
de otras naciones, a veces ilegalmente desde el punto de vista del derecho internacional, como lo hacen
actualmente en el espacio aéreo de Siria bajo el nombre de Coalición
Internacional.
Con la disolución de la URSS en 1991, la revolución de
Octubre como método de cambio político y social dejó de tener vigencia, si bien
los ideales de alcanzar la fraternidad de todo el género humano que
movieron a sus protagonistas siguen vigentes. La ideología comunista pretende el
logro de la fraternidad universal, pero la aspiración de alcanzar la
misma no es patrimonio exclusivo de la ideología comunista, sino que forma parte
de la esencia humana, y por ello, el objetivo de construir la felicidad
social en la Tierra en armonía con el medio ambiente se fraguará desde
diversas ideologías basadas en el respeto entre naciones y opuestas a todo tipo
de hegemonía.