01/05/2018
NOTICIA.
El 05/05/2018, se cumple el 200 aniversario del natalicio de Karl Marx
El legado
transformador del marxismo en el siglo XXI
El 200
aniversario del natalicio de Karl Marx es recordado por los partidos comunistas
del mundo, numerosos intelectuales y también por sus detractores.
En la actualidad,
Marx, sigue sin dejar indiferente a unos y otros, a pesar de que su figura y
pensamiento como referente y guía de los movimientos políticos de la izquierda
política ha ido perdiendo importancia con relación a la que tuvo en la primera
mitad del siglo XX.
F. Engels, en un discurso pronunciado
en el cementerio de Highgate en Londres el 17 de marzo de 1883 ante la tumba de
la Karl Marx, resaltaría sus dos principales aportaciones al campo de las
ciencias sociales: (1) Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana, (2) y la
ley específica que mueve el actual modo de producción capitalista y la sociedad
burguesa creada por él.
Pero ante todo,
afirmaría Engels, Marx era un revolucionario que aspiraba a acabar con la
explotación de los oprimidos, y por eso, Marx era el hombre más odiado y más
calumniado de su tiempo. Finalizando su discurso sobre Marx con la siguiente
frase: Y puedo atreverme a decir que si pudo tener muchos adversarios, apenas
tuvo un solo enemigo personal. Su nombre vivirá a través de los siglos, y con él
su obra.
(1). Sobre
el desarrollo de la historia humana, Marx, a través de numerosos análisis de las
diferentes sociedades conocidas hasta entonces, definiría que el movimiento
histórico tiene como base las condiciones materiales de existencia del
ser humano y los modos de producción existentes, de donde emergen el resto
de actividades como el arte, la ciencia y la política; siendo las principales
fuerzas motrices de las transformaciones sociales, las clases marginadas del
poder político que aspiran a mejorar su estatus social, y los avances
científico-técnicos que transforman los modos de producción.
(2). Con
relación a la investigación de Marx sobre el Capitalismo como modo de
producción dominante y emergente desde finales del siglo XVIII, Marx revelaría
que el trabajo socialmente útil es la fuente del valor económico, del que el
capitalista obtiene una plusvalía que le permite aumentar su capital.
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Desde la
proclamación del Manifiesto Comunista, del que este año se han cumplido
los 170 años de su primera edición, las transformaciones históricas han diferido
de como la pensó el movimiento comunista europeo en sus inicios, que creía en
una revolución proletaria en las naciones más industrializadas de Occidente
desde donde se extendería la misma a todos los pueblos del mundo, colonizados en
su mayoría en el siglo XIX por los gobiernos de estas naciones.
Tras el triunfo
del ejército rojo bolchevique en la guerra civil rusa (1918-1923), la cuestión
que se planteaba a los revolucionarios rusos era la consolidación de Rusia como
Estado Revolucionario (basada en la teoría de Lenin del socialismo en un solo
país), o en la extensión de la revolución a todo el continente europeo,
principalmente a Alemania, (Basada en la teoría de Trosky de la revolución
mundial). En la teoría, el éxito de una hipotética revolución en Alemania
después de la Primera Guerra Mundial unida a la revolución rusa hubiera supuesto
un cambio revolucionario en el Centro del Sistema Económico Mundial,
desde el que expandir la revolución mundial, pero la historia se escribió de
otro modo.
Las
transformaciones políticas más importantes desde el siglo XIX hasta la
actualidad, no han venido del Centro del Sistema Económico Mundial conformado
por las naciones occidentales, sino de la periferia del mismo. La
descolonización ha sido la mayor transformación política que ha experimentado la
humanidad en la Era Contemporánea, la cual ha dado lugar al actual
mosaico global de casi 200 naciones, frente a unas pocas que existían como tales
en el siglo XIX. El sujeto transformador principal de este cambio han sido los
movimientos descolonizadores levantados en armas contra sus opresores
coloniales, los cuales han estado compuestos por obreros, campesinos y las
clases burguesas patrióticas.
Este cambio en la
práctica del sujeto
revolucionario transformador, de ser el proletariado de los países
industrializados, a ubicarse en la periferia del sistema económico
mundial con una baja tasa de industrialización formado por la alianza de obreros
y campesinos, sería reformulada desde el marxismo por Mao Zedong.
Tras la victoria
de la revolución en China en 1949, con un porcentaje de población rural en torno
al 90%, y el auge de los procesos de descolonización, Mao Zedong elaboraría la
Teoría de los Tres Mundos, el Primero formado por la naciones liberales
industrializadas, el Segundo por los países de la URSS, y el Tercero por
los países liberados o en lucha contra el yugo colonial donde se ubicaba el 80%
de la humanidad, siendo este último el que objetivamente precisaba un proceso
transformador y por lo tanto debía liderarlo. Tras la desaparición de la URSS a
finales del siglo XX, la Teoría de los Tres Mundos dejó de tener vigencia, sin
embargo, la contradicción principal a escala global sigue situándose entre el atraso y
el desarrollo.
La ventaja de las
naciones desarrolladas en ciencia y tecnología, que Marx definiría como una de
las principales fuerzas de los cambios históricos, permitiría a los antiguos
imperios coloniales liderar los procesos de producción mundiales convirtiendo a
las naciones en desarrollo en dependientes de los mismos. Esta ventaja económica
en el último medio siglo ha dado lugar a un modelo neocolonial en los
intercambios comerciales que ha permitido concentrar el 70% de la riqueza global
en un 30% de la población mundial de los países desarrollados.
Este modelo
económico ha contribuido ha cambiar las condiciones materiales de vida de
las clases trabajadoras en los países desarrollados al beneficiarse de productos
elaborados con mano de obra barata en los países en desarrollo y, con ello, en
la propia concepción de Marx, las ideas dominantes que emanan de esas nuevas
condiciones materiales de vida también han cambiado.
La mejora del
estatus económico de las sociedades occidentales ha permitido que la ideología
del excepcionalismo occidental para regir los destinos de la humanidad,
tras la que se esconde la ideología neocolonial, halla arraigado profundamente
en las sociedades de los países desarrollados tanto en las corrientes políticas
de derechas como de la izquierda, el supuesto derecho a la injerencia en los
asuntos de los países en desarrollo, se antepone a los valores de respeto entre
naciones y el reconocimiento de que las transformaciones internas de cada nación
deben ser fruto de su propia experiencia sin intromisiones foráneas, lo cual es
una condición básica para asegurar la paz entre naciones.
Con el
colonialismo, la supremacía occidental se presentaba a su ciudadanía como el
derecho de Occidente para llevar la civilización a los pueblos "salvajes y
atrasados"; en la actualidad, tras los procesos de descolonización, las ideas
con las que las élites dominantes justifican las intromisiones en otras naciones
se basan en una supuesta legitimidad de Occidente para llevar la "democracia y
los derechos humanos" a los países en desarrollo, que en la práctica no es sino
la justificación para la exportación de la guerra o la desestabilización
política, social y económica a las naciones que no se someten a su tutela.
Bajo el modelo
neocolonial, las mayorías sociales en los países desarrollados se han convertido
en reaccionarias a los cambios en los países en desarrollo que puedan cuestionar
su estatus económico y, por lo tanto, no constituyen la fuerza motriz de los
cambios revolucionarios en favor de un mundo de desarrollo global compartido,
sino que participan en mayor o menor medida del modelo neocolonial que las
élites dominantes perpetúan.
En el último
medio siglo, la que fue importante tradición marxista en Occidente ha quedado
recluida a pequeños partidos comunistas o a grupos de intelectuales. En el
espacio de la antigua URSS, los partidos de inspiración marxista que gobernaron
durante setenta años han desaparecido de la escena política, siendo sustituidos
por partidos con una fuerte componente tradicional y patriótica. En este
periodo, el marxismo ha tenido un mayor impacto como doctrina teórica en los
países en desarrollo, de Asia, África y Latinoamérica en el que se inspiraron
diversos movimientos de liberación y revolucionarios, pero tras la desaparición
de la URSS, el marxismo ha ido perdiendo vigor.
Sin embargo, a
pesar de que el marxismo haya perdido fuerza como guía para la acción política
transformadora, sigue constituyendo desde el punto de vista científico-social
una de las mejores herramientas para la compresión de los cambios históricos, y
del mismo se deduce que los miles de millones de personas que conforman las
clases trabajadoras en los países en desarrollo por ocupar el último eslabón en
la escala productiva mundial conforman el principal sujeto transformador.
No obstante, el
sujeto revolucionario se conforma no solamente por su situación de explotación,
sino cuando se dota de una teoría política transformadora, que en la
interpretación marxista hegeliana sería cuando las clases oprimidas dejan de ser
clases en sí para convertirse en clases para sí. Esta teoría
política puede estar inspirada en el marxismo o en otras corrientes de
pensamiento, pero todas son útiles cuando sirven al objetivo emancipador.
El mundo solo
puede caminar en dos direcciones: o en la perpetuación del Estatus Quo neocolonial
regido por unas pocas naciones desarrolladas bajo el liderazgo de EEUU, o por el
contrario, en la superación de ese modelo que permita a los países en desarrollo
avanzar en ciencia, tecnología, infraestructuras, salud, alimentación y
educación. El primer camino es el ya conocido del último medio siglo, el segundo
está por transitar.
El partido
comunista de China, ha reformulado el marxismo en la nueva etapa que se
adentra la humanidad. La sociedad fraternal mundial que desde sus orígenes
persigue el comunismo no es otra que la que resulte del esfuerzo de todas las
naciones y pueblos basado en un destino compartido por
lograr el bienestar de todo el género humano en armonía con el medio ambiente.
No importa el modelo de democracia que rige en un país o en otro, tampoco
importan las ideologías en las que se sustentan los partidos políticos que las
gobiernan, lo importante es que se avance desde el respeto entre naciones hacia
ese objetivo común que ambiciona la mayoría de la humanidad.
Tras siglos de
oscurantismo, el marxismo abrió a la humanidad las puertas de que las sociedades
son transformables y perfectibles y ese rayo de esperanza ya no se podrá
oscurecer.