01/01/2020
NOTICIA.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), ofreció el 19/12/2019,
las estadísticas de emigrantes desaparecidos en el Mundo en el año 2019 en
tránsito migratorio internacional.
NOTICIA.
Pew Research Center en EEUU, concluyó el 05/12/2019 un estudio en 34 países
sobre la percepción ciudadana del auge económico de China.
Cambios y tendencias históricas en la percepción
política global
El Proyecto Migrantes
Desaparecidos de la OIM, que recoge desde el año 2014 estadísticas de
desaparecidos en distintas rutas migratorias internacionales, ofreció los
resultados del año 2019 hasta el 19/12/2019.
Desde el año 2014 los registros de desaparecidos / muertos
por año han sido.
Año |
2014 |
2015 |
2016 |
2017 |
2018 |
2019 |
Desaparecidos |
4.414 |
6.443 |
8.018 |
6.202 |
4.938 |
3.170 |
Fuente. OIM. Elaboración
propia.
De todos los puntos globales
que concentran el drama migratorio, el mar Mediterráneo se ha convertido en la
tumba de migrantes más grande del mundo en sus intentos por arribar a Europa.
Fuente. OIM. Elaboración
propia.
El drama continuado de los
datos de los emigrantes fallecidos refleja un grado de decisión en su aventura
de alcanzar las fronteras de los países desarrollados que ni las más duras
adversidades del viaje, como es la posibilidad de perder la vida en el intento,
logran quebrantarlo, lo cual es a su vez un indicador de la fuerza de los
movimientos migratorios de los países pobres a los países ricos.
La migración que emerge en
los países en desarrollo tiene su origen en los fuertes desequilibrios
socioeconómicos internos en estos países, por lo tanto son movimientos
migratorios estructurales y mundiales que no responden a un proceso histórico
coyuntural sino profundo, por lo que su persistencia en el tiempo será muy
larga. El fracaso del desarrollo en sus países de origen opera como un factor de
expulsión favorable a la migración, y el éxito de los que migraron también.
En los países ricos, la
mayoría de la sociedad ha ido cerrándose en su propia realidad ignorando los
problemas globales del mundo, las fronteras son percibidas como barreras de
contención de inmigrantes que no se desean, pero esta consideración es ajena a
la voluntad de quienes quieren emigrar y, por ello, la presión sobre los centros
receptores de migración seguirá siendo creciente.
Los países desarrollados,
liderados por EEUU, han quedado atrapados en un mar de contradicciones, por una
parte, su política de dominación global se
sustenta en la contención política y económica de los países en desarrollo para
que no salgan de su situación por temor a que su desarrollo eclipse su hegemonía
política y económica mundial y, por otra parte, esa política de impedir el
desarrollo genera millones de pobres que solo ven en la emigración a las
metrópolis neocoloniales la posibilidad de poder salir de sus estatus de
miseria.
Esta contradicción ha tenido
y tiene su más claro exponente en la política que las potencias de la OTAN han
venido y vienen practicando en el Oriente Próximo y el Norte de África. Libia,
que en la primera década del siglo XXI era la nación con la más alta puntuación
de todas la naciones africanas en desarrollo humano, tras la ilegal guerra
declarada por la OTAN contra esa nación en el año 2011, quedó destruida como
nación. Con anterioridad a esa fecha la migración desde Libia a Europa era casi
inexistente, y desde ese año se ha convertido en el principal foco emisor hacia
Europa. Lo mismo ha acontecido con la política de las potencias de la OTAN con
respecto a Siria. Durante años han estado alentando la guerra en Siria, y los
efectos secundarios en forma de millones de refugiados también sacudieron las
fronteras europeas.
La ciudadanía occidental
inmersa en una fuerte propaganda mediática sobre la justeza de las
intervenciones exteriores de la OTAN para luchar contra supuestas tiranías, no
es capaz de discernir que bajo ese eufemismo se esconde el horror de las guerras
de agresión para someter naciones a su dominación, y carece de referencias para
comprender que la democracia se asienta en el respeto a la soberanía de las
naciones y es fruto de la evolución política de la ciudadanía de cada nación sin
intromisiones externas, y que la paz y la prosperidad global radica
principalmente también en el respeto a la soberanía de las naciones.
Los poderes fácticos de las
potencias occidentales amparados en el éxito mediático ante su ciudadanía de la
trasposición de los valores de la democracia en ideología neocolonial niegan a
las naciones, bajo una auto-arrogada supremacía moral, el derecho a su
desarrollo soberano, y sus efectos colaterales son las guerras y el
subdesarrollo, y éstos a su vez son causantes de movimientos migratorios no
deseados que acechan las fronteras de los países desarrollados.
Otro de los cambios
importantes que emerge en el escenario mundial es la irrupción económica y
tecnológica de China, el cual también es percibido con temor.
En ese sentido, es
significativo el estudio realizado por
Pew Research Center en EEUU, el 05/12/2019 en 34 países sobre la percepción
ciudadana del auge económico de China.
Agrupados los datos de la encuesta en
dos bloques, en el primero, las naciones que la
diferencia entre opinión favorable y la no favorable es
negativa, y en el segundo, los países en los que la
diferencia es favorable, el resultado es el siguiente.
Fuente. Pew Research Center.
Elaboración propia.
La diferencia más notable en
ambos grupos de países es la renta per cápita.
En el grupo de países con la
opinión predominante no favorable, con la
excepción de filipinas y la India, rivales políticos tradicionales de China por
cuestiones territoriales, la opinión desfavorable se concentra en los países
con un promedio de renta per cápita de 42.313 $,
por el contrario, el grupo de países con la opinión predominante
favorable tiene un promedio de renta per capita de 18.353 $, y sin tener
en cuenta los países de Europa Oriental, el promedio de renta per capita
desciende a 16.000 $:
La lectura, que se puede
realizar de estas diferencias, es que China es bienvenida en los países en
desarrollo, pues representa una oportunidad para su desarrollo y para romper la
dependencia neocolonial de décadas de las potencias desarrolladas que les ha
mantenido en el atraso.
Por ejemplo, en los países
Africanos y latinoamericanos China se significa por su contribución a la
construcción de infraestructuras viales y de tendidos eléctricos, como elementos
fundamentales para articular economías estructuradas, mientras que esta
necesidad ha sido secularmente ignorada por las potencias desarrolladas
sustituyendo el desarrollo en infraestructuras por donaciones a través de
organizaciones al margen de los gobiernos de esas naciones para ocultar ante su
ciudadanía con medidas caritativas la razón principal de mantener a los países
pobres en el atraso, que es evitar que su unidad y prosperidad pueda eclipsar la
hegemonía económica mundial de las potencias desarrolladas, recurriendo para
ello
a sanciones económicas, golpes de Estado y guerras de agresión, como sucede en
la actualidad en Oriente Próximo con su hostilidad hacia Irán y Siria; en el
espacio euroasiático hacia Rusia y China, y en Latinoamérica hacia Venezuela y
Bolivia.
Sin embargo, la capacidad de
las potencias desarrolladas de contener el desarrollo económico soberano de las
naciones, principalmente de los países emergentes, es progresivamente más
limitada. El ascenso económico de China es imposible de contener, y a pesar que
en los países desarrollados este ascenso es percibido como una amenaza, ello no
va impedir que en los países emergentes y en vías de desarrollo, donde vive la
mayoría de la humanidad, se presente como una oportunidad para su prosperidad.
El malestar que tanto las
migraciones internacionales como el ascenso de China causa en los países ricos
nace de la percepción de que ambas tendencias están cambiando el secular estatus
de dominación global occidental, y la ideología que nace de esa resistencia es
reaccionaria a los cambios globales, y por lo tanto xenófoba y de confrontación,
mientras que la ideología de la prosperidad universal es contraria a la lógica
de que unas naciones ganen a costa de que otras pierdan, y se fundamenta en el
establecimiento de una relación internacional de ganar-ganar basada en el
respeto a la soberanía de las naciones y en la colaboración económica y
tecnológica de beneficio mutuo.