22/04/2013
NOTICIA. Naciones Unidas conmemora el
22 de abril el Día Internacional de la Madre Tierra
La armonía
del género humano con la Naturaleza una ciencia pendiente de crear
En un mensaje con motivo del Día de la Madre
Tierra (22 de abril) Ban Ki-moon alertó al mundo sobre las consecuencias del
cambio climático, la explotación insostenible de los recursos naturales y de
otros problemas causados por el hombre.
"Cuando creamos amenazas para nuestro planeta,
no solo ponemos en peligro el único hogar que tenemos sino incluso nuestra
futura supervivencia".
La fecha de la Pachamama (Madre Tierra, en
idioma aimara) fue instaurada en 2009 por la Asamblea General de la ONU en una
resolución que llamó a promover la Armonía con la Naturaleza entendida como "el
equilibrio entre los seres humanos y la Madre Tierra", para alcanzar un justo
equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las
generaciones presentes y futuras.
La Asamblea General de la ONU incorporó este
concepto situándolo por encima de los de medio ambiente y desarrollo sostenible;
adoptando en 2010, 2011 y 2012 otras resoluciones bajo la premisa conceptual de
la Armonía con la Naturaleza.
En ese sentido, en la resolución del 2012 se
incluyó un llamamiento a introducir cambios fundamentales en las formas de
producción y consumo mundiales, en el que los países desarrollados deben tomar
la iniciativa.
----------
En el estadio alcanzado de desarrollo de la
economía mundo en el siglo XXI, las actividades económicas impactan de forma
alarmante e irreversible en el ecosistema terrestre, que de continuar su
progresión podría poner en cuestión o dañar seriamente la habitabilidad de la
especie humana sobre la Tierra.
Los impactos más importantes se basan en la
externalización de gases de efecto invernadero a la atmósfera, y la depredación
de los recursos forestales y marítimos.
Los factores desencadenados por estas
alteraciones están interconectados y se retroalimentan entre sí.
La externalización de gases de efecto
invernadero a la atmósfera se produce, por una parte, debido al vigente sistema
energético mundial basado en un 80% en los combustibles fósiles y, por otra
parte, debido al sistema económico competencial mundial que obliga a la
externalización de costes en forma de libre emisión a la atmósfera de gases de
efecto invernadero, para mantener las ventajas competitivas de la producción.
La reducción de la masa forestal y de la vida
marítima conlleva la disminución de la capacidad de absorción del dióxido de
carbono por la biomasa terrestre, lo que acentúa la concentración de este gas en
el aire atmosférico.
El efecto invernadero actúa principalmente
reteniendo en la atmósfera la radiación infrarroja terrestre nocturna en las
longitudes de onda más largas, lo que incide en un mayor incremento de la
temperatura en los ambientes climáticos más fríos acentuándose el deshielo de
las plataformas heladas y glaciares de montaña disminuyendo con ello las
superficies terrestres de reflexión solar y produciendo un sobrecalentamiento
diurno y, de mantenerse la actual tendencia de desglaciación, la misma afectará
a las plataformas continentales heladas lo que provocaría el progresivo aumento
del nivel del mar a escala planetaria.
El efecto invernadero produce a su vez el
calentamiento de las masas térmicas de aire que regulan la circulación general
atmosférica que se manifiesta a través de una acentuación del carácter caótico
de la misma, con el reforzamiento de las dorsales y las vaguadas en altura que
propicia en superficie la progresiva reiteración de los fenómenos meteorológicos
extremos como sequías prolongadas en las áreas anticiclónicas, y huracanes de
fuerza desconocida en las áreas de las grandes depresiones como las del Monzón y
el Caribe.
Las variables antropogénicas que provocan el
impacto medioambiental tienen su origen en el sistema productivo mundial, y las
cumbres sobre el clima no abordan este fondo de la cuestión, entre otras cosas
porque el sistema productivo mundial no puede ser cambiado porque afecta a la
esencia del modo competitivo de producción internacional, como tampoco puede ser
cambiado el sistema energético mundial pues no existen alternativas al paradigma
tecnológico actual basado en el motor de combustión interna que precisa de la
capacidad calorífica de los combustibles fósiles para mover: los grandes
trasportes aéreos, marítimos y terrestres; la maquinaria pesada para la
construcción de infraestructuras, y la maquinaria agraria.
Desde la revolución industrial hasta los
inicios del siglo XXI, el impacto ambiental derivado del sistema productivo
mundial ha sido relativamente moderado porque de la cantidad de energía
consumida para su conversión en trabajo productivo se han venido beneficiando
solamente una minoría de la población mundial residente en los países
desarrollados, pero si el nivel de consumo de energía per capita que actualmente
gozan unos 1.000 millones de personas se extendiera a una población de 10.000
millones de personas que serán las que habitarán la Tierra a finales del siglo
XXI, el colapso energético, y por lo tanto económico sería inevitable, y el
impacto medioambiental insostenible.
El umbral límite medioambiental vendría
determinado por la externalización a la atmósfera en forma de gases de efecto
invernadero de todas las reservas de combustibles fósiles, lo que supondría
llegar a una concentración de CO2 en el aire atmosférico en torno a las 600 ppm,
sumando unas 200 ppm más al registro de 395 ppm del año 2012, superando en más
del doble las 280 ppm del periodo preindustrial.
El umbral límite económico vendría determinado
por el agotamiento de las fuentes de energía primaria de los combustibles
fósiles sin que se haya alcanzado una alternativa tecnológica al motor de
combustión interna, y una alternativa energética al poder calorífico de los
combustibles fósiles para la transformación de la energía en trabajo productivo.
Ese escenario al que parece abocado el género
humano se puede deducir porque los factores objetivos de la inviabilidad del
actual sistema productivo y económico mundial son cuantificables en el tiempo, y
los factores productivos que nos empujan al mismo no parecen reversibles.
En la definición de la estrategia para la
prevención de ese escenario, los países desarrollados, por ser los grandes
consumidores de energía per cápita, se encuentran en la tesitura de reducir
fuertemente su consumo para permitir que los países en desarrollo aumenten
moderadamente el suyo o, por el contrario, encerrase en su desarrollo exclusivo
manteniendo a los países en desarrollo en los estándares de consumo del
subdesarrollo.
Esa parece ser actualmente la pretensión de
los países desarrollados con EEUU a la cabeza, a través de perpetuar por todos
los medios, incluidos los militares, el régimen neocolonial de los países en
desarrollo para disponer casi en exclusividad de las materias primas
planetarias, pero también es obvio, que los países en desarrollo liderados por
los BRICS no van a renunciar a su propio desarrollo.
Objetivamente en un mundo con recursos
limitados la superación de este conflicto de intereses entre los países
desarrollados y los países en desarrollo solamente puede ser superado en un
marco donde las naciones busquen el entendimiento recíproco, cuestión a la que
se refirió Xi Jinping en el discurso de apertura del foro de Bao el 6/4/2013.
“La humanidad solamente tiene una tierra, y es
el hogar de todos los países. Como miembros de la misma aldea global, es
necesario promover un sentido de comunidad de destino común, que es la base
misma del desarrollo sostenible, y sirve a los intereses fundamentales a largo
plazo de todos los pueblos del mundo”.
Pero desafortunadamente hasta ahora no se ha
conseguido lograr en la comunidad internacional ese sentido de destino común
universal que ponga a la humanidad como centro de todas las políticas; siendo el
principio impuesto por los países desarrollados desde la etapa colonial y ahora
neocolonial de obtener ventajas unilaterales el que marca la pauta de las
relaciones de producción internacionales, y que, de persistir esa tendencia,
puede llevar a la humanidad a situarla para finales del presente siglo en un
umbral límite desde el punto de vista medioambiental y de supervivencia
económica.
Los pueblos, a lo largo de la historia han
sabido reaccionar positivamente cuando se encuentran en situaciones límites
pero, ante los desafíos económicos y medioambientales del presente siglo, es
responsabilidad de las grandes naciones llegar a acuerdos y proponer iniciativas
a favor de la implementación de un modelo productivo y energético mundial
armónico con la Naturaleza
Si alguna ciencia sería necesaria crear, sería
la ciencia de la armonía del género humano con la Naturaleza a escala mundial
para disponer de los conocimientos concretos que permitan diseñar un planeta
medioambientalmente habitable y capaz de sostener un sociedad modestamente
acomodada de unos 10.000 millones de personas con una distribución equitativa de
los recursos para finales del siglo XXI.
Energía primaria necesaria para un consumo
mundial per cápita equiparable al de la OCDE (Quadrillion (115) BTU)*
Fuente: Energy Information
Administration EIA. Elaboración propia.
* BTU: Unidad de energía inglesa. Abreviatura
de British Thermal Unit. Se usa principalmente en los Estados Unidos.
Ocasionalmente también se puede encontrar en documentación o equipos antiguos de
origen británico. En la mayor parte de los ámbitos de la técnica y la física ha
sido sustituida por el Julio, que es la correspondiente unidad del sistema
internacional. Una BTU equivale aproximadamente: 252,2 calorías, o 1.055 julios.