08/11/2015
NOTICIA.
El 06/11/2015, la organización del Programa
de las Naciones Unidas
para el Medioambiente
(UNEP),
presentó su último informe previo a la Cumbre de París sobre el Cambio
Climático
Preliminares de la Cumbre de París (COP 21) sobre el Cambio Climático
El
06/11/2015, la organización del
Programa de las
Naciones Unidas
para el Medioambiente
(UNEP),
presentó su último informe en el que se evalúan las 119
Contribuciones
Previstas y
Determinadas por Nación
(CPDN);
contribuciones que
abarcan a 146 países que concentraban en el año 2012 el 88% de las
emisiones mundiales de gases de
efecto Invernadero.El portavoz de UNEP, Stephane Dujarric, en su
comparecencia ante los medios de comunicación afirmó que: “el informe
es una valoración acreditada por científicos y expertos líderes de todo
el mundo”, y realizada previamente a la XXI Conferencia de las
Partes de la Convención
Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP
21), que se celebrará en París desde el 30 de noviembre hasta el 11 de
diciembre. Por su parte, el director ejecutivo de UNEP, Achim Steiner,
manifestó que las actuales contribuciones (CPDN),
combinadas con las políticas ejecutadas durante los pasados años,
demuestran un compromiso sin precedentes por parte de los países
miembros de afrontar el desafío global del Cambio
Climático.
Según el Informe
presentado, las contribuciones (CPDN)
representan una reducción en las emisiones de dióxido de carbono de 4 a
6 gigatoneladas anuales (Gt CO2/año), que vienen a sumarse a
las 5 (Gt CO2/año) proyectadas en la evaluación del Grupo
Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático en el año 2010,
lo que supondría que, con las medidas actualmente en marcha, más la
aplicación de los compromisos adquiridos por 146 naciones, permitirían
reducir (5+6 = 11) (Gt CO2/año) hasta el 2030, respecto de la
tendencia observada en el año 2010.
No obstante, para que las
emisiones globales en el 2030 no superaran el objetivo de 42 (Gt CO2/año),
que permitirían situarse en el > 66% de probabilidad de llegar al año
2100 con un aumento de la temperatura media mundial inferior a los 2 °C,
la reducción de 11 Gt CO2/año, representaría solamente la
mitad de
las 22 (Gt CO2/año), requeridas para alcanzar ese objetivo,
por lo que, de no mediar acciones nuevas para la reducción de emisiones,
el nivel de emisiones globales anuales se situaría en el año 2025 en 54
Gt de CO2, y en 56 Gt en el año 2030, lo que conduciría al
planeta a un aumento de la temperatura de alrededor de 3 °C para el año
2100.
Para evitar este
escenario, que según el informe está basado en las mejores conclusiones
científicas disponibles, se recomienda una acción temprana, para ello,
el informe propone situarse en un nivel de emisiones globales de CO2 de
48 Gt en el año 2020; 42 Gt en el año 2025, y de 31 Gt en el año 2030.
Desde el punto de vista
cualitativo, la valoración que se hace de la preparación de las CPDN
para la Conferencia de París, es que han dado un fuerte impulso al
análisis de los vínculos entre el desarrollo económico y el clima, así
como a la elaboración de nuevas políticas nacionales sobre el clima, y
puede considerarse el primer paso en la transición hacia economías con bajas
emisiones de carbono, lo que debiera contribuir a dar un impulso a
las iniciativas de mitigación del cambio climático, principalmente con
el aumento de la eficiencia energética y la ampliación del uso de
tecnologías de energías renovables.
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Sin embargo, a pesar de la
meticulosidad de la (UNEP)
en el informe presentado, el mismo es cuestionable en su enfoque conceptual
. El informe se aferra al concepto
de reducción de emisiones y
obvia las políticas de sumideros de CO2, bien sean
artificiales a través del fomento de la captura
y almacenaje del carbono, como de las políticas de extensión de los
sumideros naturales derivados de la regeneración de la contaminación
marítima y la ampliación global de las masas forestales.
Otro aspecto ignorado es
la unidad
de medida que
debiera marcar los compromisos nacionales con las emisiones de CO2,
que para mantener una relación equitativa entre desarrollo y derechos de
emisión debiera basarse en un valor de emisiones de CO2 per
cápita, de tal
manera, que los países en desarrollo con bajos niveles de emisiones de
CO2 per cápita,
puedan aumentar sus emisiones en función de su desarrollo, mientras que
los países con altos niveles de emisiones de CO2 per
cápita debieran realizar los principales esfuerzos en su reducción.
Tampoco hace referencia al
principio de responsabilidades
compartidas pero diferenciadas en
la concentración de CO2 alcanzada
actualmente en la atmósfera. La concentración en partes
por millón (ppm) de CO2 en
la atmósfera desde los inicios de la revolución industrial (1750) ha
pasado de 280 ppm a 399 ppm en el último registro de NOAA,
en el año 2015, lo que supone un incremento de un 145% desde el año
1750, habiendo sido los países industrializados los principales
responsables de su incremento y, por ello, su responsabilidad en el cambio
climático es
considerablemente mayor.
El informe hace
referencia, al problema actual de la deforestación en los países en
desarrollo y recomienda políticas para su reducción, ignorando por el
principio de responsabilidades compartidas pero diferenciadas que
los países europeos llevaron a cabo entre los siglos XVIII y XIX una
deforestación masiva del continente europeo, por lo que también se
debiera exigir a los países industrializados, volver a los niveles de
forestación que tenían previos a la revolución industrial.
Hasta la fecha, las
cumbres y compromisos adquiridos internacionalmente no han frenado el
incremento de las emisiones de CO2. En el año 1990 se
emitieron a la atmósfera 21.426 millones de toneladas métricas de CO2.
El 16 de febrero del 2005, el Protocolo de Kioto entró en vigor. En el
año 2007 se logró un acuerdo para conseguir durante el período 2008-2012
la reducción de emisiones de CO2 en
un 5,2%, con respecto a 1990, sin embargo, en el año 2010 se emitieron
30.600 millones de toneladas métricas de CO2, un 42% más que
en 1990, y tal como apunta el reciente informe de (UNEP),
aun con la aplicación total de las contribuciones (CPDN)
presentadas a la Conferencia de París, es probable que en el año 2030
las emisiones de CO2 lleguen
a los 56.000 millones de toneladas, lo que supondría respecto a las
emisiones de 1990 un incremento del 261%.
Del conjunto de las
fuentes de energía que sustentan la economía mundial, el actual sistema
energético mundial está basado en un 80% en los
combustibles fósiles. El cambio hacia un modelo energético bajo
en carbono contribuye a
que se reduzca en términos relativos la participación de los
combustibles fósiles en el sistema
energético mundial, pero aunque se consiguiera para el año 2030 que
los combustibles fósiles representen entre un 70% a un 60%, ello no
implica en cifras absolutas un menor uso de los mismos, pues la demanda
de combustibles fósiles debido a las exigencias del desarrollo y del
crecimiento económico mundial son cuantitativamente superiores a la
capacidad de su sustitución por energías limpias, pudiendo darse la
paradoja en el año 2030, que en cifras relativas aunque en la matriz del sistema
energético mundial los
combustibles fósiles representen el 60%, el uso de combustibles
fósiles en cifras absolutas sea muy superior al actual, de lo que se deduce un
incremento en la proyección de las emisiones de CO2 para
esa fecha hasta los 56.000 millones de toneladas.
La mejor manera de
combinar el desarrollo con la limitación de emisiones de CO2 a
la atmósfera es a través de la implementación de sumideros
de carbono, principalmente naturales, pero también artificiales,
aunque la tecnología de estos últimos esté en sus inicios. El punto de
vista que se debiera adoptar para evitar el calentamiento global sería
asegurar que el balance entre emisión de CO2 y
captura y reciclaje del mismo, estuviera equilibrado de tal manera que
las ppm de CO2 en
el aire atmosférico pudieran llegar a situarse en las 367 ppm del año
1999.
El objetivo de basar el cambio térmico climático en
no superar un incremento global de 2 ºC para el año 2100, es ambiguo,
pues tal referencia no permite definir que puede suponer este incremento
en las áreas del planeta con temperaturas más frías, principalmente en
las regiones polares y en las glaciares de montaña, con especial
incidencia en las plataformas continentales heladas como la Antártida y
Groenlandia, pues su deshielo es el que puede producir una subida del
nivel del mar.
El incremento del efecto
invernadero atmosférico tiene una repercusión térmica relativa, siendo
más intensa en las zonas más frías que en la templadas y cálidas, pues
la radiación de onda larga que emite la Tierra durante la noche es de
mayor longitud en función de la menor temperatura nocturna, de tal
manera que cuanto más larga es la longitud de la onda radiativa es menos
transparente a los gases de efecto invernadero, impidiendo que la misma
salga al espacio exterior, quedando por lo tanto atrapada en la
atmósfera. Así, se puede observar como los efectos del cambio térmico climático son
más acusados en las regiones polares y las áreas de alta montaña, con
una incidencia acusada en la reducción o desaparición de los glaciares
de montaña (ver nota1) y un mayor retroceso en la banquisa helada en las
regiones polares (ver nota 2).
El cambio climático tiene
dos grandes consecuencias, la primera, es la que se ha mencionado de un
incremento térmico global
que tiene una mayor repercusión relativa en los climas más fríos, y una
segunda consecuencia, es la forma que este incremento térmico tiene
en la circulación general atmosférica, que por los datos
empíricos de las variaciones experimentadas en las últimas dos décadas
tiene que ver con el incremento de los fenómenos meteorológicos extremos que
aumenta la sequía en las áreas de influencia anticiclónica, y acentúa
la fuerza de los huracanes y ciclones en las áreas que se registran
estacionalmente, aunque, por el carácter caótico de la circulación
atmosférica global, es imposible conocer la repercusión que pudiera
tener en los fenómenos meteorológicos extremos un
incremento de la temperatura global de 2 ºC.
De lo que se trata pues,
es de medir el cambio
climático en función de
los parámetros que son certeramente cuantificables como son los valores
en el aire atmosférico en ppm de los gases que contribuyen al efecto
invernadero y que determinan el forzamiento
radiativo (W/m2)
y en consecuencia el calentamiento global.
El establecimiento de una
meta en los valores en ppm de la concentración de dióxido de carbono,
metano y otros gases en la atmósfera debiera ser la referencia
científica para medir el cambio climático, unos valores que bien
pudieran ser los alcanzados a finales del siglo XX tal y como se puede
apreciar en el Cuadro 1.
Cuadro 1
Concentración de emisiones
de efecto invernadero en el aire atmosférico y
Forzamiento radiativo (W/m2)
desde el inicio de la era industrial
Fuente: Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC).
Según la Organización
Meteorológica Mundial (WMO),
en el año 2013 la concentración en el aire atmosférico del Dióxido de
Carbono (CO2) era de 396 ppm; la de Metano (CH4)
de 1,824 ppm, y la de Óxido Nitroso (N2O) de 0,325 ppm. Para
revertir la tendencia alcista de la concentración del CO2 y
CH4 en el aire
atmosférico habría que implementar una serie de acciones destinadas no
solamente a la reducción de emisiones sino que de manera singular a
activar las medidas de sumideros de CO2, principalmente los
naturales a través de una política global de reforestación de gran parte
del planeta, y con el desarrollo de las tecnologías para la captura y
almacenaje del Carbono (C).
Las políticas para
enfrentar el Cambio Climático debieran basarse, pues:
- En una política global
concertada basada en el principio de responsabilidades
compartidas pero históricamente diferenciadas.
- Establecer un objetivo
de emisiones de CO2 per
capita medio global, de tal manera que las naciones que sobrepasen ese
límite debieran hacer más esfuerzos para reducirlo, mientras que las que
no han llegado al mismo pudieran emitir CO2, en base a su desarrollo
económico, hasta
alcanzar el límite medio global establecido.
- Fijar el objetivo de
reducir la concentración de CO2 en
el aire atmosférico a 367 ppm, y la de CH4 a 1,770 ppm,
alcanzadas a finales del siglo XX.
- Crear un fondo
financiero en base al principio de responsabilidades
compartidas pero históricamente diferenciadas, por el que las
naciones más desarrolladas serían las que debieran realizar una mayor
aportación, para la implementación a escala planetaria de: energías
bajas en carbono; la forestación de amplios territorios, y el desarrollo
e implementación de las tecnologías de captura y almacenaje de Carbono.
La Cumbre sobre el Cambio
Climático de París, es un compendio de las contribuciones (CPDN)
individuales de la mayoría de las naciones del mundo, pero no existe
todavía una decisión política para escalar al nivel de elaborar un plan
global como representa el Cambio
Climático que no entiende
de fronteras políticas. A pesar de los avances alcanzados por los
dirigentes mundiales en su compromiso de afrontar el desafío del Cambio
Climático, los mismos no son suficientes y deben experimentar un cambio conceptual en la forma integral de
abordar globlamente el mismo.
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Nota 1:
El 06/01/2015, el
Instituto de Investigación de la Meseta Tibetana de China (ACCh), dio a
conocer un informe climático sobre la meseta tibetana y las montañas
circundantes que representan una de las masas de hielo más grandes del
planeta. El informe señala el gran impacto del cambio climático en los
glaciares del Tíbet, reflejando que el aumento de la temperatura en la
meseta tibetana en los últimos cincuenta años ha sido dos veces más
rápido que en la mayoría de puntos del planeta. El informe detalla el
estudio de docenas de glaciares de la meseta tibetana en las últimas
décadas habiéndose comprobado que se han reducido considerablemente, en
especial durante la última década, considerando que de mantenerse la
tendencia actual se producirá una reducción de los glaciares de la
región de entre el 10 y el 30 por ciento para 2050. Un informe anterior
publicado en mayo del 2015 señalaba que la superficie de hielo se habían
reducido en 8.000 kilómetros cuadrados durante los últimos 30 años.
La meseta tibetana
(considerado como el Tercer Polo del Planeta) es uno de los lugares más
limpios de la Tierra, por ello los científicos que participan en los
estudios han urgido al Gobierno Chino a la reducción del impacto de la
actividad humana en el frágil ecosistema de la región.
Nota 2:
La superficie marina
cubierta por hielo en el Ártico ha marcado en el invierno boreal
2014-2015 el nivel más bajo desde que se iniciaron los registros
sistemáticos sobre el terreno y desde satélites, según los datos
provisionales presentados por el Centro Nacional de Hielo y Nieve de
Estados Unidos (NSIDC).
El 25/02/2015, la
extensión del hielo que cubre la superficie marina en el Ártico llegó a
un nivel máximo anual (invierno 2014-2015) de 14,54 millones de
kilómetros2, mientras que el promedio del período 1981-2010
se sitúa en 15,64 millones de km2 de
superficie marina cubierta de hielo. Los datos de la NSIDC indican que,
con excepción del Mar del Labrador y el estrecho de Davis, todo el resto
de regiones árticas han tenido en el invierno 2014-2015, un claro
descenso de la superficie helada.
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ANEXO 1:
Figura 1. Evolución de los
gases de efecto invernadero de larga vida: dióxido de carbono; metano;
óxido nitroso; CFC-12, y CFC-11, de la red global de muestreo del aire
de NOAA con registros desde el año 1979. Estos cinco gases de efecto
invernadero de larga vida, son los causantes del 96% del forzamiento
radiativo (W/m2),
desde 1750.
ANEXO 2:
Figura 2. Forzamiento
radiativo (W/m2),
en relación con 1750, debido exclusivamente al dióxido de carbono, con
registros desde el año 1979. El porcentaje de cambio a partir del uno de
enero del año 1990 se muestra en el eje derecho.
Fuente: NOAA
Se puede apreciar como el incremento del Forzamiento
radiativo por el efecto del dióxido de carbono, se sitúa
aproximadamente en el año 2015 en 1,96 (W/m2),
lo que supone 0,4 (W/m2)
más que los 1,56 (W/m2)
registrados en 1999 por efecto también de ese mismo gas, (ver Cuadro
1).