27/09/2012
NOTICIA. Un
comando de rebeldes sirios liderados por el coronel Khaled Abdel Rahman
al-Zamel decidió el día 26 abandonar su lucha contra el Gobierno y
reincorporarse al ejército gubernamental
Siria:
guerra civil o guerra internacional
El coronel ingeniero Khaled Abdel Rahman al-Zamel,
antiguo miembro del Ejército Árabe Sirio, acompañado por una decena de
ex-combatientes en una reunión de fuerzas opositoras manifestó su
decisión de abandonar el denominado Ejército Libre Sirio "Hemos
decidido volver al Ejército Árabe Sirio y cooperar con el ministerio
para la Reconciliación Nacional”. "Todos nosotros somos sirios y
rechazamos una crisis que comenzó con el derramamiento de sangre”.
El oficial dijo que desempeñó el cargo de jefe adjunto del Consejo
Militar en la Región Sur en el llamado Ejército Libre Sirio, en el cual
era conocido como coronel Abu al-Walid. Su unidad estaba formada, en su
mayoría por ex-efectivos del ejército nacional que se sublevaron contra
el gobierno de Al Asad. Manifestó que él y sus colegas comenzaron a
pensar en la situación a la que llegó el país, y que aliviar el
sufrimiento de la nación requiere trabajo y esfuerzo de todas las
personas conscientes y amantes a la patria. Aseguró que abandonaron las
filas de los grupos irregulares con la cooperación del Ministerio de
Reconciliación Nacional, con el fin de regularizar su situación y
ponerse de nuevo bajo disposición de los mandos del Ejército Árabe
Sirio, en la convicción de que la solución en Siria no puede alcanzarse
con el uso de las armas, ni con la violencia o con el sabotaje, tampoco
bombardeando y matando a civiles inocentes, sino regresando al seno de
la patria.
En Siria, a diferencia de las revoluciones
habidas en Egipto y en Túnez que se fundamentaron en la movilización de
la mayoría de la población, los alzados en armas, no han conseguido
movilizar a la población, pero tampoco el régimen de Al Asad cuenta con
amplio apoyo popular. Debido a esta falta de implicación popular, la
guerra de Siria no puede considerarse como una guerra civil en la que la
mayoría de la población toma una actitud activa por uno de los bandos
(que no es hasta ahora el caso), sino que su naturaleza es la de un
enfrentamiento armado entre facciones en la que la
población civil está atrapada en medio de esa guerra.
Esta característica de la guerra es importante a la hora de un desenlace
de la misma, pues, en el caso de la victoria de una facción sobre la
otra, la única salida posible es la imposición de un régimen totalitario
de la facción vencedora a la mayoría de la población, por ello, la única
salida democrática al conflicto armado es la negociación y la
reconciliación, aunque hasta ahora los llamamientos para iniciar la
reconciliación en Siria han sido infructuosos y lo serán mientras la
mayoría de la población y sus organizaciones laicas y religiosas no
tomen una actitud más activa en su demanda.
Pero por el momento, la realidad es que la
población, aunque está cansada de la guerra, no puede eludir el
enfrentamiento entre facciones, por un lado, un gobierno con un ejército
bien armado y entrenado, y por otra parte, una oposición dividida en
numerosos grupos, fuertemente armada, y sólidos apoyos internacionales,
particularmente de las monarquías del Oriente Medio y de los países de
la OTAN, en la que Turquía actúa como punta de lanza.
La oposición armada en las zonas que consigue
controlar no consigue el apoyo de la población, y el Estado, como
cualquier Estado, se opone a capitular ante una insurgencia armada. La
victoria militar de los alzados en armas es imposible, por ello,
demandan una intervención de la OTAN, que no se efectúa por la oposición
internacional a la misma y porque podría desencadenar una crisis en todo
el Oriente Medio de imprevisibles consecuencias.
La prolongación del conflicto no le viene mal
a la OTAN y las monarquías árabes que apoyan a las bandas armadas, pues
su prolongación sume a Siria en el caos económico y social y con ello
debilita a un importante aliado de Irán en la región. Aunque en los dos
últimos meses las características de la guerra están cambiando, las
bandas armadas están sufriendo fuertes reveses por parte del Ejército
Árabe Sirio, las mismas consiguen rehacerse por el flujo de yihadistas y
mercenarios foráneos y armas suministradas por sus patrocinadores
extranjeros, pero esta renovación de combatientes está conformando una
insurgencia armada progresivamente más foránea y dependiente de sus
patrocinadores internacionales y alejada de la población y, con ello,
combatientes sirios patrióticos se están cuestionando su participación
en la lucha armada.
Estos cambios, están convirtiendo la guerra en
Siria en una guerra internacional y, a nadie se le escapa, que una
guerra prolongada de estas características solo trae sufrimiento a la
población, aunque eso parece preocupar muy poco a los países implicados
en la misma, particularmente: Qatar, Arabia Saudita, Turquía, Francia,
Gran Bretaña y EEUU, pues, estos países están interesados en la
prolongación del conflicto como forma de llevar la devastación a la
economía de Siria para debilitarla como nación. EEUU ya ha practicado
esa política en Irak; tras su ocupación, ante la imposibilidad de una
victoria rápida, optó por devastar durante años el país, dejándolo en
una situación precaria para que no representase ningún peligro a su
hegemonía y la de Israel en la región.
En esta situación no es extraño, que aquellos
que sinceramente se levantaron en armas contra el régimen de Al Asad,
llevados de su sentido patriótico, se hayan dado cuenta que la
prolongación de la guerra solo sirve a los intereses extranjeros y que
el camino de la paz y la reconciliación es la política adecuada para
acabar con el sufrimiento de la población y hacer que Siria mantenga la
dignidad de su soberanía.
Evidentemente para estos opositores, el alto
el fuego y la reconciliación es una paso intermedio en su lucha contra
el régimen de Al Asad, pero un paso necesario. El propio Al Asad ha
llegado a manifestar que está dispuesto a marcharse si se dan la
circunstancias de una solución política, pero que nunca lo hará por
imposición de unas bandas armadas y de potencias extranjeras.
No obstante, considerando, que Israel, los
países de la OTAN y las monarquías de la región como la Qatarí y la
Saudí no van a soltar su presa, la única solución para poner fin al
conflicto sirio va a estar en derrotar militarmente dentro de Siria a
las bandas armadas de los países intervencionistas, que no han dudado
estos días pasados en utilizar la tribuna de la Asamblea General de las
Naciones Unidas, como fue el caso de Qatar, EEUU y Gran Bretaña, para pisotear,
con relación a Siria, unos de los principios fundacionales de las ONU,
recogido en el Capitulo
Primero, artículo 2º apartado cuarto donde
se manifiesta que: Los Miembros de la Organización, en sus relaciones
internacionales, se
abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la
integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado,
o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las
Naciones Unidas.
El pueblo de Siria tendrá que darse cuenta que
el fin de la guerra pasa primero por derrotar a las fuerzas
internacionales representadas en las bandas armadas que quieren llevar a
Siria al caos, y por ello, tendrán que tomar partido en favor de la paz,
para posteriormente abrir un proceso democrático en que Al Asad si el
pueblo sirio lo decide ya no estará.
En ese sentido hay que entender la decisión
del Khaled Abdel Rahman al-Zamel y de todos aquellos militares que no
quieren ver a su patria, colonizada por potencias extranjeras, y
gobernada por vasallos de las mismas.