24/10/2012
NOTICIA. El
director de la Oficina de Intereses de Egipto en Irán, Jalid Emara, ha
expresado el respaldo de El Cairo a los derechos legítimos de Teherán a
acceder y desarrollar tecnología nuclear con fines pacíficos
La
incógnita de las relaciones internacionales de Egipto
Las
declaraciones de Jalid Emara, se encuentran en sintonía con las
declaraciones realizadas en Junio, tras su elección, por el presidente
de Egipto Mohamed Morsi a la prensa Iraní “Es necesario restablecer
las relaciones con Irán sobre la base de ventajas recíprocas. Esto, que
es parte de mi programa de gobierno, contribuirá a garantizar un balance
estratégico en la región”.
Irán rompió
sus relaciones con Egipto después de que el presidente egipcio Anwar
el-Sadat y el primer ministro del régimen israelí Menachem Begin, el 17
de septiembre de 1978, firmaran los acuerdos de Camp David, y tras
ofrecer asilo al depuesto monarca de Irán, Mohamad Reza Pahlavi. Desde
aquel entonces, ambas naciones han venido manteniendo relaciones
diplomáticas a través de oficinas especiales, las cuales, desde la
llegada de Morsi a la presidencia de Egipto, están aproximándose, siendo
Irán quien más interesada está en normalizar las relaciones con El
Cairo, e incluso en darles un carácter preferente. El viceministro de
defensa de Irán declaró recientemente que su país busca más cooperación
militar con Egipto. “Estamos dispuestos a ayudar a Egipto a construir
reactores nucleares y satélites”.
Según un
sondeo realizado por la organización Israel
Project, entre 812 ciudadanos egipcios, la mitad mujeres, el 65% de
los encuestados apoya la decisión de renovar las relaciones entre Egipto
y la República Islámica, y el 61% está a favor del programa nuclear de
la nación persa, lo que supone un 20% más que en 2009, considerando el
62% de los encuestados que Irán y su presidente son amigos de Egipto.
Asimismo el sondeo reveló que el 87% de la población egipcia quiere que
Egipto tenga capacidad para desarrollar energía nuclear.
Además de la
actitud de los egipcios hacia Irán, el sondeo incluía preguntas sobre su
opinión sobre el Estado de Israel, en el mismo, el 74% de los
entrevistados señalaron que desaprueban tal y como están concebidas las
actuales relaciones de Egipto con Israel, lo que representa un
incremento de un 48% desde 2009. Además el 77% señalan que el acuerdo de
paz con Israel no es útil y tiene que ser cancelado.
Según Josh
Block, el director general de Israel Project, la organización
patrocinadora del sondeo, con sedes en Washington y Jerusalén, los
resultados de la encuesta son “peligrosos” para Israel.
Actualmente
Egipto vive una situación de transición política y, por ello, es poco
probable que mientras dure la misma, el gobierno actual dé pasos firmes
en definir una doctrina en sus relaciones internacionales, que con toda
probabilidad, no será continuista de la protagonizada por el depuesto
Mubarak.
El régimen
de Mubarak no solo unció su política exterior a los dictados de EEUU e
Israel, sino que mantuvo un modelo económico neocolonial, sin emprender
acciones para el desarrollo de las capacidades innovadoras de Egipto. Si
bien, hasta ahora, todos los países árabes, siguen bajo un sistema
neocolonial. Las élites gobernantes que protagonizaron la independencia
tanto de signo conservador como laico, solo procuraron desarrollar un
modelo económico en función de sus particulares intereses, que
coincidían plenamente con el modelo neocolonial sujeto a la demanda de
los países industriales basada en el suministro de materias primas y la
promoción del turismo. Este modelo a lo largo de los años ha ido
excluyendo socialmente a gran parte de la población del sistema
económico, que en los casos de las ricas monarquías del golfo se ha
mitigado subsidiando a la población para evitar el descontento social,
pero en el caso de Egipto, estas bolsas de población viven en la
exclusión y la marginación social. Por otra parte, la dependencia
occidental también les ha llevado particularmente a las monarquías
árabes a depender militarmente de EEUU, que es quien suministra el
armamento.
La
independencia de Egipto a la hora de establecer unas relaciones
internacionales va a depender en gran medida de su capacidad para
superar el modelo económico neocolonial y modernizar el país
desarrollando sus propias fuerzas en la innovación científica y
tecnológica. La posibilidad de que Egipto en un futuro apueste por el
desarrollo científico para la generación de energía nuclear con fines
pacíficos sería un paso en esa dirección que le devolvería sus estatus
de potencia regional, anulada en los años del régimen de Mubarak.
En la región
del Oriente Medio solamente Irán ha sido capaz de desarrollar una
economía con avanzadas realizaciones tecnológicas que se manifiestan
tanto en el campo civil como militar, por ello, es considerado un
enemigo a batir por Israel. En el caso de que Egipto apueste
decididamente, tal y como lo pide la ciudadanía, por recuperar su
estatus de potencia regional, obligaría a Israel a tener que cambiar su
política de potencia rectora indiscutible en la región, por una política
de paz y buena vecindad. Aunque por ahora en los dirigentes de Israel,
imbuidos ideológicamente en la creencia de ser el
pueblo elegido por Dios,
tal cuestión no figura en su agenda y, por ello, pretenderán por todos
los medios apartar a Egipto de sus pretensiones de caminar con paso
propio tanto en su desarrollo científico técnico como en sus relaciones
internacionales.