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Autor

Seudónimo: Saint Just

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04/04/2015

NOTICIA. El 01/04/2015, Irán y los países del Grupo 5+1 (Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Rusia y China, más Alemania) llegaron a un acuerdo marco respecto del programa nuclear iraní

 

Irán y los cambios en la política mundial y en la región del Oriente Medio

El 02/04/2015 la representante de la UE, Federica Mogherini, y el representante de Irán,  Mohammad Javad Zarif, en las conversaciones sobre el programa nuclear iraní anunciaron en rueda de prensa conjunta los puntos del acuerdo marco alcanzado.

En lo que respecta al programa nuclear iraní, el Plan Integral de Acción Conjunta para el enriquecimiento de uranio en Irán, indica que el país persa durante al menos 15 años podrá enriquecer uranio hasta el 3,67 por ciento. Irán seguirá sus investigaciones y avances para desarrollar sus centrifugadoras. La planta nuclear iraní de Fordo (ubicada cerca de la ciudad de Qom, al sur de Teherán), se rediseñará a fin de convertirla en un centro de investigación de física nuclear. El reactor de agua pesada de Arak se mantendrá para ser rediseñado y mejorado con el fin de incrementar su eficacia, comprometiéndose Irán a no construir ningún otro reactor de agua pesada en los próximos 15 años. La cooperación internacional de Irán en el campo nuclear, incluyendo al Grupo 5+1 será posible y promovida en la construcción de centrales nucleares y reactores de investigación.

En lo concerniente a las sanciones, todas las sanciones económicas y financieras del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU), las impuestas de manera multilateral por Europa y de manera unilateral por EEUU en contra de Teherán serán levantadas tras la implementación del pacto final antes del 30/06/2015. Entre los embargos económicos que serán eliminados figuran las prohibiciones bancarias, del seguro e inversión, así como en otros servicios en diferentes campos, como el petroquímico, petrolero, gasífero, automovilístico e industrial. Al mismo tiempo, todas las sanciones referentes al programa nuclear iraní en contra de las entidades naturales y jurídicas, instituciones y organizaciones privadas y estatales, serán anuladas. Los países del Grupo 5+1 se comprometen a evitar cualquier tipo de nuevas sanciones relacionadas con el programa nuclear del país persa.

Tras la implementación del pacto definitivo antes del 30/06/2015, el Consejo de Seguridad de la ONU emitirá una nueva resolución sobre el programa nuclear iraní y declarará nulas todas las anteriores resoluciones.

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Las reacciones a la noticia del acuerdo marco entre Irán y el grupo 5+1 no se hicieron esperar. Los líderes de los países que han participado en las negociaciones desde noviembre de 2013 saludaron el acuerdo y se mostraron esperanzados en que muy pronto se pueda firmar el documento final. Por el contrario, las críticas más fuertes en contra del acuerdo, como era de esperar, han sido de los gobernantes de Arabia Saudita, Israel y los políticos y medios derechistas de EEUU. Estas fuerzas en los tres meses restantes para concluir los detalles técnicos del acuerdo marco que posibilite la firma definitiva, intentaran hacer fracasar el mismo.

 

El acuerdo ha sido posible gracias a la coherencia y firmeza de Irán de apegarse al derecho internacional, por el cual, como signatario del Tratado de no Proliferación Nuclear TNP, nunca ha pretendido desarrollar armas nucleares, sin embargo, si tiene derecho a desarrollar la energía nuclear con fines civiles y de investigación. En la actualidad, los estados nuclearmente armados que no han firmado el TNP son, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte.

Las sanciones a Irán por su programa nuclear tuvieron un giro internacional en junio del 2010 cuando los cinco miembros del CSNU con derecho a veto: EEUU, China, Rusia, Gran Bretaña y Francia, a través de la resolución 1929 decidieron aplicar una lista de sanciones a Irán por la opacidad de este país a las inspecciones de la OIEA. La decisión contribuyó al aislamiento internacional de Irán. En ese momento, tanto China como Rusia vivían la política internacional a remolque de las iniciativas estadounidenses, sin presentarle oposición. Sin embargo, tras la abusiva interpretación por parte de los países de la OTAN de la resolución 1973 aprobada por el CSNU sobre la limitación del espacio aéreo libio que se convirtió en un pretexto para propiciar un cambio de régimen en Libia, tanto Rusia como China han venido siendo más cautelosos a la hora de apoyar las iniciativas estadounidenses. En septiembre del 2011 China se opondría a la propuesta de EEUU de ampliar las sanciones a Irán en el marco de la ONU.

Las sanciones a Irán nunca estuvieron justificadas, más si se compara con Israel que ya posee armas nucleares, y lo que parecía ser una presión por parte del CSNU a Irán para que se abriera a una mayor transparencia en su programa nuclear y posibilitaría una rápida negociación, se convirtió en un arma arrojadiza contra Irán por parte de EEUU, Israel y Arabia Saudita, durante cinco años. Ahora las presiones de China y de Rusia para alcanzar un acuerdo y particularmente el cambio en la estrategia global estadounidense han inclinado la balanza a buscar un acuerdo con Irán.

Este giro se inició el 24/11/2013 cuando el Grupo 5+1 llegó a un primer acuerdo con Irán sobre el programa de enriquecimiento de uranio de ese país, desde entonces tanto Israel como Arabia Saudita han estado intentando torpedear cualquier posible acuerdo, pero el cambio de EEUU respecto a las pretensiones de sus dos principales aliados en la región del Oriente Medio, parece firme.

EEUU se había convertido en un rehén de las políticas de hechos consumados de Arabia Saudita e Israel en Oriente Medio, las cuales, EEUU sino quería distanciarse de estos dos países, tenía que secundarlas. La invasión israelita de la Franja de Gaza en noviembre del 2012; el enigmático ataque con armas químicas en Siria en agosto del 2013 que situó a EEUU en la tesitura de iniciar una nueva guerra en Oriente Medio, y la nueva invasión de la Franja de Gaza por Israel en julio del 2014, le han hecho ir a remolque de los acontecimientos que sus belicosos aliados iniciaban en la región.

El dilema en el que se había situado EEUU era que la continuidad en una oposición a ultranza a un acuerdo con Irán por su programa nuclear, le llevaba inevitablemente a un escenario en el que tanto Israel como Arabia Saudita le empujarían a participar en una guerra contra Irán. Aunque tanto EEUU como Irán y Arabia saudita favorecen la inestabilidad en el Próximo y Medio Oriente como forma de debilitar a sus oponentes, las implicaciones en una guerra abierta con la potencia más importante de la región como es Irán, es una línea que EEUU, a diferencia de sus aliados Israel y Arabia Saudita, no está dispuesto a traspasar.

Con el acuerdo con Irán, EEUU evita ser arrastrado a una guerra por la iniciativa principalmente de Israel cuyos dirigentes siguen pensando que la guerra contra Irán es necesaria, además EEUU al desactivar ese riesgo pone limites a las políticas regionales de Arabia Saudita e Israel, que no son capaces por si solos de enfrentarse a Irán. El efecto de este cambio estratégico de EEUU, causa el descontento de Israel pero, sin bien, Israel es un aliado fundamental para EEUU en el Oriente Medio, EEUU para Israel es un aliado imprescindible.

Desde el punto de vista estratégico global, debido al ascenso en el escenario mundial de los BRICS, EEUU no puede correr el riesgo de empantanarse en la región del Oriente Medio. Si en la primera década del siglo XXI, los escasos desafíos que tenía EEUU en el resto del mundo le permitieron concentrar la mayor parte de sus políticas y gastos militares en el Oriente Medio, en la segunda década los frentes abiertos para mantener su hegemonía en el resto de puntos del planeta se han incrementado. El conflicto de Ucrania ha abierto un frente con Rusia, el ascenso de China le obliga a rebalancear gran parte de sus gastos militares hacía la región del pacífico y, la emergencia soberanista de América Latina, le obliga a prestar también mayor dedicación y gasto a las políticas desestabilizadoras.

Estos cambios globales no entran en la consideración de Israel, pues al régimen sionista lo único que le preocupa es la dominación de todo el Oriente Medio y para ello quisiera que EEUU actuara exclusivamente en la defensa de los intereses de Israel, pero dados los desafíos globales a los que se enfrenta EEUU ello no puede ni va a suceder.

En un hipotético escenario de guerra en el Oriente Medio, EEUU correría el riesgo de ver desatendidos los numerosos frentes abiertos y los estrategas estadounidenses pueden pensar que otros como Rusia o China, aunque no esté en la mente de los dirigentes de estos países, podrían aprovechar la oportunidad para expandir su influencia fuera de sus fronteras lo que les situaría en un escenario de varios frentes abiertos.

Los estrategas estadounidenses piensan en clave de hegemonía global y atribuyen a sus adversarios como Rusia y China su propia mentalidad y, por ello, son presos de sus prejuicios. No terminan de creerse que tanto China como Rusia aplican una doctrina militar puramente defensiva y de que apuestan por un mundo de paz y desarrollo, y ello le lleva a una política de contención de estas potencias, lo que implica una dedicación ingente de recursos de inteligencia y gastos militares que deben ser globalmente administrados.

 

Mientras EEUU permanezca aferrado a su concepción de hegemonía global las políticas de paz y desarrollo soberano del resto de naciones las seguirá viendo como una afrenta, lo que le sitúa contra la corriente actual de la historia marcada por las aspiraciones de la mayoría de las naciones y de la humanidad de lograr sociedades prosperas y de paz. En el Oriente Medio, la nación más comprometida con ese objetivo y contra las políticas hegemónicas, es Irán, por ello el acuerdo definitivo sobre su programa nuclear y la anulación de todas las sanciones abre un escenario, fruto de su resistencia, que puede traer su desarrollo económico que en un futuro, tal vez, pueda ser un referente para otras naciones.

 

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