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Autor

Seudónimo: Saint Just

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08/08/2015

NOTICIA. El 08/08/2015, el embajador de Rusia ante Naciones Unidas, Vitali Churkin, manifestó que la propuesta rusa para crear un frente común contra el Estado Islámico no pudo ser consensuada en el CSNU

 

Terrorismo y ambiciones neocoloniales en el Próximo y Medio Oriente

El 07/08/2015, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU), aprobó con el voto favorable de sus 15 miembros una resolución para crear un mecanismo que permita investigar, identificar y llevar ante la justicia a los autores de los ataques en los últimos meses con armas químicas perpetrados en Siria. No obstante, tras dicho acuerdo, el embajador de Rusia ante Naciones Unidas, Vitali Churkin manifestó su decepción por no haber podido consensuar un acuerdo internacional para enfrentar al Estado Islámico sobre el terreno en colaboración con el gobierno de Siria.

"Hemos propuesto el concepto de un frente antiterrorista en Siria e Irak, pero no hemos logrado la necesaria unidad de esfuerzos por parte de la comunidad internacional porque EEUU y otros socios occidentales en el Consejo de Seguridad no quieren colaborar con el Gobierno sirio en esta lucha conjunta". Sin embargo, Churkin recordó que para eliminar las armas químicas en Siria "todos colaboraron con el Gobierno de Bashar Asad". Si lo hicimos en aquel entonces ¿por qué no lo podemos hacer ahora, cuando afrontamos el reto serio del EI y otros grupos terroristas en Siria?".

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El Estado Islámico (EI) proclamado en junio del 2014 como unión de varios grupos jihadistas, tras su rápida expansión en Irak donde consiguió amplios territorios y controlar Mosul segunda capital en importancia de ese país, ha proseguido su expansión territorial en Siria y en Libia y en pequeños focos organizados en diversos países de confesión islámica sunnita. Su proyecto ideológico y político se resume en la constitución de un amplio califato que abarcase todos los países del Oriente Medio y del Norte de África basado en una interpretación wahhabista sectaria del Islam. Este proyecto que busca rememorar la influencia política del Islam en la Edad Media y convertirse ahora en una gran potencia regional poniendo fin a las fronteras de las naciones, está atrayendo a sus filas a decenas de miles de activistas de más de 80 países, contando en la actualidad según diversas fuentes entre 30.000 y 200.000.

El EI es condenado por todas las naciones, sin embargo sin la colaboración tácita de algunos países no sería posible su logística y financiación basada en el mercado negro del petróleo que exporta, de la venta de restos arqueológicos y del tráfico de otras fuentes de saqueo, y el tránsito de sus militantes a las zonas de conflicto en Siria e Irak, solo es posible realizarlo a través de las fronteras de los países vecinos, principalmente Turquía y Jordania.

En el fondo de la cuestión a los países de la OTAN y las potencias vecinas más importantes como Turquía y Arabia Saudita, en la propaganda parece preocuparles mucho la existencia del EI, pero en la práctica para estos países la amenaza no parece tan grave como para tener que aparcar sus diferencias con el gobierno sirio y propiciar una alianza de los países de la región y de la ONU para enfrentar y derrotar al EI.

La incorporación del Gobierno sirio a una alianza antiterrorista tendría una importante repercusión pues no solamente se unirían esfuerzos militares en Siria sino facilitaría que las potencias mundiales como EEUU, Rusia y China, actualmente divididas en torno al conflicto sirio, se implicaran política y militarmente proactivamente contra el EI. En esta coalición no necesariamente tendrían porque quedar resueltas las diferencias en cuanto a la solución del conflicto interno sirio, pero si quedarían aparcadas hasta lograr la victoria sobre el EI, tras la cual debiera ser cuando se implementasen las soluciones políticas fruto del consenso de los países vencedores. Es éste un guión simple, es el guión de la lucha contra el fascismo en la Segunda Guerra Mundial en la que Rusia y EEUU supieron aparcar sus diferencias y articularon una alianza para derrotar al fascismo y establecer los acuerdos posteriores.

Pero la amarga realidad es que, por el momento, la política de dominio regional principalmente de EEUU, Israel, Turquía y Arabia Saudita, cada nación con sus particulares ambiciones expansionistas, se sitúa antes que el interés por una alianza efectiva contra el EI.

EEUU no puede zafarse de la inercia de los años anteriores de confrontación con Irán y de desestabilización de Siria e Irak, así como de las ambiciones de sus socios regionales: de Israel, de mantener la región en un situación de inestabilidad; de Turquía, arrastrada por la ambición de Erdogan de controlar zonas de Siria e Irak ricas en recursos petroleros, y de Arabia Saudita de extender el wahhabismo en la región.

La inestabilidad como estatus quo político regional ha servido bien a Israel para debilitar a sus adversarios, pero esa situación no puede ser una solución permanente, ahora la inestabilidad solo sirve al EI de la cual se alimenta. Por otra parte, la inestabilidad en la región del Oriente Medio y del Norte de África está creando una creciente tragedia humanitaria que afecta ya de forma dramática a los países del sur de Europa como receptores de las migraciones masivas de refugiados.

Persistir en un escenario de guerra contra el gobierno sirio, entrenando a activistas armados, aunque EEUU y sus aliados lo hagan bajo el eufemismo de “moderados” solo sirve para que la mayoría de los mismos pasen a las filas del EI, como así ha sido en los dos últimos años, porque en Siria ningún combatiente arriesga ya la vida sino es por: la defensa de la nación como lo hacen los soldados del ejército sirio, o por la instauración de un califato como lo hacen los jihadistas del EI y de otros grupos armados. En Siria ya no queda espacio para otros combatientes y alimentar una tercera vía armada con posibilidades de victoria es una pretensión que dejó de ser real hace bastante tiempo.

La persistencia de EEUU y sus aliados de combatir simultáneamente al gobierno sirio y al EI, no solo carece de viabilidad, sino que en la medida que se debilita al gobierno y el ejército sirio se fortalece el EI, pues quien más eficazmente lucha contra el EI y otros grupos terroristas sobre el terreno en Siria es el ejército sirio, y en Irak el ejército iraquí.

En la actual situación, el argumento de que en Siria no hay solución militar sino política carece de valor real, porque con el EI, principal combatiente contra el gobierno sirio, no cabe la negociación, sino solamente su derrota y capitulación incondicional, y ello implica que antes que la solución política se tiene que imponer la solución militar.

La indefinición respecto al apoyo internacional que precisa el ejército sirio, es un tiempo que juega a favor del fortalecimiento del EI, y la responsabilidad de que eso suceda es de quienes a día de hoy siguen oponiéndose a un acuerdo con el gobierno sirio.

La situación en el Oriente Medio y el Norte de África ha llegado a un punto que precisa de un profundo cambio político. Tras el acuerdo del grupo 5+1 con Irán,  correspondería al  CSNU tomar la iniciativa a favor de un cambio político regional tendente a llegar a un pacto de convivencia entre los países de esa parte del mundo incluidos Israel y Palestina, y articular una alianza efectiva contra el EI, implicando al gobierno Sirio, y llegada la paz establecer una solución política definitiva en Siria.

No obstante, si EEUU persiste en su política irresponsable de oponerse a una alianza con el gobierno sirio, tendrán que ser otras  potencias quienes tendrán que asumir la iniciativa de apoyarlo decididamente. China y Rusia, no pueden seguir la estela de la ambigua estrategia de EEUU en el Oriente Medio que hasta ahora en sus quince años de guerras, solo ha dado como resultado una profunda desestabilización de la región y cuyas consecuencias están llegando a la UE en forma de cientos de miles de refugiados a la vez que el extremismo jihadista extiende sus tentáculos al norte de África, el Cáucaso y el centro de Asia.

 

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