19/12/2015
NOTICIA.
El 18/12/2015, el Consejo de Seguridad de la ONU (CSNU), alcanzó un
consenso unánime para poner fin al conflicto sirio.
Siria y el triunfo de los
principios fundacionales de la ONU
La resolución
2254
aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU (CSNU) el 18/12/2015,
establece la hoja de ruta para poner fin al conflicto interno sirio, y
unir fuerzas para combatir al terrorismo yihadista. Los principales
puntos de la resolución son:
- Se hace un llamamiento a
un cese el fuego y al inicio de un diálogo formal con miras a una
transición política a partir de enero de 2016.
- Excluye a grupos
calificados como "terroristas" señalando expresamente al Estado Islámico
y el Frente al Nusra, considerado el brazo sirio de Al Qaeda.
- Prevé la continuación de
"acciones ofensivas y defensivas" en contra de esos grupos.
- Establece que el
secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, presente el 18 de enero un
informe acerca de cómo hacer seguimiento del cese el fuego.
- Fija como meta el
establecimiento en el plazo de seis meses de un sistema de gobierno
"creíble, inclusivo y no sectario".
- Se propone la
realización de elecciones "libres y justas", bajo supervisión de la ONU
en el plazo de 18 meses.
- Señala que la transición
política debe ser dirigida por los propios sirios, haciendo hincapié en
que la nación "decidirá el futuro" de su país.
- Exige el cese de los
ataques a la población civil y todas las facilidades para garantizar la
asistencia humanitaria a las víctimas de los enfrentamientos.
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La unanimidad en la
aprobación de la resolución 2254 del CSNU supone un cambio fundamental,
pues es la primera vez que el CSNU se pone de acuerdo para diseñar una hoja
de ruta sobre la crisis
en Siria, y declara institucionalmente una guerra abierta de la ONU
contra el terrorismo jihadista.
La resolución coloca a la
ONU en el centro de la mediación de la hoja
de ruta acordada,
mantiene el principio de la integridad
territorial Siria y
establece como marco institucional del Estado Sirio su carácter laico
con respeto a todas las confesiones religiosas y creencias, lo cual,
supone de facto unas líneas rojas para frenar a Turquía en sus ambiciones
sobre partes del territorios de Siria, y para Arabia Saudita en su afán
de instaurar un Estado wahabista en Siria.
Estas líneas rojas ya
quedaron claramente establecidas previamente con la aprobación el
17/12/2015, de la resolución 2253, también por unanimidad del CSNU,
preparada por Rusia y Estados Unidos para combatir la financiación y
logística del Estado Islámico (EI), Al Qaeda y "a los individuos,
grupos, empresas y entidades relacionados con ellos", y por la que
los países de todo el mundo deben impedir el suministro y la
transferencia directa o indirecta de las armas destinadas a estos
individuos.
Además, la resolución se
fundamentó en el Capítulo VII de la Carta de la ONU, lo que significa
que las medidas indicadas en el documento son de cumplimento obligatorio
para todas la naciones y, de forma singular, en la aprobación de la
resolución estuvieron presentes los representantes financieros de las
naciones que componen el CSNU.
En la interpretación de
Rusia expresada por el ministro de asuntos exteriores Serguéi
Lavrov, la operación aérea rusa en Siria, iniciada a petición de
Damasco, "ha contribuido a cumplir esta tarea". Ahora, "Todos
coincidimos en que terroristas de toda laya y aquellos que admiten una
solución militar no tienen cabida en la mesa de negociaciones", y
que el Consejo de Seguridad debe “salvaguardar la soberanía de la
República Árabe Siria", y la autodeterminación del pueblo sirio. "Solo
el pueblo sirio tiene derecho a decidir su destino".
Para Lavrov la votación
unánime del CSNU debe allanar el camino a la formación de un amplio
frente antiterrorista basado en la Carta de la ONU y apoyado en todas
las fuerzas que combaten el terrorismo sobre el terreno, incluido el
Ejército de Siria, las milicias kurdas y los grupos armados de la
oposición patriótica siria, debiendo preservarse el Estado único, laico,
pluriconfesional y multiétnico y seguro para todos los grupos de la
población de Siria.
Esta resolución, de la que
Rusia y EEUU han sido sus artífices, es un paso importante, no solamente
en lo que concierne a la posible solución del conflicto sirio en
consonancia con las normas internacionales, sino que supone también un
avance en la construcción del mundo
multipolar y en devolver
a la ONU el desempeño de ser el centro de equilibrio entre potencias,
cuestión que se corresponde con los principios del orden
de posguerra, obligando a las potencias que han venido pretendiendo
reformular el orden mundial para la instauración de un mundo
unipolar regido por EEUU,
a retroceder en sus ambiciones.
Los reclamos de imponer
desde fuera la exclusión del actual presidente sirio Al Asad, expresado
por los representantes de las potencias occidentales, suena retórico
frente al texto de la resolución 2254 del CSNU, en la que se ha impuesto
el derecho a la autodeterminación del pueblo sirio, y resultan también
improcedentes en la consideración que se hace en la resolución de luchar
contra el terrorismo en Siria, cuando es el Ejército Árabe Sirio sobre
quien descansa la parte más importante de esa lucha, y del que Al Asad,
después de cuatro años de guerra, es su líder indiscutible.
EEUU, ha realizado un gran
esfuerzo por no perder el liderazgo en la región del Próximo y Medio
Oriente, pero
está vez saludablemente apostando por la Paz en lugar de por la guerra, llegando a acuerdos con Rusia para poner freno a las persistentes
ambiciones desestabilizadoras de sus belicosos aliados en la región,
principalmente en el caso sirio, de Arabia Saudita y de Turquía, país
este último, al que el 18/12/2015, el propio presidente Barack Obama,
instó a respetar la soberanía y la integridad territorial de Irak,
retirando las tropas turcas del territorio iraquí para reducir la
tensión entre Ankara y Bagdad.
Los incansables esfuerzos
del secretario norteamericano de Estado, John Kerry, con su homónimo
ruso, Serguéi Lavrov, para que Rusia y EEUU llegaran a un acuerdo para
que ganara la paz en la atormentada región del Próximo y Medio Oriente,
son loables por parte de ambos. John Kerry, ha sacado a EEUU de la
situación de empantanamiento y desconcierto en la que se encontraba en
la región después de 15 años de guerras, y con unos aliados como
Turquía, Arabia Saudita e Israel que, si en los inicios del siglo, en la
estrategia estadounidense de dominar esa parte del mundo, los
consideraba como países a utilizar en su confrontación contra Irak,
Siria e Irán, en la actualidad, EEUU era el que se había convertido en
rehén de las ambiciones expansionistas de esos países, lo que le situaba
en una situación de guerra permanente sin ningún resultado.
John Kerry, contribuyó a
desactivar el contencioso iraní, alimentado por Israel y Arabia Saudita
para arrastrar a EEUU a una guerra contra ese país y, ahora, ha
conseguido contener y meter en cintura a Turquía y Arabia Saudita a
través de las resoluciones del CSNU. El creciente protagonismo de Rusia
y el Ejército Árabe Sirio en la lucha contra el Estado Islámico estaba
situando a EEUU fuera de juego en la región, y la política de persistir
en la desestabilización le arrastraba a EEUU a tener que llegar incluso
a una confrontación directa con Rusia en Siria, cuestión deseada por
Turquía y Arabia Saudita, lo que hubiera colocado al mundo ante una
posible escalada militar de impredecibles consecuencias, aunque al final
y como salida a esa situación, el camino hacia la paz y la derrota del Estado Islámico se ha
impuesto como el más adecuado para los miembros del CSNU.
La denominada
eufemísticamente como “primavera árabe” apoyada y fomentada en años
pasados por las potencias de la OTAN en colaboración con los elementos
wahabistas más fundamentalistas del Islam, ha obtenido unos resultados
desastrosos, que se pueden resumir: 1. Ha sumido a los países de
tradición laica, como Túnez, Libia, Egipto, Siria e Irak en un
desestabilización de muy difícil y prolongada solución; 2. los grupos
jihadistas han cobrado una fuerza y autonomía, particularmente el Estado
Islámico, que representan una sería amenaza para la paz mundial; 3. La
desestabilización ha creado una grave crisis social y de seguridad en
materia de orden público, que ha llevado a crear una ola de refugiados
hacia Europa sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial.
Pero las potencias y
medios de comunicación responsables de avivar en el pasado los
conflictos ahora se niegan a asumir sus responsabilidades, y su fracaso
lo encubren bajo el manto de una casual fatalidad del destino, cuando
ellos han contribuido dramáticamente a ese fatal destino.
Aunque lo importante es
que, de nuevo, se demuestra que el camino de la paz es el acertado y hay
que construirlo bajo los principios fundacionales de la ONU, tal y como
lo entendieron en su día quienes los redactaron y aprobaron, tras sufrir
la amarga experiencia de la Segunda Guerra Mundial. Y a esa visión renovada ha contribuido sin lugar a dudas, ahora, la
política firme de Rusia de defenderlos.
La lucha contra el
terrorismo jihadista es una lucha que requiere un frente común de las
naciones en diversos frentes, el militar, el logístico, el financiero,
pero especialmente en el combate a la inhumana ideología wahabista que
lo sustenta que busca acabar con todas las formas de civilización que no
se atienen a su concepción sectaria religiosa.
En esta necesaria lucha
ideológica, separar las ideas civilizatorias correctas de la barbarie es
fundamental, y mientras en Occidente no se diferencie nítidamente la
corriente mayoritaria del Islam sunnita del extremismo wahabista, se estará dando alas entre su ciudadanía a
la propia intolerancia contra el Islam, sin distinciones.