09/08/2016
NOTICIA.
El 09/08/2016, los presidentes de Rusia y Turquía, Vladimir Putin y Recep Tayyip
Erdogan, se reunieron en San Petersburgo.
Turquía entre Oriente y Occidente
Los presidentes de Rusia y
Turquía, al término de su reunión en San Petersburgo, realizaron una rueda de
prensa para transmitir las primeras impresiones tras su encuentro. En sus
declaraciones ante la prensa los presidentes ruso y turco manifestaron su
propósito de restablecer plenamente las relaciones entre ambos países. En
palabras de Putin, “el hecho que la visita del presidente turco, se haya
realizado a pesar de la complicada situación política interna de Turquía,
evidencia un deseo firme de retomar el diálogo y restablecer las relaciones en
particular en lo que respecta al restablecimiento de los vínculos económicos y
la cooperación en la lucha contra el terrorismo", por su parte, el
mandatario turco manifestó, “su confianza en que la cooperación con Rusia
favorezca la resolución de muchos problemas en la región del Próximo Oriente”.
La importancia de la visita y de
los temas a tratar quedó reflejada en la selecta delegación que acompaño al
presidente turco compuesta por: el vicepresidente del Gobierno Mehmet Simsek; el
ministro de Exteriores Mevlut Cavusoglu; el titular de Economía Nihat Zeybekci;
el de Turismo y Cultura Nabi Avci; el de Alimentos, Agricultura y Ganadería
Faruk Celik; el de Energía Berat Albayrak; un alto cargo del gobernante Partido
de la Justicia y el Desarrollo (AKP) Mehdi Eker, y el jefe del Servicio de
Inteligencia Nacional (MIT), Hakan Fidan.
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La cumbre de San Petersburgo
anuncia un tiempo nuevo de mayor colaboración entre Rusia y Turquía. La visita
de Erdogan a Rusia se celebra tres semanas después del fallido Golpe de Estado
del 15/07/2015, siendo el primer viaje al extranjero del mandatario turco
después de la intentona golpista que ha enfriado las relaciones de Turquía con
sus socios de la OTAN.
El deseo de reconciliación de
Turquía con Rusia ya lo había manifestado el gobierno turco en el pasado mes de
junio con las disculpas del presidente turco al presidente ruso por el derribo
el 24/11/2015 del cazabombardero ruso Su-24 por un avión turco, y que llevó a
Moscú a congelar las relaciones con Turquía. Con ese gesto de reconciliación
hacia Rusia, exigido por Moscú como condición imprescindible para reanudar las
relaciones diplomáticas, Turquía mostró su determinación de tomar decisiones
independientes de los dictados de Occidente, lo cual fue duramente criticado por
los países socios de la OTAN unos días antes de la intentona golpista.
El golpe militar fue abortado
rápidamente por las protestas de los partidarios de Erdogan
en las calles de las principales ciudades de Turquía en las que murieron más de 200
manifestantes a manos de los golpistas. Tras el fracasado golpe, la reacción
del gobierno turco ha sido contundente, instituyó el Estado de Emergencia por
tres meses en toda Turquía, fueron apartados de sus puestos miles de militares y
funcionarios y muchos de ellos se enfrentan a cargos de sedición. La respuesta
dada por el gobierno turco ha sido ampliamente criticada por los países de la
OTAN, considerándola desproporcionada, pero el gobierno turco ha hecho caso
omiso, justificando sus medidas por la necesidad de desmontar el supuesto Estado
paralelo que los seguidores del clérigo turco Fetullah Gulen, refugiado en EEUU,
han ido formando durante años y, con ello, evitar posibles nuevas intentonas
golpistas.
Las reacciones al fallido golpe
sobre los posibles inductores, han sido diferentes, mientras que para el
gobierno turco el inductor principal ha sido el clérigo Fetullah Gulen apoyado
por EEUU, los países de la OTAN se han mostrado indignados por tales
afirmaciones, sin embargo, los anuncios de inocencia de los países occidentales
no parece que hayan convencido al gobierno turco ni a la mayoría de la sociedad que
es en definitiva la opinión que cuenta y determina la acción política de los
dirigentes turcos.
El presidente turco, no ha
ocultado su satisfacción por la condena inmediata de Rusia al golpe, y ha
reprochado a los socios de la OTAN la falta de apoyo inmediato tras la intentona
golpista y a las acciones represivas y preventivas tomadas por el gobierno turco
a posteriori.
De esta controversia entre el
presidente turco y los mandatarios occidentales lo que si parece evidente es que
el carácter independiente de Erdogan se está convirtiendo en un problema y ha
dejado de ser un político de confianza para los actuales dirigentes de la OTAN,
lo cual le pone al presidente turco en el disparadero de ser una victima de la
intrigas occidentales cuando la ocasión lo permita. Una situación que ya ha
sucedido en el pasado con otros dirigentes que, por rebelarse a la tutela
estadounidense, pasaron de ser aliados a enemigos de EEUU.
El presidente Erdogan, hasta la
intentona golpista creyó que la importancia de Turquía y el acuerdo alcanzado
con la UE sobre la política de refugiados le convertía en un socio
imprescindible lo que le permitía tomar decisiones independientes como la de
retomar sus relaciones con Rusia, pero la intentona golpista ha puesto de
relieve que, si bien es una realidad incuestionable la importancia de Turquía
para la OTAN, no tienen porque serlo los actuales dirigentes turcos, aunque,
tras el fallido golpe, convertido Erdogan en el hombre fuerte de Turquía, la UE
y EEUU van a tener que gestionar las relaciones con Turquía desde la
desconfianza recíproca.
El giro iniciado por Turquía hacia
un restablecimiento de las relaciones con Rusia es una necesidad histórica para
no quedar aislada geopolíticamente en un terreno de nadie. El proyecto de
integración europea con el que los dirigentes de la UE pretenden seducir a
Turquía se ha convertido en un espejismo, no solo por el recelo de algunos
gobiernos europeos sino porque la creciente sensibilidad xenófoba de la sociedad
europea por el problema de los refugiados, haría imposible la admisión de una
masiva llegada de ciudadanos turcos a la UE, lo cual fue unos de los argumentos
utilizados por los partidarios del Brexit, y de hecho, todavía la UE no ha
implementado el acuerdo que tenía que haber entrado en vigor en junio del
presente año para la supresión del visado a ciudadanos turcos que quieran viajar
a la UE.
La política seguida hasta ahora
por Turquía con relación a Siria e Irak de considerarlas como naciones que
debían ser tuteladas por el gobierno de Ankara, en la anacrónica pretensión de
restaurar parte del antiguo imperio Otomano, ha quedado finiquitada con la
intervención rusa en el conflicto sirio. El cambio de tendencia en todos los
frentes en Siria es una realidad. El Ejército Árabe Sirio ha pasado de estar a
la defensiva ante los grupos armados instrumentalizados por Arabia Saudita,
Israel y los países de la OTAN de los que Turquía ha sido quien más apoyo
logístico les ha prestado, a situarse a la ofensiva. Y en la actualidad, la
posible victoria del gobierno sirio en la batalla de Alepo va a constituir un
punto de inflexión crucial en toda la política del Oriente Medio. Con la misma,
la alianza de Irán, Irak, Rusia y Siria se verá fortalecida y las posiciones
belicosas de Israel, Arabia Saudita y EEUU principales patrocinadores de los
grupos armados en Siria quedarán debilitadas. La batalla de Alepo ha pasado a
ser pues, el Stalingrado Sirio.
Este cambio de escenario, tanto de
las relaciones de Turquía con la UE como de la correlación de fuerzas en el
Oriente Medio ha hecho recapacitar al gobierno turco que entiende que su
política expansionista en la región no tiene futuro y que su posible ingreso en
la UE tras la crisis de los refugiados se vislumbra lejana cuando no imposible,
y ello le ha impulsado a buscar el acercamiento a Irán y Rusia con el fin de
diversificar sus relaciones, lo que le otorga mayor independencia como nación y
un mayor encaje económico entre la UE y el espacio euroasiático.
El espacio euroasiático se está
conformando con dos centros económicos de vital importancia, al oeste la UE y al
este China. Turquía esta obligada a actuar en dos frentes, hacia Occidente por
formar parte de Europa y hacia Oriente por ser una de las puertas más
importantes que puede unir Europa con Asia.
Sin embargo, en el presente, el
gran problema del gobierno turco es que debido a las cambiantes políticas de los
últimos años carece por ahora de la confianza suficiente tanto de sus aliados de
la OTAN como de Rusia, lo que induce a estos socios a tener que adoptar
políticas prudentes. El restablecimiento de las relaciones con Rusia es un
primer paso al que deberán suceder otros basados en intereses prácticos comunes,
como la reanudación del proyecto conjunto Turk Stream, de igual manera, Turquía
deberá avanzar con la UE en la misma dirección de acuerdos prácticos sin caer en
el chantaje de que debe elegir entre Rusia o la UE.
Un cambio de Turquía, orientado a
ser una potencia regional sin aspiraciones territoriales expansionistas;
independiente de los dictados de otras potencias, y con una política de paz y
diálogo para hallar soluciones de convivencia con las minorías Kurdas,
permitiría situar a Turquía en la perspectiva de aprovechar su estratégica
ubicación geopolítica entre oriente y Occidente para abrir una etapa de paz y
desarrollo.