30/09/2016
NOTICIA.
El 30/09/2016 se cumplió un año de la intervención militar de Rusia en Siria.
Siria un conflicto de alcance
geoestratégico
El 28/09/2015 el presidente de
Rusia, Vladímir Putin, en el marco del debate general de la 70ª Asamblea General
de la ONU, pronunció un discurso en el que abordó de manera singular la lucha
contra el terrorismo y en particular contra el Estado Islámico. El 30/09/2015,
Rusia, con la autorización del gobierno sirio, intervino militarmente desde el
aire en apoyo al ejército sirio en su lucha contra el Estado Islámico. Desde
entonces la guerra ha continuado pero la situación en el campo de batalla ha ido
cambiando progresivamente. El ejército sirio de estar a la defensiva y con el
riesgo de que el Estado sirio, al igual que en Libia, pudiera colapsar, ha
pasado a situarse a la ofensiva recuperando territorios ocupados por el Estado
Islámico y el Frente Al-Nusra (actual Fatah al-Sham). La emblemática ciudad de
Palmira, patrimonio histórico de la humanidad, fue liberada de la ocupación
jihadista y, ahora, la batalla de Alepo se ha convertido en el eje central que
puede inclinar la guerra definitivamente a favor del legítimo gobierno de Siria.
La intervención de Rusia ha
removido también las posiciones de los países que participan en el conflicto
sirio. Turquía ha pasado de romper las relaciones con Rusia, a reconciliarse de
nuevo con Rusia, en ese periplo Turquía ha reconsiderado su posición en el
conflicto sirio, de un apoyo explícito a los grupos armados opositores al
gobierno sirio, a concentrarse en la lucha contra los rebeldes kurdos dentro y
fuera de Turquía. Arabia Saudita ha pasado de mantener una actitud de reclamar
una intervención armada terrestre foránea a moderase en sus declaraciones. EEUU
ha ido cambiando de posiciones continuamente desde avivar el conflicto con su
apoyo a diferentes grupos armados, a promover conjuntamente con Rusia planes de
paz, que tuvieron su expresión más acabada en la resolución 2254 del
Consejo de Seguridad de la ONU, en la cual se aboga por la libre
determinación del pueblo sirio y
la preservación de la unidad
territorial de Siria.
En un año las circunstancias
del conflicto han cambiado. La derrota del gobierno sirio que parecía inevitable
ahora se torna imposible. Lo que parecía un conflicto regional ha ido tomando la
naturaleza de un conflicto internacional. Rusia que inició su apoyo al gobierno
sirio a petición de éste con el fin de evitar que sucediese en Siria lo
acontecido en Libia y porque el triunfo jihadista en Siria suponía una fuente de
desestabilización cercana al Cáucaso ruso, ahora se ha tornado en un conflicto
en el que el triunfo del gobierno Sirio supone un retroceso de la influencia
estadounidense y la de sus dos principales aliados en la región: Israel y Arabia
Saudita. La derrota de las bandas armadas en Siria supone un fortalecimiento del
denominado por Irán eje de
resistencia a las políticas
hegemónicas de EEUU, Israel y Arabia Saudita; por ello, los avances del ejército
sirio en su lucha contra el Estado Islámico y otros grupos jihadistas lo
interpretan negativamente a sus intereses.
Los acuerdos de paz que se han
intentado aplicar por iniciativa de EEUU y Rusia tanto el acordado después de la
aprobación de la resolución 2254,
el 18/12/2015, como el más reciente de una semana del 12 al 19/09/2016, han sido
efímeros. Este último incluso solo llegaría a implementarse de manera parcial;
la reiterada violación de la tregua por las bandas armadas llevaría al ejército
sirio a poner fin a la misma. En esa semana, EEUU fue incapaz de hacer cumplir
el compromiso de la tregua a los opositores armados que patrocina calificados
por Occidente de “rebeldes moderados”, ni tampoco cumplió el compromiso de
separar a estos opositores de las facciones jihadistas, aunque tal promesa es
una falacia, pues las supuestas diferencias de unos y otros solo existen en la
propaganda mediática occidental con el fin de justificar ante su ciudadanía las
intromisiones en Siria de los países de la OTAN al margen del derecho
internacional.
En medio de estos
incumplimientos sucedieron dos acontecimientos que derrumbaron cualquier
esperanza de una tregua: el ataque estadounidense al ejercito Sirio en el que
murieron decenas de soldados y que EEUU lo calificó como consecuencia de un
error, y el ataque al convoy humanitario de la ONU con destino a Alepo, al que
EEUU, sin aportar ninguna prueba, hizo responsable a Rusia.
El final de la tregua anuncia
no solo la reanudación de la guerra sino que no existe voluntad alguna por parte
de los opositores armados de alcanzar la Paz. La oposición armada al gobierno
Sirio, debido a la multitud de grupos que la conforman y al carácter
recalcitrante de la mayoría de sus miembros, no tiene capacidad para nombrar
interlocutores válidos a una mesa de negociación.
Por otra parte, la guerra en
Siria aunque tiene un componente de guerra civil, su naturaleza es
principalmente internacional debido a que la mayoría de los combatientes armados
son foráneos y a que los países de la coalición internacional liderada por EEUU
tienen como objetivo derrocar por la fuerza al gobierno Sirio, y a falta de
fuerzas terrestres propias se apoyan en los grupos armados.
La más elemental regla de
combate exige la unión de todas las fuerzas para derrotar al enemigo principal,
en este caso debiera ser el Estado Islámico, pero la coalición internacional no
actúa de acuerdo a la misma y está inmersa en una lucha en dos frentes: contra
el Estado islámico y a su vez contra el gobierno sirio, lo cual solo contribuye
a la perpetuación del conflicto, y a la existencia de un escenario de guerra en
el que el Estado Islámico y al frente Al Nusra se convierten de facto en aliados
de los grupos armados que la coalición internacional apoya.
Esa es la realidad que impide
que la paz pueda ser fruto de una negociación y, en esta situación, la paz solo
puede ser resultado del debilitamiento militar de los grupos armados, lo cual
impedirá a su vez que prosperen las intrigas de la coalición internacional por
socavarla. Aunque la paz total no será posible alcanzarla en muchos años pues para EEUU, Israel y Arabia Saudita la estrategia de la guerra
perpetua es lo que permite
impedir que Siria e Irak se consoliden como naciones fuertes en la región que
pudieran cuestionar su actual hegemonía regional. La batalla que se libra
actualmente por el control de Alepo no solo decidirá el futuro de Siria sino que
las naciones que conforman el eje de la guerra en la región, compuesto
principalmente por EEUU, Arabia Saudita e Israel salgan debilitadas.
A pesar del cambio
geoestratégico que ha adquirido el conflicto sirio, Rusia ya no puede dar marcha
atrás en su defensa del legítimo gobierno y la soberanía de Siria. Negada la
posibilidad de alcanzar la paz por la vía de la negociación, la opción es
alcanzarla con la victoria, la cual debe sustentarse sobre las premisas del
único acuerdo internacional acordado hasta ahora por el CSNU: la resolución 2254.
En el conflicto sirio, Rusia e
Irán son los únicos que cumplen con la legalidad internacional, por estar
autorizados por el gobierno Sirio a participar en la contienda. El resto de
países, han tirado por la borda la norma principal de la ONU de que la
intervención militar en un país solo es legal y legítima cuando está autorizada
por el CSNU o a petición del Gobierno legítimo del país en cuestión. Ninguna de
estas condiciones las cumplen los países de la denominada coalición
internacional que interviene militarmente en Siria unilateralmente.