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Autor

Seudónimo: Saint Just

Artículos


14/06/2017

NOTICIA. El 13/06/2017, El secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, urgió a contrarrestar la influencia de Irán en la región del Golfo Pérsico.

 

La guerra en Siria y los cambios políticos en el Próximo y Medio Oriente

El 13/06/2017, El secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, en declaraciones ante el comité de Relaciones Exteriores del Senado de EEUU acusó a Irán de desestabilizar Oriente Medio por el apoyo que presta al gobierno sirio, a las fuerzas populares en Irak y Yemen y al Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá), con la finalidad de alcanzar una hegemonía en la esfera regional. “Nosotros y nuestros aliados tenemos que contrarrestar el sueño de Irán de llegar a la hegemonía regional”.

Con este enfoque político Rex Tillerson, a diferencia de declaraciones anteriores en las que presentaba al Estado Islámico como la principal amenaza, dejaba claro que la preocupación de EEUU es combatir a Irán, ignorando que los apoyos logísticos que Irán realiza a sus aliados en la región están encaminados a la lucha contra el Estado Islámico. Una posición política que en nada ha cambiado respecto a la de la anterior administración estadounidense de Barack Obama, pero que con la llegada al poder de Donald Trump, quien había centrado su campaña electoral en la derrota del Estado Islámico, parecía que podía cambiar.

La realidad objetiva en la relación de fuerzas en el Oriente Medio es que los avances del denominado por Irán como eje de resistencia compuesto por el propio Irán, el gobierno sirio, las fuerzas armadas populares en Irak, Hezbolá en Líbano y Ansarolá en Yemen, debilitan al Estado islámico en la región y, a la inversa, los éxitos de esta organización terrorista debilitan al eje de resistencia.

En los pasados años EEUU, las monarquías árabes de la región e Israel han estado practicando una política cínica respecto a sus prioridades políticas, en las que por una parte en su propaganda afirmaban estar preocupados por el avance del Estado Islámico, y por otra, sobre el terreno su objetivo principal era derrotar al gobierno Sirio quien ha sido y es quien más soporta la guerra contra el (EI).

La cuestión de por qué, EEUU y sus aliados nunca han considerado la posibilidad de unir fuerzas con el gobierno sirio para derrotar al (EI), ha sido porque el (EI) y otros grupos terroristas como el Frente al Nusra eran y son quienes más eficazmente hacían el trabajo sobre el terreno contre el gobierno sirio. La versión de que EEUU y sus aliados aspiraban a derrotar simultáneamente al (EI) y al gobierno Sirio, no ha dejado de ser una posición propagandística, pues en la práctica esa posibilidad nunca ha existido.

La intervención de Rusia en la guerra de Siria a petición del único y legítimo gobierno sirio presidido por Al Asad ha cambiado el curso de los acontecimientos. De estar el Ejército gubernamental sirio a la defensiva ha pasado a la ofensiva; la liberación de Alepo de los grupos insurgentes armados, la reconquista de la ciudad de Palmira, los éxitos en Deir Ezzor, el avance hasta la frontera con Irak y el cerco de Al Raqa capital del Califato del (EI), auguran no solo la imposibilidad de derrotar a las fuerzas del gobierno Sirio sino el declive ya inevitable del dominio territorial del (EI) tanto en Siria como en Irak tras la progresiva liberación de Mosul a manos del Ejército de Irak y de las milicias populares iraquíes.

La política de EEUU y sus aliados respecto a su lucha contra el Estado Islámico ha llegado a una situación que a ojos de un observador se puede considerar de esquizofrenia política y militar en el caso de la lucha por la toma de Al Raqa, mientras que EEUU en su apoyo a las fuerzas kurdas del Consejo Democrático Sirio (FDS) su aliado principal sobre el terreno en el asedio por el Este de Al Raqa, castiga sin miramientos con duros bombardeos al (EI), sin tener en cuenta las bajas civiles utilizando incluso armas prohibidas como el fósforo blanco, a su vez, favorece la reorganización del (EI) para frenar la ofensiva de las fuerzas del Ejército gubernamental sirio por el oeste en su asedio de Al Raqa, facilitando incluso al (EI) el reforzamiento de un frente cercano a la ciudad de Palmira.

Esta situación recuerda a la vivida en el último año de la Segunda Guerra Mundial. La jefatura del ejército soviético había estado exigiendo a EEUU desde su entrada en la guerra en 1941 la apertura de un frente Occidental contra el ejército Nazi para obligarle a luchar en dos frentes a la vez, pero no sería hasta el desembarco de Normandía en junio de 1944 cuando ello sucedería, hasta entonces la estrategia de EEUU y sus aliados fue la de dejar que el ejército nazi y soviético se aniquilaran mutuamente, definida en la frase de Churchill: "que se maten entre ellos". Sin embargo el imparable avance del ejército soviético a pesar de que el ejército nazi había concentrado más de dos tercios de sus fuerzas en el frente oriental, hizo temer a EEUU y sus aliados que al igual que sucedió con Napoleón, el ejercito ruso pudiera llegar hasta París, lo cual indujo a abrir el frente occidental.

Ahora en la toma de Al Raqa EEUU y sus aliados quieren ganar las mejores posiciones ante la derrota del (EI), para en las posteriores negociaciones tener un mayor peso en su objetivo de dividir Siria e Irak facilitando la creación de un Estado o autonomías kurdas sobre territorios de Irak y Siria.

Desde el principio, la guerra en Siria ha tenido patrocinadores regionales y extranjeros por diferentes motivos. En  Arabia Saudita e Israel predominaba el objetivo de acabar con el gobierno de Al Asad como forma de debilitar a un aliado de Irán en la región, y en EEUU, Francia y Gran Bretaña ha estado el interés de redistribuir Siria en áreas de influencia en régimen colonial. Esta redistribución del Oriente Medio bajo la influencia occidental tiene un ambicioso proyecto: unir el Golfo Pérsico con el Mediterráneo para el traslado bajo su tutela a Europa de los cuantiosos recursos de gas natural que tiene Qatar que suponen un 14% del total mundial, y de esta manera limitar la influencia que los países europeos tienen de esta materia de Rusia.

Qatar ha venido participando en los años pasados de la estrategia de EEUU y sus aliados regionales e internacionales de poner fin al gobierno de Al Asad, y al igual que sobre el resto de las monarquías árabes de la región, pesa la sospecha de su apoyo a los grupos jihadistas, pero, tras la visita el 20/05/2017 de Donald Trump a Arabia Saudita, el anuncio de Arabia Saudita de la ruptura de relaciones con Qatar revelaría las profundas contradicciones que se han ido fraguando entre Qatar y Arabia Saudita como consecuencia de la evolución de los acontecimientos en la región, principalmente en Siria.

El 05/06/2017, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Yemen, el gobierno oriental de Libia y las Maldivas cortaron las relaciones diplomáticas con Qatar acusándole de financiar el terrorismo, una acusación sorprendente por parte de quien financia, como es Arabia Saudita, la divulgación de la ideología extremista wahabista de la que se nutre el Estado Islámico. El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se alineó con esta posición, criticando a Qatar en una serie de tweets, donde afirmaba que su visita a Arabia Saudita "ya estaba dando sus frutos".

Qatar ha negado las acusaciones y manifestado su deseo de restaurar de nuevo las relaciones con todos los países que han cortado o limitado sus relaciones, sin embargo, ello no ha cambiado la posición de Arabia Saudita y sus aliados, en contrapartida, tanto Irán como Turquía han manifestado su solidaridad con Qatar.

Las diferencias de Arabia Saudita con Qatar tienen una raíz confesional pero también económica. La confesional radica en que Qatar se alinea con la cofradía de los hermanos musulmanes, que aspira a liderar el mundo musulmán sunnita, una organización extendida en la base de la sociedad árabe y que en el año 2012 contribuiría decisivamente a que uno de sus miembros Mohamed Morsi, alcanzara la presidencia en Egipto. Por otra parte, Arabia Saudita principal patrocinador de la ideología wahabista también aspira a liderar la corriente sunnita del Islam. De tal manera que tras el golpe de Estado en Egipto en julio del 2013 liderado por el actual presidente egipcio Abdelfatah Al-Sisi, Arabia Saudita a pesar de que el derrocamiento de Morsi suponía un retorno al laicismo por parte de las autoridades egipcias, se aprestó a reconocer el gobierno surgido del golpe de Estado y concedió a Egipto un préstamo por valor de 10.000 millones de dólares, una deuda que ahora agradece el gobierno egipcio, alineándose con Arabia Saudita contra Qatar.

Sin embargo, las diferencias sustanciales son con toda probabilidad de origen económico. Qatar es uno de los más importantes exportadores de gas natural licuado, pero su objetivo está en exportar su producción de gas natural a Europa con el proyecto de unir el Golfo Pérsico con el Mediterráneo a través de un gaseoducto. Qatar posee reservas de petróleo que en unos años quedarán mermadas y su principal recurso de futuro es la ampliación de la explotación de sus reservas de gas natural cuyos yacimientos comparte con Irán, por otra parte este proyecto encaja en la  conectividad del espacio euroasiático promovida principalmente por China y Rusia a través de la denominada Nueva Ruta de la Seda.

Siria e Irak son imprescindibles en ese proyecto, y Qatar después de apostar durante años por el derrocamiento del régimen sirio, ante la imposibilidad de lograrlo  probablemente ha optado por aproximarse a los futuros vencedores en Sira e Irak lo que supone a su vez una aproximación a Irán que la hermandad musulmana ya la había iniciado en octubre del 2012 con el antiguo presidente egipcio Mohamed Morsi.

Esta aproximación a Irán es lo que habría enfurecido a la monarquía Saudita pues supone la ruptura de la unión de la rama del Islam sunnita frente a la rama chiíta liderada por Irán. El apoyo de EEUU a Arabia Saudita en este contencioso se ha moderado recientemente debido a que tampoco pretende alejarse de Qatar donde tiene su principal base militar en el Medio Oriente. Situada al suroeste de Doha, la Base Aérea de Al Udeid alberga unas 10.000 soldados estadounidenses y también alberga el Centro Combinado de Operaciones Aéreas de los Estados Unidos, encargado de coordinar la operaciones aéreas sobre Irak, Siria y Afganistán, y ahora en la batalla por Al Raqa en Siria ha cobrado especial relevancia.

El Otro actor importante en la región es Turquía con su presidente Erdogán al frente, quien también ha ido cambiando posiciones a lo largo del conflicto sirio. Desde la ruptura de relaciones con Rusia al restablecimiento de las mismas. De una participación activa por intentar derrocar al gobierno sirio a centrar su preocupación en el posible surgimiento de un Estado o autonomía Kurda en el Norte de Siria con el apoyo de EEUU, quien también aspira a dominar el corredor terrestre desde el Golfo Pérsico hasta el Mediterráneo, a través de los territorios kurdos.

El conflicto de intereses entre EEUU y Turquía a pesar de ser ambos socios de la OTAN no parce que va remitir pues Turquía desconfía de la alianza de EEUU con los combatientes kurdos del FDS, y todavía mantiene las diferencias con EEUU por su negativa a la extradición de Fethullah Gülen residente en EEUU y al que Turquía acusa de ser el autor intelectual del fallido golpe de Estado en Julio de 2016.

En el conflicto surgido entre Arabia Saudita y Qatar, Turquía no ha dudado en posicionarse con Qatar incluso prometiéndole ayuda militar. Los intereses políticos y económicos parecen que se están imponiendo en el Medio Oriente a las turbulencias de las luchas sectarias entre confesiones religiosas, y aunque hay que pensar que tal vez siempre fue así y el enfrentamiento sectario solo era la tapadera de intereses económicos, ahora con la ruptura de Arabia Saudita y Qatar parece más evidente que nunca.

De momento Qatar no tiene definida una posición clara sobre cual va a ser su política de futuro, pero si persiste la confrontación con Arabia Saudita, solo le queda el camino de la claudicación a la tutela Saudita lo cual pondría sus reservas de gas natural en manos de la Monarquía Saudita, o por el contrario, deberá optar por alinearse con Turquía e Irán.

Fuente: British Petroleum (BP) de 2015. Elaboración propia.

En el nuevo escenario que parece abrirse en el Medio Oriente, las naciones que lo componen debieran pensar que las luchas sectarias solo conllevan una lucha intestina eterna que en nada beneficia a sus pueblos, y que las mismas son instrumentalizadas por élites regionales y países extranjeros para su sometimiento.

El modelo de Estado basado en la tolerancia religiosa y centrado en el desarrollo económico es la mejor opción para la región, una perspectiva a la que se vienen oponiendo rotundamente tanto el régimen de Israel como el de Arabia Saudita, pero si tras la victoria sobre el Estado Islámico llega la Paz a Siria e Irak estas naciones deberán apostar claramente por este modelo de Estado como superación del luctuoso pasado de guerras.

 

El futuro de la región del Próximo y Medio Oriente está todavía por escribir, pero lo será bajo un nuevo equilibrio de fuerzas en la región. Ahora, el paso inmediato más importante se dirime en la liberación de Al Raqa en Siria y Mosul en Irak.

 

Distribución de los contendientes en Siria a mediados del año 2016

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Distribución de las fuerzas militares de EEUU en Oriente Medio

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Proyecto de un posible gaseoducto del Golfo Pérsico al Mediterráneo

Región del Golfo Pérsico

 

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