01/04/2018
NOTICIA.
El 31/03/2018, Estados Unidos bloqueó un proyecto de resolución en el Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) que pedía una investigación sobre los
enfrentamientos ocurridos en Gaza en los días precedentes.
Sionismo y judaísmo
Cada año, a
finales de marzo, los palestinos conmemoran el Día de la Tierra Palestina,
en recuerdo de los siete jóvenes palestinos con ciudadanía israelí ejecutados
por las fuerzas armadas israelitas el 30/03/1976 cuado se manifestaban en
protesta por la confiscación de 2.100 hectáreas de tierras palestinas.
El 30 de
marzo del presente año, Israel lanzó una brutal represión contra los
manifestantes desarmados en la que perdieron la vida 17 palestinos y más de mil
civiles resultaron heridos.
El
31/03/2108, Kuwait, que representa en la actualidad a los países árabes en el
CSNU, presentó un proyecto de declaración en la que se pedía una “investigación
independiente y transparente” sobre la violencia en la franja de Gaza, a la vez
que hacía un llamamiento a respetar el derecho internacional humanitario sobre
civiles y el derecho a la protesta pacífica” expresando su pesar por la pérdida
de vidas palestinas inocentes.
Sin
embargo, la declaración no pudo ser aprobada por el veto del representante de
EEUU en el CSNU, por su oposición tajante a cualquier forma de condena o
cuestionamiento de la actuación israelita contra los manifestantes
palestinos.
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Gaza es un
territorio palestino en el que en un área de tan solo 360 km2, de
forma rectangular de 8 x 45 km, viven hacinadas 1.800.0000 personas, con una de
las densidades de población más grande del mundo (unos 5.000 habitantes/km2),
solo superada por Macao, Mónaco, Hong Kong y Singapur, pero a diferencia de
estos últimos territorios la franja de Gaza no cuenta con edificaciones
verticales, sino que su hábitat es principalmente horizontal, lo que hace que
casi todo el territorio sea urbano.
Gaza tanto
por el hacinamiento de su población, las características étnicas de la misma
(palestinos) como por el asedio al que está sometido constituye un gueto
regentado desde el exterior por el Estado de Israel. En este contexto, las
incursiones armadas de Israel en el “gueto” tienen consecuencias dramáticas. En
julio del año 2014, la incursión armada del ejército israelí en este territorio
ocasionó la muerte a 900 palestinos, 300 de ellos mujeres y niños, y más de
5.700 heridos, en la que también perecieron 37 soldados y tres civiles
israelitas.
Israel es
el único Estado del mundo que la relación con su vecinos la basa en la fuerza y
la imposición; desde su fundación no ha dejado de guerrear con sus vecinos y su
futuro esta unido inexorablemente a la Guerra debido a la naturaleza
supremacista de las fuerzas ideológicas y políticas que gobiernan Israel,
respecto al mundo musulmán, sustentadas en el sionismo que fraguó y dio lugar a
la fundación del Estado de Israel.
El sionismo
une religión y política, y por ello es diferente del judaísmo que separa la
religión y la política. El judaísmo es la fe del pueblo judío, tiene sus raíces
en la revelación en el Monte Sinaí donde Dios le dio la Torah, y las doctrinas y
leyes reveladas allí al pueblo judío le obligan para siempre. El judaísmo ha
pervivido durante más de dos milenios, siendo transmitida la ley judía de
generación en generación y a día de hoy existen dispersas por el mundo multitud
de comunidades judías apegadas estrictamente a la religión. De manera diferente,
el sionismo es una ideología nueva surgida al calor de las ideologías
nacionalistas en el siglo XIX, en la que la religión fue tomada como base para
desarrollar un movimiento político a favor de la reunificación del pueblo judío
en la considerada tierra de Israel de hace 2500 años, por ello, el sionismo no
habla del Estado de Israel sino del Estado Judío de Israel.
El sionismo
es una perversión política del judaísmo, y los sionistas equiparan la oposición
a esta ideología como si se tratara de una persecución contra los judíos. No es
así, el antisemitismo y el antisionismo son dos actitudes diferentes, la primera
es racista y la segunda solamente política, sin embargo las naciones y medios
occidentales que amparan a Israel, en ningún momento establecen esta diferencia
y equiparan la crítica al sionismo de racismo antisemita.
En la
praxis política, el sionismo como todas ideologías supremacistas, actúan de
forma muy similar. El régimen israelita tiene bastantes semejanzas con el
extinto régimen supremacista blanco que durante décadas gobernó en Sudáfrica,
principalmente en lo que se refiere a la política de Apartheid, en la que el
grupo étnico (en Sudáfrica, blancos) en Israel judíos, mantienen sus
instituciones políticas separadas del pueblo mayoritario, (en Sudáfrica, negros)
en los territorios ocupados por Israel, palestinos. Su convicción supremacista
como pueblo elegido le lleva a no considerar al resto de pueblos como iguales lo
que induce a despreciar la vida humana cuando se trata de castigar a los
palestinos.
La
presidenta Angela Mérkel, en cierta ocasión llegó a afirmar que Israel era la
única democracia de la región de Oriente Medio, una afirmación que en su día
también se podía haber hecho del régimen supremacista blanco de Sudáfrica, pues
entre la etnia blanca existía una democracia similar a la de cualquier país
europeo, aunque la misma excluía a la mayoría de la población negra, y en
Palestina se le niega al mayoritario pueblo palestino sus derechos como pueblo.
En la
actualidad, la solución al conflicto Palestino Israelí se fundamenta en la
existencia de dos Estados uno Israelí y Otro palestino dentro de las fronteras
trazadas por la ONU anteriormente a 1967.
Sin
embargo, podía existir otra alternativa que se pareciese más a la solución que
se dio en Sudáfrica, tras la derrota militar del régimen supremacista blanco por
Angola y Cuba en la batalla de “Cuito Cuanavale, y que daría paso al final del
Apartheid, de la que Nelson Mandela llegaría a afirmar: “Cuito Cuanavale fue el
viraje para la lucha de liberación de mi continente y de mi pueblo“.
Esa
solución sería que el Estado Judío de Israel se refundara conjuntamente
con los palestinos en un nuevo Estado, en el que tanto judíos como gente de
todas las confesiones religiosas tendrían opciones electorales para ser
gobernantes. Esa sería la auténtica democracia.
Lo deseable
sería que Israel se avendría a alguna de las dos soluciones pero tal cuestión es
imposible mientras el Estado Judío de Israel mantenga su carácter
ideológico y político supremacista sobre el resto de pueblos y naciones de la
región.
Aunque,
conforme el tiempo pasa, a Israel con una población de poco más de ocho millones
de habitantes y rodeado por naciones con decenas de millones musulmanes que lo
consideran un intruso en la región, le va a resultar más difícil seguir
doblegando la resistencia del mundo árabe y musulmán.