Miles de palestinos masacrados en la Franja de Gaza, muestran a la humanidad que
el supremacismo, sea racial, religioso, político o cultural tiene siempre las
mismas victimas, los considerados por los supremacistas como seres inferiores,
que deben ser tutelados, sometidos o aniquilados.
En la actualidad, dos ideologías supremacistas son las causantes del dolor de la
humanidad sobre los considerados humanos de segunda categoría: El autoarrogado
excepcionalismo estadounidense y el Sionismo israelita. Dos regímenes, que al
igual que el régimen del Apartheid en Sudáfrica, en su día, se autoconsideran
democráticos, porque tienen partidos políticos que se turnan para, apoyados en
la mentalidad también supremacista de sus electores, ejercer una despiadada
tiranía al resto de naciones y pueblos del mundo.
En la religión judía el sionismo, (que nada tiene que ver con el judaísmo que
condena el supremacismo), revive políticamente el estado supremacista del pueblo
elegido por Dios (Israel) para someter a los pueblos inferiores, .
En la sociedad estadounidense la ideología del destino manifiesto, revelada
también por Dios, para hacer prevalecer
la excepcionalidad de Estados Unidos sobre
el
resto de naciones, por la que tienen que ser
tuteladas y sino, deben ser castigadas.
Es la democracia de los ladrones y los miserables, muy arraigada en las
sociedades supremacistas occidentales y en Israel, pero que con el resto de los
humanos solo piensan en el pillaje y la usurpación de sus derechos. Es la
justificación del imperialismo para cometer todo tipo de atrocidades, escupiendo
a los derechos humanos toda su miseria, al usarlos con sus poderosos medios de
comunicación para justificar su vulneración fuera de sus dominios.
No habrá destino compartido de las naciones, ni paz mundial, ni prosperidad
universal mientras no sean erradicadas de la faz de la Tierra todas las
ideologías supremacistas, en particular, en el actual momento histórico, el
sionismo y la excepcionalidad estadounidense.
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El Guernica de Gaza
Pablo Picasso, en el Guernica retrata el horror del supremacismo fascista, que
solo difiere del resto de supremacismos en el rostro que adopta.
Un monstruo que invade el campo de la convivencia humana y convierte la armonía
y la felicidad en muerte y destrucción.
El mal oscurece el cielo, el mundo se torna gris y desaparecen los colores.
A la devastación sucede la
desesperación de los sobrevivientes.
Pero en medio del caos una pequeña linterna alumbra la esperanza de que un día
la mentira y la manipulación de los medios occidentales claudicarán ante la
verdad y la hermandad con los oprimidos.