(Febrero 2012)
NOTICIA. El vicepresidente de China, Xi Jinping, llegó a Washington para
dar inicio a su visita oficial a Estados Unidos.
Los avatares históricos de la relación entre la República Popular China
y EEUU
Hace cuarenta años, China y EEUU marcaron un hito, cuando el entonces
presidente de EEUU Richard Nixon realizó una visita sin precedentes a
China, por invitación de Beijing.
En ese
momento, las dos potencias se enfrentaban ideológica y estratégicamente. Entre
Beijing y Washington existían varios temas de conflicto, que abarcaban de Taiwán
a Vietnam. Ambos estaban sumidos en problemas propios, China, con las secuelas
de la Revolución Cultural,
sumida en un caos interno y, EEUU, empantanado en la guerra de Vietnam.
Pero
tanto China como EEUU se enfrentaban a un enemigo común representado por el
expansionismo soviético. Tras el conflicto Chino soviético en los años sesenta
que dio lugar a enfrentamientos armados en 1969 en la frontera en el río Amur,
los soviéticos habían estacionado un millón de soldados a lo largo de la
frontera norte de China, mientras que EEUU y la OTAN mantenían una soterrada
lucha con la URSS en Europa Oriental y Central, así como en el Pacífico
Occidental.
Para
China, la URSS se había convertido en un imperio calificado por el PCCh de Mao
Zedong como social-imperialismo, debido a la deriva corrupta y militarista de la
burocracia Rusa, que pretendía la subordinación de China a la URSS, definida en
la frase atribuida a Mao Zedong: “los Chinos no han luchado durante años para
echar al león por la puerta”; referido a los japoneses, “para luego dejar
que el tigre entre por la ventana”, refiriéndose a la URSS.
En
1971, China y EEUU aprovecharon la oportunidad de participar en lo que se
conoció como diplomacia del ping-pong, cuando el XXXI Torneo Internacional de
Tenis de Mesa en Nagoya, Japón, se presentó como oportunidad para que China
invitara al equipo de EEUU a visitar la República Popular. El éxito de su
visita, y la posterior visita a EEUU de un equipo chino, propició el viaje
secreto del entonces secretario de Estado Henry Kissinger a Beijing en ese
otoño, seguida de la histórica visita de Nixon, en febrero de 1972, el cual
transformó el panorama político mundial.
La
visita de Nixon materializó la alianza entre China y EEUU que se concretó en el
Comunicado de Shanghai. Desde su publicación, para China este comunicado ha
constituido la piedra angular de las relaciones contemporáneas
chino-estadounidenses, como cimiento para la paz y la estabilidad en la región
de Asia y el Pacífico. Para EEUU, en aquel momento, la alianza con China suponía
un paso importante para aislar a la URSS.
Con
perspectiva histórica, se puede considerar que esta alianza para aislar a la
URSS, contribuyó a que el expansionismo de la URSS entrará en una fase de
decadencia que se materializó en su derrota militar en Afganistán tras una
década de ocupación militar (1979-1989), y en las revueltas populares en los
países del Este de Europa, acontecimientos que llevaron a la burocracia
soviética a aumentar sus gastos militares y a distanciarse de las necesidades de
desarrollo económico de la sociedad rusa. Estas contradicciones tanto externas
como internas serían la causa del desplome de la URSS entre 1989 y 1991.
Tal vez
el hecho de que la Republica Popular de China no hubiera sido arrastrada en el
desplome político del mundo soviético, fue debido a la visión estratégica que
tuvo Mao Zedong, muy celoso de la soberanía de China, de distanciarse de la URSS
debido a su deriva militarista y hegemónica de los países de régimen socialista.
Una vez
finalizada la guerra fría, para EEUU, China dejo de ser un colaborador necesario
en el área internacional, pero las relaciones establecidas durante casi dos
décadas en la Guerra Fría (1972-1989) permitió a EEUU ver en China un buen socio
comercial y mano de obra barata para obtener cuantiosos beneficios en la
deslocalización de las actividades industriales que demandaban mano de obra poco
cualificada.
Por
otra parte, China tras superar la fase caótica de la Revolución Cultural y con
la entrada de la segunda generación de dirigentes de la República Popular, con
Deng Xiaoping (1978) como máximo líder, abandonaron el modelo de desarrollo
económico inspirado en la URSS y se abrieron a la economía mixta -estatal y de
mercado- como forma de promover el desarrollo de las fuerzas productivas y la
modernización de China. La entrada de China en la OMC en el año 2001 le
posibilitaría convertirse en una economía exportadora mundial competitiva basada
en la mano de obra barata, pero a su vez contribuyó a que la reserva de divisas
se incrementara de forma importante hasta haberse convertido en el país con la
mayor reserva de divisas del mundo estimadas en el equivalente a unos tres
billones de dólares estadounidenses.
La
crisis económica mundial iniciada en 2008, y el fracaso del expansionismo
militar de EEUU en Oriente Medio han cambiado sustancialmente las condiciones
que determinan las relaciones de China y EEUU. China se ha visto obligada a
cambiar su modelo de desarrollo principalmente exportador, y complementarlo con
la promoción de la demanda interna, lo que le ha ayudado a transitar por la
crisis mundial manteniendo un crecimiento de su PIB anual en torno al 9%. Y EEUU
se ha convertido en una nación dependiente de China, tanto porque después de
Canadá es el país que más vende en EEUU, como porque China es su principal
acreedor de bonos del tesoro.
La
nueva coyuntura política y económica generada en la primera década del presente
siglo ha determinado que las relaciones de Occidente con China, se hayan
convertido en una relación de amor, odio, o la que ha venido en denominarse para
China en la política de golpe y contacto.
Por una
parte, Occidente se beneficia de los productos de exportación baratos de China,
y, en la presente crisis económica, espera beneficiarse de la reactivación
interna de China, pero, si bien a Occidente le interesa que China se reactive
económicamente para beneficiarse de su crecimiento, también teme las
consecuencias políticas que ello implica de un mayor peso político de China en
la esfera internacional. Por ello, esta política de golpe y contacto, se
manifiesta, por una parte, en favorecer el contacto en las relaciones económicas
con China, pero a su vez, en una política de golpe en las relaciones políticas a
través de campañas orquestadas contra China y por el regreso militar de EEUU a
Asia para intentar contenerla en el ámbito internacional con el fin de que su
protagonismo económico no se manifieste en un mayor liderazgo político en la
región Asia-Pacífico.
El
mundo ha experimentado un cambio radical desde el Comunicado de Shanghai de 1972
entre EEUU y China; la amenaza de la Unión Soviética que unió a China y a EEUU
ha desaparecido; sin embargo, a pesar de que han transcurrido cuatro décadas,
desde entonces, para China el espíritu del Comunicado de Shanghai de
colaboración sigue vigente. Sería deseable que China y EEUU desarrollaran las
medidas de confianza necesarias en el ámbito internacional tendentes a promover
el respeto entre naciones con el abandono progresivo de las pretensiones
hegemónicas mundiales de EEUU; ello sin lugar a dudas crearía las condiciones
óptimas para que China avanzara más decididamente en su proceso interno de
reforma y apertura política a favor de una mayor democracia, lo que a su vez
supondría mejores condiciones para la reunificación de China.
China
en su proceso de reforma y apertura se esfuerza por transformarse y adaptarse
política y económicamente al cambio de los tiempos, pero aun está por ver si
EEUU es capaz también de hacerlo, o si deberá ser la propia evolución de los
tiempos los que le releguen a un segundo plano internacional en el devenir
histórico.