10/02/2013
NOTICIA.
El gobierno de China publicó el 5/2/2013 una serie de directrices para
la reforma del sistema de distribución de ingresos en medio de la
creciente preocupación ciudadana por el ensanchamiento de la disparidad
de la riqueza.
La tercera etapa de la República Popular de
China
Desde su proclamación en 1949 la Republica
Popular de China, bajo el liderazgo del Partido Comunista de China (PCCh),
se ha desarrollado en tres
grandes etapas, marcadas por la situación interna, la internacional
y la visión ideológica y política que el PCCh ha tenido de las mismas.
La primera, comprende el periodo desde su
fundación (1949) hasta la celebración del XI Congreso del PCCh y el
ascenso de Deng Xiaoping como líder nacional (1977-1978), etapa en la
que la política de China tanto en el plano interno como internacional
estuvo marcada
por la inestabilidad.
La segunda etapa se inicia en 1977 -1978,
hasta la crisis financiera internacional del 2008, periodo en el que la
política interna e internacional estuvo caracterizada en general por el desarrollo
económico y la estabilidad.
La tercera etapa iniciada en el 2008 supuso el
inicio de un cambio en el modelo de crecimiento de la economía China a
través de impulsar el desarrollo interno, elevó la posición de China en
el plano internacional y tras el XVIII congreso del PCCh se orienta
hacia la construcción de una sociedad modestamente acomodada corrigiendo
los grandes desequilibrios sociales generados por su rápido desarrollo
económico, para lo cual, la paz mundial y la estabilidad interna son
primordiales.
Primera etapa
La primera etapa tras la proclamación de la
República Popular, debido al carácter revolucionario de la misma, China
se adentró en un camino nuevo en la construcción de un modelo social,
económico y político que, como tal, estuvo sujeto a distintas
interpretaciones, con facciones políticas dentro y fuera del PCCh
claramente enfrentadas, que desembocó en la Revolución
Cultural (1966-1976) que
se rigió por el dogma del
igualitarismo pero sumió
a China, entonces básicamente rural, en el estancamiento económico.
En esta etapa, en sus relaciones
internacionales, China pasó de mantener una sólida alianza con la URSS
en los primeros años de la revolución a romper sus lazos con el Partido
Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y establecer relaciones
diplomáticas con EEUU en los años setenta. Para los dirigentes chinos
este cambio fue debido a la interpretación que hicieron de la
degradación del PCUS como partido revolucionario por la burocratización
y corrupción generalizada de sus miembros, así como por la acusación de
la deriva hegemónica de la URSS, expresada en su interés por tutelar a
China, lo que en la interpretación de los dirigentes del PCCh hacía de
China el principal país que mantenía la bandera del socialismo y el
internacionalismo.
Segunda etapa
El XI congreso del PCCh en 1977 y el ascenso
al poder de Deng Xiaoping en 1978, marcarían el nuevo rumbo de China
tanto en el plano interno como en la política exterior abriéndose una segunda
etapa.
En la política interna China abandonó el igualitarismo y
el dogmatismo doctrinario de
la “Revolución Cultural” e inició la política basada en la
reforma y la apertura. La reforma implicaba
una apuesta por el desarrollo de las fuerzas productivas a través de
compaginar la planificación económica con la liberalización de la
iniciativa privada, y la apertura suponía
abrirse al resto de naciones del mundo e incorporar a China los
conocimientos que habían propiciado el desarrollo de las naciones más
avanzadas industrialmente.
La década de los ochenta sería crucial en la
conformación de la nueva realidad internacional. China alejada de la
URSS, basó su política exterior apegada a los cinco
principios de la coexistencia pacífica, renunciando con la
apertura al modelo
propiciado por la URSS de desconexión
del espacio
socioeconómico socialista del
mundo capitalista, que dividía el Mundo en dos ámbitos geopolíticos casi
opacos entre sí, por una parte el COMECON liderado por la URSS y por
otra el resto del mundo interconectado en las relaciones económicas.
La revolución socialista mundial dejaba de
tener para China un polo de referencia, cada país debería ser
protagonista de sus propias transformaciones políticas y económicas y
basar sus relaciones en los principios
de la coexistencia pacífica con
todos los países del signo que fueran; la historia sería la que iría
uniendo a las naciones que desde diferentes idearios aspiraban al mundo
fraternal predicado como objetivo del comunismo. China sería respetuosa
con todos los sistemas políticos del mundo, pidiendo para sí misma, el
mismo reconocimiento.
Al final de los años ochenta los fatales
pronósticos del PCCh sobre el PCUS se
vieron cumplidos, la corrupción generalizada de funcionarios y el
anquilosamiento del sistema económico soviético inmerso en una carrera
armamentista con EEUU, originó que se formara una economía paralela de
bienes de consumo detentada por oligarquías regionales. El final de la
URSS fue el triunfo de esos grupos oligárquicos que desplazaron del
poder a la burocracia estatal soviética. En el campo internacional, el
alejamiento de China de la esfera de influencia de la URSS, la derrota
en Afganistán y las revueltas en los países del este de Europa acabaron
con la aspiración soviética de conformar un área de influencia exclusiva
bajo la égida de Moscú. El auge y decadencia del PCUS fue una
experiencia que el PCCh la ha tenido siempre presente.
El destino posterior del bloque soviético
estuvo marcado por la emergencia de los nacionalismos instrumentalizados
por las oligarquías regionales para asentar su poder económico en sus
ámbitos respectivos. En el caso de Rusia, los intereses de las
oligarquías regionales a favor de un modelo neoliberal con escasas
regulaciones en el que aflorar legalmente sus negocios, la debilitaron
como nación en la última década del siglo XX. Sería a partir del
comienzo del siglo XXI cuando la reacción popular de las clases medias
rusas representadas en Rusia Unida con su líder Putin a la cabeza,
permitió abrir una etapa de consolidación de Rusia como una gran nación
emergente sin aspiraciones hegemónicas que le está permitiendo articular
el espacio económico possoviético, y ha llevado a que las relaciones
entre China y Rusia sean para ambos países de interés fundamental
superando así su pasado de confrontación.
El periodo de Reforma
y Apertura en China
iniciado en 1978 coincidió hasta el 2008 con el auge mundial del
desarrollo neoliberal. Los países industrializados, particularmente EEUU,
entendían que la estructura económica mundial se debía sustentar en el
consumismo de la ciudadanía de los países desarrollados (un 15%- 20% de
la población mundial), a la vez que mantenían el monopolio científico
técnico de la producción mundial, mientras que el resto del mundo les
serviría como suministradores de materias primas y mano de obra barata.
En ese esquema neoliberal y neocolonial, China representaba para las
multinacionales de los países industrializados un destino preferente,
por disponer de mano de obra laboriosa, disciplinada y barata.
Los países industrializados comenzaron la
deslocalización de la industria manufacturera, reservándose ellos la
mano de obra cualificada y mejor remunerada que era a su vez la que
articulaba la demanda económica efectiva mundial. En ese proceso
deslocalizador China se convertiría en lo que ha llegado a denominarse
la “fábrica del Mundo”. Gran parte de las plusvalías generadas por la
mano de obra de China se transferirían en forma de grandes ganancias a
los países desarrollados pero, a su vez, también China se benefició de
la producción manufacturera, pues le permitió incorporar los procesos de
producción de los países industrializados y pudo realizar, a través de
los beneficios de la exportación, una ingente acumulación
primaria de capital que
le convertiría a principios del siglo XXI en la nación con mayor
reservas de divisas del mundo. Todo ello y su propio impulso innovador
científico-técnico le permitió a China dar el paso de ser un país
agrario y manufacturero a situarse como un país entre los avanzados en
ciencia y tecnología, logrando un impulso en el desarrollo económico
como ninguna nación lo había hecho desde la Revolución
Industrial en tampoco
espacio de tiempo, convirtiéndose en el 2010 en la segunda economía del
mundo.
En esta segunda etapa, China pasó de ser
un país rural y encerrado en
sus fronteras en 1978, a convertirse en el siglo XXI en la mayor
economía de lo países en desarrollo y abierta al
mundo.
Tercera etapa
La crisis económica mundial del 2008 situó a
China en un momento crucial de su desarrollo económico, en los primeros
meses del año 2009 debido a la caída de la demanda de los países
desarrollados su industria manufacturera dependiente de los mismos se
resintió de forma acusada, millones de trabajadores chinos pasaron en
poco tiempo a engrosar las filas del desempleo, pero la reacción de las
autoridades Chinas fue rápida. Apoyadas en su fuerte solvencia monetaria
y los mecanismos de planificación estatales, implementaron un plan de
estímulo económico interno que le está permitiendo a China sortear la
crisis mundial, mientras que el mundo desarrollado sigue sumido en la
incertidumbre de una crisis duradera.
Este diferente ritmo de transitar por la
crisis está haciendo que la velocidad de China en su desarrollo
económico sea superior al occidental; aunque considerando que Occidente
inicio su desarrollo hace dos siglos y China lo inicio hace treinta años
las diferencias son notables. China sigue siendo un país en desarrollo.
La crisis mundial está suponiendo para China
un desafío por
la necesidad de hacer frente a la crisis, y también una oportunidad porque
sitúa a China en el reto de transformar su modelo
de desarrollo económico con
la promoción de sus capacidades internas, inaugurando un nueva
etapa encaminada a la
construcción de una sociedad modestamente
acomodada cuyo objetivo
se espera alcanzar en el centenario de la fundación del PCCh en 1921.
El hecho de que China se haya adentrado en un
cambio de modelo de
desarrollo le obliga a
perfilar el mismo de forma
integral, donde deberá tener en cuenta no solo la modernización de
su economía basada en el estímulo del consumo interno, sino en el
equilibrio entre desarrollo y el consumo energético para que el mismo
sea respetuoso con el medio ambiente pero, sobre todo, tendrá que
corregir los desequilibrios y malas prácticas administrativas adquiridas
durante las tres últimas décadas como consecuencia de su rápido y
singular crecimiento económico.
Entre los desequilibrios hay que situar las
enormes diferencias en la distribución de la riqueza entre las zonas
urbanas y las rurales, concentrándose en estas últimas el 45% de la
población y donde todavía viven 128 millones de personas con un dólar de
renta per cápita al día. En las zonas urbanas los desequilibrios
socioeconómicos afectan a millones de inmigrantes que no tienen
regularizada su situación.
Según los datos publicados por el Buró
Nacional de Estadística de China el coeficiente de Gini, índice que
aplicado a los ingresos de un país mide en una escala de 0 a 1 la
disparidad de los mismos, (donde el 0 equivaldría
a unos ingresos iguales de toda la población, y 1 que
todos los ingresos se concentraran en un solo perceptor), fue del 0,474
en el año 2012; por encima del 0,4, que la ONU fija como límite abusivo
de la desigualdad socioeconómica, y fuente de malestar social.
Con relación a las malas prácticas
administrativas adquiridas en las últimas décadas, éstas tienen su
expresión más acusada en el despilfarro en gastos superfluos y la
corrupción política. Ambas cuestiones han venido propiciadas de la mano
del modelo de desarrollo competitivo del mercado particularmente en las
zonas urbanas, pero especialmente han sido favorecidas por la exaltación
del enriquecimiento personal como
un valor social positivo para estimular la liberación de las fuerzas del
mercado, valores que, si bien desde las instancias del PCCh se promovió
en el pasado como forma de desarrollar la iniciativa individual, se han
convertido en la nueva
etapa en un lastre dentro
del objetivo de promover un modelo económico socialmente inclusivo
y solidario.
Las estimaciones de Deng Xiaoping sobre el
enriquecimiento de una parte de la población tal y como lo expresaba en
la entrevista con Oriana
Fallaci en agosto de 1980 se
han visto claramente desbordadas:
Oriana Fallaci. Pregunta. La
inversión privada. ¿No es un capitalismo en miniatura?
Deng Xiaoping. Respuesta. La
absorción de capital extranjero y tecnología, e incluso permitir a los
extranjeros el construir plantas en China sólo puede desempeñar un papel
complementario a nuestro esfuerzo para desarrollar las fuerzas
productivas en una sociedad socialista. Por supuesto, esto traerá
algunas influencias propias de la decadencia capitalista en China. Somos
conscientes de esta posibilidad, pero no es nada de temer.
El PCCh es un partido que cuenta en la
actualidad con 82 millones de afiliados. En China existen además del
PCCh ocho
pequeños partidos legales que
en total no suman un millón de afiliados, cooperando con el PCCh en la
Asamblea Consultiva. Según estimaciones oficiales un 10% de la
afiliación política con puestos de responsabilidad puede haber incurrido
o estar inmersa en prácticas corruptas. La percepción de la ciudadanía
sobre los casos de corrupción también es alta como se muestra en las
reiteradas denuncias y críticas en las redes sociales de China.
El VXIII congreso del PCCh celebrado en
noviembre del 2012 además de definir de forma integral el nuevo modelo
de desarrollo en el que se adentra China se ha propuesto atajar los
desequilibrios sociales y las malas prácticas administrativas. Xi
Jinping, en un artículo publicado en la revista del PCCh Qiushi (buscando
la verdad: 求是)
resaltaba la pureza del
PCCh como la base sobre la que construir una militancia sana,
advirtiendo de que la decadencia del PCCh y alejamiento de las población
podía arruinar a China y la causa socialista.
El núcleo ideológico que rige los destinos de
China está dentro del PCCh, y no existen poderes fácticos como pasó en
la URSS y pasa en Occidente que son los que determinan desde sus
intereses y su ideología la marcha de la política. No obstante, si China
padeció durante la Revolución Cultural los excesos del igualitarismo
doctrinario, ahora padece los excesos de la exaltación
del enriquecimiento personal que,
como señalara Marx en 1844 en los Manuscritos
Económicos y filosóficos, desatan los prácticas sociales más
degradantes y alienantes del ser humano como la insolidaridad y el éxito
a costa del fracaso de otros, ensalzadas como grandes valores por el
neoliberalismo.
Los dirigentes chinos, si quieren acabar con
los fundamentos de la corrupción, deberán saber equilibrar el desarrollo
de las fuerzas productivas en el socialismo
de mercado con la
promoción de los valores sociales de la inclusión
social y la fraternidad,
lejos del doctrinarismo ideológico de la Revolución
Cultural pero también
distante del individualismo
liberal, impulsando a su vez, la transparencia en la política con
mecanismos de control eficaces que haga a la ciudadanía partícipe de la
misma.
En esta nueva etapa, en la política
internacional China está adquiriendo un notable peso. En el último
cuarto del siglo XX China había sido importante principalmente por la
magnitud de su población, pero en la segunda década del siglo XXI China
es internacionalmente importante, no solo porque representa casi una
quinta parte de la población mundial, sino por su conexión comercial con
la mayoría de los países del mundo, por su dinamismo económico y por ser
la potencia mundial más comprometida con la Paz y la no injerencia
política en los asuntos de otros países.
La política internacional de China sustentada
en los cinco
principios de la coexistencia
pacífica no es
recíproca por Occidente. Los países
desarrollados acostumbrados
a tutelar a los países en
desarrollo para obtener
ganancias unilaterales, mantienen con China intereses encontrados; por
una parte, en medio de la crisis económica mundial el crecimiento de
China les viene bien como destino de sus productos pero, por otra parte,
el auge de China les causa inquietud por el peso internacional que está
ganando, lo que les lleva a intentar contener a China, que en el caso de
EEUU se comprueba con la vuelta estratégica a la región de
Asia-Pacífico.
No obstante, los intereses de China no están
en convertirse en potencia hegemónica como en su día lo pretendió la
URSS, cuestión por la que la combatió en el terreno ideológico, sino en
articular un mundo de paz
y desarrollo en una
relación de ganar todos.
Un principio que tiene que ver con el ideario del PCCh y su visión de
avanzar hacia un mundo de paz sin
hegemonías, pero que los estrategas occidentales acostumbrados a la Guerra
Fría e imbuidos de su
cultura imperial y su modelo desarrollista neocolonial, no llegan a
concebir y, por ello, intelectuales y medios occidentales por ignorancia
en unos casos, o intencionadamente en otros, tratan de desvirtuar la
política exterior de China acusándola sin fundamento de ambiciones
hegemónicas.
China es un país en desarrollo como lo muestra
su renta per cápita; a pesar de ser la segunda economía del mundo su
renta per capita en el 2012 fue de 6.000$ una octava parte de la renta
per cápita de EEUU. El objetivo de alcanzar una sociedad modestamente
acomodada en la próxima década, y que supondría superar el PIB de EEUU
le situaría con una renta per cápita en torno a los 12.000$, una cuarta
parte de la renta per cápita actual de EEUU.
China seguirá siendo por lo tanto por varias
décadas un país en desarrollo y, por ello, su política internacional
continuará ligada al destino de los países en desarrollo. El reto de
alcanzar la prosperidad en todos los países en desarrollo donde se
concentra la mayoría de la humanidad en un Planeta con recursos
limitados tanto energéticos como alimentarios, va a tener en China su
principal experiencia y ejemplo.
En la nueva
etapa abierta en China la
reunificación de la parte continental de China y Taiwán será otro de los
desafíos, en este caso no solamente por parte del PCCh sino también por
parte del Kuomintang partido mayoritario de Taiwán. A pesar de los
avances en las relaciones comerciales y culturales entre la parte
continental de China y Taiwán, la reconciliación plena entre ambos
partidos es una meta pendiente. El Kuomintang reivindica su tradición
china pero en la práctica actúa como un partido regionalista taiwanés,
y tendrá que dar el paso de reconocer plenamente a la República Popular
como representante de toda China. El PCCh, por su parte, deberá permitir
que el Kuomintang desarrolle su actividad política en la parte
continental de China. El salto hacia un entendimiento político deberá
llegar, con ello, China se situará tal vez en otra
etapa en la construcción
de una sociedad más abierta políticamente, sin que ello suponga
apartarse del objetivo marcado por el PCCh de construir una sociedad
socialista para 1949, año del centenario de la proclamación de la
República Popular de China.
NOTA:
El plan que el Consejo de Estado, (Gobierno
de China), dio a conocer el 5/2/2013 se puede dividir en dos grandes
apartados.
Las medidas orientadas a mejorar el estatus
socioeconómico de los más desfavorecidos:
-Se establece el objetivo
de reducir para el año 2015 en cerca de 80 millones el número de
personas que viven por debajo de la línea de la pobreza, que es de 2.300
yuanes (366 dólares USA) (un dólar al día) en el ingreso neto anual per
cápita a precios constantes de 2010. Lo que supondrá una drástica
disminución de los aproximadamente 128 millones de personas en áreas
rurales definidas como pobres en el 2011.
-Los agricultores tendrán
garantizados los beneficios de la transferencia de sus tierras de
cultivo contratadas y obtendrán mayores ingresos en el valor de la
tierra. El gobierno apoyará la modernización de la agricultura
industrializando la producción agrícola e incrementando los precios
mínimos de compra de los principales productos agrícolas de granos;
disminuirá la carga fiscal de empresas en el ámbito rural, y se elevará
los salarios de los servidores públicos rurales,
-Los trabajadores migrantes
rurales recibirán asistencia para registrarse como residentes urbanos y
beneficiarse de todos los servicios públicos básicos en las ciudades,
para ello, el gobierno incrementará la proporción de gastos en seguridad
social y en la promoción del empleo en su presupuesto fiscal total en
alrededor de dos puntos porcentuales para el año 2015 respecto al 2011,
posibilitando el desarrollo de los sistemas de pensiones y seguridad
social, sin lo cual las familias se resisten a consumir para disponer de
ahorros con los que hacer frente a la vejez o problemas de salud.
Por otro parte, están las medidas enfocadas
a funcionarios, empresas propiedad del Estado y personas ricas en la
meta de fortalecer la regulación de los grupos de altos ingresos:
-Los funcionarios del
gobierno estarán obligados a reportar sus ingresos, sus activos en
bienes raíces, la inversión y los empleos de los miembros de sus
familias. Las empresas propiedad del Estado deberán imponer topes a los
pagos de los gerentes que sean nombrados por el Estado y garantizar que
el aumento de salario de su personal de mayor rango sea más lento que el
nivel promedio de los empleados en general, y se controlará
rigurosamente el gasto gubernamental en recepciones y adquisición de
vehículos, así como en los viajes a ultramar.
-El porcentaje de ganancias
que las empresas propiedad del Estado centrales tienen que entregar al
gobierno será incrementado en cinco puntos porcentuales para el año 2015
con respecto al nivel actual del 2013
-Con relación a las
personas con altos ingresos, el gobierno ampliará gradualmente los
impuestos a la propiedad, impondrá mayores impuestos al consumo de lujo,
actividades de ocio de alto coste y estudiará la imposición de impuestos
a las herencias.
-Los extranjeros ya no
estarán exentos de impuestos personales sobre la renta en dividendos
accionarios y en bonos que obtengan de empresas de financiamiento
extranjero en China.