(Febrero 2012)
NOTICIA.
Putin invita a los rusos a consolidarse e impedir la intromisión
extranjera en los asuntos de Rusia
23 de
febrero del 2012. Un día importante en la historia de Rusia
El próximo día 4 de
marzo Rusia celebrará elecciones presidenciales. Los principales
aspirantes al cargo según diversas encuestas son: Vladímir Putin por el
Frente Popular de Rusia, creado por su iniciativa en verano de 2011 y en
el que se incluye Rusia Unida; Guennadi Ziugánov secretario del Partido
Comunista de la Federación Rusa (KPRF); Vladímir Zhirinovski presidente
del Partido Liberal Democrático (LDPR).
El día
23 de febrero es un día señalado en Rusia por ser el día de los Defensores de la
Patria, una de las efemérides patrióticas más importantes en Rusia. No obstante,
el 23 de febrero del 2012 puede pasar a la historia como un día que puede marcar
un antes y un después en la historia de Rusia. Las formaciones políticas
señaladas anteriormente han desplegado su capacidad de movilización en
respectivos mítines; mientras que las movilizaciones del KPRF y el LDPR han sido
irrelevantes, el Frente Popular de Rusia liderado por Putin ha desbordado con
decenas de miles de manifestantes la Gran Arena Deportiva de Luzhniki de Moscú.
Rusia
está viviendo un momento en el que las clases medias aspiran a que Rusia defina
su futuro de forma singular y con la identidad propia que le caracteriza. Las
grandes masas de población han vivido durante las últimas dos décadas, desde el
desplome de la URSS, acomplejadas tras conocer el pasado luctuoso del
estalinismo y el horror de los GULAG. Un complejo que Occidente ha venido
explotando alabando las bondades de dirigentes como Gorbachov y Yeltsin sumisos
ante occidente y que transmitían -con su ideología apátrida basada en que Rusia
encontraría su futuro copiando a Occidente-, una profunda desmoralización entre
la población. Los grandes magnates rusos que se beneficiaron de las
privatizaciones en los años noventa, también vendían el ideal apátrida como el
más progresista porque ello integraba sus intereses en los grandes centros de
poder occidentales.
Los dos
primeros mandatos presidenciales de Putin y el todavía vigente de Medvedev
situaron a Rusia en una serie de reformas para asegurar la soberanía de sus
recursos e intentar modernizar su economía y finanzas, alcanzándose metas
importantes principalmente en el control de los recursos y en la disminución de
la deuda, pero en ese periodo Rusia también, aunque con menos complejos, seguía
queriendo imitar a Occidente que se manifestaba en su aspiración a estar
incluida en el club de los poderosos del planeta el G7. La inclusión de Rusia en
el G7+1, o G8, parecía el camino adecuado, las grandes potencias industriales,
incluida Rusia, se unían para regir el mundo, pero la crisis financiera mundial
del 2008, lo cambiaría todo.
Tras
esa crisis se vio que el G8 era un foro que había quedado obsoleto, el G20
adquiría el nuevo protagonismo en la coordinación de las políticas económicas
mundiales. El recorrido de la crisis ha ido cambiando los actores mundiales, y
los países emergentes, entre los que se incluye Rusia, han dispuesto y disponen
de mayores sinergias que los países Occidentales para remontar la crisis.
Si en
el algún momento se puede considerar premonitoria la frase atribuida a Napoleón
sobre China en la que afirmaba: el
día que China despierte removerá el mundo, es a partir de la crisis
económica del 2008, en la que esta nación pasa a ser por su fortaleza económica
y sobre todo por sus perspectivas de crecimiento la nación que determinará en
gran medida la marcha de la economía mundial.
En esta
situación, Rusia se sitúa en una nueva realidad mundial en el que el Oriente
cobra un mayor protagonismo, si bien la UE sigue siendo uno de sus principales
socios comerciales, el desplazamiento de la bonanza económica hacia Oriente no
le ha dejado ni le puede dejar indiferente.
En esta
nueva coyuntura, la política internacional en una gran nación como Rusia,
necesariamente tenía que cambiar, tenía que ir abandonando el seguidismo a
Occidente y hacerse más independiente, y por ello, no cayó en la trampa de los
cantos de sirena de Hillary Clinton cuando hablaba del reseteo de las relaciones
entre EEUU y Rusia, mientras la OTAN preparaba un escudo antimisiles a las
puertas de Rusia que la dejaba a merced de la OTAN. Tampoco le sonaron a Rusia
como retóricas las afirmaciones hechas por mandatarios de EEUU de que la
soberanía de EEUU estaba vinculada a las fuentes de materias primas, de las que
Rusia detenta una parte importante en reservas de combustibles fósiles.
Otros
factores internos han ido despertando también a las clases medias rusas, tras
comprobar que estaban quedando marginadas del desarrollo económico iniciado
después de la década pérdida de los años noventa. Y el alma rusa arraigada en
esas clases, que entienden que la patria es soberanía, pero que a su vez debe
ser como una madre que debe cuidar a sus hijos y ellos, sus hijos, que lo dan
todo cuando hace falta como lo hicieron en la Gran Guerra Patria contra el
Nazismo, reclaman ahora ser protagonistas y beneficiarse cuando existen
perspectivas de desarrollo económico.
Ese es
el momento actual de Rusia, Putin ha sabido interpretarlo, se ha distanciando de
los oligarcas Rusos y se ha fundido con las clases medias. La formación del
Frente Popular liderado por Putin es la plasmación de esa nueva era que Putin se
siente con la responsabilidad de liderar. No hay oportunismo, solo amor a la
patria Rusa y a sus gentes, sabiendo que está llegando el momento de una nueva
etapa para Rusia.
Un
impulso ideológico el liderado por Putin que necesariamente tiene que traducirse
en dos cuestiones fundamentales, por una parte, en un programa político de
modernización de Rusia con la mejora de la productividad, el desarrollo del
potencial innovador de las ciencias en Rusia y la mejora de la calidad
democrática de las instituciones rusas y, por otra parte, en una organización
política con estructura, estatutos e ideología, cuyo germen deberá ser el Frente
Popular liderado por Putin.
Occidente, se resistirá a admitir esta nueva realidad y como es costumbre,
intentará acosar a Rusia y a Putin en particular acusándole de protagonizar una
vuelta a la guerra fría; nada más falso, los tiempos de mundos herméticos, como
fue el de la URSS, ya nunca volverán; Rusia, sobre todo en los dos últimos años,
tanto en hechos como en declaraciones del ministro de exteriores Sergei Lavrov
ha puesto de manifiesto que la política exterior rusa no se basa en el
oportunismo como lo hace la política occidental para conseguir réditos a costa
del sufrimiento y el expolio de terceros, sino que se fundamenta en principios
basados en la coexistencia pacífica y en generar medidas de confianza para ganar
socios económicos en un mundo cada vez más abierto, donde la mayoría de la
humanidad lucha y aspira al desarrollo y la prosperidad, ideal que sintoniza
perfectamente con la generosidad demostrada del pueblo ruso.
El 23
de febrero del 2012, está cargado de simbolismo no cabe duda que será un día de
inicio de una nueva etapa de Rusia que conmoverá en el futuro positivamente al
mundo como preludio de la más que probable victoria electoral de Putin el cuatro
de Marzo que encarnará las esperanzas de la mayoría del pueblo ruso de progreso
social, económico y democrático, y de autoafirmación de gran nación como
baluarte de la defensa de la paz y de la soberanía de las naciones.