01/06/12
NOTICIA. El
presidente ruso, Vladimir Putin, inicia su primera gira internacional
por Biolorrusia, Alemania, Francia, Uzbekistán, China y Kazajstán.
Rusia tiene
que ser Rusia
El primer viaje de
Putin al extranjero tiene un recorrido que marca las preferencias de
Rusia en sus relaciones exteriores. La visita a Francia la realiza por
invitación del presidente francés Hollande, pero previamente se
entrevistará con la canciller alemana Merkel quien también se apresuró a
invitar a Putin tras conocer la invitación de Hollande. Posteriormente
viajará a Pekín por invitación del presidente chino Hu Jintao, donde
también asistirá a la cumbre de la Organización de Cooperación de
Shanghai (OCS) prevista entre el 6 y el 7 de junio. En su periplo
destaca también las visitas a Biolorrusia, Kazajstán y Uzbekistán.
Tras la
elección presidencial de Putin el nuevo rumbo de la política rusa en sus
relaciones exteriores va a definir el papel que Rusia aspira a jugar en el
mundo. Es evidente que Rusia pretende dar un impulso a su desarrollo como
potencia autónoma, ello tiene desconcertados a los mandatarios Occidentales,
acostumbrados a ver a Rusia, desde la caída de la URSS y "el ascenso al poder
de la primera generación de los reformadores liberales a principios de los
noventa", como un país con un cierto complejo de inferioridad frente a
Occidente y que aspiraba a emularlo siguiendo las pautas occidentales,
priorizando a su vez sus alianzas con el G7.
Pero,
lo que parecía una política inevitable para Rusia como era la de sumarse al
carro de la economía y de la política occidental, las transformaciones del mundo
en los últimos años, debido, por una parte, a la crisis financiera en el 2008
que ha situado a la UE en una crisis permanente, y por otra parte, por la
emergencia económica de China, han propiciado, que Rusia debido a su situación
geopolítica haya tenido que rediseñar su política como potencia autónoma en
tres frentes: el occidental, en sus relaciones con la UE, que hasta un pasado
reciente había sido predominante; el oriental, que para Rusia en las dos últimas
décadas había dejado de tener importancia política y económica, pero que ahora,
debido a la crisis de la UE y la emergencia de China, ha adquirido un
protagonismo relevante; su tercer frente se encuentra en sus fronteras internas,
pues Rusia se ha convertido en una nación estratégica para el desarrollo de dos
importantes países del espacio possoviético como son Kazajstán y Bielorrusia,
que en un mundo globalizado comercialmente necesitan salidas al mar.
Esta
nueva etapa de las relaciones internacionales de Rusia tienen un fundamento
principal y es la aspiración de Rusia de convertirse en un potencia económica
mundial a través de fomentar la integración económica y comercial con las
naciones vecinas que más beneficios económicos le pueden reportar.
En su
frente oriental, la política de aproximación a China, es vista con renuencia
entre algunos sectores rusos, pues, aunque la mayor parte del territorio ruso se
encuentra en Asia, la mayor parte de la población vive en la parte europea de
Rusia, y entienden "que el desarrollo necesario del Lejano Oriente ruso y
Siberia es imposible sin que se mantenga y fortalezca la identidad europea de
Rusia en general"(Fiodor Lukiánov).
Para
EEUU, la aproximación entre China y Rusia, tampoco es vista con agrado, pues
para EEUU en su regreso a Asia como escenario principal de su política
internacional, ésta se basa en contener a China y, como es su práctica habitual
en otras partes del mundo, su política consiste en enfrentar a las naciones
fronterizas con la nación que quiere controlar, en este caso China, por ello,
las buenas relaciones entre China y Rusia no son de su agrado.
No
obstante, la discusión sobre si Rusia puede perder su identidad europea, por la
promoción económica de su frontera oriental, es una discusión retórica, Rusia,
como otros países son culturalmente lo que la historia va marcando que sean, por
ejemplo, en EEUU la creciente importancia de la ciudadanía latina, a pesar de
los defensores a ultranza de los valores anglosajones, está transformando sus
patrones culturales.
Rusia,
precisa incrementar su emergencia económica y, el desarrollo del Oriente ruso,
le proporciona esa oportunidad, y en la medida que Rusia crezca económicamente
se fortalece políticamente como potencia internacional. Esta es una oportunidad
que sería insensato no aprovecharla por prejuicios políticos y culturales.
El
frente Occidental de Rusia, es decir la UE, es su principal socio comercial,
pero en el plano económico Rusia hasta ahora no ha obtenido contrapartidas por
parte de la UE en cuanto el acceso a tecnologías destinadas a modernizar su
obsoleto sistema productivo en bienes de consumo, por otra parte, en la actual
situación de crisis de la UE, apostar por mantener la dependencia casi exclusiva
de la UE es un riesgo que no puede correr y precisa diversificar sus socios
comerciales. Rusia podrá obtener más beneficios de su relación con la UE en la
medida que consiga mantener un crecimiento económico autónomo y menos
dependiente de la UE, y para ello, debe fortalecer su frente económico oriental,
pero de forma importante debe fortalecer su mercado interno.
Es la
articulación de este mercado interno el que tiene que marcar sus relaciones con
sus vecinos más próximos a través de fomentar el libre comerció e
infraestructuras internacionales que tanto precisan Bielorrusia y Kazajstán.
Rusia
ha pasado de ser bajo la URSS el centro de un imperio que dominaba gran parte de
Asia y Europa, a un Estado que en los años noventa del siglo XX conoció uno de
los periodos de mayor decadencia y, después de un periodo de transición de casi
una década de reubicación en la escena internacional, ahora Rusia parece que ha
tomado la senda de convertirse en una gran nación sin ambiciones imperiales, y
dejando atrás los complejos prooccidentales.
Rusia
en definitiva, no tiene porque ser ni proeuropea ni proasiática. Rusia tiene que
ser Rusia, soberana y con personalidad propia de sus diferentes realidades
políticas y culturales.