24/02/2014
NOTICIA.
El 23/02/2014, EEUU y la UE consideraron legítimo el nuevo gobierno de
Kiev.
NOTICIA.
El 24/02/2014, el jefe del gobierno ruso, Dmitri Medvedev, afirmó que
Rusia descarta como interlocutores legítimos en Ucrania al nuevo
gobierno de Kiev.
Ucrania en
la encrucijada y la estrategia de la OTAN frente a Rusia
El 21/02/2014, la revuelta en Ucrania,
particularmente en Kiev, contra el gobierno, que arrojó un saldo de 80
muertos entre manifestantes y policías, parecía que había entrado en un
camino de arreglo político cuando, el presidente de Ucrania, Víctor
Yanukóvich, y tres líderes de la oposición parlamentaria –Arseni
Yatseniuk (Batkivschina), Vitali Klitschko (Udar) y Oleg Tiagnibok (Svoboda)–
firmaron el acuerdo
sobre la normalización política en
la sede de la Administración Presidencial, en presencia de mediadores
que representaban a la Unión Europea y avalado por EEUU,
comprometiéndose Alemania, Francia y Polonia como garantes del mismo, y
por el que se emitiría una ley para restablecer la constitución del 2004
(promulgada en aquel año durante la denominada “revolución naranja”); se
impulsaría una reforma constitucional que concluiría en septiembre, y se
convocarían elecciones presidenciales que se celebrarían en cuanto
estuviera adoptada la nueva Carta Magna, a más tardar, en diciembre de
2014.
Pero los opositores más radicales instalados
en la calle se negaron aceptar tales acuerdos. Un día después de la
firma, con la Suprema Rada (Parlamento) rodeado por ultranacionalistas,
los diputados declararon la destitución de Yanukóvich pusieron en vigor
sin discusión y sin la firma del jefe de Estado la Constitución de 2004
y destituyeron al titular del Parlamento y al ministro de Interior.
El 23/02/2014, por vía express, los diputados
transmitieron los poderes presidenciales de Yanukóvich al nuevo titular
del Parlamento, Alexander Turchínov. Ese mismo día, en una declaración
televisada, Yanukóvich, tras la ruptura de los acuerdos del 21/02/2014,
denunció la nueva situación como un golpe de Estado afirmando que había
sido intimidado para que renunciara. Yanukóvich se negó a firmar su
dimisión y se declaró presidente legítimo, desapareciendo de la escena
política, ante el temor de ser arrestado por los nuevos gobernantes,
quienes posteriormente emitieron una orden de búsqueda y captura.
Tanto la UE como EEUU se desdijeron del apoyo
efectuado al acuerdo del 21 de febrero y apoyaron incondicionalmente al
nuevo gobierno de Kiev, considerando que no se había producido ningún
golpe de Estado
Contrariamente, por su parte, el ministro ruso
de Exteriores, Serguei Lavrov, instó a garantizar el cumplimiento del
acuerdo del 21/02/2014 entre Víctor Yanukóvich y la oposición, y
denunció la toma del poder por los extremistas nacionalistas de forma
inconstitucional.
El 24/02/2014, el primer ministro de Rusia,
Dmitri Medvedev, aseguró que por el momento resultan invisibles para
Moscú los interlocutores en Ucrania, pues la legitimidad de ciertas
instituciones provoca dudas y su reconocimiento por algunos países
deforma la realidad. “Francamente, no tenemos con quién dialogar y la
legitimidad de varias instituciones que están funcionando en Ucrania
parece dudosa”. Medvedev reconoció que algunos socios extranjeros
difieren de la opinión de Rusia sobre la actual cúpula del poder en
Kiev, pero consideró una aberración de la conciencia proclamar legítimo
el resultado de un motín armado, reiterando que Rusia cumplirá todos sus
acuerdos con Ucrania, incluidos los del gas. Sin embargo, apuntó, “todas
las decisiones tomadas tienen plazos y lo que pasará cuando expiren es
una cuestión aparte que se deberá discutir con los directivos de las
empresas ucranianas y un gobierno legítimo y constitucional el día que
exista”. Mientras
tanto, las relaciones económicas de los dos países continuarán, ya que
Ucrania es un socio importante”.
La ruptura de los acuerdos del 21/02/2014, y
el apoyo explícito de la UE y EEUU a lo nuevos gobernantes, provoca de
facto, no solo una ruptura institucional en Ucrania sino también abre el
camino a una ruptura territorial y a una desestabilización que puede ser
de larga duración.
Ucrania es una nación dividida política y
culturalmente y la crisis económica ha hecho aflorar esa división y una
vez abierta las puertas de la confrontación y el odio con sangre de por
medio, la reconciliación se torna casi imposible y se impone el
sentimiento revanchista. Ucrania de facto ahora ya se encuentra
dividida, Crimea y las provincias de habla rusa del este del país, no
van aceptar el nuevo poder de Kiev. El 19 de febrero, el presidente del
Consejo Superior de la república, Vladímir Konstantínov, informó a los
diputados de la Duma Estatal rusa que “Crimea plantearía la cuestión de
la separación de Ucrania en caso de que se diera un cambio de las
autoridades legítimas”, aunque también advertía que este escenario
todavía no se contemplaba.
Esta situación de ruptura institucional y de
confrontación territorial, ya era predecible cuando se rompieron los
acuerdos del 21/02/2014, y por ello tanto la UE como EEUU, al apoyar esa
ruptura y aliarse con los sectores ultranacionalistas del oeste de
Ucrania y de Kiev sabían que Ucrania se adentraba en una situación de
crisis duradera. La ruptura de esos acuerdos suponía, pues,
la apuesta
premeditada por la desestabilización de esa nación, primando los
intereses geopolíticos de la OTAN de acoso a Rusia sobre las soluciones
para instaurar una gobernanza consensuada en Ucrania.
La Ucrania gobernada por Kiev es
económicamente la más retrasada, y la UE no tiene medios para que se
revitalice económicamente, pero
eso no le importa a la OTAN pues cuanto peor este Ucrania mejor sirve a
sus intereses de crear países inestables en las fronteras de Rusia,
una política que le gustaría extender a Bielorrusia, y que ya lo hizo en
Georgia.
En esa confrontación geopolítica se abre un
periodo en el que a las regiones pro-rusas, Rusia no las va abandonar,
lo mismo que sucedió con Abjazia y Osetia del Sur. Kiev no tiene
capacidad militar para imponer una constitución nacionalista e
impositiva sobre los territorios pro-rusos por la fuerza, y Rusia tendrá
que defenderse apoyando territorios aliados que hagan de tapón al acoso
de la OTAN, y en esa contienda Crimea y las regiones pro rusas de la
actual Ucrania considerarán más positivo distanciarse de Kiev.
Ucrania, durante sus más de 20 años de
independencia, debido a las diferencias socioeconómicas no ha sabido
implementar proyectos del desarrollo nacional, y ahora cualquier
proyecto solo sería viable desde el consenso de todos los agentes
sociales y territoriales, pero no parece el caso. Ucrania actualmente es
un país sin proyectos ni futuro como nación.
Lo llamamientos de la UE y de EEUU a Rusia a
apoyar al actual gobierno no es sino una invitación a aceptar la
política de hechos consumados para minorizar su influencia como nación.
Un llamamiento, hipócrita pues si fuera sincero
lo más coherente hubiera sido no haber roto los
acuerdos del 21/02/2014.
Las nuevas autoridades de Kiev, una vez en el
poder se han asomado al abismo financiero en el que se encuentra
Ucrania. El viceministro ucraniano de Finanzas en funciones, Yuri
Kolobov, ha pedido a Estados Unidos y a la Unión Europa (UE) unos 35 mil
millones de dólares en ayuda hasta el fin de 2014 para estabilizar su
situación económica. Estados Unidos y la Unión Europea han mostrado su
apoyo y prometido brindar ayuda financiera al Gobierno interino de
Ucrania, pero de momento solo son palabras, y si llegara ayuda
financiera sería bajo unas draconianas condiciones, lo mismo que lo fue
para Grecia, unas condiciones que las regiones más desarrolladas y
pro-rusas no van a aceptar.
La estrategia de la OTAN de acoso a Rusia es
la que se impone, y Rusia ya no puede evitar que la inestabilidad se
apodere de Ucrania, a conveniencia de la OTAN, incluso la “ayuda
Occidental” podría estar condicionada a la adhesión de Ucrania a la
OTAN, lo que en caso de una confrontación militar dentro de Ucrania
dirigida a las regiones pro-rusas, podría enfrentar directamente a la
OTAN con Rusia.
Rusia no puede ignorar ese escenario, y tendrá
que reforzar militarmente sus fronteras con Ucrania lo mismo que tendrá
que hacerlo Bielorrusia, a la vez que vigila su frente interno de
provocaciones organizadas.
Las potencias occidentales han sido
responsables de dos guerras mundiales en el siglo XX, en momentos en que
se han encontrado asediadas por graves crisis económicas, ahora el mundo
ha cambiado, y la política de una invasión de Rusia por parte de la OTAN
carece de sentido, pero lo que es obvio históricamente que la
agresividad de Occidente en momentos de crisis aumenta para controlar
países ricos en materias primas, y la estrategia de propiciar un cambio
político en Rusia por medios de una guerra irregular, para controlar los
enormes recursos de Rusia y para cambiar la política de colaboración de
Rusia con China por otra de confrontación, y debilitar
la emergencia de ambas potencias, está presente.
Las tensiones geopolíticas durante un largo
periodo se debatirán entre: la agresividad occidental para debilitar la
soberanía de los países emergentes intentando cambiar gobiernos
soberanistas por otros dóciles a sus dictados, y la conformación de un
nuevo mundo donde se fortaleza la soberanía política de los países
emergentes, grandes y pequeños, para avanzar hacia un mundo sin
hegemonías y basado en la búsqueda de la paz y el desarrollo mundial.
En esa línea, la reafirmación de gobiernos
soberanistas en Rusia, China, América Latina, y de los países en
desarrollo en general, forma parte del impulso de ese nuevo mundo. Una
línea que se verá constantemente acechada por las intrigas e injerencias
de Occidente que se resiste a perder su estatus predominante mundial
desde la revolución industrial basado en la concentración de la riqueza
mundial y en la pobreza de la mayoría mundial para evitar que la
fortaleza política y económica de esa mayoría relegue su estatus
hegemónico mundial.