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Crítica política sobre noticias de actualidad en el mundo

Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Seudónimo: Saint Just

Artículos


01/09/2014

NOTICIA. El 30/08/2014, tras la reunión de los jefes de Estado y de Gobierno comunitarios, la canciller de Alemania, Angela Merkel, en una rueda de prensa anunció que la UE impondría nuevas sanciones a Rusia dirigidas a los mismos sectores afectados por las sanciones previas.

NOTICIA. El 31/08/2014, Vladímir Putin una entrevista concedida al Canal Uno de la televisión rusa, manifestó que el conflicto en Ucrania debe enseñar a Occidente a resolver las crisis pacíficamente.


Occidente, Rusia y Ucrania

La crisis en Ucrania esta marcando un antes y un después en las relaciones internacionales al estar desvelando la naturaleza de confrontación de largo plazo de Occidente en contra de Rusia, potencia que se ha convertido por su resistencia a ser un aliado dócil a las exigencias occidentales, en el centro de la lucha entre el poder emergente de los principales países en desarrollo y la perpetuación de la hegemonía mundial de los países desarrollados.

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Tras las revueltas en la plaza de la Independencia de Kiev (Maidan), y el incumplimiento del acuerdo sobre la normalización política alcanzado entre representantes de la oposición y el presidente de Ucrania, Víctor Yanukovich, con el aval de los representantes de Alemania, Francia y Polonia para establecer una transición legal, y que culminó con el golpe institucional del 23/02/2014 y la destitución ilegal del presidente Yanukovich, los gobernantes instalados en Kiev no han cesado en intentar acallar por la fuerza de las armas a las voces discrepantes. La elección supuestamente provisional del actual presidente Piotr Poroshenko en tanto se constituía una asamblea constituyente para redactar una nueva constitución, se ha convertido en una elección permanente, de tal forma que Poroshenko es presidente de un país instalado en un vacío constitucional, donde no existe una constitución refrendada popularmente que regule cómo se debieran articular la relación entre los diferentes territorios ni tampoco las leyes fundamentales de la nación.

Crimea y las regiones de habla rusa del este del país no reconocieron a las nuevas autoridades de Kiev, no solamente por su carácter ilegítimo sino porque las mismas se pronunciaban abiertamente contra sus derechos políticos y culturales, y pasaron unilateralmente a un proceso de autodeterminación a través de la celebración de respectivos referéndum, los cuales tuvieron una alta participación superior al 80% de los censos. En Crimea se optó abrumadoramente por una mayoría del 96,7% por la reunificación con Rusia, poniendo fin a la secesión que de Rusia arbitrariamente había decretado el antiguo presidente de la URSS en 1954, Nikita Jrushchov. Las regiones del Dombas (este de Ucrania) se constituyeron en repúblicas independientes agrupadas en el proyecto republicano de Nueva Rusia.

Con esa rebelión, la frustración de los estrategas de la OTAN de no ver culminada su estrategia de un cambio de régimen en Ucrania que con su probable ingreso en la OTAN podía haberle otorgado el control de la base militar de Rusia en Crimea permitiéndole controlar el Mar Negro y el mar de Azov y unir así bajo su mando a todo el este europeo desde Estonia hasta Turquía, le ha llevado, a través de sus pupilos instalados en Kiev, a impulsar la desestabilización permanente de Ucrania para intentar  revertir la situación a su plan original de control total del país.

La guerra fraticida impuesta por las autoridades de Kiev contra las regiones del este aumenta la división en Ucrania, pero la OTAN no va permitir otra vía que no sea la de someter a los republicanos de Nueva Rusia, pues, el temor de los estrategas de la OTAN de una solución negociada de ese conflicto, es que una vez rota la vía de la confrontación y alcanzado un acuerdo, el asunto de la adhesión de Crimea a Rusia quedará ya definitivamente e históricamente zanjado. Por ello, en la pretensión de la OTAN estaría el rendir por la fuerza de las armas a los combatientes de Nueva Rusia, para inmediatamente después abrir un frente contra Crimea.

No obstante, la forma en la que están discurriendo los acontecimientos en la guerra del Dombas no va según los planes de Kiev. El ejército regular ucraniano se ha visto arrastrado a una guerra en la que ven como la población apoya a las milicias del constituido ya ejército de Nueva Rusia y odia a los soldados enviados por Kiev, y particularmente a las fuerzas paramilitares profascistas del Sector Derecho, quienes como en todo los fascismos, no se fían del ejército regular y constituyen sus propias fuerzas político-militares para controlar a los oficiales del ejército. La prueba más evidente del temor que suscitan entre la población  las fuerzas de Kiev es que los civiles que huyen de la contienda no lo hacen hacia el interior de Ucrania sino que lo hacen a Rusia porque es donde se sienten seguros, un éxodo que ha hecho que Rusia haya acogido ya a más de 200.000 refugiados.

Las acusaciones de Occidente a Rusia de participar en la contienda interna de Ucrania carecen de todo tipo de pruebas, y solamente están sostenidas en la retórica de los grandes medios de comunicación occidentales convertidos en brazo propagandístico de la OTAN para denostar a Rusia ante la ciudadanía occidental. Por su parte, las reiteradas acusaciones de Poroshenko, un día aparecen y al siguiente caen en el olvido: la columna de carros blindados rusos que supuestamente el ejército de Kiev destruyó en suelo de Ucrania, nunca existió, las fotos satelitales de columnas rusas nunca han venido firmadas por ninguna autoridad militar de la OTAN... La única evidencia demostrada son los diez soldados guarda fronteras rusos arrestados por el ejército de Kiev que, tal vez por error, entraron en suelo ucraniano y que ya se encuentran de nuevo de vuelta en Rusia. Hasta la fecha la intervención de Rusia en el Este de Ucrania ha sido la ayuda humanitaria transportada por más de 200 camiones rusos y a la que también se acusó sin pruebas de esconder equipos militares.

En el capítulo de intromisiones foráneas, lo que si es evidente es que por Kiev han desfilado todo tipo de personalidades Occidentales tanto durante el periodo de revueltas del Maidan como posteriormente al golpe institucional del 23/02/2014, y en el capítulo de las investigaciones de los acontecimientos más dramáticos acontecidos en Ucrania en el presente año, lo que también es evidente es que las autoridades de Kiev han tendido un tupido velo sobre los asesinatos de los francotiradores del 21/02/2014, sobre los luctuosos hechos de Odessa del 02/05/2014, y sobre el derribo del avión de pasajeros de Malaysia Airlines (MH17) ocultando pruebas como las conversaciones entre los pilotos y la torre de control.

La OTAN tiene la partida perdida en Ucrania pero no lo quiere admitir y, de la mano de sus aliados en el gobierno de Kiev, continúa en su acoso a Rusia responsabilizando a este país de lo que sucede en Ucrania, cuando Rusia no es Ucrania y no está en sus manos cambiar el curso de los acontecimientos. Lo que sucede en Ucrania es exclusiva responsabilidad de los ucranianos y de sus gobernantes subordinados a los dictados de la OTAN. Los acontecimientos han llegado a un punto de no retorno en el que, tal vez, ante el avance imparable de las milicias del ejército de Nueva Rusia no sea ya posible restaurar la unidad de Ucrania bajo ninguna premisa, pues la población del Dombas difícilmente va a querer seguir unida a Ucrania tras las atrocidades que está soportando por parte de las autoridades de Kiev.

El gobierno de Kiev se encamina hacia un desastre político y económico, Poroshenko aparece como un títere de la OTAN sin ningún criterio, que hoy dice una cosa y mañana otra. El tiempo camina en contra de Kiev, es decir, cuanto más tiempo pasa más empeora la situación en Ucrania. Una gran parte de la población de Ucrania ha soñado con que el acercamiento a la UE le traería un periodo de prosperidad, pero lejos de eso lo único que está consiguiendo hasta ahora es una guerra interna, el retroceso económico de su PIB, y la incertidumbre de como resolver la deuda del gas con Rusia para antes de que comience el invierno.

La población del Centro y Oeste de Ucrania apoyó a Poroshenko como presidente porque éste hizo una campaña electoral basada en fomentar el diálogo y promover soluciones pacíficas al enfrentamiento civil, pero lejos de eso Poroshenko ha seguido la política de confrontación de sus predecesores. Ello tendrá que cambiar, las palabras pronunciadas por Lech Walesa el 18/12/2013, criticando a los dirigentes del Maidan por pretender cambiar el gobierno por medio de la insurrección, penden ahora sobre la situación política en Ucrania: “el que toma el poder en la calle, pronto lo perderá. La calle lo levanta y la calle lo castigará. No es posible gobernar a Ucrania como en el cuadrilátero”.

 

La política de las sanciones a Rusia para intentar doblegarla, ha entrado también en un punto de no retorno. Aunque las mentiras sobre las que se monta el discurso anti-ruso occidental sean creíbles para la ciudadanía occidental, no dejan de ser mentiras, y eso solo puede aumentar en la población y los gobernantes rusos el sentimiento de verse agredidos. Rusia no puede rendirse, nunca lo ha hecho, con la excepción del periodo que gobernó Boris Yeltsin. Los ataques a Putin son ataques a Rusia, porque el discurso de Putin no puede ser otro que el de la dignidad de la soberanía de Rusia.

Las sanciones ponen a Rusia ante una nueva realidad internacional. Rusia no ha buscado la confrontación con Occidente pero el gradual acoso que la OTAN venía realizando durante los últimos años expandiendo su influencia en el este de Europa ha experimentado un salto cualitativo con la crisis ucraniana. Los países emergentes entre los que se encuentra Rusia quisieran que el mundo transitase por un camino natural de entendimiento y prosperidad entre las naciones respetándose unas y otras, ese era y probablemente siga siendo el pensamiento de Putin, pero ese tránsito histórico natural de que unas naciones puedan eclipsar a otras como puede sucederles a las potencias de los países desarrollados debido a la progresiva fortaleza y alianza de los BRICS y de otros países en desarrollo, no parece que sea del agrado del poder financiero y militar occidental.

El acoso a Rusia es el acoso a todo el mundo emergente incluido China y los países latinoamericanos, que están viendo en la colaboración con Rusia y China una alianza para dejar de ser definitivamente el patio trasero de EEUU, no solo desde el punto vista económico sino también desde el punto de vista de la modernización de su defensa. Ni Rusia ni China son ni pueden ser potenciales agresores militares, en cambio EEUU si podría serlo, ello está llevando a varios países latinoamericanos como Brasil, Perú, Venezuela y otros, a confiar más en los sistemas de defensa antiaérea de Rusia que de su potencial agresor: EEUU; lo que les induce a suscribir contratos con la parte rusa. Un hecho éste que a EEUU, que piensa en clave de hegemonía mundial, también le preocupa.

La no claudicación de Rusia ante Occidente lleva progresivamente a un enfriamiento en sus relaciones, y Rusia se ve empujada a afianzar sus alianzas con quienes transitan hacia un mundo nuevo libre de hegemonías. Por otra parte, las sanciones de Occidente a Rusia le están también haciendo ver que su dependencia particularmente del sector financiero occidental es un punto débil que cercena su soberanía, lo que le obliga a pensar en la creación de un sistema institucional nacional e internacional financiero que impida que Occidente pueda determinar la marcha de su economía.

 

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