17/01/2013
NOTICIA. Obama presenta plan para acotar la violencia armada en
EEUU
La encrucijada moral de EEUU:
inicio, desarrollo y decadencia de los valores nacionales
estadounidenses
Todos los imperios habidos han
experimentado una secuencia de tres fases: inicio, auge y decadencia. 1.
los inicios se corresponden con una expansión militar relativamente
rápida donde se incorporan amplios territorios; 2. el período de auge se
corresponde con el mantenimiento del estatus
quo territorial basado
principalmente en lo que puede denominarse el poder blando, es decir, la
cultura, la religión y el desarrollo de infraestructuras; 3. el período
de decadencia se produce a partir de que se precisa, de nuevo, del
poderío militar, pero no para su expansión sino para su mantenimiento,
en esta última fase todos los imperios han sucumbido. En cada uno de
estos periodos, los valores civilizatorios morales de las sociedades
imperiales que ha a lo largo de la historia han representado las fuerzas
más avanzadas de la cultura y el desarrollo científico técnico se han
ido transformando.
EEUU desde su revolución e
independencia en 1776 ha ido recorriendo esas tres fases. En el siglo
XIX se expandió hacia el Oeste y lideró y tuteló al resto de naciones
del continente americano. Los valores democráticos en su concepción
decimonónica quedaron reflejados de forma singular en el discurso de
Gettysburg, de Abraham Lincoln, pronunciado en la Dedicatoria del
Cementerio Nacional de los Soldados en la ciudad de Gettysburg, en
Pensilvania, el 19 de noviembre de 1863, cuatro meses y medio después de
la Batalla de Gettysburg durante la Guerra Civil Norteamericana,
invocando los principios de igualdad de los hombres consagrado en la
Declaración de Independencia.
Hasta Karl Marx, proscrito en
vida y póstumamente por el liberalismo, ensalzó los ideales de Abraham
Lincoln en una carta remitida al mismo el 29 de noviembre de 1864 y
publicada en "The Bee-Hive. Newspaper", núm. 169, del 7 de enero de
1865, la cual encabezada con el siguiente alegato:
Muy señor mío:
Saludamos al pueblo americano
con motivo de la reelección de Ud. por una gran mayoría. Si bien la
consigna moderada de su primera elección era la resistencia frente al
poderío de los esclavistas, el triunfante grito de guerra de su
reelección es: ¡muera el esclavismo! Desde el comienzo de la titánica
batalla en América, los obreros de Europa han sentido instintivamente
que los destinos de su clase estaban ligados a la bandera estrellada.
EEUU fue para el mundo la
bandera de: la lucha por la independencia de las naciones; contra la
esclavitud, y la tiranía de los regimenes absolutistas europeos, aunque,
en su doble vertiente de emergencia en nueva potencia imperial,
posteriormente paso a tutelar para el interés exclusivo de EEUU a las
naciones emancipadas,
como lo hizo con el continente latinoamericano,
que quedo sumido en casi dos siglos de soledad y atraso.
Con esa dualidad de expansión
imperial y de primacía de su discurso emancipador llegó hasta la Segunda
Guerra Mundial. En la misma EEUU se unió a la guerra
justa de la lucha contra
el nazismo y el fascismo, y 300.000 soldados estadounidenses dieron su
vida por tan noble causa.
Tras la segunda Guerra Mundial
EEUU se constituyó en la potencia hegemónica mundial, pero sus
ambiciones neocoloniales de subordinar el mundo en función de sus
intereses ocluyó su discurso emancipador.
A pesar de que en su
participación en la Guerra de Corea y la de Vietnam EEUU decía
inspirarse en los mismos valores que le llevaron a participar en la
lucha contra el fascismo, para hacer frente a una nueva forma de
totalitarismo como era el comunismo, tal cuestión resultaba ya retórica,
siendo percibida por los países agredidos como meros enunciados
propagandísticos, pues la resistencia popular a la guerra impuesta por
EEUU fundamentaba sus ansias de libertad en la conquista de la soberanía
como nación y no en la tutela de un imperio aunque éste se proclamara
virtuoso de los valores de la libertad y la justicia. Un discurso que
tampoco convenció a gran parte de la ciudadanía estadounidense que veían
que los valores de los fundadores de la patria eran prostituidos en el
campo de batalla con las masacres cometidas por sus ejércitos con
cruentos bombardeos que no diferenciaban entre resistentes y población
civil.
Con el comienzo del siglo XXI
entró en el gobierno de EEUU el partido republicano con George W. Bush
como presidente. Los nuevos estrategas de la Casa Blanca aspiraban a
instaurar un nuevo orden mundial basado en el liderazgo inequívoco de
EEUU ante el vació dejado por la extinta URSS.
Tras el atentado terrorista
contra las torres gemelas de Nueva York el 11S del 2001, todo se
desarrolló como si de un guión escrito se tratara. El gobierno de
Estados Unidos diseñó un Plan mundial por el que se magnificaba la
amenaza terrorista, con ello, se tenía el pretexto para recortar
libertades y formular la política del ataque preventivo, “atacar para
evitar se atacado”. El primer objetivo fue Afganistán bastión del
fundamentalismo islámico, posteriormente se continuaría en Irak, pero
bastó una década para mostrar el fracaso de ambas guerras con relación a
los objetivos propuestos de subordinar a estas dos naciones.
Ese intento y fracaso de EEUU
de cambiar el estatus mundial por la fuerza de las armas, revelaba
también que el final del poder soviético no era suficiente para
transgredir determinados valores alcanzados por la mayoría de las
sociedades del mundo desde que alumbrara la Ilustración en el siglo
XVIII. Esos valores tenían que ver con la asunción colectiva de las “soberanías
nacionales” como marco de decisión política de las sociedades
respectivas, y ante las cuales, las ambiciones imperialistas sucumbían.
El imperialismo como método de expansión militar en los principios del
siglo XXI, tras la guerra de Irak, había muerto, pero no solo había
muerto el imperialismo militar de EEUU sino todos los imperialismos,
porque cualquier experiencia similar estaba de antemano condenada ya a
su derrota. Y También quedaba obsoleto el concepto de guerra ofensiva
como método expansionista, porque el triunfo militar
relámpago de la ocupación
ya no garantizaba, a la postre, el éxito de la contienda en la
guerra prolongada.
La frase de Martin Luther King
expresada en su lucha por los derechos civiles de los afroamericanos en
EEUU: "La libertad nunca es voluntariamente otorgada por el opresor;
debe ser exigida por el que está siendo oprimido”, en el campo
internacional ha adquirido una notable vigencia. Las naciones sobre las
que EEUU mantenía o mantiene su tutela han pasado a considerar que la
libertad de la soberanía nacional no podía ser otorgada por EEUU sino
que debía ser conquistada, cuestión que daría lugar en el siglo XXI
en varias naciones latinoamericanas a un proceso de dignificación
de la soberanía frente a
las injerencias de EEUU, representadas emblemáticamente estas
aspiraciones en Venezuela, que basa su identidad nacional en los ideales
de Simón Bolívar de Ser
libres en Patria Libre.
No obstante, los cambios
históricos no suelen ser percibidos a veces por las sociedades y
dirigentes políticos, y en Estados Unidos seguían y siguen existiendo
fuerzas políticas y económicas que continúan apostando por hacer valer
su hegemonía militar al resto del mundo, pero también existen fuerzas
que han comprendido que ese camino solamente conllevaría a un escenario
de varías y prolongadas
guerras a la vez, en
distintas partes del mundo, para las que su sociedad ni su economía está
preparada.
Estas dos opciones se
enfrentaron en las elecciones presidenciales de EEUU en el 2008, y en el
2012 y en ambas la ciudadanía apostó por Obama un presidente que basa su
discurso en la restitución de los valores genuinos americanos de los
fundadores de la Patria y la adecuación de la política de EEUU a la
nueva realidad geopolítica multipolar. (Ver
fragmento discurso Obama 2008 en Nota dos)
Pero EEUU es una nación que
debe su prosperidad en gran medida al sometimiento de otras naciones y,
por ello, su acomodación a los nuevos tiempos no será por iniciativa
propia, sino
que solo puede ser fruto del empuje de otras naciones en el escenario
internacional, cuestión
que llevará su tiempo.
La historia demuestra que de
las elites que constituyen el núcleo dirigente de los imperios, el
estamento militar es el más resistente a admitir los cambios históricos,
y es lo que hace que los imperios en su tercera
fase o de declive
recurran a la fuerza de las armas en un intento desesperado por
perpetuarse.
En el último tercio del siglo
XX, las fuerzas emancipadoras coloniales cambiaron el mundo pues su
emancipación suponía el fin de las civilizaciones imperiales basadas en
el poder militar, pero ni las dirigencias militares tanto soviéticas
como norteamericanas, percibieron esa realidad; en el caso de la URSS
con la represión en los países del Este europeo incorporados al área
soviética después de la Segunda Guerra Mundial y con la invasión y
derrota en Afganistán que cavaron su derrumbe en su postrera deriva
imperial. En el caso de EEUU con su derrota en Vietnam y el inicio de su
aventura militar en Afganistán, país éste que ha resultado maldito para
los imperios que le han intentado someter, pues fue donde el imperio
británico inicio su declive, supuso la tumba para las ambiciones
militares soviéticas y en donde se ha evidenciado la debilidad del
poderío militar de EEUU como forma de expansión imperial.
La fase de declive imperial
(que no necesariamente tiene que ser como nación), no solo se
caracteriza por la necesidad de tener que recurrir a la fuerza militar
como intento de mantener el poder alcanzado, sino que suele venir
acompañado del declive económico de la nación rectora por estar
sustentada su economía en la explotación de otras naciones y perder la
preponderancia sobre las mismas, aunque de manera significativa está
caracterizada por la
decadencia de los valores morales y sociales que
la encumbraron.
Pasó en el Imperio Romano, en
sus postrimerías el cristianismo como religión de Estado vino a
sustituir la decadencia moral de Roma. En el imperio soviético la
degradación de los valores humanistas socialistas (supuestamente
superiores a los liberales) propiciados por la corrupción de la
burocracia soviética y la represión política, contribuyeron
decisivamente en el desplome de la URSS, siendo sustituidos
posteriormente los valores sociales por la emergencia de la religión
ortodoxa.
Actualmente, la decadencia
moral de EEUU es notoria. El individualismo ensalzado por el liberalismo
ha finiquitado los valores fraternales colectivos que inspiraron la
revolución americana. El individualismo que busca el éxito a costa del
fracaso de los demás está convirtiendo a la sociedad de EEUU en una
sociedad insensible al sufrimiento humano. La marginación de los
inmigrantes, la exclusión social que se ceba con los más débiles en los
momentos de crisis económica, se presenta por la propaganda liberal como
consecuencia lógica del destino obligado y merecido por pertenecer al
mundo de los fracasados. Los valores fraternales de la solidaridad y la
justicia social brillan por su ausencia en la sociedad americana; muchos
soldados que participan en las guerras injustas de EEUU no pueden
superar el trauma y terminan suicidándose. No obstante, los reiterados
casos de desaprensivos que asesinan por placer o por nimiedades sin
tener en cuenta si las víctimas son personas honestas incluso niños
están removiendo los pilares morales de la sociedad americana.
El control del armamento de
tipo militar que se propone la administración Obama, respetando la
legalidad constitucional estadounidense del derecho de las personas a
portar armas, y el despliegue de empleados de seguridad en las escuelas
es un paso importante para la protección de los más indefensos, pero en
realidad lo
que la sociedad americana precisa es de un rearme moral de valores,
que acabe con el ensalzamiento del individualismo; del éxito a cualquier
precio, y de la educación seudo-patriótica de los ciudadanos de que
inexorablemente tienen que cerrar filas con las descabelladas decisiones
de sus mandatarios de participar en guerras de agresión contra otras
naciones, sino quieren ser tachados de antipatriotas.
El soldado Bradley
Manning colaborador de
Wikileaks, es un exponente de la rebelión moral que precisa la sociedad
americana, un soldado patriota, pero convencido como lo era Abraham
Lincoln de que la grandeza de EEUU se debe basar sobre todo en las ideas
nobles y no en la usurpación de las mismas por burócratas y estrategas
al servicio de los intereses de minoritarios grupos de poder
financieros, militares y mediáticos que en algunos casos como el lobby
judío tienen sus intereses fuera de EEUU.
Una nueva revolución moral, en
la que, de forma nítida, los valores colectivos de la fraternidad y la
colaboración entre naciones, se impongan a la degradación de los valores
fundacionales de EEUU como consecuencia de la exaltación del
individualismo a ultranza y de las ambiciones militares imperiales.
Nota 1
Discurso de Gettysburg de
Abraham Lincoln. 19/10/1863
Hace ocho décadas y siete
años, nuestros padres hicieron nacer en este continente una nueva
nación, concebida en la Libertad y consagrada al principio de que todas
las personas son creadas iguales.
Ahora estamos empeñados en una
gran guerra civil, que pone a prueba si esta nación, o cualquier nación
así concebida y así consagrada, puede perdurar largo tiempo. Estamos
reunidos en un gran campo de batalla de esa guerra. Hemos venido a
consagrar una porción de ese campo como lugar del último reposo para
aquellos que dieron aquí sus vidas para que esta nación pudiera vivir.
Es absolutamente correcto y apropiado que hagamos tal cosa.
Pero, en un sentido más
amplio, no podemos dedicar, no podemos consagrar, no podemos santificar
este terreno. Los valientes hombres, vivos y muertos, que lucharon aquí
lo han consagrado, muy por encima de nuestro pobre poder de añadir o
restar algo. El mundo no advertirá apenas ni recordará mucho tiempo lo
que digamos aquí, pero nunca podrá olvidar lo que ellos aquí hicieron.
Somos más bien nosotros, los vivos, los que debemos consagrarnos aquí a
la tarea inconclusa que aquellos que aquí lucharon hicieron avanzar
tanto y tan noblemente. Somos más bien nosotros los que debemos
consagrarnos aquí a la gran tarea que aún resta ante nosotros: que de
estos muertos a los que honramos tomemos una devoción incrementada a la
causa por la que ellos dieron hasta la última medida colmada de la
devoción; que resolvamos aquí firmemente que estos muertos no habrán
muerto en vano; que esta nación, Dios mediante, tendrá un nuevo
nacimiento de la libertad; y que el gobierno del pueblo, por el pueblo,
para el pueblo, no desaparecerá de la Tierra.
Nota 2
Fragmento del discurso de
Obama tras ganar las elecciones en el 2008. 4/10/2008
Estas elecciones contaron con
muchas primicias y muchas historias que se contarán durante siglos. Pero
una que tengo en mente esta noche trata de una mujer que emitió su
papeleta en Atlanta. Ella se parece mucho a otros que guardaron cola
para hacer oír su voz en estas elecciones, salvo por una cosa: Ann Nixon
Cooper tiene 106 años.
Nació sólo una generación
después de la esclavitud; en una era en que no había automóviles por las
carreteras ni aviones por los cielos; cuando alguien como ella no podía
votar por dos razones -porque era mujer y por el color de su piel. Y
esta noche, pienso en todo lo que ella ha visto durante su siglo en
Estados Unidos- la desolación y la esperanza, la lucha y el progreso;
las veces que nos dijeron que no podíamos y la gente que se esforzó por
continuar adelante con ese credo estadounidense: Sí podemos. En tiempos
en que las voces de las mujeres fueron acalladas y sus esperanzas
descartadas, ella sobrevivió para verlas levantarse, expresarse y
alargar la mano hacia la papeleta. Sí podemos. Cuando había
desesperación y una depresión a lo largo del país, ella vio cómo una
nación conquistó el propio miedo con un Nuevo Arreglo, nuevos empleos y
un nuevo sentido de propósitos comunes. Sí podemos.
Cuando las bombas cayeron
sobre nuestro puerto y la tiranía amenazó al mundo, ella estaba allí
para ser testigo de cómo una generación respondió con grandeza y la
democracia fue salvada. Sí podemos.
Ella estaba allí para los
autobuses de Montgomery, las mangas de riego en Birmingham, un puente en
Selma y un predicador de Atlanta que dijo a un pueblo: "Lo superaremos".
Sí podemos.
Un hombre llegó a la luna, un
muro cayó en Berlín y un mundo se interconectó a través de nuestra
ciencia e imaginación.
Y este año, en estas
elecciones, ella tocó una pantalla con el dedo y votó, porque después de
106 años en Estados Unidos, durante los tiempos mejores y las horas más
negras, ella sabe cómo Estados Unidos puede cambiar.
Sí podemos.
Estados Unidos, hemos avanzado
mucho. Hemos visto mucho. Pero queda mucho más por hacer. Así que, esta
noche, preguntémonos -si nuestros hijos viven hasta ver el próximo
siglo, si mis hijas tienen tanta suerte como para vivir tanto tiempo
como Ann Nixon Cooper, ¿qué cambio verán? ¿Qué progreso habremos hecho?.
Esta es nuestra oportunidad de
responder a ese llamamiento. Este es nuestro momento.
Estos son nuestros tiempos,
para dar empleo a nuestro pueblo y abrir las puertas de la oportunidad
para nuestros pequeños; para restaurar la prosperidad y fomentar la
causa de la paz; para recuperar el sueño americano y reafirmar esa
verdad fundamental, que, de muchos, somos uno; que mientras respiremos
tenemos esperanza. Y donde nos encontramos con escepticismo y dudas y
aquellos que nos dicen que no podemos, contestaremos con ese credo
eterno que resume el espíritu de un pueblo: Sí podemos.
Gracias. Que Dios os bendiga.
Y que Dios bendiga a los Estados Unidos de América."