01/03/2014
NOTICIA. El 25/02/2014, el
secretario de Defensa, Charles Hagel, presentó un presupuesto para 2015
que reduce el tamaño del Ejército de 520 mil soldados a 450 mil en cinco
años.
NOTICIA.
El 25/02/2014, EL senador John McCain, republicano por Arizona, calificó
de grave error los recortes de fondos propuestos por el Pentágono,
acción que afirmó envía una señal equivocada a nivel internacional.
NOTICIA.
El 27/02/2014. El Secretario de Estado de EEUU John Kerry, en rueda de
prensa denunció lo que llamó un "nuevo aislacionismo" en los Estados
Unidos, señalando que algunos estadounidenses no perciben la conexión
entre el compromiso de los EEUU en el extranjero, con la economía y sus
propios puestos de trabajo.
Realineamientos geoestratégicos de EEUU en un
mundo en transformación
La evolución de los acontecimientos mundiales
durante los últimos años está obligando a EEUU a redefinir continuamente
su estrategia global para no perder influencia política mundial. Los
factores de los cambios estratégicos globales de EEUU en el presente
siglo tienen que ver con tres cuestiones fundamentales: 1.- la
diferencia ente el resultado esperado de
éxito de sus intervenciones militares directas en Afganistán e Irak, y
el resultado real de
fracaso de las mismas al término de ambas guerras; 2.- la emergencia
económica de otras naciones mundiales, principalmente los países BRICS y
su creciente influencia en África, Asia y América Latina, y 3.- la
crisis económica estructural del modelo neoliberal vigente entre 1973 y
el 2008.
Una vez desaparecida la URSS y el caos
siguiente en el que se sumió Rusia; EEUU sin oponente militar, por
defunción del adversario, podía proclamar que la batalla estaba ganada,
y que era el momento de lanzarse a regir los destinos del Mundo desde la
nación que se había constituido incuestionablemente en el Centro del
sistema político y económico mundial: Estados Unidos.
Con el comienzo del siglo XXI entró en el
gobierno de EEUU el partido republicano con George W. Bush como
presidente. Los nuevos estrategas de la Casa Blanca aspiraban a
instaurar un nuevo orden mundial basado en el liderazgo inequívoco de
EEUU ante el “desorden” en el que había quedado el mundo al finalizar la
Guerra Fría. Tras el atentado terrorista contra las torres gemelas de
Nueva York el 11S del 2001, todo se desarrolló como si de un guión
escrito se tratara. El gobierno de Estados Unidos diseñó un Plan mundial
por el que se magnificaba la amenaza terrorista, con ello, se tenía el
pretexto para formular la política del ataque preventivo, “atacar para
evitar se atacado”. El primer objetivo fue Afganistán bastión del
fundamentalismo islámico. Se derrocó al gobierno de los talibanes, al
mundo le pareció bien y el nuevo gobierno de ese país tuvo la bendición
de la ONU. Eso animó a los estrategas de EEUU a seguir adelante en su
política de instaurar un mundo unipolar bajo la égida de Estados Unidos
e invadieron Irak.
Las dos invasiones fueron todo un éxito, mas
cuando parecía inevitable que este plan funcionara, comenzó poco a poco
a desmoronarse. Varios países y movimientos sociales se opusieron a esta
política de invasiones, pero por encima de estas objeciones a la
estrategia de la invasión, lo que hizo inviable la misma, fue la
constatación de una verdad histórica inconmovible: “que la época
histórica de los Imperios Coloniales con presencia militar y
administración del invasor en territorio ocupado había pasado”. Como en
Vietnam el guión parecía también escrito, la ocupación inicial se ganaba
pero la guerra a la postre se perdía. Los estrategas de EEUU y sus
aliados se dieron cuenta tarde de que habían subestimado las lecciones
de su propia experiencia histórica y la de otras potencias coloniales
donde se demostraba que la fortaleza de las naciones descansa en última
instancia en la conciencia nacional de las personas que las pueblan, y
por ello, la descolonización no
era reversible históricamente y
tampoco era posible que sus propias sociedades aceptaran con
indiferencia el horror de la tortura y de los campos de concentración
como el de Guantánamo.
La crisis económica iniciada en el 2008, es
una crisis estructural con características especiales: 1º- porque es una
crisis global; 2º- porque la crisis se ha generado en los centros más
poderosos de la economía mundial y lo ha hecho a su vez en el corazón
que rige el sistema económico global, el sistema financiero, y 3º-
porque es una crisis para la cual, debido a las profundas
interconexiones económicas mundiales, no caben soluciones parciales
proteccionistas como ocurrió en la crisis de 1873 y 1929.
La estrategia de la clase financiera
Occidental, de ganar tiempo para rehacerse de su crisis, además de
afectar negativamente a las clases medias de los países ricos, tiene
también una incidencia negativa en los países en desarrollo que ven
mermada su actividad productiva de exportación al no reactivarse la
demanda en los países ricos. Esta situación está llevando a los países
emergentes: Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica (BRICS), a actuar con
premura y a no esperar la reactivación de los países ricos, orientándose
hacia un cambio de su modelo de desarrollo económico de producción
manufacturera y de exportación de materias primas hacía los países ricos
por otro que complemente el mismo, con el desarrollo del consumo interno
de bienes y servicios y el fortalecimiento de las relaciones comerciales
entre los propios países emergentes y en desarrollo.
De los países emergentes, China es el país que
está en mejores condiciones de remontar la crisis económica al no tener
apalancamiento financiero, ni intereses creados de una oligarquía
financiera, como sucede en Occidente que puedan frenar la reactivación
económica, sino todo lo contrario, tiene sus finanzas saneadas y con una
gran reserva de recursos financieros siendo el principal acreedor de
EEUU. Por otra parte, dispone de una potente banca pública que le
permite controlar los procesos especulativos financieros. Y aunque va a
sufrir durante un tiempo indeterminado la crisis y reconversión de su
industria exportadora debido a la caída de la demanda de los países
ricos, la estrategia económica basada en la implementación de la demanda
agregada interna se está viendo, en pocos años, que está teniendo dos
efectos positivos: por una parte, está aliviando la caída de las
exportaciones por el retraimiento de la demanda exterior y, por otra, le
está permitiendo crear infraestructuras que facilitan la incorporación
de millones de personas a lo bienes y servicios de consumo privado, de
esta forma se crea un nuevo paradigma económico de fortalecimiento de la
demanda interna, favoreciendo con ello una rápida y sostenida superación
de la recesión económica.
Este ritmo diferente para salir de la crisis,
rápida y cierta en China, y lenta e incierta en los países desarrollados
está contribuyendo a que China se convierta en un polo económico
articulador de otras economías emergentes principalmente de
Latinoamérica, África y los países euroasiáticos.
No obstante, a pesar de estos rápidos cambios
históricos en los inicios del presente siglo, los mismos no están siendo
percibidos por todos los dirigentes políticos occidentales y, en Estados
Unidos desde el 2008, existen fuerzas políticas y económicas que
continúan apostando por persistir en la estrategia formulada en la era
Bush de llevar su hegemonía militar al resto del mundo, pero también
existen fuerzas que han comprendido que ese camino solamente puede
llevar a varias y prolongadas guerras a la vez en distintas partes del
mundo, para las que la sociedad estadounidense ni su economía está
preparada, lo que está obligando a EEUU a redefinir su estrategia
global, esta segunda opción es la que lentamente se está imponiendo.
EEUU, en la definición de una nueva estrategia
global, ante la experiencia de su derrotas en la guerra
prolongada, por una parte, se ve obligado a descartar las invasiones
militares de presencia militar permanente, lo que le obliga a contemplar
escenarios únicamente de guerras
cortas; por otra parte, la emergencia de China le ha obligado a
tener que rebalancear sus prioridades geopolíticas hacia la región de
Asia-Pacífico, y por último, la crisis económica le obliga tener que
ajustar sus presupuestos militares.
La supremacía política mundial de EEUU se
soporta en tres pilares fundamentales: 1.- el poder económico; 2.- el
poder militar, y 3.- el aparato mediático de propaganda para justificar
esa supremacía. El poder económico permite dedicar recursos al gasto
militar y al aparato mediático de propaganda. Cuando el poder económico
se debilita, los recursos militares se reducen porque mantenerlos supone
recortes excesivos en gastos sociales, lo que incide negativamente en la
percepción de la ciudadanía.
La base de la hegemonía de EEUU radica pues en
su poder económico, pero el mismo es relativo al poder económico
cambiante del resto de naciones. EEUU con un PIB de 16,5 billones de
dólares, representa aproximadamente un 23% del PIB mundial, pero este
porcentaje va disminuyendo relativamente en la medida que el PIB de los
países desarrollados y particularmente de los países BRICS crece a un
nivel superior. La hegemonía mundial de EEUU, basada en la alta
participación de su economía en el PIB mundial, está unida a perpetuar
un modelo económico mundial donde la mayoría de los países en desarrollo
sigan siendo pobres y suministradores de materias primas. Un mundo en el
que el 20% de la población mundial de los países ricos siga acaparando
el 80% de la riqueza mundial, mientras que el 80% de la población siga
contentándose con el 20% restante del PIB.
En ese modelo económico, EEUU, para mantener
su liderazgo político global precisa que los países en desarrollo estén
gobernados por oligarquías apátridas beneficiarias de los recursos
nacionales, y unidas políticamente a EEUU, mientras sus pueblos
continúan en la exclusión social, un modelo éste, que fue el que rigió
en los países de América Latina durante la segunda mitad del siglo XX.
No obstante, la tendencia mundial en los
países emergentes y en desarrollo es hacia un avance del soberanismo,
por ser el mismo la base para alcanzar el desarrollo socialmente
inclusivo, lo que supone un desplazamiento del poder político de las
oligarquías tradicionalmente dominantes por la irrupción política de las
clases sociales mayoritarias más desfavorecidas.
En esta nueva situación, en la que Occidente
ante el empuje económico y soberanista de los países en desarrollo
pierde relativamente liderazgo económico mundial y en la que sus
intervenciones militares están limitadas a guerras
cortas por su
imposibilidad demostrada de implicarse en guerras
prolongadas de agresión; la revisión de la estrategia de EEUU para
seguir manteniendo su influencia económica, política y militar mundial,
se orienta
a intentar revertir esta tendencia creciente.
En esta estrategia, el gasto militar ofensivo
no precisa de numerosas tropas terrestres, sino del desarrollo de
técnicas y estrategias militares orientadas a subvertir los gobiernos de
las naciones que no asumen la tutela estadounidense, primando en el
gasto militar la inversión en espionaje en el aparato propagandístico
mediático y el apoyo económico a los grupos políticos afines a EEUU en
los países con gobiernos rebeldes a ser tutelados.
Esta estrategia conlleva en el seno de los
países que EEUU quiere subvertir el poder político, a una profunda lucha
entre los sectores de la población más desfavorecidos y que aspiran al
desarrollo autónomo social e inclusivo, y las clases adineradas que
anteponen sus particulares intereses al progreso nacional y la inclusión
social.
En esta lucha, el objetivo estratégico
principal de EEUU es conseguir gobiernos afines a su tutela y, en caso
de no conseguirlo, destruir las bases económicas de la nación rebelde
propiciando todo tipo de enfrentamientos, sectarios, étnicos,
ideológicos o religiosos.
El modelo libio de nación desestructurada tras
la intervención de la OTAN, o el modelo de Arabía Saudita donde una
oligarquía medieval sumisa a EEUU rige los destinos del pueblo, son los
dos modelos de naciones que a EEUU le gustaría hacer extensivo al resto
de naciones en desarrollo del mundo.
No obstante, a pesar de éxitos puntuales de
esa estrategia estadounidense como es el caso reciente en Ucrania, o lo
fue en Libia, y los intentos en Siria o en Venezuela, Occidente
sigue globalmente en retroceso. Los
cambios que en el presente siglo se están produciendo en varias naciones
del mundo, donde las clases medias y más pobres son las que
políticamente han desplazado a las oligarquías dominantes aliadas de
EEUU, como ha sucedido en un número creciente de países en América
Latina, o lo fue en Rusia que pasó de estar gobernada en los años
noventa por una oligarquía que arruinó la nación, a que las clases
medias hayan pasado a estar representadas en el poder, o la emergencia
de China, es lo que inquieta a John Kerry y John McCain en sus distintas
declaraciones.
Un retroceso que continuará porque los
intereses de EEUU no satisfacen objetivamente las aspiraciones de
soberanía, paz y
desarrollo de las
sociedades de la mayoría de las naciones del mundo, aspiración en la que
la emergencia de los países BRICS como articuladores de espacios de
desarrollo económico está ganando posiciones en los últimos años, pero
que no alcanzará su apogeo hasta que el PIB de los países emergentes y
en desarrollo supere ampliamente el PIB de los actuales países
desarrollados y con ello su participación en el PIB mundial sea
determinante.
Una lucha que puede durar dos o tres décadas,
pero que cuando se produzca el cambio económico, la hegemonía occidental
de más de doscientos años desaparecerá y la posibilidad de inaugurar un
mundo libre de hegemonías, respetuoso entre naciones y basado en la paz
y el desarrollo será
posible.