10/11/2016
NOTICIA.
Los grandes medios de comunicación occidentales acogen con sorpresa la victoria
de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EEUU.
El descrédito de los grandes
medios de comunicación occidentales
El miércoles día nueve de
noviembre tras conocerse la victoria de Donald Trump en las elecciones
presidenciales de EEUU, los grandes medios de comunicación occidentales
reaccionaron con sorpresa por los resultados. En EEUU, Associated
Press (AP) señalaría: El
popular empresario, Donald Trump, debutante en política, se convertirá en el
45to presidente de Estados Unidos tras una sorpresiva victoria. En la UE, Deutsche
Welle (DW), en un artículo titulado, Victoria
y catástrofe, afirmaría: Ha
sucedido lo impensable:
Donald Trump será el próximo presidente de Estados Unidos. Otros medios, también expresarían esta sorpresa con diferentes
comentarios: “Donald Trump rompe los pronósticos de los sondeos y logra la
victoria”; “pese a lo que anunciaban las encuestas Donald Trump supera a
los demócratas (290 votos electorales, ante a los 228 que ha obtenido Hillary
Clinton)”…
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Los grandes medios de comunicación
occidentales, desde los primeros pasos de los candidatos presidenciales en EEUU
en las elecciones primarias de cada partido, fueron claramente favorables a la
candidata demócrata Hillary Clinton. Donald Trump ha sido sistemáticamente
descalificado por estos medios, y las encuestas constantemente le daban como
seguro perdedor. Sin embargo, esa realidad virtual no se ha correspondido con la
realidad. Los electores estadounidenses han desautorizado con su voto la ingente
apuesta de estos medios por la candidata demócrata.
En Occidente el principal poder
fáctico lo constituye una oligarquía financiera que está estrechamente vinculada
con los grandes medios de comunicación y hacen de los mismos su principal
herramienta de formación de masas para orientar la conciencia política de la
ciudadanía. No existe competencia mediática cuando los intereses de esta clase
social están en juego, todos actúan al unísono y, esa rotundidad sin fisuras, es
la que les permite creer que no puede existir una realidad más allá de la
diseñada por los patrocinadores de los medios.
Para estos poderes, el demérito de
Donald Trump ha sido no doblegarse a este tándem financiero-mediático, y el
mérito de Hillary Clinton al igual que Obama, ha sido ser dóciles al dictado de
estos poderes, lo que revela un fuerte enfrentamiento entre grupos de intereses
económicos motivado por la larga ralentización económica que limita la
prosperidad de todos, por un lado el sector financiero y por otro el sector
industrial tradicional, los primeros partidarios de la globalización y la deslocalizacion industrial y los segundos partidarios de devolver la industria a
EEUU. En la contienda electoral, el sector financiero ha dispuesto del poder mediático y sus oponentes han
recurrido a los valores de la América profunda y el malestar de las clases
trabajadoras por la deslocalizacion empresarial, en este duelo el malestar de la
mayoría se ha impuesto a la campaña mediática.
Durante la campaña electoral, el
candidato republicano Donald Trump, acusó a: NBC, CNN, CBS, ABC, The New York
Times y The Washington Post, de pretender manipular a la opinión pública, una
afirmación que tiene su punto de apoyo en los correos electrónicos de las
cuentas de John Podesta, jefe de campaña de Hillary Clinton, publicados por
Wikileaks, que revelaron que más de cincuenta periodistas y presentadores de
televisión asistieron a una reunión en la casa de Nueva York de Joel Benenson,
asesor electoral demócrata, dos días antes de que ésta anunciara su candidatura
en abril de 2015.
La reciente historia de los medios
de comunicación estadounidenses presenta una trayectoria de una concentración
empresarial sin precedentes, que hace que la supuesta libertad de información
descanse cada vez en menos dueños. En 1983, el 90% de los medios de comunicación
estadounidenses estaban controlados por cincuenta compañías, en la actualidad,
están controlados por solo seis empresas que son las que deciden lo que los
estadounidenses escuchan y ven.
Sin embargo, la pérdida de
confianza en la información mediática ha ido paralela al proceso de
concentración informativa. De acuerdo con la encuestadora Gallup, la confianza
de los estadounidenses en los medios de comunicación masivos con respecto a "informar
de las noticias de manera completa, exacta y justa" ha caído hasta su nivel
más bajo de la historia de las encuestas, y solo un 32% de los encuestados
opinan que tienen mucha o bastante confianza en la prensa, un 8% menos que el
año pasado, una percepción que se acentúa en los votantes republicanos, en los
que la confianza en los medios de comunicación ha pasado del 32% en 2015 al 14%
en 2016, el nivel más bajo en 20 años.
Las elecciones de EEUU, como lo
fue en su día el referéndum en Gran Bretaña sobre su salida de la UE, han
mostrado la incapacidad de estos medios para formar la opinión política de la
mayoría social en estos países. La quiebra de la confianza en estos medios va a
suponer un reto en como afrontan las adversidades de que fuerzas políticas y
líderes políticos que cuestionan su credibilidad accedan al gobierno.
Esta quiebra de la credibilidad
mediática supone también la quiebra de la cultura
cínica instalada en las élites de
las sociedades desarrolladas y secundada por los grandes medios de
comunicación. Tal vez, la consideración de que Hillary Clinton representaba a
esa cultura
cínica de tener un discurso entre
bastidores y otro público, resumido en el calificativo de la campaña republicana
como “la deshonesta Hillary”,
es lo que ha arruinado su carrera política.
En el área internacional, Donald
Trump, en declaraciones realizadas tras conocer su victoria, respecto a la que
será su política exterior, afirmaría: “Estamos
a favor de la cooperación y no de los conflictos". "Vamos
a poner en primer lugar los intereses de EEUU, vamos a ser honestos con
todo el mundo, con todos los pueblos y naciones".
En estas declaraciones, Donald Trump anuncia un tiempo nuevo de la política
exterior estadounidense basada, hasta ahora, en la guerra y la desestabilización
de los considerados enemigos, donde las agencias de inteligencia tienen todo el
poder, por otro de distensión mientras se reorganizan las prioridades económicas
internas en EEUU, principalmente la derivada de la enorme deuda externa que
supera ya el PIB estadounidense. En este nuevo escenario, el poder de las
agencias de inteligencia se vería disminuido, priorizando el papel estabilizador
del mando castrense. No obstante, las disensiones entre grupos de interés
económico y político en el establishment estadounidense y occidental, augura una
persistente confrontación.
En esta incertidumbre, habrá que ver y esperar si
esas palabras se cumplen o, por el contrario, siguen siendo, una vez más, con
independencia del partido que gobierne en EEUU, una puesta en escena de las
ambiciones hegemónicas estadounidenses en el área internacional. El tiempo y los
hechos lo demostrarán.