29/01/2017
NOTICIA. El presidente de EEUU, Donald Trump, en la primera semana de su
mandato, con la promulgación de varias órdenes ejecutivas, dio comienzo a las
principales promesas de su campaña electoral.
La doctrina Trump
El 20/01/2017,
Donald Trump, fue investido como el 45º presidente de Estados Unidos. En la
semana siguiente, el nuevo presidente dictó ininterrumpidamente varias ordenes
ejecutivas para fijar con
carácter práctico las posiciones políticas más relevantes de su campaña
electoral, entre las que destacan: 1º la derogación del sistema de salud
promovido por la anterior administración conocido como “Obama care”; 2º el
abandono de EEUU del Tratado de Asociación Transpacífico TTP; 3º la decisión de
construir un muro en la frontera entre México y EEUU que prolongaría el
actualmente existente de 1.000 km unos 2.000 km más; 4º la restricción de
acogida de refugiados y migrantes de los países musulmanes que EEUU considera
que le son hostiles: Irán; Irak, Siria, Libia, Somalia, Sudan y Yemen.
Además de las
órdenes ejecutivas, en el ámbito internacional, Donald Trump, ha marcado sus
prioridades con la reunión en la Casa Blanca con la primera ministra británica,
Theresa Mary May, manifestando su apoyo a la separación del Reino Unido de la UE
(Brexit), y las entrevistas telefónicas realizadas el 28/01/2017, con el
presidente francés François Hollande; la canciller alemana Angela Merkel; el
primer ministro japonés Shinzō Abe, y singularmente con el presidente ruso,
Vladímir Putin, con quien compartió su interés en cooperar con Rusia en la lucha
contra el Estado Islámico (EI).
Todas estas
medidas se enmarcan dentro de lo que se puede considerar la “doctrina Trump”.
La característica de una doctrina es
que todas las medidas emanan de un concepto o principios políticos que se
incluyen en un todo, que durante la campaña electoral republicana se resumió en
el eslogan de “América Primero”.
Este concepto de
“América Primero”, tuvo una gran acogida entre la ciudadanía, otorgándole
una amplia mayoría en el colegio electoral de compromisarios (306 de 538) que
representan a los Estados de la Unión y que ha garantizado históricamente la
unión de los Estados en torno a la figura presidencial.
El mensaje de América
Primero tuvo su impacto porque en
la percepción de los votantes de Donald Trump, las anteriores administraciones
habían relegado a un segundo plano a los EEUU de base industrial y en el que los
impuestos redundaban en los contribuyentes y no en guerras infructuosas para la
nación.
Durante la Guerra
Fría la política exterior basada
en la defensa de un adversario de igual poder y con interés de subvertir el
orden liberal mundial, justificaba los gastos fuera de la nación y la
inquebrantable unión de los países de la OTAN, pero tras la desaparición de la
URSS, nadie amenazaba ya al orden liberal sino que EEUU pretendió dominar el
mundo, enfocándose singularmente en el Oriente Medio. Pero con el fracaso de las
guerras en el Oriente Medio y la crisis financiera del 2008, la política de dominación global comenzó a
lastrar a EEUU como nación.
En el año 2005 la
globalización parecía una estrategia perfecta para Estados Unidos y las
administraciones estadounidenses sólo querían para sí la tecnología, el IP y la
marca, dejando los trabajos no cualificados a países como México y China. Las
empresas internacionales norteamericanas han ganado miles de millones de dólares
mediante la globalización, pero tras la crisis del 2008 la deslocalización
impediría reactivar de nuevo el sector industrial, y el descontento con la
globalización produciría una profunda fractura social.
Las empresas que
con la deslocalización industrial anteponían sus intereses empresariales al
interés de EEUU como nación comenzaron a ser cuestionadas, y China y México por
ser las dos naciones que más empresas estadounidenses acogían se convertirían en
las naciones a las que había que combatir porque en la percepción de una gran
parte de la clase obrera norteamericana estas naciones estaban robándoles los
puestos de trabajo. La administración de Obama pretendía
ocultar este malestar ofreciendo unos buenos datos de empleo, pero que se ha visto que el
elector en su experiencia cotidiana disentía del dato oficial de empleo, pues se
ha desvelado la paradoja de que siendo los datos oficiales de desempleo en EEUU
inferiores al 5% de la población activa, el mensaje de creación de empleo de
Donal Trump ha tenido un amplio respaldo entre la clase obrera.
El fracaso de las
políticas de dominación del Medio Oriente y de contención de Rusia, también han
sido percibidas negativamente. Los ingentes gastos de guerra se han convertido
en una empresa donde se han venido gastando cientos de miles de millones sin
ningún resultado positivo, a ello se ha sumado la constatación de que mientras EEUU se compromete con el mayor gasto de la OTAN, el resto de naciones que la
componen, excepto Gran Bretaña, incumplen sus compromisos de destinar un 2% del
PIB a gastos defensa.
Este carácter
altruista o quijotesco de EEUU de proteger a sus aliados mientras EEUU ha visto
crecer la deuda soberana en un 70% bajo el mandato de Barack Obama, habiendo
pasado de los 10,9 billones de dólares en el año 2009 a 18,5 billones en el 2016
superando el PIB de EEUUU, ha llevado a la administración republicana a definir
un nuevo sistema de prioridades del gasto, basado en la reducción del gasto
social y la reordenación de los gastos militares, gastando más en modernizar las
fuerzas armadas de EEUU, principalmente de sus flotas navales y sistemas
antimisiles, y gastar menos en el mantenimiento de estructuras militares como la
OTAN.
En materia
comercial, EEUU se orienta de una política basada en la promoción de tratados
multinacionales de libre comercio a una política de tratados de EEUU con cada
nación, pues en palabras del propio Donald Trump, su experiencia personal es que
las relaciones comerciales multilaterales son complejas, lentas y poco
operativas, mientras que la basada entre dos naciones son más eficaces, lo que
supone que EEUU preferiría establecer tratados por separado con las diferentes
naciones de la UE lo que le puede impulsar a que EEUU vea con buenos ojos que
otras naciones de la UE sigan el camino del Brexit.
En su relación
con México, la nueva administración estadounidense está responsabilizando a
México de sus propios problemas internos. La deslocalización industrial responde
a una política de los empresarios estadounidenses de beneficiarse de los bajos
salarios que pagan a los trabajadores mexicanos. Con la construcción de un muro
de separación, EEUU está externalizando su incapacidad para evitar que haya
empresarios en suelo estadounidense que quieren beneficiarse de la explotación
de los inmigrantes ilegales. En cuanto al tráfico de drogas a través de la
frontera externaliza también su incapacidad o laxitud para combatir las redes
de distribución interna de drogas y evitar la drogodependencia de una parte
importante de su población que lo sitúa como el primer país del mundo en consumo
de cocaína.
Si EEUU pondría
fin a la ambición desmedida de gran parte de sus empresarios, y a la demanda de
drogas de su población, los problemas de deslocalización de empresas, migración
irregular y tráfico de drogas disminuirían radicalmente, de ello se beneficiaría
no solamente la sociedad estadounidense sino también México, pues con el fin de
la demanda desde EEUU de inmigración irregular y de drogas, México se libraría
de las mafias de traficantes de drogas y debería orientar su economía al
desarrollo interno de sus capacidades económicas.
El fin de la demanda implica el fin de la oferta, esa es una regla económica
inapelable, pero mientras haya demanda la oferta encontrará caminos para
satisfacerla, sin muros y con muros.
En su relación
con China, EEUU no termina de aceptar los cambios económicos globales como
consecuencia de que otras naciones mejoran sus expectativas económicas. China
tiene una renta per cápita de 8.000$ y EEUU de 55.000$ y los chinos pretenden
mejorar su estatus económico y en la medida que lo hacen el peso del PIB mundial
se redistribuye de diferente manera, pero EEUU no termina de admitir esta
realidad. Los intentos de contención de China en nada van a beneficiar a EEUU,
pues una parte importante de las ventas de sus productos los realiza en China.
La arrogancia con la que el futuro nuevo secretario de Estado Rex Tillerson
trató a China, al afirmar que EEUU impedirá a China utilizar las islas
artificiales que construye en el mar meridional de China, aunque no dijo como la
haría, son amenazas sin fundamento puesto que EEUU no tiene capacidad de evitar
tal cuestión.
Si de lo que se
trata es de crear tensiones en el entendimiento que la agitación política, tanto
en el caso de México como de China, le va a otorgar una mejor posición
negociadora a EEUU, es una tramposa estrategia que en las naciones que son muy
orgullosas de su soberanía producen el efecto contrario, en el caso de México
contribuyendo a unir a los mexicanos, y en el de China aumentando su sentido
patriótico e impulsando al gobierno chino a aumentar su capacidad defensiva. Una
lección que todavía EEUU no ha aprendido con Cuba que después de medio siglo de
asedio el patriotismo cubano sigue invicto, y en el caso de Rusia, donde las
sanciones no han hecho sino unir más al pueblo ruso en torno a la figura de su
presidente.
En el Oriente
Medio, la política de EEUU que según Donald Trump se va orientar a combatir al
Estado Islámico, a la vez que legitima a Israel en su política de apartheid con
el pueblo palestino, es rotundamente contradictoria. La fortaleza de Israel en
la región, una nación de seis millones de habitantes, rodeada por otras de
decenas de millones de musulmanes, está basada en la subordinación o la
debilidad política, económica y militar de las naciones que le rodean, y a esa
debilidad ha contribuido eficazmente la desestabilización de Irak y Siria, que
es donde principalmente opera el Estado Islámico. La derrota del Estado Islámico
en Siria e Irak, y la posible reconstrucción de esas dos naciones no resulta por
lo tanto del agrado de Israel, ni tampoco de Arabia Saudita que ve como la
ideología wahabista que patrocina la monarquía Saudí y de la que es participe el
EI, se debilitaría en la región, además de que Irán se beneficiaria de dos
poderosos aliados en la región como podrían ser una Siria e Irak pacificadas y
con gobiernos laicos. EEUU está preso de sus alianzas en la región y mientras no
las cambie, serán Arabia Saudita e Israel las que le marquen la pauta a seguir a
EEUU y no a la inversa.
En su relación
con Rusia, los cambios que propone Donald Trump de una distensión con este país
también son difíciles de que tengan resultados debido a la oposición del actual
gobierno Alemán a un acercamiento con Rusia por temor a un cambio en la política
respecto de Ucrania, lo cual congela las relaciones e impide a su vez cualquier
negociación entre Rusia y EEUU sobre el control de armas. La colaboración entre
Rusia y EEUU posiblemente se limite a una coordinación en Siria para luchar
contra el EI, particularmente ahora que el papel de EEUU en esa nación, tras el
alto el fuego alcanzado entre los principales grupos rebeldes y el gobierno
sirio con la mediación de Turquía y Rusia, le ha dejado un lugar marginal en las
futuras negociaciones.
A pesar de que la
nueva administración republicana pretende reorientar el enorme presupuesto
militar hacia la modernización de sus fuerzas armadas a la vez que reduce los
gastos de su despliegue mundial con cerca de 200.000 soldados en diferentes
países, los lazos forjados de EEUU con sus principales aliados durante más de
dos décadas, basada en la política de dominación global en la que EEUU corría
con los principales gastos será difícil de cambiar.
Una difícil
encrucijada se le abre a EEUU bajo la doctrina Trump. La nación o el
imperio primero, esa es la cuestión, cuando el mantenimiento a ultranza del
imperio arrastra al declive a la nación.
Esta tesitura ya se vivió en la campaña electoral del 2008, cuando tras los
fracasos en Irak y Afganistán las propuestas de Paz de Barack Obama se
impusieron a las tesis belicistas del partido republicano. Sin embargo, Barack
Obama traicionó sus propuestas de Paz, designó como secretaria de Estado a
Hillary Clinton, quien ya se había posicionado en su día a favor de la invasión
de Irak, y ambos se implicaron en un política de subversión y guerras en Oriente
Medio y el Norte de África, principalmente contra Siria y Libia, que
desestabilizó toda la región, creando un drama de refugiados que ha contribuido
a desestabilizar también a la UE, dando lugar a fuerzas políticas nacionalistas
que triunfaron en el Brexit, y avanzan en el centro, norte y este de la UE donde
más se vive el drama de los refugiados.
El imperio
terminó imponiéndose a la nación bajo el mandato de Obama. El principio de América
Primero, surgió y triunfó por la rebelión de la América
Profunda a ese fatal destino, y
ahora, a pesar de las promesas de Donald Trump, de poner a la nación
primero, no existen todavía las condiciones internacionales para que la
política global de EEUU cambie.
Las élites estadounidenses más apátridas ligadas al mundo
financiero-mediático del G7, tienen una visión diferente, y prefieren un
gobierno global, en el que EEUU solamente sea un gendarme armado mundial para
imponer los intereses de esta clase social al resto de naciones del mundo.
Los
cambios que pueden hacer de EEUU una potencia respetuosa con el resto de
naciones del mundo llegarán cuando otros participantes en el tablero geopolítico
mundial adquieran la fortaleza económica, política y defensiva que impulse a
EEUU, por su propio interés como nación, a abandonar sus ambiciones hegemónicas,
será en ese momento cuando se podrá hablar de la formación del mundo
multipolar.
Una
cuestión a la que el exitoso empresario chino Jack Ma, se refirió en el reciente
Foro económico de Davos. Ma criticó a EEUU por el "excedente" de atención que
presta a los conflictos bélicos en otras partes del mundo considerando: "No
importa hasta qué punto es buena su estrategia, sino que lo importante es que
hay que gastar el dinero en tu propio pueblo".