La crisis de los militares
veteranos estadounidenses
El 05/03/02014, en un acto público el presidente de EEUU
Donald Trump anunció la firma de una orden ejecutiva para hacer frente a una
creciente epidemia de suicidios de militares veteranos. La orden crea un grupo
de trabajo a nivel de gabinete encabezado por el secretario de Virginia, Robert
Wilkie. La comisión tendrá la tarea
de crear un plan nacional para reducir de manera más efectiva la cantidad de
suicidios de veteranos militares. La iniciativa se ha denominado
PREVENCIÓN, habilitando el número de teléfono 800-273-8255 de Estados
Unidos para los veteranos que necesiten ayuda.
En la ceremonia de presentación, Donald Trump, afirmaría. "
El suicidio de veteranos es una tragedia de proporciones asombrosas".
Hay más de 6.000 suicidios de veteranos por año, "¿Quién creería que eso
es posible?, y la tasa de suicidios de los soldados posteriores al 11 de
septiembre ha aumentado significativamente en los últimos diez años". "Debemos
cumplir nuestras promesas a quienes nos mantienen libres".
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Según el Departamento de Asuntos de Veteranos, un promedio
de veinte veteranos del servicio militar por día mueren por suicidio,
representando el 18 % de las muertes por suicidio en EEUU, mientras este
colectivo solo representa el 8,5 % de la población adulta estadounidense. Las
tasas más altas, se hallan entre los militares veteranos de entre 18 y 34 años
de edad, siendo las armas de fuego el medio utilizado para quitarse la vida en
más de un 60% de los casos.
La crisis de suicidio entre los militares estadounidenses
comenzó a tener relevancia después de la guerra de Vietnam (1964-1975), pero ha
sido tras las guerras de Afganistán (2001) e Irak (2003), cuando las cifras han
aumentando de forma dramática. Los militares que han regresado de Irak y
Afganistán sufren varios problemas, entre ellos, desempleo, trastorno de estrés
postraumático y lesiones físicas.
Los programas de prevención del suicidio están enfocados en
tratar los casos individualmente a través de la asistencia psicológica y planes
de reinserción social. Sin embargo, los miles de millones de dólares asignados a
estos programas en los últimos años no han frenado la tasa de suicidios.
Los factores desencadenantes que pueden inducir a una
persona al suicidio pueden ser diversos, pero cuando todos coinciden en un
colectivo en una edad joven, se puede afirmar que existen unas causas comunes de
fondo, lo cual cuestiona el tratamiento individual de los casos y se debe
considerar abordar el problema desde un enfoque colectivo.
La percepción social en amplias capas de la sociedad
americana sobre el colectivo de veteranos de guerra deja mucho que desear de la
imagen dada por Donald Trump de héroes de guerra admirados allí donde van, sino
que existe una opinión extendida de que son personas de carácter violento y con
escasa capacidad de adaptación social.
Con esta consideración, cuando los miembros de este
colectivo tratan de reincorporarse a la vida civil, muchos empresarios temen
contratarlos por su difícil integración y por miedo a que puedan protagonizar
altercados, y de igual modo entre las personas con las que estos ex-soldados
tienen que convivir, también hay quienes optan por alejarlos de su
círculo de
amistades por considerarles imprevisibles.
Este rechazo social, por muy sutilmente que se realice, no
pasa desapercibido, y al dolor que puedan tener estos veteranos como
consecuencia de haber participado en la guerra, se suma la frustración de una
sociedad que lejos de reconocerles su aportación a la nación, les dan la
espalda. El suicidio es el final a un camino que consideran sin salida.
Pero todo comienza porque la preparación militar y la
guerra transforma la personalidad de estas personas, y son éstas las cuestiones
de fondo que hay que tener en cuenta. La preparación militar si está basada en
la deshumanización del soldado inevitablemente tendrá sus consecuencias, pero
aunque no sea así, la guerra puede hacer vivir al soldado situaciones contrarias
a su entendimiento de la moral y la justicia, y ello puede pesar sobre su
conciencia para siempre.
La diferencia entre un soldado y un mercenario, es que el
primero tiene unas convicciones morales que no las tiene el segundo. Para un
soldado no todas las guerras son iguales. La causa por la que se lucha cuenta.
Cuando se tiene la convicción de estar luchando en una guerra justa, esta
convicción sirve para mantener la autoestima, el honor y la dignidad tanto en el
combate como cuando se retorna a la vida civil, pero si esa convicción flaquea
la destrucción moral y sicológica puede ser inevitable.
Ninguna guerra de agresión es justa. En la guerra como en
otras circunstancias de la vida, el lado justo pertenece siempre a quien se
defiende de la agresión, y las guerras de EEUU en Irak, Siria y Libia, han sido
y son guerras injustas, no solamente porque EEUU ha sido el agresor, sino porque
las mismas se han llevado a cabo al margen del derecho internacional.