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Crítica política sobre noticias de actualidad en el mundo

Una visión geoestratégica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Seudónimo: Saint Just

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08/10/2013

NOTICIA. EL 7/10/2013, se habían contabilizado 197 fallecidos por el naufragio de una embarcación con 518 inmigrantes africanos a bordo, cerca de la isla siciliana de Lampedusa.

 

La inmigración irregular y la política de la UE y de la OTAN

La tragedia del naufragio cerca de la isla de Lampedusa ha conmocionando a la opinión pública. El jefe de la guardia costera italiana, Filippo Marini, informó el 7/10/2013 que en las últimas horas, los buzos, lanchas de motor y medios aéreos rescataron 83 cadáveres, dos de ellos niños, tanto en el casco de la nave como en sus inmediaciones.

Otros 150 cuerpos sin vida podrían encontrarse bajo el agua. Uno de los buzos indicó que en la bodega de la embarcación de 20 metros de eslora se encuentran tendidos los fallecidos a apenas 30 centímetros de distancia unos de otros. La nave se encuentra a unos 40 metros de profundidad, pero el rescate de las personas que perdieron la vida el pasado jueves fue atrasado en dos ocasiones por el mal tiempo y oleaje en la zona. 

Paradójicamente, Mientras la Unión Europea y la ONU expresaban su profundo pesar por la tragedia, la fiscalía de Agrigento (Sicilia) abría un caso penal contra 114 de los adultos sobrevivientes en la catástrofe por el delito de inmigración clandestina, en cumplimiento de una ley aprobada en agosto de 2009, que criminaliza la inmigración y prevé el pago de multas y la expulsión de los indocumentados de Italia. Sin embargo, las autoridades hicieron una excepción en la aplicación de la ley, concediendo la ciudadanía italiana a los 111 fallecidos contados hasta el pasado 4/10/2013, para evitar la expatriación de los fallecidos a sus lugares de origen y poder darles sepultura en Italia.

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Esta irónica actuación pone de manifiesto las contradicciones del mundo desarrollado en su actuación con la inmigración irregular. Por una parte, los gobernantes manifiestan el pesar por la tragedia, pero a su vez se aplican draconianas medidas y leyes contra los inmigrantes, levantando muros para impedir el acceso a los países desarrollados, y los que consiguen llegar son perseguidos como delincuentes.

La inmigración irregular desde el norte de África a Europa es consecuencia del fracaso de los países de esa región en promover el desarrollo económico y debido la inestabilidad política. La base demográfica de los grupos de edad más jóvenes es muy amplia, y las expectativas de encontrar trabajo muy bajas, sin que tampoco tengan soportes familiares o públicos de supervivencia en los que apoyarse.

 

Las élites políticas que tras la Segunda Guerra Mundial lideraron la descolonización la fundamentaron en dos pilares básicos: la recuperación de la dignidad de la soberanía como naciones, y la necesidad de la misma como base para promover el desarrollo económico. La mayoría de las naciones que pusieron fin al oprobio colonial de las potencias europeas y de Japón, están encontrando el camino del desarrollo, principalmente las naciones del Oriente y sureste asiático y del África austral, pero los países árabes y sub-saharianos siguen sumidos en el caos político y económico, lo que origina una presión añadida sobre los centros receptores desarrollados de inmigración.

Un caos que en los países árabes, los grandes medios occidentales lo describieron con el eufemismo de “primavera árabe” pero que la misma está sirviendo a las potencias occidentales, a Arabia Saudita, Al Qaeda e Israel para debilitar políticamente a los países con gran raigambre soberanista como Libia, Irak, Afganistán, Siria y Egipto.

Arabia Saudita con un régimen tiránico basado en el Islam más retrógrado aspira a liderar el mundo árabe sunnita, y no quiere que otros países que pudieran cuestionar su liderazgo se fortalezcan, particularmente Egipto. Al Qaeda persigue la desestabilización regional sobre la que erigir un pretendido califato sunnita regido por el totalitarismo religioso.  Israel es un país pequeño en medio de países populosos y teme de su hostilidad y por ello, también quiere países débiles en la región y, para mantenerse como potencia regional indiscutible, alienta el desgaste político de Egipto de Siria e Irak y el acoso a Irán. Las potencias occidentales también ven en este caos una oportunidad para restaurar su influencia neocolonial, como ha sido la de Francia en Malí y pretenden hacerlo en todo el mundo árabe; un estatus neocolonial que Arabia Saudita ya ha aceptado como aliado incondicional de EEUU.

Libia era un país regido despóticamente por Gadafí pero era el país con el Índice de Desarrollo Humano más alto de África (IDH) que mide entre otros parámetros la educación, asistencia sanitaria y las expectativas de vida. La división interna entre las tribus que conforman la nación Libia y que en los últimos años se enfrentaron al poder de Gadafi recurrieron a las armas, pero las potencias occidentales de la OTAN lejos de promover la negociación como salida política, optaron por inmiscuirse en una Guerra que ha traído la desmembración del país. Entonces la intervención en Libia lo fue bajo el discurso de ayudar a instaurar la democracia, pero esa retórica de los grandes medios de comunicación occidentales es la pantalla para justificar intervenciones que solo traen caos y devastación, como lo ha sido en Afganistán e Irak y ahora en Siria, y lo está siendo en Egipto tras el golpe de Estado apoyado política y económicamente por Arabia Saudita y no considerado como tal por EEUU, a pesar que la Unión Africana (UA), formada por 54 Estados Africanos, a retirado su membresía a Egipto por el considerado golpe de Estado que destituyó al presidente electo Mohamed Mursi.

Los cambios en el mundo árabe para conseguir la estabilidad política, el avance hacia la implementación de procedimientos democráticos y el desarrollo económico, no va a venir de la mano de la influencia de Arabia Saudita, ni de los yihadistas de Al Qaeda y su concepción extremista del Islam, tampoco de las intervenciones de las potencias de la OTAN, solo puede venir de la recuperación de la unidad nacional de cada país en base a un consenso alcanzado por los actores políticos internos de cada nación sobre la base de la soberanía y el respeto entre creencias, pero, por el momento nada de eso se vislumbra, y las consecuencias desde el punto de vista migratorio se verán acentuadas hacia los países desarrollados más próximos, en este caso los de la UE.

La mayoría de la población de Europa, en una situación de crisis económica, no quiere inmigrantes, y las fuerzas políticas que hacen de la lucha contra la inmigración irregular uno de sus pilares políticos ganan posiciones principalmente en los países del centro y norte de Europa, pero la ciudadanía europea, como es el caso de Francia también apoya o mira para otro lado en las intervenciones neocoloniales en el mundo árabe que acentúan la presión migratoria ante el deterioro económico y el caos político, una contradicción que se pretende resolver con muros como el de Melilla, pero que mientras no se camine hacia un proceso de estabilización y desarrollo del mundo árabe convertirá a Europa en una fortaleza asediada por quienes ha perdido la esperanza de encontrar la forma de ganarse la vida en sus países de origen.

Los políticos europeos, se rasgan las vestiduras morales con la tragedia de Lampedusa pero no por ello cejaran en su empeño de dominio neocolonial de los países árabes y de avivar las confrontaciones armadas sectarias como en Siria en lugar de promover la negociación pacífica. La inmigración pone a prueba el discurso de los derechos humanos en los países occidentales, revelándose como una falacia cuando millones de personas inmigrantes carecen de derechos políticos tanto en la UE como en EEUU y se restringe su acceso a la asistencia social.

 

No se puede cambiar la mentalidad europea, que en lugar de abrirse a un rejuvenecimiento de su población con la llegada de jóvenes inmigrantes se atrinchera contra el sincretismo cultural, y la UE camina hacia una población envejecida y conservadora enrocada en la doble moral de mirar para otro lado ante el discurso guerrerista y neocolonial de la OTAN, y llorar las trágicas muertes de los desesperados que ha contribuido a crear.

 

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