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Autor

Seudónimo: Saint Just

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26/05/2014

NOTICIA. El 25/05/2014 tuvieron lugar en Ucrania la elecciones presidenciales, y la UE eligió a los parlamentarios a la Euro-cámara

 

Perspectivas pos-electorales en Ucrania y la UE

Ucrania

En un clima de guerra civil entre las regiones del Oeste y el Este de Ucrania tuvieron lugar las elecciones presidenciales en Ucrania. Con una participación en los comicios del 60,27%, según la autoridad electoral, el multimillonario Piotr Poroshenko resultó el ganador con más del 50% de los votos, lo que evita acudir a una segunda ronda electoral.

Las elecciones presidenciales en Ucrania para el 25 de mayo fueron designadas por la Rada Suprema el 22/02/2014, después del golpe de Estado que abolió la constitución entonces vigente y los acuerdos del 21 de febrero entre el depuesto presidente Víktor Yanukóvich y los partidos de la oposición, por los que originalmente las elecciones presidenciales tenían que celebrarse en 2015, tras la aprobación de una nueva constitución por referéndum popular.

En estos últimos meses la parte sudeste de Ucrania está sumergida en una grave crisis política, social y económica, por la negativa de estas regiones a reconocer los resultados del golpe institucional del 22 de febrero y la legitimidad de la posterior convocatoria de elecciones, habiéndose constituido en repúblicas rebeldes al poder de Kiev, el cual, ha enviado al ejército ucraniano para someter a estas regiones produciéndose duros enfrentamientos con las milicias de autodefensa, que han dejado numerosos muertos y heridos.

Los votantes en las elecciones del 25M han rechazado el mensaje de los candidatos más radicales y han apoyado a Piotr Poroshenko que se ha presentado con un mensaje de diálogo y ha anunciado que convocará comicios legislativos anticipados en el transcurso de este año, si bien, ni Piotr Poroshenko ni ninguna de las fuerzas políticas que han participado en estas elecciones han planteado que tales comicios debieran servir para elaborar una nueva constitución para que sea refrendada por la ciudadanía.

Ucrania, tras la restauración ilegal por los parlamentarios de la Rada de la constitución del año 2004, sin que haya sido refrendada por votación popular vive un vacío de legitimidad constitucional, habiendo siendo rechazada de pleno por las regiones del Sureste de Ucrania declaradas en rebeldía.

Para Piotr Poroshenko y las potencias occidentales que le apoyan, la cuestión constitucional parece un asunto irrelevante y, a pesar del tono dialogante preelectoral de Piotr Poroshenko, una vez electo ya ha anunciado que planea seguir el guión del anterior gobierno golpista de enfrentarse militarmente a las regiones del sureste, pero ahora con una supuesta mayor legitimidad electoral.

Tras los acontecimientos de los últimos seis meses, se ha puesto de manifiesto que Ucrania precisa de una constitución federal, en la que las regiones pro-rusas tengan garantizadas constitucionalmente sus derechos, lingüísticos, culturales y fiscales y se sientan representadas en el texto constitucional, y la forma de alcanzar esa constitución no va a venir por la acción de rendir por la fuerza de las armas a las regiones ahora declaradas independientes, sino por un pacto constitucional entre partes, es decir, en el que representantes del gobierno de Kiev y de las regiones separatistas alcancen un consenso.

Pero no parece que el guión de EEUU ni del nuevo gobierno de Kiev sea alcanzar ese pacto sino persistir en sus ataques militares, al fin de cuentas, lo que a EEUU le interesa es una confrontación civil en Ucrania que le permita cuestionar a su vez la reincorporación de Crimea a Rusia. Piotr Poroshenko no tiene mucho margen de maniobra política y económica y pronto se verá que si quiere la paz y la superación de la actual crisis política y económica de Ucrania tendrá que colaborar con Moscú y descartar los planes de la OTAN de hacer de Ucrania un país inestable para persistir en su política de acoso a Rusia. Ucrania no es Rusia, pero es un país que enfrentado a Rusia no tiene viabilidad como Nación, sino que se dividirá en más de una república, el Este Orientado hacia Rusia y el Oeste hacia la UE.

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Unión Europea

Las elecciones al Euro-parlamento, han mostrado las dificultades para avanzar en un proyecto europeo en medio de una prolongada crisis económica. En la primera mitad del siglo XX, los enfrentamientos en Europa estuvieron precedidos de dos crisis económicas, la de 1873 que llevaría al proteccionismo y que desembocaría en 1914 en la Primera Guerra Mundial, poniendo fin a la paz de los cien años en Europa, desde 1815 a 1914, y la crisis económica de 1929 que desembocaría en el auge del fascismo y la Segunda Guerra Mundial.

La derrota del fascismo y la Guerra Fría entre la URSS y Estados Unidos abriría un nuevo capítulo europeo en el que se impuso la colaboración política y económica. Durante medio siglo hasta la crisis del 2008 Europa occidental, con el intervalo de la crisis de 1973, ha tenido un desarrollo económico que le ha permitido avanzar en un proyecto político según los intereses de las potencias económicas europeas más importantes representadas en el G7. El proyecto de constitución europea fracasó, siendo sustituido por el Tratado de Lisboa en el 2007, un proyecto con menos ambiciones de unión política y que, instaurado el euro y el BCE, reforzó la germanización de la UE.

La crisis del 2008 abrió otro un nuevo capítulo, Alemania gracias a su potencial tecnológico exportador ha podido sortear la crisis mientras que, la mayoría de los países, siguen padeciendo la misma. Esta situación ha reforzado todavía más la preponderancia germana, a través de la imposición de un control del déficit que afecta especialmente a los países mediterráneos que han visto con la crisis desplomarse su estructura económica basada en la especulación de la segunda residencia destinada al turismo. El sector económico de la construcción se ha reducido drásticamente, pasando millones de trabajadores al desempleo y sin alternativas para encontrar otro empleo ante la imposibilidad de los países mediterráneos de cambiar su estructura económica en una situación de crisis económica y endeudamiento creciente.

 

Las condiciones objetivas socioeconómicas son en última instancia las que determinan con el paso del tiempo la percepción subjetiva política de la ciudadanía y, tras seis años de crisis, están emergiendo nuevas fuerzas políticas frente al vigente proyecto político y económico europeo, aunque de manera diferente según los casos.

En Francia, Gran Bretaña y los países del Norte y Centro de Europa aumenta la percepción de estar sometidos a la germanización de la UE, en la que tanto Bruselas como el BCE actúan como un brazo de las políticas alemanas, y ello está provocando: el aumento de los nacionalismos contrarios a la UE y el euro; la oposición a la financiación de las deudas de los países más castigados por la crisis en el sur y este de la UE, y la restricción a las migraciones, lo que supone una derechización del electorado. Esta es una tendencia que, en la medida que la crisis económica se prolongue en el tiempo, se acentuará en estos países.

En el otro lado están los países mediterráneos donde la falta de empleo y de futuro de las generaciones más jóvenes es más acusada. En estos países se aprecia una deriva del electorado hacia posiciones de izquierda pero, a diferencia de los partidos de derecha emergentes en el Centro y Norte de Europa que presentan nítidamente un proyecto político nacionalista basado en su salida de la UE y del Euro, los partidos de izquierda que han aumentado el número de votantes, no presentan ningún proyecto político alternativo al Tratado de Lisboa y al Euro, basando su discurso en la denuncia de las injusticias sociales.

La socialdemocracia y los partidos de la derecha tradicional, comprometidos con el actual proyecto político y económico europeo, están viendo reducido su apoyo popular, esta disminución en el fondo es una crisis de intereses de clases sociales, los nuevos partidos de derecha y de izquierda por distintos motivos y percepciones políticas representan a las clases medias, mientras que los partidos tradicionales están unidos a los intereses del poder financiero.

 

Como un vestigio del pasado europeo, la crisis económica está propiciando el auge de los nacionalismos y estas elecciones han puesto de manifiesto esa tendencia que impide el avance del proyecto de Unión Europea. No obstante, las fuerzas políticas tradicionales de la socialdemocracia y la derecha tradicional siguen teniendo una mayoría parlamentaria holgada para gobernar juntos tanto en la mayoría de los países de la UE como en la Euro-cámara y, por lo tanto, el actual proyecto europeo, sustentado en el euro, no está por el momento en peligro, más teniendo en cuenta que Europa está compuesta por una sociedad progresivamente envejecida, temerosamente conservadora y resistente a los cambios.

 

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