03/11/2014
NOTICIA. El
03/11/2014, el embajador de Rusia ante la UE, Vladímir Chizhov, instó a
la UE a reconocer los comicios del 02/11/2014 de Donbás
Ucrania y las relaciones UE Rusia
El
02/11/2014, las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y
Lugansk, de Ucrania del Este, eligieron a sus dirigentes y legisladores.
Tras el conteo del 100% de las papeletas, el primer ministro de la
república de Donetsk, Alexandr Zajárchenko, fue elegido jefe de Estado.
En la república de Lugansk resultó ser el ganador Ígor Plótnitski.
La UE a
través de su responsable de la diplomacia de la Unión Europea, Federica
Mogherini, se negó a reconocer la legitimidad de las elecciones y las
consideró como "un estorbo en el camino hacia la paz en Ucrania" y
“una violación de los acuerdos de Minsk”. Por su parte el embajador
de Rusia ante la UE, Vladímir Chizhov, manifestó que "Si la UE tiene
un interés sincero en conseguir un rápido arreglo político en el este de
Ucrania, debería aplaudir estas elecciones", pues la elección de
representantes permite la participación de interlocutores
representativos para cumplir con el principio de "amplio diálogo
político" recogido en los acuerdos de Minsk, y de los anteriores de
Ginebra en abril de 2014.
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Las
diferencias entre los dirigentes de Kiev y de las autoproclamadas
repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, y de la UE y Rusia se
mantienen estancadas lo que induce a pensar que las posibilidades de un
arreglo político consensuado entre las partes, no es posible, por lo
menos en un largo periodo de tiempo. Kiev y la UE se mantienen en la
postura de obligar a claudicar a la población del Donbás al marco
político surgido en Ucrania tras el golpe
institucional del
23/02/2014 que depuso al entonces presidente Víktor Yanukóvich.
Este golpe
institucional impuesto al
calor de los violentos acontecimientos del Maidán promovidos por los
actuales dirigentes de Kiev y con el apoyo de la UE y EEUU, llevó a las
regiones del Donbás y Crimea al no reconocimiento de las nuevas
autoridades de Kiev. La península de Crimea se separaría de Ucrania y
mediante referéndum decidiría incorporarse a Rusia, mientras que Donetsk
y Lugansk se autoproclamarían como republicas independientes. Los
gobernantes de Kiev desataron una guerra fraticida contra la población
de estas republicas con un balance de más de cuatro mil muertos, miles
de heridos y el éxodo hacia Rusia de cientos de miles de personas.
Los
acuerdos de Minsk del 05/09/2014 se produjeron en un contexto en que las
fuerzas insurgentes republicanas de Donetsk y Lugansk tenían sitiada la
ciudad de Mariupol, lo que obligo a Kiev a firmar un protocolo para un
arreglo pacífico, pero una vez que las fuerzas ucranianas han evitado su
derrota militar no han manifestado ningún interés en alcanzar un acuerdo
con los sublevados. Los acuerdos de Minsk han supuesto un cese de las
hostilidades, rotas a veces por esporádicos enfrentamientos armados,
pero las posiciones irreconciliables de la partes se mantienen.
La UE,
EEUU y la OTAN no han estado nunca por buscar una reconciliación de las
diferentes sensibilidades políticas en Ucrania. El apoyo a las revueltas
del Maidán y al golpe
institucional en Kiev del
23/02/2014, era la antítesis de la búsqueda del diálogo y la apuesta por
el sometimiento brutal de la disidencia política en las regiones de
habla rusa. Una línea que a pesar del alto el fuego se mantiene tanto
por parte de la OTAN como por las autoridades de Kiev.
La
sucesión de acontecimientos en el presente año ha cambiado la situación
en Ucrania radicalmente. Si hace unos meses antes del inicio de las
hostilidades militares hubiera sido factible alcanzar un acuerdo en la
que las repúblicas de Donetsk y Lugansk hubieran podido participar en un
proceso constituyente para la redacción de una constitución inclusiva de
todo Ucrania, en la actualidad, después de haber sufrido la barbarie de
los bombardeos del ejército ucraniano, de los crímenes de las fuerzas
paramilitares neofascistas, del éxodo de una parte de la población,
difícilmente se puede pensar que la reconciliación es posible, sino que, por el contrario, la
población de las repúblicas se está inclinando de manera casi ya
definitiva por la independencia.
Esta
situación en el terreno condiciona las posiciones de los patrocinadores
políticos de los bandos enfrentados. Rusia no va abandonar a las
repúblicas de cultura rusa, y la OTAN no va a reconocer su error de
haber iniciado la confrontación en Ucrania alentando a las fuerzas del
Maidán y seguirá enrocada en su línea de confrontación en la vana
pretensión de rendir a los dictados de Kiev a las repúblicas rebeldes.
Con ello,
el enfriamiento de las relaciones entre la UE y Rusia se prolongará en
el tiempo. La UE carece de un política exterior propia, no solo porque
la misma se reparte entre los gobiernos de las naciones que la
conforman, sino porque en los asuntos relevantes es dictada por EEUU.
Hasta ahora, la política de sanciones de la UE contra Rusia responde a
los dictados de EEUU de separar la UE de Rusia, sobre todo, porque las
mismas no van a rendir a Rusia. El argumento que hacen gala los
dirigentes europeos, de que las sanciones eran necesarias porque no
podían permanecer indiferentes a la incorporación de Crimea a Rusia, es
un argumento viciado en origen, por negarse a reconocer su error de
haber apoyado al Maidán y haberse desdicho del acuerdo
sobre la normalización política alcanzado
entre representantes de la oposición y el presidente de Ucrania, Víctor
Yanukóvich, con el aval de los representantes de Alemania, Francia y
Polonia para establecer una transición legal, y que culminó con el golpe
institucional del
23/02/2014.
A los
dirigentes europeos, carentes ideológicamente de independencia política
por estar unidos a los intereses de los poderes fácticos financieros
bajo los auspicios de EEUU, les resulta inconcebible el restablecimiento
de unas buenas relaciones con Rusia si ello supone el enojo y el
distanciamiento de EEUU, y seguirán persistiendo en su error de
confrontación con Rusia, lo que supondrá una dejación de los intereses
económicos europeos y, en el caso de Ucrania, por ser un instrumento de
la OTAN cuyo único interés por ese país es mantener la confrontación con
Rusia, puede sumirse en una crisis económica y política de larga
duración.
Rusia
seguirá apoyando a la población de cultura rusa del este de Ucrania y,
sabedora de que los intereses objetivos de la mayoría del empresariado
de la UE coinciden con un buen entendimiento con Rusia, seguirá instando
a los dirigentes europeos a restablecer unas relaciones cordiales. No
obstante, a pesar de que Rusia siga apostando por unas buenas relaciones
con la UE, las mismas tardarán tiempo en restablecerse.
Si Rusia,
a principios del presente siglo, con la llegada de Rusia Unida al
gobierno comenzó a superar su complejo de inferioridad en el que cayó
respecto de Occidente tras la desaparición de la URSS, actualmente la
política de sanciones está llevando a Rusia a una profunda introspección
como nación en la reafirmación de sus valores culturales y el desarrollo
de sus potencialidades económicas y tecnológicas, y de su papel en las
relaciones internacionales, que le sitúa en una época de resurgimiento.
El
renacimiento de Rusia puede beneficiar al mundo y, por ser parte
fundamental de Europa y de su Cultura, como lo ha demostrado en otros
momentos de la historia, puede ser un referente para las fuerzas
soberanistas y del progreso en Europa.