21/02/2015
NOTICIA.
El 20/02/2015, Grecia y los socios europeos llegaron a un acuerdo sobre
una prolongación de cuatro meses del programa de financiación para el
Gobierno de Atenas
La
lucha de Grecia y la UE
Los
primeros pasos en la lucha que el gobierno griego ha entablado con la UE
para abordar la forma de refinanciar su deuda ha concluido con un paso
positivo para Grecia. La UE prolongará a partir del 28/02/2015 por
cuatro meses el programa de financiación del país heleno.
En una
emisión televisada el presidente del gobierno griego, Alexis Tsipras,
consideró de "importante éxito" el acuerdo alcanzado para poner
fin a la “austeridad", enmarcándolo en una estrategia de lucha
prolongada. "Hemos ganado una batalla, pero no la guerra. Las
dificultades nos esperan más adelante".
Por su
parte, el presidente del Eurogrupo y presidente del Consejo de
Gobernadores del Mecanismo Europeo de Estabilidad (ESM), Jeroen
Dijsselbloem, con relación al acuerdo manifestó: "Hoy se dio el
primer paso para reconstruir la confianza". Es posible que haya otro
acuerdo adicional para Grecia "en el que el FMI tendrá su papel".
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Durante
los días precedentes al acuerdo, los grandes medios de comunicación de
la UE estuvieron dedicando gran parte de sus titulares a las
conversaciones entre la UE y Grecia, con un enfoque catastrofista para
Grecia sino admitía la renovación del actual plan de rescate sujeto a
los condicionamientos de austeridad que finaliza el 28/02/2015. La
firmeza del gobierno griego en no continuar con la política de los
anteriores gobiernos en Grecia de sumisión a los dictados de la UE, ha
desvelado que la catástrofe anunciada para Grecia, tal vez podía ser
mayor para toda la UE, lo que ha impulsado a la UE a otorgar una
prolongación de cuatro meses del programa de financiación de los seis
solicitados por el gobierno griego.
En el
plazo que tanto la UE como el gobierno griego se han dado para
consensuar posibles acuerdos de más largo plazo, ambas partes parten de
posiciones muy diferentes. Para la UE es un plazo para intentar
convencer al gobierno griego y a sus electores de que no existe más
camino que el continuismo de los anteriores gobiernos, por lo que
proseguirá con su campaña de intentar someter a la democracia griega por
el miedo. Para el gobierno griego supone adentrarse en un camino en el
que tendrá que contemplar la posibilidad de que no se llegue a un
acuerdo con la UE.
En toda
negociación, cada
parte tiene que mostrar determinación para
que el jugador contrario entienda que no se negocia de farol, y ello
supone estar dispuesto a “quemar las naves” si hiciera falta, lo que
supone entrar en un punto de no retorno. Un punto que puede ser
perjudicial para ambas partes, pero que a su vez ambas consideren que un
mal acuerdo es peor que no llegar a ningún acuerdo.
Por otra
parte, en todo proceso negociador en el se que parte de posiciones muy
diferentes, éste se convierte en una lucha en la que una vez iniciada la
misma se desencadenan factores que no tienen que ver propiamente con el
pragmatismo económico sino con la lógica de la victoria o la derrota.
Para la
UE, una concesión para la renegociación de la deuda griega en base a
criterios como los que plantea el gobierno griego de pagar los intereses
anuales de la deuda en función del crecimiento de su PIB, puede suponer
para la clase financiera de la UE y particularmente para Alemania, no
solamente que se pudiera quebrar su negocio de enriquecerse a costa de
empobrecer a los países del sur, sino porque su papel de rector
financiero de la UE se resquebrajaría, lo que daría pie a un efecto en
cascada en los países más agobiados por el servicio de la deuda para la
refinanciación de la misma, una cuestión difícilmente de admitir,
De
manera diferente para Grecia, tener que transigir de nuevo con la
austeridad supondría no solamente continuar en la línea de
depauperización del país, sino que a su vez supone la humillación de
aceptar que la soberanía y la democracia griega ha sido de nuevo
sometida.
En esta
lucha, la clase financiera de la UE cuenta con el apoyo de los grandes
medios de comunicación a los cuales patrocina, y el gobierno de Grecia
tendrá que saber ganarse la solidaridad activa de sus ciudadanía y la de
los países del sur de Europa, lo que supone abrir un frente contra el
poder financiero, y si la confrontación se agudiza, tal vez pudiera
derivar en una fractura entre los países del Sur y los del centro y
norte de la eurozona, pues, con toda probabilidad, la mayoría de la
ciudadanía de esos países, lejos de solidarizarse con el pueblo griego
cerrará filas con las posiciones de su clase financiera.
El peso
de esta lucha va a recaer principalmente sobre la ciudadanía griega, la
cual tendrá que demostrar si está dispuesta a cerrar filas con su
gobierno en todas las vicisitudes que se avecinan, y si es capaz de
anteponer la dignidad de su soberanía y democracia por encima del
gobierno de burócratas de Bruselas.
En esta
confrontación, lo desastroso sería que Alemania, una vez más, terminara
convirtiéndose en una maldición para Europa, al dejarse llevar por la
megalomanía de la derecha alemana de pensar que los pueblos no son
capaces de actuar por dignidad, y por ello pueden se sometidos. Una
percepción que le llevó en otros momentos de su historia a subestimar la
resistencia de los pueblos, y le puede pasar también ahora con el
chantaje financiero a los pueblos del sur de Europa.
Aunque
lo razonable y deseable es: que Alemania no se adentre en ese escenario
y se llegue a un acuerdo que beneficie al pueblo griego; se recorte los
poderes de la clase financiera de la UE, y se otorgue un mayor poder
financiero a los Estados, lo que permitiría abrir un nuevo camino de
construcción de la UE para poner fin a la especulación financiera con
las deudas soberanas y orientado al crecimiento económico.
De no
ser así, las posibles alternativas de Grecia en la búsqueda de nuevos
socios financieros, fuera de la UE, puede abrir las puertas a que otros
países del sur de Europa puedan seguir su ejemplo. Pase lo que pase,
Grecia se ha convertido ya en un símbolo de resistencia frente al poder
del capital financiero occidental, y su lucha es una esperanza para la
mayoría de la población de los países del Sur de Europa.